Capítulo 7.
— Y entonces Jin-san comenzó a discutir con sus clones sobre quién era el que traía la billetera —le contó con una gran sonrisa Izuku.
— Suena como que has tenido un día muy divertido —le sonrió de vuelta.
Ver a su hijo avanzar la hacía feliz, pero... Sentir que se quedaba atrás era deprimente...
— Inko-san, usted tiene su propio título universitario, pero en lugar de ejercer su profesión está trabajando en una tienda de conveniencia.
Este sentimiento...
— Usted es más capaz de lo que piensa, sólo tiene que intentarlo.
Había empezado a ir al psicólogo, al igual que Izuku era una cita cada semana con Sorato-san, y desde su primera cita este sentimiento en su pecho no quería irse.
‹Sorato-san... No sé si pueda cumplir sus expectativas...›
Iba a cumplir cuarenta años el próximo año, no trabajaba desde hace más de 14 años, ella... ¿Realmente podía volver a reconstruir su vida?
¿De verdad ella podía seguir adelante como Izuku...?
— Mamá, ¿Por qué lloras...?
Apretó los palillos en sus manos al recordar a Izuku preguntarle eso. Él sólo era un pequeño niño en ese entonces, no debió mostrarle su rostro lloroso después de esa llamada...
— Para que Izuku esté bien, usted tiene que estar bien, Midoriya-san. Usted es todo lo que él tiene ahora.
Sí, por el bien de Izuku, incluso si ella no se sentía capaz de lograrlo al menos debía intentarlo.
— ¿Mamá? ¿Estás bien? —preguntó el chico, notándola un poco... callada, como si se hubiera perdido en sus pensamientos.
Al ver a su hijo preocuparse por ella, Inko se forzó a sonreír— Sí, tuve un día difícil en la tienda.
Era verdad, a veces los clientes podían ser un poco pesados...
Izuku sólo tenía catorce años, pero él se había preocupado por ella tantos años, al punto de callarse sobre lo que vivía en la escuela porque no quería preocuparla. Así no es como debía ser, su hijo debía concentrarse en ser feliz y disfrutar su juventud, no debía involucrarlo en sus problemas, no quería que él se sintiera responsable por ella, no más.
— Yo... soy una pésima madre...
Sorato negó con la cabeza ante esta afirmación de su paciente— No es así, Inko-san.
Como un psicólogo que había escogido pediatría como especialidad, Sorato sabía que su trabajo no era juzgar a sus pacientes. La mayoría de los pacientes que atendía eran niños y adolescentes que habían pasado por muchas cosas, las más suaves eran divorcios de mutuo acuerdo, los casos más graves eran abusos sexuales y demás cosas horribles que ningún niño debería experimentar.
Él nunca juzgaría a sus pacientes, pero sí a los padres de estos. Se suponía que los padres debían proteger a sus hijos y velar por su bien, pero había visto tantos casos donde no era así que no podía evitar juzgarlos por hacer tantas cosas mal.
Sí, Sorato era libre de juzgar a los padres de sus pacientes en su mente todo lo que quisiera, sin embargo, cuando Sorato vio a la mujer delante de él se sintió incapaz de juzgarla, no sólo porque ella ahora era su paciente, sino porque... no pudo ver a una mala madre delante de él, como tantas otras que se habían sentado delante de él. No, él sólo pudo ver a una mujer frágil y solitaria que no tenía ni idea de cómo hacer las cosas correctamente.
Inko Midoriya era huérfana, según el historial que recibió la historia fue que sus padres murieron en un ataque de villanos en el cual ella casi muere también. Todo esto pasó cuando ella tenía ocho años y no tenía más familiares que pudieran suplir el rol protector de los padres en su vida.
Sin padres ni hermanos, sin tíos, primos ni abuelos, ni políticos ni sanguíneos, y con un esposo que no pisaba Japón desde hace más de diez años, Inko-san no tenía un referente de cómo ser una madre ni redes de apoyo que la ayudaran en la crianza de Izuku ni que le aconsejaran cuando no supiera qué hacer. Sin su hijo esta mujer estaría completamente sola en el mundo.
De los padres de Hisashi-san no obtuvo mucha información, cuando le preguntó a Inko-san sobre ellos ella se limitó a decir que tenía una mala relación con ellos.
— Hisashi, ¿Cómo has podido elegir a una mujer así?
— Hijo, te presento a Sakura-san, es la hija de una amiga. Me gustaría que se llevaran bien.
— Este lugar es horrible, ¿Siquiera te esfuerzas en limpiar de vez en cuando?
Esa vez la mujer no evitó su mirada cuando se quitó los lentes, permitiéndole ver lo que había en su mente.
‹Qué suegros tan horribles› pensó, recordando lo que vio en su mente. Más adelante se encargaría de felicitar a Inko por alejarse de unas personas así, el daño que pudieron causarle a ella y a Izuku-kun hubiera sido catastrófico.
Criar a un hijo sola era difícil, los errores de las madres solteras variaban entre malcriar a sus hijos para "compensar" demás carencias o crearles grandes traumas al no actuar como madres. Inko Midoriya había cometido errores, pero incluso así Sorato no se sintió capaz de juzgarla; su más grande error fue guardar todo para sí misma y aferrarse a una relación rota, pero, incluso así, ella siempre intentó ser buena madre, la forma en que Izuku le hablaba de las cosas que vivía fuera de la escuela lo demostraban.
Podrías decir que Inko era una tonta por sus acciones, y probablemente tendrías razón, pero, a pesar de todas las circunstancias negativas en su vida, al menos logró que la herida de la ausencia de su padre fuera menos dañina para Izuku. La razón por la que ese chico no se hundió en la desesperación por la soledad, el bullying y la discriminación fue una sola: su madre, la razón por la que Izuku estaba mejorando era porque su madre estaba ahí para él, apoyándolo.
Esos dos sólo se tenían el uno al otro, ambos cometieron errores, pero, viendo las circunstancias en que todo ocurrió, era normal. Que ambos fueran a terapia era un gran paso y ahora era su trabajo el ayudarlos a superar y mejorar como personas y en su vínculo.
— Para que Izuku-kun mejore, usted tiene que estar bien —señaló, dándole una mirada de simpatía a través del cristal— Es por eso, Inko-san, que necesita soltar la culpa que siente, porque no es su culpa.
Izuku-kun estaba progresando muy bien en su nueva escuela, pero Inko-san seguía culpándose a sí misma por no haber notado antes lo que su hijo sufría en su antigua escuela.
Ella desvió la mirada— No es fácil...
— Usted hizo lo que pudo con la información que tenía —le habló con una voz tranquila— Un ejemplo de esto fue que hecho que fuera a la escuela a reclamar por el abuso, también que permitiera que Izuku-kun no fuera a la escuela hasta que obtuvo una respuesta satisfactoria y que enviara a su hijo a terapia para ayudarlo a sobrellevar la situación.
Muchos padres niegan el bullying o incluso culpan a su hijo del mismo, ya había visto casos así en la consulta. Que Izuku-kun fuera un chico también hubiera hecho que muchos padres exigieran que "se hiciera hombre" y se enfrentará a la situación por sí mismo.
— Sentir que su madre lo apoya es la razón por la que él ha hecho un gran avance estos meses.
La gente subestima lo importante que puede ser el apoyo de los padres en estas situaciones, pero las estadísticas no mienten: la tasa de suicidio entre adolescentes sin quirk podía ser de 2 hasta 4 veces mayor que la población con uno, dependiendo del país y la zona. Una estadística realmente triste.
Izuku pensó que debía soportarlo hasta que no pudo más con ello, pero su madre lo apoyó, y de no ser por ese apoyo la situación hubiera sido muy diferente.
— ¿En serio...?
— En serio —sonrió— Es por eso, Inko-san, que usted debería hacer lo mismo que Izuku-kun. Él ha avanzado porque usted lo apoya, ¿Por qué usted no podría avanzar también con el apoyo de su hijo?
— Tiene razón...
La sonrisa de Sorato aumentó un poco al notar un cierto progreso en Inko. Aún faltaba mucho, llevaban muy pocas sesiones, pero era un buen avance.
— ¿Por qué no intenta ir a una entrevista de trabajo? —propuso— Su carrera tiene una buena área de trabajo, no estaría mal ya no depender únicamente del ingreso que entrega Hisashi-san cada mes. La independencia económica es una buena meta inicial.
—...—la vio dudar— Lo intentaré...
¿Cuándo fue la última vez que ella trabajó en una oficina? Si mal no recordaba renunció cuando estaba embarazada y trabajar se volvió demasiado para ella...
‹Ya son quince años...›
— No te preocupes, déjamelo a mí. No necesitas trabajar, yo puedo cuidar de ti y del bebé.
Pero, cuando le contó a Izuku su idea de buscar otro trabajo...
— ¡Mamá, eso es genial! ¡Estoy seguro de que te van a aceptar de inmediato!
Sólo entonces pudo comprender lo que Sorato-san le había dicho en la sesión. Sentir que tienes el apoyo de tus seres queridos es un sentimiento reconfortante.
Sonrió— Sí.
Sí, sólo tenía que avanzar. Quizás no iba tan rápido como Izuku, pero incluso si sólo era un pequeño paso...
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro