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2.

El silencio en el comedor era denso, solo roto por el tintineo de los cubiertos contra la porcelana. Jeongin apenas tocaba su comida, sus ojos fijos en Hyunjin.  La infidelidad a Xinyu le ardía en la garganta, un sabor amargo que no podía disimular.  A él, en realidad, le daba igual.  Pero ver a Xinyu tan radiante, tan enamorada… eso lo removía de una manera inexplicable.

Decidió actuar.

—¿Cómo se conocieron?— preguntó, su voz cortante rompiendo la tranquilidad.

Xinyu respondió sin vacilar,

—En el aeropuerto. Fue… muy romántico.

Jeongin sonrió, una mueca casi imperceptible.

—Parece que conocer gente en aeropuertos va en la sangre— dijo, su mirada fija en Hyunjin.

Hyunjin se atragantó con su bebida, tosiendo con fuerza. Jeongin le dedicó una sonrisa fría.

—¿Estás feliz?— preguntó Xinyu, sus ojos brillando con una inocente alegría —¿Estas orgulloso de mí jeongin?

—No me importa en lo más mínimo— respondió Jeongin, su tono plano como el acero.  —Tomaré el primer vuelo mañana...

—¿Por qué eres asi? No puedes aceptar que he logrado algo...

—No has logrado nada, levantarte a un piloto no es nada, háblame de logros cuando sean empresaria, cuando logres ganar tu propio dinero, y cuando dejes de ser tan inmadura que creer que contraer matrimonio es un logro... No seas ridícula Xinyu, en la vida no se vive de amor...

—¡Lo dices porqué tu...

Su madre intervino, su voz suave pero firme.

—Xinyu se casa en tres meses, Jeongin. Aguántate un poco, queremos que estés en la ceremonia

Jeongin estaba a punto de replicar, de soltar todo lo que le bullía dentro, pero la puerta del comedor se abrió y su padre entró.  Jeongin se calló, inmediatamente.

—¿Cómo está, Capitán Hwang? —preguntó su padre, dirigiéndose a Hyunjin con una cortesía que contrastaba con el ambiente tenso.

—Muy buena la comida, ¿Como está usted señor yang?

Hyunjin asintió, sus ojos aún un poco rojos por el susto anterior.

—¿Como estás princesa?

—Hola papi... —El padre de Jeongin miró a su hijo, una ceja alzada. 

—¿Qué haces aquí? —preguntó, su tono inquisitivo.

—Dijera que me alegra verte pero mentiría— respondió Jeongin, con la mirada baja.  Su padre miró a Minho, que se sentaba callado, observando la escena con una expresión impasible.

—¿Es tu novio? —preguntó el padre de Jeongin, su ceja aún más alzada.

—Asi es papá, follamos todas las noches y nos repetimos lo maricones que somos, claro que si...

Hyunjin por alguna extraña razón quería irse pero sin embargo la actitud de jeongin le encantaba, rebelde, ardiente justo su tipo.

—Me alegra, repitelo hasta que me traigas una nuera

—Yo seré la nuera, buenas noches, vámonos Minho...

—Si señor —Hablo y el padre sonrió con frialdad.

—¿Seguiras escapando?

—No, solo no me agrada respirar el mismo aire que tú —Exclamó —Ya me tengo que ir, mañana vendré, estaré en un ho-

—Jeongin, quédate les prepare habitaciones, porfavor

—Esta bien, lo haré.

(****)

La cocina, inmensa y fría a pesar de la iluminación tenue, era el único lugar donde Jeongin podía fumar sin que su madre le lanzara una mirada fulminante.  Encendió un cigarrillo, el humo envolviéndolo en un halo fugaz de calma en medio del caos familiar.  De repente, una figura se materializó en la penumbra. Hyunjin.

—¿Ah? ¿También te quedaste?—preguntó Jeongin, sorprendido. El humo del cigarrillo se mezclaba con el aire nocturno.

Hyunjin asintió. —Sí, tienen una habitación de invitados. No me quedo con Xinyu

Jeongin arqueó una ceja. —Nunca te lo pregunté

Hyunjin se acercó, sus ojos buscando los de Jeongin bajo la luz tenue.

—¿Me harás la ley del hielo para siempre?

Jeongin soltó una carcajada seca, amarga.

—¿De verdad pensabas follar conmigo estando comprometido? ¡Tu novia es mi maldita hermana! ¿Qué mierda pensabas?

Hyunjin se encogió de hombros, la culpa era evidente en su postura. 

—Tampoco lo sé... Si hubiera sabido...

—¿Qué harías?_ interrumpió Jeongin, su voz más dura.  La rabia, a pesar de su desdén inicial, hervía bajo la superficie.  —Dios, esto es cada vez peor. Ahora pensará que planifiqué esto por maldad o algo así…

—No te llevas bien con tu familia…— observó Hyunjin, cambiando el rumbo de la conversación.

Jeongin soltó un bufido. —Creo que es obvio.

Hyunjin se acercó más, su cercanía invadiendo el espacio personal de Jeongin. 

—Llevemos las cosas en paz. Somos cuñados… Seamos amigos.

Jeongin lo miró con incredulidad.

—Los amigos no follan, Hyunjin.

Hyunjin, con un movimiento rápido y audaz, tomó la bata de dormir de Jeongin, acortando la distancia entre ellos.

—Entonces seamos más que amigos.

Jeongin sonrió, una sonrisa fría, llena de una amargura calculada. 

—somos menos que eso.—Soltó la bata de Hyunjin, dejándolo solo en la cocina, envuelto en la bruma del cigarrillo y el silencio pesado que lo envolvía. El aire, cargado de tensión.

El jueves de esa semana, Jeongin disfrutaba de un chapuzón en la piscina. Al salir, el sol reflejándose en su piel mojada, notó la mirada de Hyunjin sobre él. Sonrió, un gesto juguetón, y se sacudió el agua, dejando ver su cuerpo tonificado. Hyunjin lo miró de arriba abajo, el deseo evidente en sus ojos. Era imposible no sentirse atraído sexualmente hacia el rubio, sin duda ardiente.

Jeongin se acercó, salpicándole un poco de agua. 

—Cuidado, se te para —dijo con una sonrisa traviesa.Hyunjin sonrió, un gesto divertido.

—Un efecto secundario, obviamente...

Jeongin se secó brevemente con una toalla y tomó una bata.

—No me molesta ser admirado, incluso ser visto, pero ten más cuidado —dijo, dirigiéndose a la cocina para servirse un vaso de whisky —Recuerda que tú futura esposa es mi hermana y que además de ello... No me llevo del todo bien.

Hyunjin lo siguió.

—¿En serio no quieres ser mi amigo?— preguntó, su voz grave y suave.

Jeongin tomó un sorbo de su whisky. 

—Ok, amigo. ¿Y nunca follaremos?

Hyunjin observó a Jeongin, desde la cabeza a los pies, una nueva apreciación brillando en su mirada. 

—Me mantendré lejos...

—¿Seguro?¿Puedes hacerlo?, preguntó Jeongin, desafiándolo con la mirada, mientras se abría un poco la bata, Hyunjin lo observó y sonrió.

Hyunjin asintió, la promesa resonando en el silencio que de repente se extendió entre ellos.  Un silencio cargado, pesado con la tensión no dicha.  Sus miradas se encontraron, fijas, intensas.  Y entonces, como si una fuerza invisible los hubiera empujado, se encontraron besándose. Un beso feroz, apasionado, que los llevó a la biblioteca de la mansión.

—¿No que podías resistirte?

—Callate —Ordenó Hyunjin y jeongin sonrió.

—Callame, pero será la última vez...

—Las promesas no se me dan bien...

Hyunjin lo empujó nuevamente contra la pared, deslizó su mano hasta el dobladillo del bañador lo bajo de un tirón, para luego levantarlo y enrollar sus piernas al rededor de el, llevando tres dedos hasta la boca del mayor para introducirlos.

—Chupa —Ordenó.

Jeongin estaba hipnotizado por el calor del momento, jamás pensó que Hyunjin si sería de esta manera, Chupo los dedos del mayor y luego este los sacó llevándolos a su entrada para introducir el primer dedo.

El rubio gimió sintiendo un pequeño ardor ante la brusquedad del azabache, sintiendo como aquel pequeño ardor de transformaba en placer al sentir como el menor rozaba su próstata.

Terminando de prepararlo, Hyunjin desabrochó su pantalón bajandolo con rapidez dejando ver aquel gran y erecto miembro, para luego mirar al rubio y reír.

—Es real —Sin más que decir de una sola estocada lo penetró haciendo que el rubio arqueé su espalda, Hyunjin se quedó quieto disfrutando un momento de aquella calidez y de como las paredes internas de este lo apretaban.

Empezó a moverse lentamente haciendo suyo cada rincón. Con su mano abrió aquella bata dejando a su vista aquellos pezones firmes, Hyunjin Inclinó su cabeza pasando su lengua por aquel pezon, para luego morderlo con algo de fuerza, haciendo que el rubio suelte un quejido de placer.

—Ardiente ceo yang jeongin... Eres arrogante pero en el sexo eres muy dócil...

—Cierra la boca.

—Eres un maldito orgulloso —solto los pezones y agarró con fuerza sus glúteos para clavarse más profundo en su interior

—Jodete, ngh —Hyunjin lo estocaba con fuerza, si le gustaba pero jamás se lo diría.

Olvidando su orgullo llevó sus manos aferrandose a la nuca del mayor para soportar aquellas salvajes embestidas. Sentía como calambres recorrían su espina dorsal causando dolor, un dolor soportable que para este generaba placer y en un momento se encontró gimiendo y pidiendo más.

El mayor embistió con más fuerza contra la próstata de Jeongin, sintiendo el calor acumularse en la parte baja dejando claro que estaba próximo a correrse. Tomo el miembro de Jeongin para luego comenzar a masturbarlo sin pudor alguno, viendo como su profesor se retorcía del placer.

—¡Ah! más fuerte... ¡Agh~!

Jeongin soltó un gemido cuando fue arrasado por el orgasmo pero el pelinegro no se detuvo y siguió empujando contra su cuerpo exhausto hasta que también se corrió dentro del menor, con las respiraciones encontradas ambos, salió de el con rapidez para luego mirarlo y sin poder evitarlo posar sus labios en el cuello del rubio quien lo empujó.

—¿Qué mierda haces? Odio los chupetones...

—Tienes la piel bastante Blanca, seguramente se te ven lindo...

—Lindo mi trasero...

—Si es

—Ahora que lo pienso, ¿Donde están todos?

—Xinyu fue con su mamá a buscar el vestido de novia y el señor yang está trabajando, ¿Quien falta?

—Mi amigo —Soltó saliendo de la habitación

—¿Son amigos amigos?¿Follas con tu asistente?

—Que te importa, ahora déjame esto no volverá a suceder, tu serás un hombre casado en unos meses así que ya deja de jugar al me divierto con mi cuñado...

—¿Te enamoraste de mi?, La verdad necesito tu ayuda...

—¿Como para qué?

—Es que no puedo aguantar dos meses sin tener sexo...

—¿Y eso es mi problema?

—Tu iniciaste, coqueteandome en aquel baño, se supone que follariamos casualmente y no te enterias de nada de la boda, ahora todo se fue al caño...

—Eres bastante engreído para creer que volvería hacerlo contigo, no lo haré no quiero problemas... No ahora.

—Sera nuestro secreto... ¿Me dirás qué tu quedaste completamente satisfecho con una follada?

—Enserio eres engreído...

—Es parte de mi encanto, será un favor de cuñados...

—Los cuñados no follan...

—Seamos los primeros entonces —Dijo tomándolo de la cintura y jeongin sonrió.

—Jodete. —Dijo alejándose, sin embargo Hyunjin no se rendiría tan fácilmente.

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