— Jungkook— Taehyung lo abrazó por la espalda, el azabache hizo un ruido afirmativo—. Te quiero — añadió, derritiendo el corazón del menor—, te quiero mucho.

— Yo también te quiero mucho, Taehyung— dijo Jungkook—, ¿Pasa algo que me lo dices tan de repente?

— Es que no quiero que te sientas mal porque no pudo decir lo que querías escuchar anoche— dijo, con un leve puchero—. Decir que te quiero es más fácil, lo puedo decir las veces que sea necesarias para que sientas que es suficiente.

— Lindo, con una vez es suficiente, todo lo que hagas para mí ya es suficiente— murmuró él azabache, se separó del abrazo para darle un beso en la frente al mayor —. ¿Quieres comer helado hoy?

Taehyung asintió, dando saltitos alegres.

— Bien, ¿Que te parece que intentas estar más cerca de la puerta cuando venga el señor de la heladería? — Jungkook tomó sus mejillas y las acarició con sus pulgares.

— ¿Por qué? — Taehyung lo miró con cierto pánico, le tenía miedo a los extraños, demasiado, y Jungkook lo sabía.

— Se me ocurre que si ya has podido darme un beso, sin ponerte mal, quizás puedas superar alguna otra cosa ahora— dijo, en voz tranquila —. No lo hagas si no quieres, no es una obligación, lindo.

Taehyung negó.

— Puedo intentarlo... Podría... Quedarme sentado en la mesa, en vez de esconderme en el pasillo — murmuró, viendo la mesa que usaban para comer, a unos dos metros de la entrada.

— Es una buena idea, lindo. Recuerda: nadie te hará nada, estás a salvo conmigo— el azabache juntó sus frentes, Taehyung asintió con una ligera sonrisa—. Beso de valor — murmuró, y dejó un pequeño beso en los esponjosos labios de Taehyung, haciéndolo sonreír.

A los veinte minutos llegó el chico repartidor, y Taehyung movía sus pies, nervioso, sentado frente a la mesa del comedor, intentando no mirar a la puerta y sin pensar en las ganas que tenía de salir corriendo a esconderse.

Jungkook fue a atender y decidió ser lo más rápido posible, sin esperar cambio, le dio los billetes, dejando propina y recibió del helado, para despedirse y volver a cerrar la puerta, vio a Taehyung que estaba contando en voz baja, mientras tenía sus ojitos cerrados.

— ¡Muy bien, Taehyungssi! Lo hiciste.

Taehyung dijo un pequeño salto del susto, para mirarlo sin entender hasta sonreír.

— Estoy muy orgulloso de ti, lindo, eres tan valiente, me encanta— lo felicitó con emoción, haciendo que el castaño se ruborizara—. Tendrás más helado como premio— añadió, poniéndolo aún más feliz.