El velo cubría mis ojos. Ese día era mi boda, pero no me sentía como debería sentirse una novia. No sentía nervios, ni felicidad, ni siquiera sentía amor. Aquella boda llevaba concertada por nuestros padres años, yo debería casarme con el príncipe de Egdemon para unir nuestros reinos. ¡Qué típico! Aquello llevaba sucediendo siglos. El chico era apuesto, era un hombre interesante, pero nos acabábamos de conocer, era imposible que entre nosotros hubiese algo. Él pensaba exactamente lo mismo que yo. Minutos antes de que tuviese que salir por la puerta, apareció él. Su nombre era Ginésvar. Mi miró intensamente. Entre nosotros no había amor, pero sí había atracción, realmente la química era sorprendente.

—Birthplac, sabes lo que tenemos que hacer. Esto nos saldrá caro.

Con una sonrisa, asentí con la cabeza. Habíamos planeado que, cuando llegase el momento de unirnos eternamente, ambos la rechazaríamos y hablaríamos con los presentes, uniendo nuestros reinos con amistad y compromiso, pero sin un matrimonio de por medio. Podría ser que algún día llegase, pero no aún. Un momento después, se retiró. Yo me coloqué en la puerta, dispuesta a salir. En ese momento sí sonreía, aquello podría cambiar muchas cosas en nuestros reinos.