Aquello había sido del todo inesperado. Había ido hacía unos meses a una revisión rutinaria y me detectaron un peligroso problema de corazón. Decían que lo tenía desde siempre, pero nunca me había dado problemas. Aun así, mi médico decía que en cualquier momento podía darme un infarto y no podía permitirlo, tengo tres hijos pequeños, no puede pasarme nada, aunque sólo sea por el bien de ellos. Pregunté qué opciones tenía. Me dijeron que, debido a lo avanzado de la enfermedad, tendría que ponerme en lista de espera para un trasplante de corazón y así lo hice.

Dos meses después, aquí estoy. Todo el mundo ronda a mi alrededor, mis hijos están preocupados. Mi nuevo corazón me está esperando. En tan sólo unos minutos tengo que entrar en quirófano para una cirugía a corazón abierto pero no estoy pensando en eso, sólo pienso en mis tres niños que están a mi alrededor y sólo me esfuerzo en recordar cada segundo vivido con ellos. No sé qué pasará dentro de unas horas, no sé si saldré de ese quirófano, pero sí sé que no ha sido posible tener una vida mejor ni dejar un legado más perfecto en esta tierra...