1.
El bullicio del aeropuerto era un torbellino de maletas rodantes, anuncios resonantes y el constante murmullo de cientos de conversaciones. Jeongin, con su impecable traje gris y un reloj de alta gama que brillaba discretamente en su muñeca, navegaba por la multitud con una eficiencia que solo un CEO acostumbrado a la precisión podía lograr. Acomodó el reloj, un gesto casi imperceptible que reflejaba su impaciencia. La llamada de sus padres, una "importante noticia" que requería su presencia en Grecia, era un fastidio intolerable en su apretada agenda. ¿Tan urgente era la situación que no podían decírselo por teléfono? El viaje era una interrupción insoportable.
Un fuerte "Jeongin" lo sacó de sus pensamientos. Volvió la cabeza, encontrándose con la mirada inquisitiva de Minho, su asistente, quien lo observaba con una expresión divertida.
-Solo es jet lag, Minho -gruñó Jeongin, sin siquiera mirarlo a los ojos.
Minho rodó los ojos. -Insoportable desde que subimos al avión. Pareces un oso al que le quitaron su miel.
-Me parece insoportable la idea de venir a Grecia solo por una noticia. ¿Tan importante es? ¿Qué no pueden decírmelo por teléfono? -Jeongin se sentía exasperado. ¿Qué clase de emergencia familiar requería un viaje transatlántico?
-Dales una oportunidad, Jeongin. Quizá sea algo importante -Minho intentó calmarlo.
-No, ya verás, solo será algo bobo y aún así me obligarán a quedarme un tiempo -Jeongin suspiró, la frustración se le notaba en cada poro. -Necesito ir al baño. Espérame en el auto.
Minho asintió con la cabeza, sin añadir más. Jeongin se dirigió a los aseos, el sonido del aeropuerto aún retumbando en sus oídos. Después de hacer sus necesidades, se lavó las manos, y fue en ese preciso instante cuando un chico de cabello negro, algo largo, apareció en su campo visual. Jeongin se quedó embobado. Era un poco más alto que él y vestía un impecable uniforme de piloto. ¿Trabajaría en este aeropuerto?
El chico le sonrió de lado. -¿Quiere una foto? Puedo dársela.
Jeongin sonrió, divertido. -Ya quedó grabada en mi retina.
El pelinegro rió, su sonrisa mostrando una hilera perfecta de dientes. Jeongin se animó.
-¿Eres piloto?
-Pensaba que era bastante obvio -respondió el pelinegro con una ceja alzada, la sonrisa aún jugando en sus labios.
-Solo quería escucharte hablar sobre tu trabajo -confesó Jeongin.
El chico se inclinó ligeramente hacia él. -¿Te gusta que los hombres hablen de sí mismos?
Jeongin se encogió de hombros. -Solo me gustan los hombres... desafortunadamente.
El pelinegro se rió, un sonido profundo y masculino que pareció resonar en el pequeño espacio. -Los rubios teñidos son más sexys en traje, ¿sabías?
Jeongin sonrió, consciente de su propio impecable traje. -¿Ah, sí? ¿Eres bueno con las corbatas?
El pelinegro se acercó, su mano rozando ligeramente la de Jeongin mientras tomaba su corbata. -Desatarlas, sí. Atarlas... ya es otra historia.
El silencio entre ellos se volvió electrizante. Se miraron a los ojos durante lo que pareció una eternidad, hasta que, finalmente, la atracción fue demasiado fuerte para resistir. Sin pensar en las consecuencias, ambos se encontraron besándose con ferocidad en un baño.
Las manos de Jeongin se enredaron en el cabello del hombre mientras este lo empujaba suavemente contra la pared.
El baño estaba casi vacío, con el eco del bullicio resonando a través de la puerta. Jeongin empujó suavemente al hombre hacia dentro, asegurándose de cerrar la puerta tras ellos. El ambiente se volvió íntimo y cargado de tensión.
El piloto , lo miró con sorpresa y deseo. Jeongin no pudo resistir la tentación; acercándose, tomó el rostro del otro entre sus manos y lo besó con fervor. Sus labios se encontraron en un choque de energía.
Las manos del hombre se deslizaron por la cintura de Jeongin, atrayéndolo hacia él mientras sus cuerpos se presionaban contra la fría superficie de los azulejos. El roce de sus cuerpos encendió una chispa que recorrió la espalda de Jeongin. Cada beso se volvía más intenso, más apasionado.
-¿Como te llamas? -preguntó el piloto entre los besos, su voz un susurro caliente.
-Eso no importa, igual no volveré a verte-respondió Jeongin, con una sonrisa traviesa antes de volver a capturar esos labios que tanto le atraían.
Las manos de Jeongin comenzaron a explorar, deslizando sus dedos por el pecho del hombre, sintiendo la tela del traje bajo sus yemas. Cada toque parecía encender llamas en su interior. El hombre respondió con un leve gemido, sus manos ahora enredadas en el cabello de Jeongin tirando suavemente mientras profundizaban el beso.
La adrenalina corría por sus venas; el riesgo de ser atrapados solo aumentaba su deseo. Jeongin rompió el beso por un momento, mirando a los ojos del hombre.
-Dame un momento -dijo, antes de arrodillarse lentamente. La mirada del hombre se iluminó con sorpresa y anticipación.
El rubio desabrochó los pantalones del hombre con destreza, sintiendo cómo la tensión se acumulaba en el aire. Con una sonrisa juguetona, miró hacia arriba, encontrando la mirada intensa del hombre que lo observaba con deseo.
-Eres Jodidamente atractivo -susurró el piloto, su voz temblando ligeramente mientras Jeongin comenzaba a trabajar.
Jeongin había sacado el miembro del sujeto y cuando sus labios hicieron contacto con el miembro, el mayor siento como si le devolvieran el alma al cuerpo.
Lamiendo la punta y luego introduciendo todo dentro de su boca, su lengua recorría con avidez todo el largo falo. Sin poder evitarlo la mano del pelinegro aferrándose con fuerza para ayudar a los movimientos del menor sobre su hombría. Sintiendo como el placer lo inundaba comenzó a mover su pelvis contra la boca del menor, haciendo que su miembro llegase más hasta lo más profundo de su garganta, Jeongin cerró sus ojos con fuerza y se quejaba un poco de aquello.
Pero no podía mentir que también le encantaba escuchar los gruñidos del castaño, el mayor por su parte no estaba seguro de lo que sucedía ya que la adrenalina del momento ya que un completo desconocido ahora le estaba haciendo el mejor oral de su vida, le gustaba escuchar como aquél rubio casi se llegaba a atragantar. Las manos de Jeongin fueron hasta los muslos del contrario, para detenerse de hacer aquellos movimientos. Logrando que se detuviera sacando la polla del mayor, dejando un hilo de saliva desde sus labios hasta la punta del falo del mayor.
El sonido del agua corriendo y las risas lejanas apenas podían distraerlos. Jeongin se concentró en su tarea, sintiendo cómo cada movimiento provocaba reacciones intensas en su compañero. Las manos del hombre se aferraron al borde del lavabo, mientras su respiración se volvía más rápida.
-oh dios... -murmuró, su voz llena de necesidad.
La conexión entre ellos era palpable; cada toque, cada beso, cada gemido resonaba en el pequeño espacio. Sin prisa pero con determinación, Jeongin llevó al hombre al límite, disfrutando de la forma en que se estremecía bajo su atención.
Finalmente, sintiendo que estaban al borde de algo explosivo, Jeongin se levantó y lo besó nuevamente.
-Mi turno... -Soltó el hombre para darle la vuelta al menor haciendo que este quedé frente al espejo con la espalda contra su pecho, las manos del mayor rodearon la cintura del menor, para tomarlo de la cintura -Te queda el traje... Deberíamos quitarlo -Susurro contra el oído del rubio quien asintió para luego desabrochar el pantalón y sacar el miembro del menor -Mirate, tan necesitado que estas goteando...
El menor soltó un gemido cuando la mano hizo contacto directo con su miembro, el pelinegro sonrió un poco al ver aquella expresión del menor. Tenía las mejillas sonrojadas y mordía con fuerza su labio inferior mientras intentaba no verse al espejo pero su vista comenzó a nublarse cuando el piloto comenzó a mover su mano sobre la extensión de piel, de arriba a bajo creando un pequeño bombeo, haciendo que el menor comience a derramar su líquido pre seminal.
Un jodido deleite para el pelinegro y una jodida tortura para el menor.
La mano del mayor se movía con rapidez y luego con lentitud creando una exquisita fricción, despertando excitación en el También, aferró su mano con más fuerza a la cintura del chico y acercarlo a el haciendole entender que el también comenzaba a ponerse duro.
-Hazlo -Pidió -Gime quiero escucharte -El menor sintió algo de vergüenza pero algo de calor por las palabras del mayor y un pequeño gemido se escapó de sus labios.
Los movimientos de la mano del mayor comenzaron a acelerarse, Jeongin ya no podía ver bien, así que dejó caer su cabeza sobre el hombro del mayor y una de sus manos la llevo al otro para aferrarse. Sus piernas comenzaban a debilitarse y podría caerse. El pelinegro aceleró sus movimientos y Jeongin no pudo contener sus gemidos, cosa que fue música para los oídos del mayor. El cuerpo del rubio fue arrasado por olas de placer al llegar al éxtasis, corriendose sobre la mano del mayor.
-Quedate conmigo esta noche -Pidio el pelinegro.
-Me encantaría pero, tengo una cena a la cual asistir... ¿Me das tu número? -Pidio mientras se subía el pantalón.
-¿No que no íbamos a vernos de nuevo?
-La gente cambia de opinión... Capitán...
-Hwang Hyunjin
-Capitan Hwang.
Al salir del aeropuerto jeongin subió al auto y le sonrió a Minho quien alzó la ceja.
-¿Por que tardaste tanto?
-¿Importa?, vayamos a la casa de mis padres antes de que me regrese.
Mientras tanto Hyunjin se encontraba lavándose las manos cuando su teléfono comenzó a sonar y observó el remitente, suspiró exasperado y contestó.
-Hwang Hyunjin, ¿Donde carajos estás?
-Lo bueno se hace esperar...
-Callate, ven que ya mi hermano está cerca -otra vez con su hermano, Hyunjin ya le estresaba escuchar a la pelinegro hablar de su hermano.
-¿Por qué te interesa tanto la opinión de tu hermano? -Se quejó Hyunjin
-Porque es un CEO exitoso con una gran empresa y seis sucursales, por qué se la pasa humillandome y quiero ganarle en algo, el nunca y jamás podrá hacer lo que yo voy hacer.
-¿Casarte por obligación?
-Casarse, está tan podrido en dinero que prefiere acostones de una noche, además de que es gay, jamás se casará, se ama demasiado para amar a alguien más -Explicó y hyunjin bufó -Como sea ven rápido.
-Nos vemos en un rato, Xinyu...
(....)
La casa de sus padres era un oasis de lujo mediterráneo, pero Jeongin solo veía un monumento a la opulencia y al fastidio. Al acercarse a la piscina, donde su familia se encontraba reunida, sintió una oleada de irritación. Todos estaban sentados alrededor de la piscina, con bebidas en mano y una atmósfera de relax que contrastaba con su estado de ánimo.
-Al fin llegas -dijo Xinyu, su hermana menor, con una sonrisa demasiado dulce.
Jeongin sonrió con cinismo. -Ni siquiera quería venir. Apúrense con la noticia; mi tiempo es valioso.
Xinyu rodó los ojos, una mirada fulminante dirigida a su madre. -Ves a lo que me refiero. Siempre se cree superior.
Jeongin ignoró el comentario, dirigiéndose al minibar con paso decidido. Se sirvió un vaso generoso de whiskey, la acción un gesto de su creciente impaciencia.
-Díganme ya. Esto es bastante molesto.
Xinyu sonrió, una expresión que Jeongin interpretó como maliciosa. Su madre, con un aire de importancia, comenzó a hablar.
-Xinyu se va a casar. Con alguien muy exitoso y adinerado, y su familia...
-Su familia vendrá mañana a cenar
Jeongin levantó una ceja, sorbiendo su bebida con calma.
-¿Eso es todo?
- ¡¿Cómo te atreves a menospreciar esto?! -Xinyu se indignó, la falsa dulzura desvaneciéndose -Es importante para mí el...
Jeongin se encogió de hombros, indiferente. -Me importa un bledo si te casas. Podrías haberme dicho por teléfono y enviaba un regalo, ¿Crees que me importa enserio?
Dio otro sorbo a su bebida, saboreando el escozor del alcohol.
-Ves a lo que me refiero -dijo Xinyu, dirigiéndose de nuevo a su madre-. Siempre se cree superior. Y... ¡HYUNJIN! -gritó, su voz llena de emoción.
Jeongin frunció el ceño, el repentino grito interrumpiendo su momento de contemplación. "¿Hyunjin...?" escuchó un susurro a lo lejos, un lamento por la demora. Esa voz... me suena familiar... pensó, ignorando el comentario de su hermana por un momento.
Sus ojos siguieron a Xinyu, que venía caminando de la mano de un hombre. Era un hombre alto, atractivo, de cabello negro y una sonrisa encantadora. Jeongin sintió una punzada de algo que no supo definir.
-Jeongin, este es Hyunjin -dijo Xinyu, presentando al hombre con una sonrisa radiante-. Es un piloto muy conocido aquí en Grecia. Es... mi prometido.
Jeongin sintió que el whiskey le subía a la garganta. Casi se ahoga. De todas las personas...
De todas las personas en el mundo, tenía que ser ese tipo. El tipo con el que se había enredado, ¿Como mierda termino en esta situación?
La incredulidad lo paralizó por un instante. Luego, una simple frase escapó de sus labios:
-No me jodas.
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