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4.

El sol de la playa caía a plomo, haciendo que la arena pareciera brillar como oro. Jeongin, con su piel blanqueada por el contraste del sol y su cabello oscuro ondeando al viento, caminaba despreocupado junto a Minho. Las gafas de sol cubrían sus ojos, pero no podían ocultar la chispa de diversión que brillaba en ellos. Su camiseta de flores, abierta en el pecho, dejaba entrever su dorso tonificado, mientras disfrutaba del ambiente veraniego.

—¡Qué sol más insoportable! —se quejó Minho, frunciendo el ceño mientras intentaba cubrirse con una mano. Las playas de Grecia eran un espectáculo visual, pero el calor era abrumador. Jeongin sonrió, recordando lo que le había dicho su amigo sobre lo que podía esperar del clima.

—¿Qué esperabas? Es verano en Grecia, el clima está... — En ese momento, un chico alto y atractivo, con una ligera barba que le daba un aire de dios griego, pasó junto a ellos. Jeongin no pudo evitar escanearlo de arriba abajo, admirando su figura esculpida —ardiente...

—¡Dios!, controlate... Soy un soltero en una playa griega, ¿Por que debería controlarme Minho?

Al llegar a la carpa, Xinyu se despidió de ellos para unirse a sus amigas, dejando a Chris, Jeongin, Hyunjin y Minho solos. El ambiente se tornó en un silencio incómodo, interrumpido solo por el murmullo de las olas rompiendo en la orilla. Fue entonces cuando otro chico se acercó a Jeongin, hablándole en griego y sugiriendo ir a tomar algo.

—No hablo griego —respondió Jeongin con una sonrisa coqueta, mientras el chico se daba la vuelta, decepcionado.

—Eres bastante atractivo —comentó Chris, observando al chico alejarse.

—Nadie se resiste, y no los culpo...—dijo Jeongin con confianza, sabiendo que su propio atractivo no pasaba desapercibido. Abrió un poco más su camiseta, dejando al descubierto su piel bronceada por el sol. Hyunjin mordió su labio inferior, sintiéndose atrapado entre la admiración y la confusión.

—No puedo negar que eres bastante atractivo, ¿A los chicos les gustan asi de narcisistas? —admitió Hyunjin, aunque una parte de él sabía que eso complicaba aún más las cosas. Sin embargo, esta vez era diferente; era Jeongin quien parecía tener la ventaja en este juego de seducción.

Chris rompió el silencio. —¿Te gustaría caminar hacia el otro lado de la playa? —preguntó a Minho, quien asintió nervioso.

—¡Usen protección! —gritó Jeongin mientras los otros se alejaban, provocando risas y miradas avergonzadas.

Una vez quedaron solos, Hyunjin sintió que el aire se volvía denso. —Esto no está bien —dijo de repente, rompiendo el silencio tenso que se había instalado entre ellos.

—¿Y qué quieres que te diga? No puedo hacerme la víctima ahora —replicó Jeongin con desdén. —Lo hecho está hecho. A pesar de que tú te vas a casar con mi hermana, no hay problema en que yo también me divierta un poco.

Hyunjin suspiró, sintiéndose atrapado entre sus deseos y su sentido del deber. —Pero… ¿no sientes remordimiento? Eres mi cuñado.

—El remordimiento es para dos tipos de personas: los feos y los heterosexuales —respondió Jeongin con una sonrisa arrogante—. Y yo no soy ninguna de las dos.

El silencio se hizo pesado entre ellos. Hyunjin se preguntó cuándo había comenzado realmente esa rivalidad entre Jeongin y su hermana. —¿Cuándo empezó esta competencia entre tú y ella? —preguntó finalmente.

Jeongin se encogió de hombros. —Para que haya rivalidad, tiene que haber igualdad. Y mi hermana está muy por debajo en eso. No entiendo por qué siempre quiere competir conmigo; es inmadura.

—¿Inmadura? —Hyunjin lo miró sorprendido—. Pero ella está a punto de casarse.

—Sí, eso le lleva la delantera —replicó Jeongin con un guiño, aunque su tono era más serio de lo que aparentaba. La verdad era que no podía entender cómo su hermana había decidido dar ese paso sin estar completamente segura de lo que quería.

Hyunjin se sintió dividido. Por un lado, sabía que debía proteger a su hermana; por otro lado, había algo en Jeongin que lo atraía irresistiblemente. La tensión entre ellos crecía con cada palabra no dicha.

—A veces pienso que ella no merece lo mejor —musitó Jeongin, mirando hacia el horizonte donde el mar se perdía en el cielo azul.

—¿Qué quieres decir? Ella es tu hermana; deberías apoyarla.

—Lo hago… pero no puedo evitar preocuparme por ella. Siempre ha sido competitiva y nunca ha sabido cómo manejar sus emociones, incluso ahora estoy seguro que no sabe que también te gustan los hombres...—confesó jeongin  —Tal vez deberías hablar con ella antes de que sea demasiado tarde. No quiero ser la razón de una ruptura familiar.

La conversación tomó un giro inesperado; ambos sabían que estaban cruzando líneas peligrosas. Sin embargo, la atracción era palpable y difícil de ignorar.

—No sé si pueda hacerlo —dijo Hyunjin finalmente—. Me siento atrapado entre lo que hicimos y lo que debería sentir por tu hermana, me casare en un mes y...

Jeongin dio un paso más cerca, su mirada intensa sobre Hyunjin. —A veces hay que arriesgarse para obtener lo que realmente queremos. La vida es corta y llena de decisiones difíciles.

Hyunjin sintió el corazón acelerarse ante la cercanía de Jeongin. Era como si el mundo a su alrededor se desvaneciera y solo existieran ellos dos en ese momento. Pero la realidad lo golpeó como una ola fría.

—No puedo hacer esto… No puedo traicionar a tu hermana así —dijo finalmente, dando un paso atrás para distanciarse.

Jeongin lo miró con comprensión pero también con frustración. Sabía que había algo especial entre ellos, pero el peso de la lealtad familiar era un obstáculo difícil de superar.

—Está bien… Solo quiero que sepas que no tienes que elegir entre nosotros dos, nunca te haría escoger. Eso sería egoísta, patético y ridículo... —respondió Jeongin con sinceridad.

Ambos quedaron en silencio nuevamente, cada uno lidiando con sus pensamientos y emociones contradictorias mientras el sol comenzaba a descender en el horizonte, tiñendo el cielo de colores cálidos y melancólicos.

La brisa marina acariciaba sus rostros mientras Jeongin y Hyunjin caminaban por las pintorescas calles del pueblo griego. Las luces de las pequeñas tiendas comenzaban a encenderse, creando un ambiente acogedor y mágico. Jeongin, con una sonrisa traviesa, se detuvo de repente al ver una pastelería adornada con colores vibrantes y el aroma irresistible de dulces recién horneados.

—¡Mira eso! —exclamó, tomando la mano de Hyunjin sin pensarlo dos veces. La sorpresa hizo que Hyunjin se sonrojara, pero no pudo evitar seguirlo mientras entraban en la pastelería.

Dentro, el lugar estaba lleno de vitrinas repletas de postres tradicionales griegos. Jeongin se acercó al mostrador, su mirada iluminándose al ver un pastel de miel y nuez, conocido como baklava.

—Voy a pedir esto —dijo con entusiasmo, señalando el postre que tanto le había gustado en su infancia.

Hyunjin observó con curiosidad cómo Jeongin interactuaba con la dependienta, pidiendo el baklava con una sonrisa encantadora. Había algo en la forma en que Jeongin se movía, en su energía despreocupada, que hacía que Hyunjin se sintiera un poco más ligero.

Una vez sentados en una mesa, Jeongin tomó un bocado del baklava y cerró los ojos, disfrutando del sabor dulce y crujiente. —Dios, ¡qué delicia! —exclamó, dejando escapar un pequeño gemido de satisfacción.

Hyunjin no pudo evitar sonreír al verlo tan feliz. —No te había visto así antes —dijo, sintiéndose un poco avergonzado por la forma en que sus palabras resonaron en el aire.

Jeongin alzó una ceja, mirando a Hyunjin con una mezcla de diversión y desafío. —¿Nunca has visto a alguien comer un postre? —preguntó, su tono juguetón.

—No, es solo que… —Hyunjin titubeó, sintiendo que se sonrojaba aún más—. Eres tú quien está algo atontado. Y eso te hace parecer… tierno.

Jeongin bufó, aunque una ligera sonrisa se dibujó en sus labios. —¿Tierno? No estoy seguro si eso es un cumplido o un insulto.

—Es un cumplido, definitivamente —respondió Hyunjin, sintiendo una calidez en su pecho al ver cómo Jeongin disfrutaba del momento. La tensión entre ellos parecía desvanecerse mientras compartían risas y dulces recuerdos.

La noche avanzó y pronto ambos decidieron regresar a la mansión. Al llegar, la atmósfera era diferente; la casa estaba en silencio, pero había una sensación palpable en el aire. Se miraron por un momento, las palabras no pronunciadas flotando entre ellos. Jeongin mordió su labio inferior, y Hyunjin sintió su corazón latir con fuerza.

Cuando Hyunjin dio un paso hacia adelante para acercarse a Jeongin y darle un beso, de repente la voz de Xinyu interrumpió el momento.

—¿Por qué han llegado tan tarde? —preguntó ella, apareciendo en la entrada con una expresión de curiosidad y preocupación.

Jeongin se giró rápidamente hacia ella, tratando de ocultar la confusión en su rostro. —Yo soy el que está llegando —respondió con una sonrisa despreocupada—. Hyunjin solo me abrió la puerta.

La mirada de Xinyu se posó sobre ellos, notando la tensión en el ambiente. —¿Ah, sí? Bueno, espero que hayan tenido un buen rato…

Hyunjin se sintió atrapado entre el deseo de explicarle a su hermana lo que realmente estaba sucediendo y el impulso de huir de la situación incómoda. En lugar de eso, decidió sonreír y hacer como si nada pasara.

—Sí, solo fuimos a dar una vuelta por el pueblo y probar algunos postres —dijo, intentando sonar casual.

Jeongin asintió con fuerza, tratando de mantener la conversación ligera. —Y yo descubrí que soy un experto en elegir baklava —añadió, guiñándole un ojo a Hyunjin.

Xinyu sonrió, aunque su mirada seguía siendo inquisitiva. —Está bien, pero no se queden despiertos hasta tarde. Mañana tenemos mucho que hacer.

Una vez que Xinyu se alejó, Hyunjin sintió que el aire entre él y Jeongin se volvía denso nuevamente. Ambos sabían que habían estado a punto de cruzar una línea importante, pero ahora todo parecía incierto.

—Eso fue… incómodo —murmuró Hyunjin mientras se dirigían a su habitación.

—Si, ammm por mi estadía aquí y tu boda, debemos detenernos... Buenas noches Hwang.

—Buenas noche jeongin...

Sin embargo esa noche ninguno de los dos durmió pensando en el contrario.

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