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Con un grito ahogado se sentó en su cama de golpe, en la oscuridad del cuarto, las imágenes del sueño se confundían frente a sus ojos entre la negrura de la habitación, mientras sus manos se apretaban contra su pecho y el llanto amenazaba con surgir.
Taehyung podía jurar que veía y sentía las manos tocandolo por todas partes, una voz grave y razposa decía cosas sin sentido pero que no le gustaban para nada, todo su cuerpo se tensó al punto que le dolían los músculos, y temblaba mientras los sollozos comenzaban.
—¡Jungkook!
Llamó al único que podría ayudarlo, aquel lindo chico que vivía con él y lo cuidaba.
No tardó mucho para que los pasos apresurados se escucharán en el pasillo, igual que cada vez que aquello ocurría, se abría la puerta, se encendía la luz y sólo después de eso Taehyung podía volver a respirar, luego los fuertes brazos de aquel hombre lo rodeaban, haciéndolo sentir protegido.
Lloró en silencio sobre el hombro de Jungkook, mientras esté dejaba caricias en su cabello y murmuraba suavemente cosas bonitas para calmarlo.
— ¿Otra pesadilla, Taehyungie?
— Mhm...
— Ya pasó, lindo, no es real... Nada de eso es real.
Los brazos del azabache rodeaban con firmeza la cintura del castaño, podía sentir su miedo en ese abrazo, cosa que le rompía el corazón.
— Está bien, lindo, ¿Quieres dormir conmigo hoy? — ofreció, su tono siempre era suave y tan lindo al hablar, que hacia sentir a Taehyung seguro.
Cómo si Jungkook fuera su refugio, el único punto cálido en el mundo, su principio y final, siempre se iba de sus brazos para volver después.
Sabía que Jungkook siempre iba a estar para él.
Taehyung asintió, borrando sus lágrimas y sorbiendo su nariz.
Le gustaba dormir con Jungkook, junto a él no tenía esas pesadillas, junto a él sentia como si una gran muralla lo separara de todo mal, con él estaba a salvo de todo.
— Vamos, lindo, te llevo— murmuró, Taehyung rodeó su cuello y como era costumbre, Jungkook lo cargó en brazos hasta su cuarto, dónde una cama grande y amplia siempre estaba disponible para todas las noches dónde las pesadillas no lo dejaban dormir solo.
Tenía su lado especial y sus almohadas, a veces tenía una mantita para abrazar, pero con Jungkook a su lado no necesitaba abrazar a nada más.
Se acurrucó cerca de su cuerpo, haciéndose una bolita, junto al lindo chico azabache que se quedaba largos ratos admirándolo hasta que se dormía de nuevo, sin darse cuenta.
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