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— Feliz cumpleaños, MinMin~ — canturreo Hoseok, mientras dejaba el pastel de cumpleaños, decorado con los colores del arcoiris y un par de velas, frente al cumpleañero, sentado en la cabecera de la mesa con una sonrisa cuadrada llena de alegría, y un gorro de cumpleaños que el pelirrojo le había dado, porque le quedaba adorable.
— ¡Pide un deseo, un deseo! — dijo Taehyung, en una voz más aguda de lo normal.
Los dos se habían pasado gran parte de la fiesta jugando, comiendo dulces y escuchando música, así que estaban más energéticos y emocionados de lo normal.
Jimin cerró sus ojitos con fuerza y pidió su deseo:
— Deseo que Hobi me quiera como TaeTae quiere a Kookie.
Hoseok abrió sus ojos de más, su sonrisa de corazón se borró para dejar una gran expresión de sorpresa, Jungkook se cubrió el rostro para reír, y Jimin terminó de apagar las velas, para recibir los aplausos de Taehyung.
— Muy bien, Jimin — dijo el castaño —. Pero tienes que pedir el deseo en tu mente, sino no se hará realidad.
— Oh, ¿Por qué no me dijiste eso antes, TaeTae? — Jimin frunció el ceño, molesto —. Hobi, enciende las velas de nuevo, tengo que pedir mi deseo.
— Eso no se puede— dijo Taehyung, negando —. El deseo sólo se pide una vez, la primera vez, no puedes repetirlo.
— ¿Y quién lo dice? — Jimin se cruzó de brazos, molesto.
— No lo digo yo, es así— puchereo Taehyung—. Ahora tienes que esperar un año para pedirlo de nuevo.
— Espere mucho para pedir un deseo, no se vale — se quejó—. Hyung, enciende las velas.
Hoseok sólo estaba en shock, sus manos temblaban y sus mejillas estaban muy rojas, Jungkook intentaba ahogar su risa para disimular.
— Jimin, ¿Cómo es eso de que te quiera como Taehyung a Jungkook? — preguntó el pelirrojo, con una voz temblorosa por el pánico, hasta tuvo que sentarse para intentar calmarse.
— TaeTae me contó lo que siente cuando está junto a Kookie — dijo Jimin, el rubio —. Yo siento lo mismo cuando estoy contigo.
Hoseok estaba hecho un tomate, casi podía ver cómo temblaba.
— TaeTae y Kookie duermen juntos, como nosotros... Se abrazan mucho, como nosotros, Kookie lo cuida como tú me cuidas a mí, y TaeTae siempre le cuenta todo, como yo a ti — Jimin tenía la mirada baja, con algo de vergüenza, o nervios—. TaeTae siempre dice que ama mucho a su novio, que cuando lo mira siente cosquillas y sus mejillas se ponen rojas y calentitas... También que es el único que puede hacerlo sentir tranquilo luego de una pesadilla y que siempre que lo abraza es como... Esa sensación de cuando te abrigas con una manta gruesa en invierno.
>> TaeTae siente lo mismo por Kookie que lo que siento cuando estoy contigo, hacemos lo mismo... Tu y yo somos iguales a ellos, porque yo siento eso también.
Hoseok estaba sin palabras, tenía los ojitos cargados en lágrimas, a Jimi le costaba mucho comprender sus sentimientos, puesto que por su autismo no podía entender sus emociones, muchas veces tampoco la de las demás, aunque eso no significaba que él pudiera sentir tales cosas.
Taehyung le había explicado cómo se sentía amar, en las pequeñas acciones como los abrazos y las palabras bonitas, y en sensaciones como las mariposas, la tranquilidad y la calidez.
— ¿Desde hace cuanto que te sientes así, Jimin?
— No sé— se encogió de hombros—. Mucho tiempo, casi desde que te conocí... O un poco después, quizás un año o dos luego de vivir contigo, Hyung, cuando comenzaste a ser bueno conmigo.
Hoseok lo había cuidado muchísimo desde que había llegado a casa, por más que al principio fue difícil para los dos por la depresión de aquel joven de quince años, que le rompió el corazón al mayor, quizás porque él sabía lo que se sentía ser dejado de lado, y también sabía lo que era ser maltratado.
Había vivido en casas de acojita casi toda su vida, no todas fueron buenas, la última era de la familia Park, que luego de dos años de tenerlo viviendo allí, y luego de cumplir los diecisiete años, decidieron adoptarlo, porque ya no tenía esperanzas de que alguien quisiera a un joven tan grande.
Hoseok se sentía sólo, y Jimin también, por eso coincidieron tan bien juntos y pudiron ser compañeros, para tener de el uno al otro y no estar solos.
— Yo también me siento así, MinMin— confesó Hoseok —. Te quiero mucho, ¿Sabes?
— Lo sé— Jimin sonrió con timidez—. Yo también te quiero mucho, Hobi.
— Ven aquí, mi pequeño— el pelirrojo abrió sus brazos hacia él y el cumpleañero fue hacia ellos para abrazarlo con fuerza, y sonreír enormemente, de forma cuadrada, bajo la mirada llena de ternura de la pareja
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