—Axel, no puedo seguir molesta contigo.

—Sarah, enserio, yo lo lamento demasiado, espero que ya me perdones.

— ¿Cómo no hacerlo? Axel, tu eres Axel y qué puedo decir de ti.

— ¿Cosas? —habló Axel mientras reía.

—Tú eres Axel, eres el único que me entiende, el que me soporta, con el que hablo todos los días, sólo tú provocas esta sonrisa estúpida en mi cara con tan solo un mensaje.

—Sarah, pasé planeando nuestro encuentro imaginario todos estos días y ahora que te tengo frente a mí, hablando bien, sin mentirnos, me quedo sin palabras.

—Axel, ya no sigas, ya entiendo todo, tenias miedo a que me decepcionara del Axel que estaba conociendo, enserio tengo mucho que agradecerte.

—No hay nada que agradecer, Sarah, al contrario yo debería agradecerte que me perdonaras y me dieras una segunda oportunidad.

—Las personas debemos aprender a perdonar y todos tienen derecho a una segunda oportunidad.

— ¿Axel?

—Sí.

— ¿Estás arrepentido de todo lo que paso?

—Si a arrepentirte te refieres a ya no estar contigo, no, no estoy arrepentido.

—Creo que estar aquí no es buena idea.

—¿Enserio, entonces qué otro lugar querías?

—No lo sé, un lugar donde no sea el armario del conserje.

—El espacio aquí es muy reducido—hablóAxel mientras le cayó una escoba.

—Deberíamos salir de aquí.

—Sí, Sarah.

— ¿Sí?

—Juro solemnemente que mis intenciones no son buenas.

Me acerqué a Axel lo besé y respondí.

—Travesura realizada.

Sarah tomó la delantera, punto para Sarah.

— ¿Quién primero?

—Usted, señor Axel West.

—Nos vemos hoy en la tarde, tengo algo especial que decirte, ahora sí me tengo que ir.

Axel abrió la puerta, giró y se me quedó mirando.

—Axel, no me mires así.

— ¿Cómo? Así miro yo—dijo con una risa.

—Olvídalo, me mandas un mensaje cuando llegues a tu casa.