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Único

Pedido de petite011

Era otro día más en la Ciutat Esportiva, todo era alegría, buenos ánimos, pura felicidad...

Excepto para Hansi, porque tenía un dolor de cabeza del culo, y tenían nombres y apellidos.

Pablo Gavira y Jude Bellingham.

Todo había comenzado unos meses atrás, cuando los dos jóvenes, que se habían enfrentado en el campo comenzaron a enviarse mensajes.

"Hola, ¿ya desayunaste?".

"Mira esta jugada, seguro la harías mejor".

"¿Por qué luces tan guapo hasta en los entrenamientos?".

Al principio, Hansi lo encontró adorable, incluso divertido.

Pero cuando notó que Gavi sacaba el teléfono cada cinco minutos, incluso durante las sesiones tácticas, el encanto se esfumó.

—¡Gavira! —Rugió Hansi un día, justo cuando el chico estaba escribiendo algo más en su móvil durante una reunión.

—¡Dame ese teléfono ahora!

—¿Qué? Pero, míster... —Protestó Gavi, aferrándose al dispositivo como si fuera un tesoro.

—¡Ahora! O mañana limpias los vestuarios solo.

Con un suspiro dramático, Gavi entregó su móvil, lanzando una mirada de cachorro abandonado que no tuvo efecto en Hansi, Robert le había pasado los tips para no caer.

Jude estaba tumbado en el sofá de su apartamento, revisando constantemente su aplicación de mensajes.

Era raro que Gavi no le respondiera; siempre lo hacía al instante.

—¿Habré dicho algo mal? —Murmuró para sí mismo, repasando sus últimos mensajes. Nada parecía fuera de lugar.

La incertidumbre comenzó a crecer. Jude no era de los que se desesperaban, pero había algo en Gavi que lo hacía actuar como tonto... Bueno, fácilmente podría catalogarse como un tonto enamorado en estos momentos, o mejor, un tonto enamorado entrando en pánico.

Cada vez que lo veía o hablaba con él, sentía que todo a su alrededor cobraba sentido.

¿Y si estaba molesto? ¿Y si ya no quería hablar con él? ¿Y si lo había olvidado?

El inglés se levantó de golpe, si no podía obtener respuestas por mensaje, las obtendría en persona.

Sin pensarlo demasiado, reservó un vuelo a Barcelona, el que tiene plata hace lo que quiere.

Ciutat Esportiva

Flick estaba terminando de dirigir el entrenamiento cuando vio algo que le heló la sangre y le hizo saber que muy pronto iba a necesitar una peluca.

Un inglés de casi 1.90 m, vestido con ropa casual, cruzaba con paso decidido hacia los campos de entrenamiento.

—No puede ser... —Murmuró Hansi, llevándose una mano al rostro.

—¡¿Bellingham?!

Antes de que pudiera detenerlo, Jude ya había llegado al borde del campo. Los jugadores se quedaron en silencio, confundidos, mientras Gavi, que estaba amarrándose las botas, levantaba la vista y lo vio.

—¿Jude? —Preguntó, sorprendido.

Jude no respondió, en su mente solo había un pensamiento, necesitaba asegurarse de que todo seguía bien.

Sin decir una palabra, caminó hacia Gavi, tomó su rostro entre las manos y lo besó.

Gavi, que no esperaba algo tan directo, se quedó inmóvil por un segundo, pero luego correspondió al beso, olvidándose por completo de dónde estaba.

Los murmullos entre los jugadores no tardaron en comenzar, Ferran dejó escapar un silbido bajo.

—Vaya, Gavira, no pierdes el tiempo.

Hansi, por su parte, estaba al borde de un colapso nervioso.

—¡Bellingham! ¡¿Qué estás haciendo aquí?!—Gritó, tratando de mantener algo de autoridad.

Jude se separó de Gavi, pero mantuvo una mano en su cintura.

—Perdón, míster, tenía que asegurarme de que Gavi estuviera bien.

—¿Bien? ¿Por qué no estaría bien?

Jude miró a Gavi, confundido.

—No me respondías los mensajes. Pensé que estabas molesto o que... que ya no querías hablar conmigo.

Gavi se llevó una mano a la frente, suspirando.

—Hansi me quitó el teléfono.

—¿Qué? —Preguntó Jude, volviendo su mirada hacia el entrenador, como si lo estuviera culpando de un crimen de guerra...

—¡Porque no paraba de escribirte durante los entrenamientos!—Se defendió Hansi, exasperado, surrealista, Hansi Flick tratando de defenderse de un par de críos, ¿Dónde quedó el hombre temido y severo? Cosas del Barça y sus jóvenes.

—Esto no es una novela romántica, no pueden estar las veinticuatro horas envíandose mensajes... Te voy a acusar con Ancelotti.

Gavi soltó una carcajada, abrazándose al brazo de Jude.

—¿De verdad tomaste un avión solo porque no te respondía?

—Claro que sí.—Dijo Jude, sin rastro de vergüenza.

—¿Qué se supone que debía hacer?

—Hablar con Pedri o algo.—Sugirió Gavi, todavía riendo.

—Pedri no me importa tanto como tú.—Replicó Jude, encogiéndose de hombros.

—Ah buee gracias, eh.—Dijo Pedri desde el fondo, fingiendo estar ofendido.

Hansi, por su parte, levantó las manos en señal de rendición.

—Ya no puedo más, Gavira, mañana limpias los vestuarios. Y tú, Bellingham, ¡Fuera de mis campos de entrenamiento!

—Con gusto, míster.—Dijo Jude, sonriendo mientras entrelazaba los dedos con los de Gavi.

—Pero primero, me llevo a Gavi a desayunar.

—¡Ni lo sueñes! —Rugió Hansi, pero ambos ya estaban caminando hacia la salida, riendo como dos niños traviesos.

—¿Sabes? Esto podría haberse solucionado con un solo mensaje a Pedri.

—Lo sé.—Admitió Jude, encogiéndose de hombros.

—Pero cualquier excusa para verte vale la pena.

Gavi se inclinó y le dio un beso rápido en los labios.

—Eres un loco, pero así me gustas... Mi loco.

Jude sonrió, tomando la mano de Gavi.

—Siempre.

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