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Capítulo 8.

Para la sorpresa de Inko, resultó ser que había una importante escasez de profesionales con un mínimo de experiencia en su área de conocimiento. Aunque su currículum tenía un gran agujero donde no trabajó por cuidar a Izuku, no tardó mucho en conseguir una empresa a la que envió su currículum que la llamara para ir a una entrevista.

‹Vaya...›

Por un momento había olvidado que había estudiado esa carrera precisamente porque daba estabilidad. Ella nunca tuvo algo que le apasionara, sólo quería una vida estable y tranquila lejos de las peleas de héroes y villanos, es por eso eligió esa carrera, porque quería estar a salvo y poder tener la vida que siempre quiso cuando era niña.

— ¡Mamá, recuerda que hoy tienes la entrevista!

Inko rió al ver a su hijo recordarle eso apenas se levantó para tomar el desayuno— Sí, lo sé.

Parece que Izuku estaba muy emocionado por verla una vez más trabajando en una oficina en un trabajo de 8 a 5, y la verdad es que ella también quería tener un aburrido y poco emocionante empleo. No sabía si iba a ser contratada ahora o algún otro día, en otra empresa, pero la simple idea le hacía temblar de emoción y miedo.

— ¡Que te vaya bien en la entrevista! —sonrió su hijo, despidiéndose de ella para ir a la escuela.

— Y a ti en la escuela —sonrió, acomodándose el traje que tenía guardado en el closet. Era sorprendente notar el cambio que había logrado mejorando su dieta y acompañando a su hijo en sus caminatas nocturnas, pero... ‹Me queda un poco ajustado...› suspiró, decidiendo probarse otra ropa.

Intentar usar la ropa que usaba cuando Izuku era pequeño todavía era un objetivo demasiado codicioso, pero no podía usar la ropa que usaba hace unos meses, le quedaba demasiado grande y no quería dar una mala primera impresión, es por eso que tardó un poco más de tiempo arreglándose y buscando algo que sí le quedara bien.

‹Ya me voy› se despidió en su mente, preparándose mentalmente para la entrevista. Hace tantos años que no iba a una, estaba muy nerviosa. ‹Respira› se recordó, haciendo los ejercicios de respiración que Sorato-san le enseñó.

Sí, todo iba a ir bien...

— Bueno, Midoriya-san —dijo el entrevistador tras una charla de unos diez minutos— Aunque no ha trabajado hace mucho, luce muy capacitada en su área y sus referencias son prometedoras.

Ella, antes de enviar su currículum, había repasado sus notas de la universidad y leído unos cuantos libros del tema para recuperar los conocimientos de la universidad Sus memorias de la juventud estaban un poco desvanecidas por el tiempo, pero ella nunca dejó de estudiar porque no quería decepcionar a nadie, su hijo se veía tan ilusionado con la idea de que consiguiera su propio trabajo que no pudo darse el lujo de dejarle todo a la suerte.

— Midoriya-san, ¿Podría empezar el lunes?

Ella... ¿Lo había logrado?

‹ ¡Si! › exclamó en su mente, agradeciéndole a quien quiera que fuera por esto, ¡Ella consiguió el trabajo!— Por supuesto, cuenten conmigo —sonrió, conteniendo toda su emoción, ya podría dejarla salir en casa.

— Entonces, la veo el lunes, Midoriya-san —le sonrió el entrevistador.

¡Lo logró! ¡Consiguió un empleo!

‹Supongo que tendré que decirle al dueño› pensó Inko, recordando que le había dado su aviso de renuncia al dueño de la tienda de conveniencia. Era un hombre agradable y amable, pero trabajar en una tienda de este estilo a su edad se sentía un poco-...

— ¡Cuidado!

Cuando Inko estaba a una caminata de diez minutos de su hogar de pronto sus oídos zumbaron con una fuerte explosión a sólo metros de ella.

‹ ¿Qué...? ›

— ¡Corran!

— ¡Llamen a los héroes!

— ¡Un médico, tenemos un herido aquí!

Los gritos, el olor a humo, el pánico, la gente corriendo, el zumbido en sus oídos... De pronto todo su cuerpo se paralizó en su lugar, consumido por el miedo de aquel entonces.

Al ver a un villano reír histéricamente mientras atacaba a los civiles, esas memorias que tanto había intentado enterrar de pronto salieron a flote, impidiéndole correr y huir como los demás. Se sentía como si el tiempo hubiera retrocedido, devolviéndole a esa escena cuando tenía ocho años, como una niña pequeña e indefensa frente a un loco, una niña envuelta en los fríos brazos de su madre, ambas tras el cuerpo de su padre, quien intentó protegerlas a ambas pero murió en el intento. Y, entonces, ese hombre loco la vio y sus miradas se cruzaron.

‹Ah...›

¿Por qué? Ella y Hisashi habían elegido una zona tranquila para vivir, porque ella le temía a los villanos, ella sólo quería una vida tranquila con su familia y esta zona era muy pacífica. ¿Por qué un villano estaba atacando de pronto?

‹Voy a morir›

¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué ahora? ¿Por qué ahora que estaba avanzando? ¿Por qué ahora que quería ser una mejor persona, una mejor madre, un mejor ejemplo para su hijo?

¿Por qué?

Vio a ese hombre activar su quirk y supo que era muy tarde, muy tarde para correr, muy tarde para lamentarse. Ella ya...

‹Lo siento, Izuku›

Le había prometido a su hijo contarle cómo le fue entrevista, había planeado hablar esta tarde con Sorato-san sobre su entrevista para que, en el caso de ser rechazada, supiera cómo hacerlo mejor la próxima vez o, en caso de ser aceptada, para que se organizara para volver al mundo laboral; había planeado hacer katsudon para la cena de esta noche para celebrar que fue aceptada en la entrevista, pero ahora eso no podría ser...

Pero cuando cerró los ojos lo que sintió no fue el dolor por el ataque de aquel villano atravesando su cuerpo, como ocurrió con sus padres hace años. Aun con los ojos cerrados, Inko pudo notar que el calor de otra persona la envolvía en un abrazo y lo siguiente que sintió fue el viento revolviéndole el cabello.

‹ ¿Eh...? ›

Y cuando Inko Midoriya finalmente se sintió capaz de abrir los ojos pudo ver a un hombre cargándola como una princesa. El hombre que la estaba cargando era un hombre rubio con ojos azules y de piel bronceada, muy alto, un hombre que se le hizo muy conocido, tanto que tardó sólo unos segundos en reconocerlo.

‹ ¡¿All Might?! ›

Aunque quiso gritar, moverse, hacer algo, no pudo hacerlo, su cuerpo seguía congelado por el miedo que había consumido su psique y se negaba a obedecer, dejándola completamente congelada en los brazos del héroe número uno de Japón.

— ¿Está bien, señorita? —escuchó la voz que sólo había escuchado por televisión a pocos centímetros de ella, mostrando un atisbo de preocupación— Lo siento, tuve que agarrarla para sacarla del peligro.

Se sintió como una película, donde la chica conoce al héroe y se enamora de él.

— ¿Señorita?

—...—abrió la boca, dejando salir un débil jadeo— S-Sólo deme un momento...—pidió, sintiendo su corazón temblar en su pecho por lo que, quería creer, era miedo.

Cuando All Might la dejó en el piso, Inko entonces cayó en cuenta de un verdadero espectáculo de fuego ocurrir a unos cuantos metros, cortesía del héroe número dos: Endeavor. Si esos dos estaban trabajando juntos, significaba que el villano que intentó atacarla no era cualquier persona y el saber eso la aterraba.

— Muchas gracias, All Might-san —le agradeció, a lo que él le respondió con una sonrisa que hizo su corazón cantar, si es que eso tenía sentido, para inmediatamente después irse a apoyar a Endeavor en la lucha.

¿Eso realmente había pasado? Ella... ¿Se había topado con All Might, el héroe número uno de Japón?

‹Es muy alto...› pensó, un tanto atontada, escuchando los gritos de los equipos de apoyo, llamando a los civiles para llevarlos a un lugar seguro, gritos que, todavía en shock, siguió de manera obediente.

Hoy... fueron demasiadas emociones e Inko sólo pudo agradecer que hoy fuera el día de su cita con Sorato-san.

Aunque Sorato e Inko mantenían una relación meramente profesional de psicólogo y paciente, en ese momento el hombre tuvo que usar toda su fuerza de voluntad para no reírse de lo nerviosa que lucía esta mujer cuando le contaba lo que pasó con el héroe número uno de Japón. Por más divertido que fuera ver a Inko-san nerviosa, hacer algo así sería muy poco profesional y eso es algo que no podía ni iba a permitirse.

— Inko-san, es normal. Además de ser una madre usted es una mujer, una mujer con necesidades. Es normal sentirse atraída por un hombre atractivo como lo es All Might.

— ¡Pero soy una mujer casada...! —casi chilló la mujer, abrumada por la culpa por lo que sintió en ese momento.

‹Aquí vamos de nuevo...›

Sorato tuvo que usar todo el resto de la sesión para ayudar a la mujer a tranquilizarse para que no tuviera un ataque de pánico porque, por primera vez en muchos años, se sintió atraída por un hombre que no era su esposo ausente.

— Inko-san, lo que usted está sintiendo es quizás el efecto puente colgante y es por eso que confundió la sensación de miedo con la de enamoramiento.

Al final, viendo que era imposible, al menos por ahora, que Inko aceptara que seguía siendo una mujer, Sorato decidió darle un pobre consuelo ante sus emociones.

— S-Sí, e-eso debe ser —dijo, mirando la hora en el reloj en la consulta— Y-Ya tengo que irme, Izuku pronto llegará a casa y quiero hacer algo especial —aseguró, todavía temblando por lo que había sucedido horas atrás.

— Sí, vaya con cuidado, Inko-san —sonrió.

De todas formas, de seguro fue sólo una atracción superficial o, quizás, sí fue el efecto del puente colgante. En todo caso, no es como si All Might fuera a volver a relacionarse con ella, ¿No? Inko era una mujer simple y normal y él era el héroe número uno, sí, no había forma de que algo más que admiración unilateral ocurriera.

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