Cuarenta y ocho horas más y mi compañera de semana ya se iría. Solo debo de tener un poco más de paciencia, sí, solo un poco más.

—¡Ay, que dolor más fuerte! —grité, girando en mi cama—. ¡Ay, pero que sufrimiento!

—¿Te puedes callar? —murmuró Justin a mi lado, mientras me observaba por unos segundos y luego volvió a mirar su celular.

—¡Ay, Jesús porque no te apiadas de mi!

—Deja de moverte —se quejó por milésima vez.

—¡Ay, vete de aquí meblood, ve en busca de otra chica! —volví a gritar, dando saltos.

—¿Meblood? —preguntó, riendo.

—Sí, ya sabes, menstruación y blood, sangre, lo normal —murmuré, dejando mi cabeza caer hacia atrás—. ¡Pero qué dolor estoy sintiendo!

—Suenas como si alguien ha roto tu corazón y estás sufriendo por amor.

—Tu rompiste mi corazón cuando entraste a mi habitación con las manos vacías —lloriqueé.

—Traje un preservativo, ¿eso no cuenta?

—Guarda silencio antes que tome ese preservativo y te obligue a comerlo.

—Pueden ser tóxicos —él tomó uno de mis pies y jaló de él.

Se mantuvo en silencio, mientras yo seguía soltando quejidos y bufidos de frustración.

—¿Sabes lo bueno de esto? Que en dos días ésta molestia ya no estará en mi cuerpo.

—¡Sí! —alzó su brazo y lo agitó en el aire.

—¿Por qué celebras, ridículo?

—Porque en dos días tendremos sexo.

Tomé su zapato que anteriormente había dejado en el suelo y se lo lancé, pero él tenía buenos reflejos, entonces de inmediato lo atrapó.

—¡Mamá, Justin me está ofreciendo tener sexo luego de que mi período se vaya! —grité, cruzando mis brazos.

Mamá tenía un buen oído, olfato y vista. Ella estaba al tanto de todo, seguramente ella ha estado escuchando absolutamente todo de lo que hemos hablado, sin acercarse a la habitación.

—¡Justin, deja de coquetear con mi niña! —respondió, sonreí victoriosa y saqué mi lengua—. ¡Sin embargo si ella no quiere, yo estoy disponible, de viernes a sábado, cualquier horario!

—¡Lo tendré en mente! —contestó, Justin, riendo.

—No hagas eso —dije, tomando mi rostro.

—Celosa —rió.

—Sí, sí —rodeé mis ojos—. ¿Me pasas el control remoto? Está a tu lado.

Él lo tomó para luego lanzarlo, pero yo no tengo tan buenos reflejos como él, entonces el objeto impactó con mi estómago. Chillé, tomando éste y revolcándome más aún en mi cama.

—Perdón —rió—. Iré al baño, no me extrañes.

—No tienes que decirme que harás, estúpido.

—Iré a orinar.

—Ve luego —encendí mi televisor.

Comencé a cambiar, últimamente la televisión estaba asquerosa, nada llamaba la atención. Lo único eran los programa de música, pero aquellos solo lo daban en las noches.

Así que escogí un canal cualquiera, apoyé mi cabeza en la almohada y cerré mis ojos, intentando relajarme y no sentir tan horrendo dolor.

Pero mi tranquilidad no duró mucho, el silencio se eliminó por completo cuando escuché un gemido.

Por favor, Justin. Rodeé mis ojos y bufé.

—¡Justin, la mano se utiliza en un lugar privado! —grité.

—¡Pero si estoy cagando mujer! —respondió con un grito.

Reí, pero volví a callar cuando nuevamente se escuchó otro gemido. Abrí mis ojos y me senté en la cama. Mi vista se dirigió hasta la televisión, allí se encontraba una chica con sus piernas abiertas y una pequeña cabeza saliendo de ella.

Un parto, que normal.

Me encogí de hombros y seguí mirando. Parecía interesante, además que no era de esas personas que le tienen miedo o más bien asco a todo este tipo de cosa, para mi es algo natural. Tal vez algún día estaré en esa camilla con mis piernas abiertas. ¿Quién sabe?

Pero mi atención murió cuando sentí un fuerte golpe, que hizo sobresaltarme. Rápidamente me levanté e intenté avanzar, pero mis pies impactaron con algo que yacía en el suelo.

Miré hacia abajo y grité horrorizada.

—¡Joder, Justin! —chillé.

Lo agité un poco, intentando que reaccionara, pero él se mantuvo en su lugar.

Corrí hacia el cuarto de mi mamá y abrí la puerta sin siquiera golpear.

—¡Mama... Ay pero qué asco! —me quedé, cerrando mis ojos.

—¡Dan, golpea antes! —respondió.

Nunca sacaría esa imagen de mi mente. Mi madre frente a un espejo con una pequeña lencería y moviendo sus caderas, seguramente para ella, sensualmente.

Eso era, completamente asqueroso.

—Tápate con algo, por favor. Vomitaré aquí mismo —saqué una mano de mi ojo, y suspiré aliviada al verla con una camisa larga que cubría su cuerpo.

—¿Por qué estás en mi habitación? —consultó, pasando una mano por su cabellera.

—¡Oh, sí! —agité mi cabeza—. ¡Es Justin, se ha desmayado!

—¿Qué? ¡No, mi bebé! —chilló, para luego salir corriendo de la habitación.

Esperen, ¿ella lo cada de llamar bebé? Justin desde ahora debe de tener cuidado, o se convertirá en el juguete prohibido e imposible de mamá.

Rápidamente corrí tras ella, ingresé a mi habitación y literalmente mamá estaba encima de él, gritando y chillando.

—¡Me romperás los oídos! —me quejé—. Debes de hacer algo, mamá.

—Claro, claro, déjame pensar.

Ella guardó silencio por unos segundos. Llevé mi una de mi dedo meñique hasta mi boca y mordí de ella impaciente. Mamá no decía ni hacía nada y eso me desesperaba.

—Mamá, rápido, puede morir —la apresuré.

—¡Ya sé, ya sé! —exclamó saltando.

Ella se posicionó a su lado, esperó unos segundos y luego alzó su mano para impactarla en la mejilla izquierda de Justin. El golpe fue tan fuerte, que hizo que el rostro de Justin girara.

Pero aún así el método de mi madre funcionó. Justin abrió sus ojos de inmediato, y se sentó, apoyando sus brazos en el suelo.

—Jesús, nunca había visto tanta sangre en mi vida —murmuró, agitando su cabeza.

Reí fuertemente, comprendiendo toda la situación, él había caído inconsciente en el suelo a causa de las imágenes que pasaban en la televisión sobre el parto.

Me posicioné a su lado y sonreí.

—Créeme, las mujeres cuando están con su período sangran aún más —el abrió sus ojos al máximo y me observó espantado—. Es broma, ridículo.

***

Perdón por la tardanza💔, pero todo es por culpa de Justin, me tuvo ocupada toda la semana anterior jeje😊🙊.

¿Les gustó el capítulo? El próximo tendrá más humor🙌💗.

¡Voten y comenten!💦