Axel:

¿Por qué insistes demasiado?

Sarah:

Sólo quiero verte.

Axel:

¿Qué tal si no soy esa persona que piensas?

Sarah:

Tendré que aceptar a esa persona.

Axel:

Sarah, eres demasiado generosa que has sido engañada por toda la gente.

Sarah:

¿Estás diciendo que me engañas?

Axel:

Tal vez sí, tal vez no. Sólo digo que un día descubrirás la verdad sobre todos los que te rodean.

Sarah:

Ojalá algún día descubra la verdad de los que me rodean, y que no sea nada malo.

Axel:

¿Por qué insistes mucho en conocerme?

Sarah:

Ya dije que no lo sé.

Axel:

Sólo una cosa, tienes que esperar a que las cosas fluyan y no insistir, yo sabré cuando conocernos.

Sarah:

Lo mismo dijo Daniel y Samantha.

Axel:

Los tres pensamos igual.

Sarah:

Sí, creo que sí.

Axel:

¿Sigues hablando con Daniel?

Sarah:

Sí, lo vi cuando te fui a buscar.

Axel:

¿Después qué pasó?

Sarah:

Me acompañó hasta mi casa.

Axel:

¿Qué sucedió después?

Sarah:

Nos íbamos a besar.

Axel:

¡¿CÓMO ASÍ?!

Sarah:

Sí, pero Samantha nos interrumpió.

Axel:

Bendita Samantha.

Sarah:

¿Por qué bendita?

Axel:

¿Porque llegó y te salvó?

Sarah:

No quería que me salvara.

Axel:

¿Deseabas ese beso en serio?

Sarah:

La verdad sí.

Axel:

¿En serio de ese patán?

Sarah:

No le digas así, es tu amigo.

Axel:

Lo es, pero nadie le quita lo tonto que es.

Sarah:

Tal vez el tonto eres tú, ¿no?

Axel:

¿Si la tonta eres tú?

Sarah:

¿Y si los dos somos los tontos?

Axel:

¿Si sólo tú?

Sarah:

Sólo tú.

Axel:

Sarah.

Sarah:

¿Sí?

Axel:

Creo que ese momento llegó ya.

Sarah:

¿Qué momento?

Axel:

El momento de que me conozcas.

Sarah:

¿Estás hablando en serio?

Axel:

Sí.

— ¡Axel quiere conocerme!—grité.

—Señorita Harper, si tiene algo que decir, cuéntelo a la clase—dijo la profesora, mientras toda la clase ponía la vista en mí.

Había olvidado que estaba en clases.

—Yo... no es nada—dije nerviosa.

—Esta vez estás muerta, Sarah—dijo Samantha.

—Le dejaré quedarse en clases, pero la veré en detención.

— ¿Qué? —dije confundida.

—Maestra, este día sería de Sarah y mío—dijo Samantha.

—Lo siento, señorita West, su amiga se lo buscó.

Dejé mi teléfono, y esperé a que las clases acabaran.

—Gracias, Sarah, eres la mejor amiga de todas—dijo Samantha enojada.

—Yo la verdad había olvidado que estaba en clases.

—Bueno, pero tendrás tu castigo, yo iré a buscar una nueva mejor amiga y tú estarás en detención.

— ¿Gracias?

— ¿Cómo se lo dirás a tu madre?

—Madre, hoy grité en el salón de clases y me tuve que quedar en detención.

— ¿Así de fácil?

—Sí.

—Bueno, y Axel quiere conocerte, cuéntame todo.

—Bueno, apenas me lo estaba diciendo y ya no le respondí.

— ¿Qué esperas?

Sarah:

Deberías estar contento.

Axel:

¿En qué problema te metiste?

Sarah:

Sólo me emocioné con tu mensaje y grité en el aula: "Axel quiere conocerme".

Axel:

¿En serio hiciste eso?

Sarah:

Sí.

Axel:

¿Qué pasó?

Sarah:

¿Qué pasó? Quedé en vergüenza ante todo mi grupo, y tengo que quedarme por primera vez a detención.

Axel:

Si me lo hubieras dicho antes, habría hecho algo para estar contigo.

Sarah:

¿En serio harías eso por mí?

Axel:

Sí, ¿por qué no?

Sarah:

Cambiando de tema, ¿es verdad que quieres conocerme?

Axel:

¿Cuántas veces te he mentido?

Sarah:

La vez que me citaste y me dejaste con Daniel.

Axel:

Esa vez no estaba preparado.

Sarah:

¿Y esa vez no pudiste sólo decirme eso?

Axel:

Sí pude, pero no quise.

Sarah:

¿Entonces?

Axel:

¿Entonces?

Sarah:

¿Cuándo nos miraremos?

Axel:

¿Hoy saliendo de la escuela?

Sarah:

Me parece perfecto, ¿en dónde?

Axel:

Te toca elegir.

Sarah:

El parque de la ciudad.

Fue lo primero que se me vino a la mente.

Axel:

Está bien, nos vemos hoy saliendo de la escuela, sin falta.

—Sarah, nos vemos mañana por la mañana y espero que no hagas nada tonto como lo de hoy—dijo Samantha mientras me dejaba.

Yo misma me había buscado esto, tendría que entrar, ¿qué iba a hacer yo adentro con todos aquellos chicos problemáticos? Iba a morir.

Comencé a escribir un mensaje para Axel, cuando un impacto me interrumpió y mi teléfono cayó al suelo.

—Lo siento—dijo esa voz varonil.

—No hay problema—dije sin mirar a la persona enfrente de mí. Mientras tomaba mi celular.

—Deja ayudarte.

—Daniel—dije.

—Sarah, yo lo siento, fue mi culpa.

—No, Daniel, fue mía, no me fijé por dónde iba—dije cuando nos a levantamos del suelo.

—Precisamente estaba pensando en ti—dijo Daniel nervioso.

— ¿Yo?

—Sí, estaba pensado que podríamos salir.

— ¿Cuando?

—Hoy saliendo de la escuela en el parque de la ciudad.