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5.

Habían pasado unos días desde aquel día en la playa, y Jeongin se despertó sintiéndose un poco más ligero. Sin embargo, al salir de su habitación, se encontró con la imagen de Minho y Chris sentados en la sala, hablando animadamente.

—¿Y los tortolos? —preguntó Jeongin, tratando de sonar despreocupado.

Chris se volvió hacia él, sonriendo.

—Fueron a comprar lo del pastel y el vestido de Xinyu.

Una punzada de celos y tristeza atravesó el pecho de Jeongin, pero decidió ignorarla. No debía sentir eso, al final xinyu era la prometida de Hyunjin. Con un gesto de la mano, se despidió de ellos y salió a caminar por las calles de Grecia. Necesitaba despejar su mente.

Mientras caminaba, los recuerdos de su adolescencia comenzaron a inundarlo. Se habían mudado a Grecia cuando era un niño, y había crecido entre sus calles soleadas y sus olas tranquilas. Recordó las tardes pasadas en la playa con sus amigos, las risas y las promesas de un futuro que parecía tan brillante en aquel entonces.

Al llegar a una fuente en una pequeña plaza, se detuvo a contemplar el agua que brotaba con gracia. Era un lugar donde solía venir a pensar, y mientras observaba el reflejo del sol en el agua, sintió que alguien lo tomaba de la mano y lo arrastraba lejos.

—¿Qué carajos te pasa? —preguntó, girándose bruscamente para enfrentar a su captor.

Era Hyunjin, con una sonrisa traviesa en su rostro. Al darse cuenta de quién era, Jeongin bajó la guardia.

—No vuelvas a hacer eso —dijo, tratando de mantener un tono serio.

—Lo siento —se disculpó Hyunjin con sinceridad—. Pero necesito que me acompañes a elegir mi traje, además no te vi ocupado y pensé...

Jeongin alzó una ceja.

—¿No fuiste con Xinyu a eso?

—Sí, pero ella se quedó con sus amigas en el café —explicó Hyunjin—. Y la verdad es que no tengo interés en pasar todo el día buscando ropa.

Jeongin se rehusó por un buen rato, pero al final terminó asintiendo. No podía negarse a pasar tiempo con Hyunjin; había algo en su compañía que siempre lo hacía sentir mejor.

Mientras caminaban hacia la tienda de trajes, Jeongin no pudo evitar preguntarle: —¿Por qué tiene que ser blanco?

—Porque todos irán de blanco —respondió Hyunjin con una sonrisa—. Es etiqueta color blanco para todos.

Jeongin rodó los ojos. —mi hermana cada vez está más loca.

Hyunjin soltó una risa suave. —Pero tú también tendrás que ir de blanco.

—No —respondió Jeongin rápidamente—. Yo iré de vino tinto. Siempre tengo que destacar.

Hyunjin se rió nuevamente, y juntos continuaron buscando el traje perfecto. Mientras recorrían las perchas llenas de ropa elegante, Jeongin se encontró preguntándose cómo sería casarse con Hyunjin. Sacudió la cabeza para alejar esos pensamientos; no era el momento ni el lugar para eso.

Finalmente, encontraron un traje que le quedaba bien a Hyunjin. Este se miró en el espejo y le preguntó: —¿Cómo me veo?

Jeongin lo observó durante un momento, rodando los ojos antes de acercarse para ajustar la corbata que llevaba puesta. —El traje de piloto lleva corbata y aún así esta, está mal atada —le dijo mientras trabajaba en el nudo.

Hyunjin sonrió con complicidad. —Cuando nos conocimos, te dije que era bueno para desatarlas, pero atarlas ya era otro caso.

Jeongin sonrió al recordar esa conversación. Una vez que terminó de acomodar la corbata, ambos se quedaron en silencio, mirándose a los ojos. La tensión en el aire era palpable, y Jeongin sintió que su corazón latía más rápido.

Hyunjin acercó sus labios a los de Jeongin, pero este se alejó rápidamente. —El traje te queda bien —dijo apresuradamente—. Te esperaré afuera.

Una vez fuera de la tienda, Jeongin sintió sus mejillas arder. Se murmuró a sí mismo:

—Pareces un crío —La confusión y la emoción burbujeaban dentro de él mientras intentaba procesar lo que acababa de suceder.

Se sentó en un banco cercano y trató de calmarse. Las imágenes del rostro de Hyunjin y su sonrisa seguían apareciendo en su mente, junto con el roce casi imperceptible entre ellos. Era frustrante no poder entender lo que sentía; era como si cada vez que estaba cerca de Hyunjin, todo lo demás desapareciera y solo existieran ellos dos.

—Nisiquiera lo conozco de tanto...

Después de unos minutos, Hyunjin salió de la tienda con una expresión radiante y el traje en la bolsa, y Jeongin no pudo evitar sonreír al verlo.

—¿Listo para ir a celebrar? —preguntó Hyunjin, su entusiasmo era contagioso.

Jeongin asintió y ambos comenzaron a caminar hacia un pequeño café que solían visitar. Mientras caminaban lado a lado, Hyunjin comenzó a hablar sobre los detalles del evento al que asistirían: la fiesta de compromiso de Xinyu, jeongin quería reventarle un palo en la cabeza, nunca había escuchado a un chico hablar tanto de xinyu.

—Va a ser increíble —dijo Hyunjin—. Estoy seguro de que todo saldrá perfecto.

—Sí —respondió Jeongin sin mucho entusiasmo—. Aunque no soy muy fanático de las fiestas, prefiero las reuniones casuales, me parece absurdo la cantidad de dinero que están invirtiendo en todo esto...

Hyunjin lo miró con curiosidad.

—¿Por qué no? Te casas una vez en la vida

—Dile eso a la viuda con cinco matrimonios encima de por allá —bromeo Jeongin, señalando a una mujer que vestía de negro y hyunjin no pudo evitar sonreír.

—Pobre señora...

—A todo esto—no lo preguntes —Tu y Xinyu... ¿Como se conocieron?

—ah eso, pues regresaba de un vuelo y mamá me la presentó, una de las amigas de xinyu es hija de una de las amigas de mi madre así que...

—Ya veo, debes quererla bastante para proponerle matrimonio —Soltó y luego sacudió su cabeza —Perdón, hable de más ya no tienes nada que hacer...

Jeongin lo miró y vio la sinceridad en sus ojos.

—Vayamos por un café —Propuso Hyunjin y jeongin asintió.

Llegaron al café y pidieron algo para beber mientras continuaban conversando sobre cosas triviales: música, películas y anécdotas divertidas de su infancia en Grecia. Con cada palabra intercambiada, Jeongin sentía que la conexión entre ellos se fortalecía aún más.

—Hyunjin deberíamos dejar de pasar tiempo juntos...

—¿A que te refieres?

—no podemos ser amigos, tú sabes por qué...

—Dios, enserio lo intento pero a ti parece que enserio no te gustaría que...

—Hwang, no soy amigo de las personas con las que follo, y menos soy amigo de los novios de mi hermana, ¿Quedó claro? Te veo en la fiesta de la noche —Se quejó levantándose de la silla para irse, sin embargo mientras caminaba soltó un suspiró —Solo es un capricho más, solo un capricho más.

El sonido de la música reverberaba en el aire mientras Jeongin se acercaba al salón donde se llevaría a cabo la celebración del anuncio de la boda de Xinyu y Hyunjin. Al abrir las puertas, una oleada de luz y color lo envolvió. Las mesas estaban decoradas con elegantes centros de flores blancas y doradas, y las luces brillaban suavemente, creando un ambiente mágico.

Sin embargo, lo que más llamó su atención fue la multitud de invitados. Todos lucían impecables en sus trajes blancos, como si hubieran salido de una revista de moda. En contraste, Jeongin llevaba un traje rojo y negro que había elegido deliberadamente para destacar. A medida que cruzaba el umbral, sintió cómo todas las miradas se volvían hacia él.

Los murmullos comenzaron a fluir entre los asistentes. Jeongin pudo escuchar fragmentos de conversaciones, algunas admirativas, otras críticas. "¿Quién se cree para venir así?", "Ese traje es demasiado llamativo", "Nunca había visto algo así".

—Salud por eso —Bromeo y Minho sonrió.

—Enserio eres increíble yang, tu hermana.

—Soy el amante así que... —Bromeo

Hyunjin estaba en el centro del salón, rodeado de amigos y familiares, pero su mirada estaba fija en Jeongin. La expresión en su rostro cambió de sorpresa a una sonrisa amplia que iluminó su rostro. Era como si el resto del mundo desapareciera y solo existieran ellos dos en ese momento.

Hyunjin se acercó, tratando de mantener la cabeza en alto y una expresión despreocupada.

—Wow —murmuró Hyunjin, mordiendo su labio inferior mientras sus ojos recorrían el traje rojo y negro de Jeongin—. Te ves increíble.

Jeongin alzó una ceja  —lo se... —respondió con una pequeña sonrisa.

—Cuando dijiste que vendrías de rojo, pensé que era una broma... —dijo Hyunjin, inclinándose ligeramente hacia él, como si quisiese mantener su conversación a un nivel más privado entre el bullicio del evento.

—Ya ves que no...—respondió Jeongin, encogiéndose de hombros—. No quería ser solo otro más en blanco.

Hyunjin soltó una risa suave. —Lo lograste. Eres el único que destaca entre todos, y si tu hermana no te mata pues... Sera todo un éxito.

Jeongin sintió una mezcla de orgullo y nerviosismo al mismo tiempo. —Bueno, yo nisiquiera quería venir a la...

—¡Yang jeongin!  —Se quejó una voz femenina y jeongin sonrió forzadamente.

—Que comience la verdadera fiesta...

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