Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

29. ARDE ITALIA

MUNDO MORTAL

El café es uno de los ingredientes más notorios en cualquier mesa italiana, no era sorpresa que la casa se llenara de aquel potente aroma apenas la madre de Nick alistara los ingredientes, sería un postre para chuparse los dedos.

Des corrió rápidamente escaleras abajo, pero no totalmente por el aroma, sus acciones eran tan impredecibles para él cómo lo eran para los demás, en especial para aquel rubio que había dejado confundido en el balcón.

−¡Des, espera! – oh, y pensando en el rey de Roma. Al parecer Julián ya había reaccionado, momento de esconderse.

Cruzó la primera puerta que vio cerrando rápidamente y con un deje de fuerza, necesitaba tiempo para procesarlo, así cuando llegaran las preguntas tendría una buena respuesta, inventada, pero, aun así, una respuesta.

Piensa, no puede ser tan difícil.

−Ya que estas ahí Des, ¿podrías pasarme el licor amaretto? – por muy calmada que su voz fuera, Cara le había logrado poner los pelos de punta.

−Ah... si, ahora mismo. – un leve tartamudeo había terminado por delatar totalmente su nerviosismo. Pero su mente rápidamente divago en los aromas que se mezclaban en aquella cocina.

Al darle el licor a la mujer, armo las piezas. –Tiramisú. – ante aquella afirmación, la contraria soltó una corta pero divertida risa.

−Cuando Nick era pequeño, solía pedirle que adivinara lo que prepararía cada día con solo ver los ingredientes, él siempre decía lo mismo: "tiramisú", y cuando no era así, yo cambiaba los ingredientes por los de ese único postre. ¿Ves ese libro de recetas? Solo he usado una desde que mi hijo comió su primer bocado de este pastel. – con sumo cuidado, Des abrió la única página con una pestaña en color gris. "Tiramisù tradizionale"

La señora sonreía dulcemente sin desconcentrarse de la mezcla de yemas y azúcar, incluso en sus movimientos denotaba esa tersa compasión, el recuerdo revivido le dio una sonrisa pacifica que le obsequio una autentica juventud. Fue imposible para él no recordar a su madre.

Se preguntó cómo estaría ella, la última vez que hablaron no fue más de un minuto, ahora se reclamaba constantemente, debió abrazarla lo más fuerte que pudo. Estaba seguro que, si se encontraban de nuevo, ella no pararía de hacerle preguntas y revisarlo de pies a cabeza como cuando se caía de niño, o cuando le pasaba algo en general.

Su madre había estado ahí día tras día, poniéndole una toalla fría en su frente, consolándolo tras las noches de pesadillas, ayudándolo a conseguir flores para San Valentín, velando por él, brindándole aquel cariño que tan lejano se le hacía ahora.

Incluso la nostalgia llego hasta el recuerdo de su padre, frio e imponente para los demás, pero no para él, fue el hombre que podía entenderlo con una mirada, aunque las conversaciones fueran cortas, eso solo lograba que sus momentos de plena felicidad resaltaran como bellas memorias. Era extraño ver sonreír a su padre, pero cuando lo hacía, los únicos expectantes eran su pequeña familia.

Extrañaba su hogar, su simple vida con planes para la universidad, libros por leer, recetas que probar. Aun contemplaba el ayer, consolándose con la esperanza de que volvería a tenerlo en algún punto.

Pero entonces, cuando lograba hallar una delicada estabilidad mental, llegaba el recuerdo de que aun si salía de esta, sus manos aun estarían tan manchadas como siempre, y las flores más bellas morirían por un simple roce.

Solamente su apellido lo había llevado a esto, pero el selló la carta de condena, por un amigo del pasado. Uno que al parecer le encantaban los postres con alcohol.

−Entonces... ¿le dio a Nick un pastel con licor en su infancia? – bromeo un poco obteniendo una sutil carcajada de la castaña.

−Cambiaba solo un poco la receta. Por ello, y por más de una década de hacerlos, me he vuelto una total maestra. – eso y la pose orgullosa que tomo la señora, le devolvió a Des la alegría que consideraba extraviada, al menos por un momento, volvía a casa. −¿Quieres ayudarme?, si sabes el nombre, debes saber la preparación. –

−¡Batiré las claras! – una emoción se apodero de él, moviéndolo lo más rápido que le permitían sus largas piernas.

.............................................

ITHIS

−¿Qué paso en la tierra? –

El consultorio de Médico se había convertido en la estancia temporal del dios rubio, que tal y como un soldado después de la guerra llevaba vendajes en piernas, brazos y torso. Sus heridas externas habían curado, pero por dentro, se necesitaba algo de tiempo para que su ser celestial expulsara la esencia oscura del Nim.

Los demás dioses solo hacían preguntas sobre su bienestar, pero Médico se destacaba por su falta de tacto.

−¿¡Podrías si quiera dejarlo dormir un poco!? – exigió Vanidad resaltando su enojo con un par de chispas amenazantes emergiendo de su cuerpo. No se había separado de Guerra ni siquiera para atender el trabajo que ahora sus sirvientes realizaban a duras penas.

−Está bien Vanidad. Setecientos años dormido fueron suficientes. – con algo de dificultad, el dios se acomodó mejor en la camilla, su mirada perdida y aquel largo suspiro solo lograban impacientar a la diosa que, a pesar de haberlo curado, estaba bastante cerca de clavarle un bisturí. –Había al menos una decena de ellos, creo que los más fuertes. No tienen en realidad ojos, pero de alguna forma sentía que me miraban con odio, era personal. Eran intangibles para mí, pero yo no para ellos, atacaron con todas sus fuerzas. No pude siquiera moverme antes de que dos de ellos me empujaran con todas sus fuerzas hacia el suelo y me llevaran al Nim. −

−¿El Nim? Las plagas huyen del Nim, nunca regresan él. –

−No eran plagas lo que me atacó. – afirmo con un tono tanto preocupado como serio, desato una de sus vendas sintiendo como la sangre se despegaba de su cuerpo, y al limpiar está un poco, desvelo una marca conocida por todos, aquella que portaban todos los mortales en algún momento, y aunque ya algo difusa, era fácil distinguir la pequeña figura de un cráneo. –Fueron los sirvientes de Muerte. –

La mente de Médico luchaba y maniobraba por conciliar tal idea. No era posible, ¡De ninguna forma podía serlo!

Los altísimos señores, dueños de los tres reinos, eran perfectos y acertados en cada acción que tomaban, puesto que sabían cuál sería la reacción que desatarían.

Ellos eran los seres más sabios y omnipotentes del colorido universo, dieron emociones, hicieron estrellas, surcaron planetas.

Decir que estos maravillosos dioses, podían crear algo defectuoso, era la falacia más grande jamás escuchada.

Los sirvientes no podían atacarlos, eran únicamente creados para servir a un dios, y ayudarlo en su labor, velar por que la misión de cada uno se cumpliera. Pero ellos nunca hablaban, ellos no veían con esperanza nada, no tenían conciencia de sí mismos, voluntad propia, no poseían divinidad o mortalidad, o... alma.

−¿Cuánto más?, ¿Cuánto tiempo más ese maldito condenara nuestras vidas?– era increíble el poder que Vanidad tenia para convertir todas sus palabras en agujas venenosas.

−No necesitamos otro de tus espectáculos Vanidad. – no dijo nada más, solamente salió directo a la casa de Sabiduría.

Antes, podría haber defendido cualquiera de esas acusaciones, porque venían de Guerra, el manipulador, el perfecto par de Vanidad. Sin embargo, cuando el altísimo dios blanco puso a una creación con parte del Nim caminando en el reino celestial, su duda comenzó, y tiempo después cuando mando a esta misma creación como un humano a la tierra, su confianza empezó a pender de un hilo.

Mantenerse neutral, era lo único que podía hacer, aunque siempre se inclinaría al lado en contra del dios de ojos azules, ese que desato la oscuridad en los humanos, y logró que solo existiese una persona en los tres mundos capaz de amarlo.

El amplio cabello negro de la otra diosa no lograba ocultar su potente llamado a lo que ella suponía como "justicia", sus ojos ahora estaban totalmente blancos y exponiendo lo que podría ser visto como varios pequeños relámpagos. Solo conservaba una imagen, la de aquella divinidad que devasto al único ser que la había comprendido y al que había amado sinceramente.

−Te prometo que va a pagar por lo que te hizo. –

−No, no más venganzas, esas inician las peores guerras. – con el dorso de su mano aun vendada, acaricio la mejilla de la diosa envolviendo suavemente uno de sus dedos con un mechón de cabello. Vanidad corrió su maquillaje de nuevo, cada muestra de afecto que recibía del contrario le recordaba a los 700 años que no las tuvo, aquel suave cariño que llegaba incluso en sus peores momentos le había hecho demasiada falta.

Ellos fueron creados juntos, nacidos por el avance emocional de las creaciones de Vida.

La actitud de Vanidad alejo a cualquiera que tuviese la más mínima intención de formar una amistad con ella, pero realmente no le importo, desde el principio se vio condicionada para ser mejor que los demás (o al menos creerlo).

Pero hubo un solo ser, que destrozo las espinas para llegar a la rosa. Fue tal vez su persistencia o terquedad, el que siempre la halagara, que constantemente buscara la forma de desarmar la capa impuesta por su nombre, el que no se rindiera ni un solo día, o simplemente que en sus trabajos siempre terminaban topándose de alguna u otra forma.

Entonces, lo amo, la primera guerra mundial llego, perdono y olvido; y la segunda llego, lo oculto y perdono. Y finalmente lo perdió.

Ahora cuando lo veía, el único constante recuerdo que le llegaba, era el miedo, a que él hiciera algo otra vez y perdonarlo de nuevo, solo para verlo morir.

−Por favor, por favor dime que no tiene nada que ver con... −

−No. – dijo suavemente sujetando el rostro de su amada con ambas manos, había una leve desilusión y tristeza en sus ojos azul claro. –Eres la única en este lugar que aún confía en mí. No me lo quites, por favor. –

−Nunca. – la diosa lo abrazo con el mayor cuidado que pudo siendo correspondida inmediatamente.

−Te escuche, todos los días. Cada vez que venias a mi" capullo", eras lo único que escuchaba. Lo único por lo que seguía tratando de salir. –

Aun siendo dioses, cada divinidad mantenía un miedo que solo salía en la oscuridad, para Guerra, la soledad era como miles de plagas luchando por matarlo en cuanto vieran la ocasión, y que, por mientras, se alimentaban de su desesperación.

−No volveré a permitir que te encierren, esos malditos tendrán que vencerme si quieren dañarte de nuevo. Si siquiera intentan alejarte de mí... –

−No lo harán. – afirmo con autoridad acariciando cada hebra de los largos rizos. –Te prometo que no lo harán. –

Todos saben, que la promesa de un dios es sagrada.

.............................................

MUNDO MORTAL

El postre quedo terminado dando una perfecta primera impresión, el pelinegro supo que Cara en serio perfecciono la receta.

Ambos dejaron el pastel reposar mientras bebían un poco de jugo de naranja en la sala de estar, el pelinegro en serio agradecía que el rubio no se encontrara cerca, "tal vez salió o algo así." pensó.

−¿A qué universidad vas Des? – la castaña había quedado algo impresionada por el joven, no recordaba la última vez que hizo una masa con alguien, y mucho menos recordaba ver a alguien tan comprometido con la preparación como ella.

−Yo... acabo de salir de un internado en realidad, tenía planes de inscribirme lo más pronto posible a la universidad, pero... bueno. – la señora lo miro con cierta lastima, sabía lo que hizo por su hijo.

Cuando Ivan la llevo a aquella casa, se quedó cerca de la puerta esperando el regreso de su hijo, sintió una aguda punzada en su corazón cuando lo vio en un estado deplorable, y solo se calmó cuando "Mary", le dijo que Nick estaba fuera de peligro, pero debía descansar, desde entonces su hijo descansaba siendo vigilado por el pelirrojo, y ella buscaba explicaciones y formas de distraer su angustiada mente.

Nick le conto todo a Margot y ella se lo conto a Cara.

Una madre daría la vida por su hijo, ella no era la excepción, dentro de sí, sabía que aquel pelinegro frente a ella ahora cargaba con las cadenas que su hijo había arrastrado por años, y por ello, tenía una deuda con él, una que deseaba pagar lo más pronto posible.

−Des Aeva. Ten por seguro que hare que recuperes tu vida, es una promesa. – el nombrado le sonrió mientras ella agarraba su hombro mirándole a los ojos con total convicción. Él supo entonces que esa amable mujer tomaba las promesas totalmente en serio.

−Entonces, ¿Qué tal una promesa? –

De cierta forma ya se estaba acostumbrado a ese par de vocecillas en su cabeza, pero esta vez noto que esta voz sonaba... familiar.

−...tal vez a "Sweet Room"

−¿Eh? – bien, en definitiva debía controlar esas distracciones o seguiría perdiéndose en las conversaciones. –Lo lamento, no escuche, estaba- −

−¿Pensando en alguien especial? – la señora denotaba esa perspicaz sonrisa y mirada inquisitiva que antes había visto en su propia madre. –Tenías una sonrisa distante hace rato. –

−Yo... realmente solo me preguntaba si sería apropiado cortar un trozo ahora. – por lo menos pudo idear algo con solo un par de tartamudeos añadidos.

−La verdad también tengo antojo de probar nuestra obra maestra. Sobre todo en días de lluvia como este ¿Podrías servir dos trozos Des? –

−Por supuesto, enseguida vuelvo. – le dio al menos una salida para poder relajarse mientras buscaba el mejor corte para las rebanadas, el tiramisú se veía delicioso incluso por dentro, podría convertirse en su postre favorito, al menos de Italia.

−Eso se ve bastante bien. –

−Dritt! (mierda)− la inoportuna voz le hizo dar un pequeño salto mientras volteaba a los lados buscando sin éxito a su "fantasma".

−No sabía que te gustara cocinar. – después de una leve crisis existencial, Vida había logrado recomponerse... al menos lo suficiente para que su mente lo obligara a voltear a otros asuntos.

Su primera impresión fue de una profunda calma al ver que Des estaba a salvo, y vaya que le había tomado tiempo localizarlo. Luego observo en silencio todo el proceso de creación de aquel postre, se sentía como en los viejos tiempos cuando aprendía cosas de aquel pequeño de pocas palabras, pero grandes emociones denotadas en aquellos preciosos movimientos y el brillo en sus ojos ámbar, un brillo que sin duda había extrañado y necesitado.

Pero aquella burbuja exploto cuando el pelinegro decidió ignorarlo por enésima vez, mostrándose incluso molesto ante su presencia.

−¿¡Es en serio!?, ¿ahora tú? – podría no haberle gritado pero estaba acostumbrado a no ser escuchado, no a ser ignorado. –¡Por todos los altísimos te prometo que llenare esta casa de enredaderas hasta los cimientos si sigues así! –

−BIEN, admito tu presencia y mi caída directo a la locura ¿contento? –

−¡Tú enserio eres-...!, ¡Me lleva! – gruño a punto de arrancarse los cabellos, ¿Cuánta necedad tenia acumulada dentro de ese delgado cuerpo?

−Empiezo a estar bien por un instante, UNO, solo pido un día en que no esté maldito ¿¡es tan difícil de pedir!? – se cubrió la boca inmediatamente, sus emociones habían desbordado por la sola presencia de aquel fantasma que le recordaba que aun si lograba salir del lio del momento, aun tenia marcas negras que tal vez condenaban el resto de sus días.

Por otro lado, el benefactor quedo en silencio un largo rato. Odio... no solo era el acto de ignorarlo, había odio en su mirada y palabras, y un gran resentimiento de por medio.

"Lo siento... no sé cómo soportaste esto de mí tanto tiempo" pensó sintiendo la culpa renovada en su sistema.

¿Cómo había vivido Muerte con ese constante rechazo?

No, en definitiva, debió ser más doloroso, Muerte tenia recuerdos de su "historia", ¿fue aún más cruel y doloroso de llevar? De cierta forma sentía que recibía una cucharada de su propia medicina.

−Dijiste... que podías ayudar. Pero hace unas horas estaba en una lluvia de balas y no estabas ahí. Entiende que me es difícil creer en ti. – se había calmado un poco incluso mostrando arrepentimiento por esa pequeña explosión de emociones, pero él no comprendía lo duro que fue para el benefactor escucharlo.

−Lo comprendo. Pero en mi defensa... cuando eras un crio fue más fácil cuidarte. – sonrió recordando aquella escalada de un pequeño pelinegro, logrando con sus palabras un vestigio nostálgico y feliz de parte del contrario.

−Supongo que debo agradecerte por no dejarme comer la belladona que enfermo a Thomas. – recordó con gracia recibiendo la risa de su fantasma en respuesta. No podría negar jamás la alegría que le brindaron los obsequios de la naturaleza en su infancia, después de todo, eran la parte más feliz de su vida.

Hubo un día donde la naturaleza le daba regalos, donde las aves se acercaban con gusto a él, donde el pasto a su alrededor era más verde y las flores crecían más de lo común. Lo estaba destrozando saber que ahora ocurría todo lo contrario, estaba seguro de tener un ataque si una rosa más se marchitaba en sus manos, o si otro inocente animalillo dormía para siempre por su presencia. Estaba al borde de un colapso, despreciando que aquellos dulces recuerdos ahora se utilizaran en su contra solamente para replantear una y otra vez el contraste entre lo que fue y lo que es.

Estando solo, alimentaba con ganas el problema, lo sabía demasiado bien. Cuando aquella familiar voz llego, una gran parte de él la tomo como un aumento en su maldición, pero un pequeño y muy enterrado trozo, veía a su fantasma como la respuesta a todos esos gritos de ayuda.

−Des aun te puedo ayudar, déjame al menos intentarlo. –

No había de otra, la fé era peligrosa, pero a esas alturas, era su única salida. Antes de que alguien saliera herido, antes de que ya no hubiera retorno, antes de que esas manchas negras llenaran todo su cuerpo. Antes de que lo vieran como un monstruo.

−Solo no vuelvas a decir que esto es un don, de ninguna forma lo es. – el benefactor podría haber extendido aquello con una pelea o debate, pero supo que, si no podía controlar sus propios pensamientos destructivos, mucho menos podría controlar los de Des, al menos... no con palabras, no aún.

−Si esa es tu única condición está bien, pero está prohibido también decir que es una maldición. – el muchacho asintió, no lo diría, pero por más que tratara nunca dejaría de pensarlo.

−Tenemos un trato. –

−¿Trato?, ¿Qué trato? – al escuchar aquella conocida voz, el pelinegro giro rápidamente sobre sus pies localizando al pelirrojo, por un lado la sorpresa lo había dejado congelado, y por el otro su mente trabajaba en una explicación coherente para hablar solo.

−Yo... um... tengo el extraño habito de hablarle a los pasteles, no me hagas caso. – debía trabajar seriamente en sus mentiras.

−Creo que decirle que hablas conmigo se hubiese oído menos loco. –

−Tú calla. –

−Uh... aún no he dicho nada. –

−No, no, no, no tú. – dijo rápidamente entreteniendo al confundido el pelirrojo.

−Entonces ¿los pasteles te responden cuando les hablas? – tanto el mayor como el dios estaba al borde de la risa mientras el pelinegro se daba un auto-golpe en la frente.

−Bueno, veras...−

−No, olvídalo, yo hablo con Nick seguido, al menos tú tienes una conversación más animada con los postres. – aquella sincera carcajada se contagió al menor tranquilizando el ambiente... bueno al menos para dos de tres.

−¿¡Nick!?, ¿esta también es su casa? –

−¿Él se encuentra bien? – pregunto ignorando por completo al benefactor.

−De hecho, acaba de despertar, creo que lo revivió el aroma a licor y café. Sería bueno si le llevaras un trozo, solo si estás dispuesto a sacrificar a uno de tus amigos pasteles claro. – ¿Quién podría culparlo por disfrutar el momento? en definitiva, este chico le estaba empezando a agradar a Vida. El menor solo bufo por lo bajo aceptando la broma.

−¿Podrías llevárselo tú?, estaba hablando con Cara hace un momento y- −

−Des... creo que deberías ir, él quiere hablar contigo. – cuando la expresión de Ivan cambio de una vivida sonrisa a una notoria seriedad, el pelinegro tuvo su ultimátum de que algo andaba mal.

−¡Lo sabía!, bien, si corres ahora hay una salida trasera, puedo hacer crecer unos cactus y- −

−Iré enseguida. –

−¡Carajo! − el verde dios se preguntaba si en su ausencia el menor había desarrollado un complejo suicida, el pelinegro empezaba a pensar lo mismo.

−Él estará feliz de verte. – sin previo aviso abrazó a Des, siendo únicamente el dios quien noto el pequeño papelito que colocó en el bolsillo trasero de su pantalón. –Gracias por salvar su vida. – y sin más, se retiró a la sala de estar dando un fuerte saludo a Cara.

−Bien, ya se fue, es tu oportunidad. –

−No pienso escapar. – "no por el momento..." pensó algo tenso en su recorrido escaleras arriba.

Apretaba con cierta fuerza el platillo de porcelana donde llevaba un trozo del pastel, de alguna forma, tenía un mal sabor de boca.

−Hasta tú lo sabes Des, tienes que salir de aquí. –

−Mis instintos suelen fallar. –

−Tus instintos son lo único que no puede fallar. –

−Lo descubriremos ahora. – se detuvo un momento frente a la puerta de aquel cuarto, respirando profundamente antes de tocar dos veces y pasar.

Lo primero que vio, le hizo arrepentirse de subir.

Margot al parecer jamás se fue de la casa, su mirada satisfactoria le dedicaba a totalidad el placer que le brindaba estar sujetando del hombro a Julián de tal forma que este se retorciera hasta el punto de caer de rodillas, su experiencia con el cuerpo y la tortura se veían tan claros como el agua, era terrorífico ver la oscura sonrisa que le sacaba cada quejido de su amigo.

Era como un velorio, en un silencio incesante que era acompañado solo por leves muestras de dolor. Nick descansaba recostado plácidamente en la cama de sabanas color crema, sin expresión alguna a pesar de la escena delante de él.

−¡DES, CORR-! – la advertencia del rubio quedo al aire en cuanto otro punto débil esta vez en su espalda fue golpeado por su inquisidora, los ojos ámbar contemplaban expectantes sin saber a qué lado correr.

−Suficiente Margot. Duérmelo de una vez. – con esa orden la nombrada dio un bufido de disgusto clavando en un solo movimiento una aguja de contenido rojo, justo en una vena del cuello del de ojos azules que ahora se cerraban.

−¡JULIÁN! –

−¡Quieto Des! – el repentino grito detuvo sus planes para socorrer al rubio. −...mira a tu izquierda− solo entonces comprendió lo serio de su realidad. Tres guardias de Nick, apuntándole directamente, sin que nadie los detuviera. El trozo de pastel cayó al suelo rompiendo la impecable porcelana.

−Tiramisú... mi madre lo hizo ¿verdad? – la calma e irritante seriedad en aquel tono desato el valor que necesitaba el menor, o al menos, el enojo.

−¿Qué demonios estás haciendo?... él salvo mi vida, ¡tu vida! –

−Es la menor de tus preocupaciones ahora, pero tranquilo, no está muerto. – el menor se acercó, recibiendo solo el sonido de una bala a pocos pasos de él.

−¡Si le haces algo, te juro que-! − el benefactor se detuvo al notar que solo una persona en la habitación podía escucharlo.

−¿Que? ¿Vas a amenazarme ahora que ya no soy necesario? – horas antes el arma apuntándole lo hubiera hecho quedar callado, pero ya había escuchado demasiadas ese día.

−Te amenazo porque te has vuelto demasiado necesario. Llévate al soldado– inmediatamente el pelinegro busco interponerse mientras Margot arrastraba al rubio, pero en seguida ella lo empujo con una sola mano al suelo. Combinado con el aumento en su palpitación, estaba a un paso de entrar en crisis.

−Ya para con todo esto, por favor Nick ¡No puedes hacer esto! –

−No, TÚ NO PODIAS TOMAR MI NOMBRE. – Des quedo atónito, retrocediendo involuntariamente un par de pasos, era la primera vez que lo veía tan enfadado. Dentro de sí, rogaba porque el rubio no saliera herido, aunque las probabilidades estaban en su contra.

−Iban a matarte si no intercedía. –

−¿Interceder?, ¿Des qué hiciste? −

−No necesito tu protección, ¿tienes si quiera la más mínima idea que lo que acabas de hacer? Esto no es un maldito cuento de hadas. ¡No solo te condenaste a ti, condenaste a cualquiera a tu alrededor! BOL'SHAYA TONNA (Grandísimo tonto)

El eco de aquel grito petrifico cualquier otro pensamiento, el pelinegro sentía como su pulso se aceleraba con cada segundo observando la completa amenaza en los ojos de su "amigo"

−Y si hubieras estado en mi lugar, ¿Qué habrías hecho? – pregunto con un deje de esperanza para hallar de nuevo al joven que lo defendió de sus abusadores en la biblioteca hace varios años.

−Si preguntas si me hubiera sacrificado para salvarte, la respuesta es no. – sus ojos tenían cuchillos que se clavaban directo en las pupilas ámbar. Des no encontró ni una pizca de lo que desesperadamente buscaba.

−¿Dónde llevaste a Julián? –

−No tengo que decirte. – demostrando que la ira vencía fácilmente a sus heridas, el de ojos negros se puso en pie acercándose, al contrario, mostrándole por primera vez el otro lado de la moneda, el hijo de Bernt Sokolov. –Si tu acto heroico ya ha terminado, ve y alista tus cosas, y espero que te hayas despedido de tu familia antes de venir. – Des trato de golpearlo, pero ahora lo sujeto con fuerza de la muñeca justo antes de que tocara su mejilla, los rayos y truenos se incrementaban a lo lejos, Vida estaba considerando seriamente tomar su forma humana solo para golpear al mafioso.

−No voy a permitir que me prohíbas verlos más. – espeto soltándose del agarre mientras se sobaba la muñeca.

−¿Prefieres no volverlos a ver y que vivan, o volverlos a ver y que mueran? – el miedo en los ojos ámbar se denoto totalmente, esa mirada que Nick había tratado de evitar, ahora se mostraba tan vívidamente como la alegría que un día existió.

El menor se alejó vencido mordiéndose la lengua para no decir más, todos tenían razón, no tenía idea de en qué se acababa de meter.

−Si... si algo del único amigo que tuve en secundaria está ahí, necesito que salga ahora. – una esperanza, una señal, algo que no le hiciera arrepentirse de todo. −...por favor. −

−Tienes que dejar de leer cuentos de hadas "Nickolas Aeva." – los hombres armados se llevaron consiguió al menor que no lucho por soltarse hasta llegar a su habitación, el dios se quedó atrás observando con odio al herido que volvía a su cama no sin antes tomar aquel pedazo abandonado del postre.

.

.

.

El granizo se hacía más fuerte cada segundo, y aquellos relámpagos iluminaban el cielo en una constante sinfonía cruel que era dirigía por los truenos, pero, estos no eran los motivos por los que Des no podía dormir. Observó aquel balcón ahora cerrado con llave y el papel que tomo de su pantalón sabiendo exactamente quien lo coloco ahí.

−Lo encontré. –

Hace unas horas, se le encerró en su habitación dejándole la clara advertencia de que no podría salir durante toda la noche, o hasta que Nick tomara una decisión sobre su destino.

Ya había dejado que la situación lo dominara varias veces, había permitido ser involucrado en un asunto con la mafia, había renunciado a su familia, amigos y a una vida normal. Todo, por pensar que lo hacía por la persona correcta, y que por lo tanto algún día todo acabaría.

Y luego Nick le confirmo la cruda realidad. Confiar en alguien dentro de ese mundo fue la peor estupidez que cometió, justo después del hecho de tratar de ayudar a uno de ellos.

Ellos no tenían una forma de sacarlo de sus problemas. Así que debía buscarla el mismo.

−Esta abajo vigilado por un guardia. Pero esta completo. – Vida no recordaba haber visto a su protegido tan perturbado antes.

Des no había dicho más de una frase completa tras la conversación con el mafioso, pero si le había pedido cortar con un relámpago la electricidad y localizar a Julián, al menos el dios pensaba mejor del soldado de lo que pensaba ahora de quien había encerrado al pelinegro en esa habitación.

−Bien. – el benefactor deseaba poder adivinar que pasaba por la mente del joven, pero al ver el alrededor de la habitación comenzó a dudar un poco, la puerta tras la que estaban los guardias que vigilaban al pelinegro, ahora estaba cubierta por el gran armario que antes estaba como a dos metros y medio de ahí; sobre una cama nunca usada, se veía un arma cargada. –Mencionaste una entrada trasera... necesito que me ayudes a bajar. –

−Pero ¿cómo...? – sus palabras quedaron al aire en cuanto Des comenzó a contar para sí mismo, mientras se acercaba a la puerta cerrada del balcón, dando una patada justo en el momento que resonaba un trueno, y siguió así, varias veces dejando sin palabras al dios hasta que la cerradura inevitablemente se rompió, dejando al menor algo agotado con la respiración cansada.

El pelinegro tomó el arma con firmeza agarrando una de las macetas con flores muertas del cuarto.

−¿Puedes hacerla crecer hasta abajo? – pregunto logrando que el dios por fin reaccionara. No iba a hacer preguntas, no hasta que el oji-ambar estuviera a salvo, si él tenía un plan, iba a seguirlo.

−Solo será un momento, pero sí. Baja rápido. – siendo precavido en hacer los tallos suficientemente gruesos, dejo crecer los mismos hasta el suelo, manteniéndolo así hasta que el pelinegro finalmente bajo no sin algo de dificultad, al llegar al suelo su inhalación se había vuelto forzosa preocupando al benefactor al instante, le estaba dando un ataque.

−Tienes que irte rápido de aquí. –

−No, aun no. – pronuncio obligándose a recomponerse, solo debía evitar cerrar los ojos, y fingir que la latente oscuridad no le afectaba.

−Es en serio, no tienes tiempo para ayudarlo. –

−Él si lo tuvo para tratar de liberarme. Es mi culpa que el este aquí ahora. – esa decisión en sus ojos, la podría reconocer perfectamente, la vio una vez antes de que Guerra fuese derrotado.

−La entrada esta atrás de la cocina. – Des le agradeció en voz baja, elevando la pistola al cielo y dando 5 disparos, inmediatamente corrió atrás de la casa mientras el guardia de abajo que vigilaba a Julián salía a averiguar que pasaba.

El benefactor lo miro con cierto orgullo cuando entro con agilidad al piso de abajo, pero la sangre se les helo a ambos al notar la cocina no totalmente vacía.

Cuando Ivan le aviso a Cara todo lo ocurrido en la habitación de arriba, su primera acción fue tratar de razonar con su hijo.

"−Hijo mío, él protegió lo único que he amado en mi vida, y eres tú. Si ya no pudieras verme... −

−Madre, si no te molesta, tomare mis propias decisiones. Ve a tu habitación. −"

Esa forma de hablar la reconocía como al buen vino, siempre la escuchaba en los momentos donde aquel pequeño amante del pastel desaparecía, y se ocultaba en esa capa de terquedad y supuesta lógica. Ella supo que no podía hacerlo cambiar de plan. Por mucho que le doliera, además de ser su pequeño, era hijo de su padre.

Quien sabe, solo el tiempo era más poderoso que una madre, la mujer confiaba en que tal vez, su hijo cambiaria de opinión con un poco de tiempo más para convencerlo.

Entonces al ver a aquel joven de ojos ámbar, tratando de escapar a la vida que siempre deseo para Nick, simplemente sonrió y le dejo continuar su camino.

−Bendita sea. –

−Gracias... Cara. − susurró el pelinegro saliendo rápidamente de la cocina, soltando un suspiro aliviado en cuanto se topó con los brillantes y sorprendidos ojos del rubio.

Corrió tan rápido como pudo arrodillándose frente a él, desatando su mordaza. –Estás bien, no sabes cuánto-... gracias a Ithis. – abrazo al militar dándose cuenta de sus ataduras en brazos y piernas.

−No... puedo moverme... bien aún. – respondió lentamente aún bajo los efectos de la inyección anterior, pero, aun así, haciendo esfuerzo para quedarse despierto.

−No importa, estás bien, estás bien. – parecía no poder decir otra cosa, le consolaba enormemente saber que Nick no lo había herido.

−Sí, sí, está bien, por si no lo recuerdas están escapando. – ¿celos? Tal vez.

Los pasos del guardia se escuchaban cada vez más cerca, con lo que le quedaba de fuerza, ayudo al rubio a ponerse de pie tras desatar sus ataduras y le dio apoyo tratando de ser su soporte mientras salían lo más rápido de ese lugar.

−Черт ... Мне нужно подкрепление, солдат убежал, повторяю, солдат убежал! (Necesito refuerzos, el soldado escapo, repito, el soldado escapó) –

−Tienen que apurar el paso, ¿Qué tienes planeado? –

−Ivan me dio la dirección de un aeropuerto y creo que una especie de clave... es una alternativa. – los gritos entre los guardias sonaron detrás de ellos obligándoles a correr, o al menos tratar, era la primera vez que el menor agradecía sus largas piernas, pero el peso extra le dificultaba la huida.

−Des... escucha, solo haré que nos atrapen a ambos. Tienes que dejarme. – tal y como había ignorado antes a su fantasma, hizo oídos sordos a lo que el rubio acababa de decir.

−Tiene algo de razón, están bastante cerca. – no muy lejos, el dios vio una silueta conocida, el mafioso se había despertado. –¿Es en serio?... el maldito esta fuera, creare una distracción ustedes apúrense. – el de ojos ámbar únicamente asintió continuando su camino mientras el dios verde creaba maleza para hacer tropezar a los armados.

−Des, por favor. – nada. −Des, te lo suplico... merezco esto y lo sabes. – eso lo hizo detenerse volteando a ver al mayor.

−NO. –

−Des... mate a mucha gente, e hice que muriera mucha más. Mírame... soy un monstruo. – "No merezco tu sacrificio" el benefactor se sorprendía de lo claro en los pensamientos del soldado, y entonces escucho algo más que lo conmociono.

En todos los años del menor, Vida jamás había tratado si quiera de acceder a un trozo de su mente, jamás lucho por escuchar sus pensamientos. Y aunque nunca tuvo la más mínima intención de hacerlo, el primer pensamiento que salió a la luz de su protegido, no fue nada agradable.

"No eres un monstruo... yo sí"

El dios no podía conciliar que Des, el pequeño de fascinante sonrisa, amor por las plantas, y bellos ojos tuviera ese tipo de pensamientos sobre sí mismo.

Fue la primera vez que no vio al humano. Vio al dios dentro de él, Logró reencontrarse con Muerte, el mismo dios que había despreciado, el mismo que recordaba ahora triste y solitario, el mismo con la mirada rota cuando lo evitaba.

Si tan solo recordara, si tan solo no lo hubiera empujado a esto, él jamás habría tomado esa forma humana, él jamás se hubiera ido. No habría estado en peligro ahora.

−Muer- − y justo cuando la verdad estaba a punto de ser expuesta, sirvientes de Médico y Amor le agarraban los brazos transportándolo directo al Ithis.

−Julián, eres el único amigo que me queda ahora. Yo te metí en esto, y te voy a sacar. –

−¡Eccoli! (ahí están)− los disparos no tardaron de sonar atrás de ellos, el pelinegro busco un escondite con desesperación encontrando un bote abandonado al que se metieron inmediatamente.

Por un momento, el pelinegro pensó en pedir que su fantasma los cubriera con plantas, pero percibió... que ya no estaba ahí.

−¿Ti ho chiesto di sparare? (¿Te pedí que dispararas?) – Nick ahora estaba solo a unos pasos de ellos, Des retuvo su respiración luchando por mantener su cansancio callado.

−Signore... mi dispiace (Señor... lo lamento) −

−...Parli perfettamente italiano (Hablas perfectamente italiano) −

Otro disparo, un herido, la sangre escurrió por toda la arena de la playa manchando aquel bote abandonado.

El guardia que antes les había disparado ahora estaba muerto en el suelo mientras las sirenas de los policías empezaban a resonar a lo lejos. Nick lo había matado sin dudarlo ni un segundo. El mafioso simplemente hizo una llamada a Margot, ordenándole preparar el helicóptero.

Des observo con sorpresa y terror como los ojos del guardia se libraban de todo rastro de vida, había muerto justo a su lado, se cubrió la boca evitando vomitar, su visión se tornaba borrosa mientras su respiración era incontrolable, Julián le tapaba la boca para no ser descubiertos.

−Tenemos que irnos. Des...

¿Des?

¡DES! –

Aquella voz se hacía cada vez más lejana, hasta que finalmente dejo de escucharla, lo último que pudo ver, fueron un par de seres que aparentaban tener grandes mantos negros, con una calavera como rostro, mirándolo fijamente.

ººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººº

Ha vueltooooo!

Hola mis queridas lectoras... estoy emocionada por el capítulo de hoy porque Hada Pez realmente se lució. A pesar de tardarse un poquito, merece méritos por este giro.

Espero que les guste tanto como a mí, aunque fue bajo mi supervisión realmente me sorprendió.

Nos vemos en el siguiente capítulo.

Adiós: D

NOTA DE HADA PEZ:

Soy vato, tengo rasgos finos y la chingada, pero soy vato :V

Naaah. ya hablando serio, soy vata. O no? ;V

Si les gusto el capitulo no olviden comentar Bv eso aumenta mi autoestima.

Odio ser adolescente, lo odio, odio. XD

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro