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30: Kaitlyn

Mi garganta estaba seca, no había parado de toser desde hace unos minutos, tenia sed y no sabia cuando me traerían agua de nuevo. Me levanté del colchón donde estaba acostada—que aunque estaba todo desgastado y sucio era un privilegio que me concedieron hace unos días por no causar problemas además es mucho mejor que el suelo— y me hice de nuevo el moño que ya estaba prácticamente desarmado. Mi cabello se sentía húmedo por el sudor, no recuerdo la última vez que tome una ducha. No sé cuanto tiempo he estado aquí exactamente, no sé que día es y menos la hora.
Lo único que me hace saber cuando es día o noche es la luz de una pequeña  ventana, casi del tamaño de la mitad de mi brazo que alumbra mi celda.

Mire a mi alrededor deseando que esas monótonas paredes grisáceas desaparecieran y en su lugar estuvieran las paredes azuladas de mi habitación pero de mi hogar, no ese hotel en el que nos hospedábamos indefinidamente gracias al negocio de mi papá.
Hace un tiempo me quejaba por estar en una nueva ciudad, lejos de mis amigos, de mi hogar...de Thiago.
Ahora no me importaría estar en ese hotel teniendo una videollamada con él.

Thiago...me pregunto que estará haciendo en este momento, me pregunto si cree que lo he estado ignorando. Me duele tanto el solo pensar en eso, solo espero que él no se de por vencido y siga tratando de contactarme. ¿Sospechará que algo me pasó? ¿Estará bien?

Escuchó un ruido a lo lejos y sacudo mi cabeza dándome cuenta de que había estado viendo la pared inexpresiva por un gran rato, me apresuré para acostarme en el colchón sin hacer el mínimo sonido posible y fingir estar dormida.
Un escalofrío me recorrió la espalda y supe que estaba detrás de mi, la celda era lo único que me mantenía a salvo, solo tenia que mantenerme quieta y esperar a que se vaya, para este entonces ya me había rendido, ya no luchaba con ellos. Prefería solo hacerme la dormida o quedarme en silencio cuando llegaban, sabia que sin importar lo que haga no saldría de aquí si ellos no querían.

Apreté mis ojos y me acurruque más mientras escuchaba como se acercaba hasta que estuvo enfrente de mi celda.

—Deja de fingir Kaitlyn, todos te escuchamos. Será mejor que seas buena chica y vengas, hay algo de lo que tenemos que hablar.

No abrí los ojos para verlo, pero sabia que estaba sonriendo.

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