5. between them
Única Parte.
V. Between them !
recuerdo, 𝟎𝟓: octubre 𝟑𝟏, 𝟐𝟎𝟐𝟖.
Llevaban un año conociéndose y desde entonces jamás se habían separado. Pasaban todo el tiempo juntos y ella lo adoraba, hacía tiempo que no se sentía genuinamente feliz como en ese momento, encontraba comodidad con el joven lobo, lo que para ella era extraño puesto que nunca antes había sentido que encajara en algún lugar, incluso llegaba a creer que su destino era estar sola para siempre, pero al parecer no lo era. Christopher la hacía pensar de manera diferente. Tal vez estaba enamorada... o tal vez no, ¿ella cómo sabría? Nunca antes había tenido aquello sentimientos. Todo era nuevo para ella, incluso lo era para él.
Esquivaba con facilidad las ramas de los árboles y suelta un suspiro cansado, pero aliviado al mismo tiempo al ver que había llegado a la cabaña dónde ella y el joven Ivanova se habían conocido hace un año y dos meses. Una pequeña sonrisa se forma en sus labios al reconocer la figura de Christopher a unos metros de ella, llevaba puesta una camisa de tirantes blanca, su cabello blanco «recién pintado» se movía gracias al viento, y sus manos jugaban con una rama y la mirada perdida. Sin previo corre hasta él para colocar sus manos sobre sus ojos e inclinarse hacía su oído.
—¿Quién soy? —cuestiona haciendo su voz mucho más grave de lo usual. Esperaba una respuesta con paciencia y mientras tanto inclinaba la cabeza hacía un costado para poder observar al joven de cabello castaño con amor, aunque ella no era capaz de verlo.
—No lo sé—susurra inflando su pecho al tomar un poco de aire y después dejar caer sus hombros exhausto, antes de fingir que piensa por un momento—. ¿Eres una rubia alta y de ojos azules? —inquiere con diversión, aunque la oculta a través de la gravedad de su tono. La joven de cabello negro se aleja de él de golpe, fingiendo estar indignada para después colocar una mano sobre su pecho.
—¡Lo sabía! ¡Sabía que eras como todos los hombres! —suelta una exclamación exagerada—. ¿Quién es ella? ¿Donde vive? ¿Cuál es su nombre? —lo llena de cuestiones mientras alzaba la barbilla, provocando una sonrisa suave en los labios del joven lobo—. ¿Sabes? Mejor no quiero saber, déjalo así... solamente pido el divorcio! —chilla fingiendo estar limpiando unas lágrimas de sus mejillas—, pero yo me quedó con la casa, con el auto, con la empresa y tú con los niños.
El joven suelta una risa para después negar ligeramente; —¿No le pierdes? —bromea mirándola—, además, ¿cuándo nos casamos que yo no me enteré de eso?
—Bueno, claramente ya no estamos casados y esta vez es oficial, ¡eres libre para irte esa rubia!
Christopher vuelve a reír, aunque más bajo esta vez, al mismo tiempo que alzaba la cabeza, es en ese momento cuando sus miradas conectaron por un par de segundos, antes de que el joven de cabello blanco volviera a retomar la conversación sin problema; —¿Cómo va tu tarde, catilica?
Seguían sin hablar de aquel día en el bosque, en dónde ella prácticamente le había confesado su amor. Aunque lo había hecho a su manera. Solo había pasado un mes, pero desde entonces se veían cómo algo más que simple amigos, tal vez incluso se trataban de una manera más íntima, pero ninguno se atrevía a dar el siguiente paso, quizás era por miedo a perderlo todo o simplemente porqué ninguno estaba listo. No lo sabían, pero estaban seguros de que iban a descubrirlo pronto.
Catilica era un apodo que le había puesto el joven lobo y de alguna manera le gustaba como sonaba, al menos viniendo de el.
—Ja, te resulta más fácil cambiar de tema, ¿no? —sisea para después sentarse a su lado mientras blanqueaba los ojos—, pero respondiendo a tu pregunta, mi tarde va lo normal como cualquier otro día, ¿la tuya?
—¿Te soy sincero? Ha estado demasiado aburrida—confiesa con una mueca—, aunque espero la noche con ansias—comenta y aclara su garganta al ver la mirada confundida de la joven—. La manada hará una fogata y por supuesto estás invitada.
La joven de cabello negro se coloca de pie sin pensarlo y en el camino toma la mano del joven, tirando de él, hacía el lago que estaba cerca.
—¿Adónde vamos?
Se gira hacía él al escucharlo, pero no dejo de caminar. Estaba dándole la cara mientras movía sus labios; —-Tenemos que nadar un rato—menciona con una sonrisa en los labios—, al menos el aburrimiento se pasará.
Era fácil divisar las cabañas que se encontraban entre los árboles, pero pronto las perdió de vista y se encontró con el lago. Seguían tomados de las manos cuando comenzaron a caminar por el puente de madera que estaba cerca de su cabaña, aunque pronto sintió el frío abrazar su palma cuándo ella soltó su mano, no le gustó aquella sensación. Pero no tuvo oportunidad de replicar puesto que al llegar a la orilla, ella no dudo ni un segundo en abrir sus brazos y dejarse caer al vacío con los ojos cerrados.
El agua salpicó hacía él y unas pequeñas olas de movimiento se formaron en el agua, empero estaba demasiado sorprendido para limpiar el agua de su rostro. Por un momento la preocupación se dibujo en sus facciones, pero fueron tan solo unos segundos antes de que ella saliera a la superficie, echando su cabello negro y largo hacía atrás, sonriendo divertida al verlo.
—-Entra—pide con voz suave—. El agua esta deliciosa, lo juro.
—No—se negó rotundamente—, tú estás completamente loca, sal de ahí ya—demanda el joven de cabello blanco cruzado de brazos mientras observaba a su alrededor.
—¡Eres un cobarde de lo peor! —exclama soltando una risa para después pasar una mano por su rostro para quitarse los rastros de agua antes de mirarlo—, al menos ayúdame a salir—pide Aitana presionando sus labios para ocultar su sonrisa maliciosa. El joven lobo estira su mano en su dirección para ayudarla, cómo ella había pedido, pero se dio cuenta del gran error que había cometido.
Aitana toma su mano y colocando toda su fuerza en su brazo derecho, tira del joven en dirección a ella, provocando que cayera al agua en cuestión de segundos mientras ella se carcajeaba al unísono, el joven apretaba su mandíbula y negaba con la cabeza. Tonto. Debió haber esperado, ¿no? Si, debió hacerlo.
—¡Eres una tramposa!
—¡Oh vamos! —exclama de vuelta—. No te vas a morir porque te diviertas un rato, lobito.
—¿Sabes? Te detesto con toda mi alma.
—Sé que me amas.
Christopher niega ligeramente para colocar los ojos en blanco, Aitana comenzó a sonreír de lado, él no supo porque hasta el momento en que el agua comenzó a deslizarse por su rostro. Por supuesto que había comenzado a aventarle agua con las manos, era una inmadura; —¡Deja de hacer eso! —chilla para después comenzar a atacarla también.
—¡Pareces una niñita! —se burla.
Tenía tanta seguridad en que podía seguir molestándolo sin consecuencias que no fue capaz de notar lo cerca que se encontraba de ella, el trabajo de tomarla por la cabeza para después hundirla en el agua, fue demasiado fácil. La joven Mikaelson infló las mejillas tomando aire, y cerrando los ojos, el aire comenzó a faltarle y estuvo segura de que al menos pataleó dos veces seguidas antes de salir a la superficie y tomar aire por la boca.
—¡Eso no se...! —sus palabras quedaron en el aire, puesto que el joven había vuelto a hundirla.
—¡No te escuche!
Sale una vez del agua; —¡Dije que...! —sus palabras vuelve a perderse en el aire cuando la hunde una vez más dentro de agua, intenta apartarse, pero el era fuerte y su única solución fue manotearlo para que la dejara libre. Una vez su cabeza se encuentra en la superficie, toma aire por la boca y pasa una de sus manos por su rostro, dedicándole una mirada de muerte al joven—. Vuelve hacer eso y te juro que te quedas sin un ojo, lobito.
—¡Oh vamos! No te vas a morir porque te diviertes un rato, Catilica—repite sus palabras con diversión.
—¡Búscate tus propias palabras, copión!
Las carcajadas podían resonar por todo el lugar si fuera posible, incluso los gritos al estar en aquella pequeña pelea, por ver quién hundía a quién, fue raro que ganara ella, sin embargo, una vez recobró consciencia supo que había escuchado perfectamente bien el murmuró de la joven de cabello oscuro; —¿¡Eres una bruja!? —cuestiona melodramáticamente para el gusto de ella.
—No, ¿por qué crees eso?
—Te escuche murmurar—responde señalándola mientras la miraba de mala manera—. No creas que puedes engañarme. Sé que te escuche murmurar un hechizo—asegura y ella suelta un suspiro. Nadie sabía, a excepción de Vincent, pero el jamás le diría a nadie, confiaba en él cómo él confiaba en ella—, si no quieres hablar de ello, está bien—murmura al ver la duda en su rostro—. Pero que sepas que puedes confiarme cualquier cosa, ¿sí? Jamás le diría a alguien.
Hizo una mueca mientras echaba su cabeza hacía atrás, confiaba en él, pero no quería que la viera como una criatura sobrenatural porque no quería serlo. No quería aquello, y en el fondo se odiaba por ello. Debía sentirse orgullosa de quién era, pero no lo estaba, por esa misma razón nunca le había dicho nada a sus padres.
—Puede que lo sea, si—murmura finalmente.
—Pensé que eras una humana, común y corriente.
—Nadie lo sabe en realidad—confiesa soltando una risa nerviosa. Presionaba sus labios mientras pasaba saliva y soltaba un bufido—. Bueno, según Vincent soy algún tipo de híbrido. Una loba y una bruja, algo raro—asiente, recordando los días enteros en lo que estuvo viendo como el brujo moreno le hacía toda clase de pruebas.
—Espera un momento, si eres un lobo ¿por qué nunca viniste a la manada? —indaga frunciendo el ceño confundido—. Tú madre siempre trajo a Hope porque quería que se involucrara con nosotros y enseñarle para cuando rompiera su maldición, ¿qué fue diferente contigo?
Que nunca fue lo suficientemente importante cómo para que su madre la notara.
—Como dije, nadie lo sabe a excepción de Vincent y tú—murmura con una sonrisa tensa—. Todos creíamos que era humana, pero resulto que no lo era. Incluso así, no me gusta serlo, prefiero creer que soy completamente humana, no me gusta ser diferente.
No menciona nada más, pues entendió muy bien las expresiones en su rostro y era obvio que ella no quería hablar sobre aquello, y él no iba a insistir. Por otro lado ninguno había notado lo cerca que se encontraban del otro, pero gracias a aquello, ella pudo observarlo de mejor manera para poder notar como los ojos verdes del joven lobo se volvían un poco más claros ante el sol. Fue tan solo un momento, pero todo se había quedado en silencio absoluto y a ninguno de los dos le molestaba porque no era un silencio incómodo sino mas bien uno cómodo, como si llevarán toda la vida conociéndose, como si algo en el aire los atrapara en una burbuja de tranquilidad.
—Alguna vez... ¿te han dicho lo hermosa que eres? —cuestiona mientras colocaba un mechón de cabello detrás de su oreja.
—Todo el tiempo.
Se ríe al escucharla, entonces se hizo que sus nervios aumentaran. Podía sentir la respiración del joven cerca de ella, como su aliento se mezclaba con el suyo, y se moría por dentro. Por supuesto que ya había dado su primer beso, incluso consideraba que en ese tiempo había estado muy joven para andarse besando con desconocidos, pero en aquel tiempo no le había importado ni un comino. Pero por alguna razón con Christopher era diferente y ella no entendía la razón de ello, sin embargo, estaba dispuesta a descubrirla, aunque supo que no sería ese su momento pues el chico se había alejado de ella tan rápido como había podido.
La miró en silencio, sonriendo con vergüenza. No sabía que estaba pasando por su cabeza, había tenido la oportunidad de besarla, pero se alejó, fue un completo idiota. Aunque al parecer ella no le había tomado importancia, pues solamente había sonreído de lado, encogiéndose de hombros mientras se echaba el cabello hacía atrás. Pasaron horas dentro del lago, en silencio algunas veces, otras se encontraban riendo como un par de locos, no importaba, estaba con ella y se sentía bien por ello. Incluso, estaba feliz, como nunca antes lo había estado.
—¿No te has cansado?
Ella niega ligeramente riéndose del tonto chiste que había contando del joven momentos atrás. Había sido un chiste horriblemente malo, pero era eso lo que hacía reír, entonces no le importaba volverse un tonto, con tal de verla sonreír de esa manera tan libre que solamente ella parecía conocer.
—¡Ven! Te enseñaré a flotar—menciona alargando su mano hasta él para llevarlo hasta ella—, lo único que tienes que hacer es relajarte y dejarte llevar—asegura extendiendo sus brazos mientras se tumbaba de espaldas, dejando que las orejas se le hundieran en el agua, a penas y podía vérsele el rostro, pero parecía tranquila, entonces lo intentó con ella, sus manos rozando con la otra, una chispa de electricidad le recorrió la espina dorsal.
—Conozco muy poco de ti—comenta de repente para erguirse en lugar, el agua estaba calmada al igual que ella, pero con sus movimientos se agitaba un poco. Y era verdad, conocía muy pocas cosas de Aitana, incluso si llevaban un año y dos meses conociéndose.
—¿Así? ¿Qué quieres saber?
—Tu color favorito—responde lo primero que le llega a la mente provocando una risa en ella.
—El negro.
—¿Canción favorita?
—In my life de The Beatles.
—¿Te gusta hace mucho?
Se encoge de hombros antes de ponerse recta para obsérvala; —La conozco lo suficiente—responde. Pero si, le gustaba desde que tenía al menos nueve años, y era su canción favorita porque le recordaba a Declan, pues había sido él quién le había mostrado esa canción y desde entonces, cada vez que la escuchaba pensaba en él—. Sigo yo, dime tú color favorito.
Lo pensó por unos momentos, y a su memoria llegó aquel día del bosque, en dónde ella pensó estar enamorada de él. Había demasiados colores, pero de todos ellos, solamente uno resaltaba entre todos. Había verde en los árboles, verde su vestido y el verde de sus ojos, al parecer era su nuevo color favorito.
—El verde—contesta para después comenzar a nadar hacía a la orilla. Sabía que si no se iban en ese momento, ella comenzaría a hacer preguntas sin fin, y estaba cansado para responderlas—, vayamos a comer antes de que comience la fogata.
—¡Vamos! Hay que quedarnos un rato más—pide, pero él se niega y la mira desde la orilla antes de encaminarse hacía la cabaña—. ¿Vas a dejarme aquí sola? ¿Qué pasa si un tiburón me come? Quedaría en tu consciencia, ¿sabes? Mi padre te mataría. ¡Al menos espérame!
La noche descendió sobre Nuevo Orleans con el pasar de las horas, y cerca de la cabaña se encontraba la manada media luna, la música era ruidosa y cada uno de los lobos estaba metido en su mundo. Unos bailaban, otros platicaban entre ellos mismos, y otros comían, pero al menos estaban disfrutando de ello. La ropa de la joven Mikaelson se encontraba algo mojada, sin embargo, ella no le tomaba demasiada importancia, parecía estar tan feliz en aquel momento, que lo que se murmurara de ella no le importaba en lo absoluto.
No era ninguna sorpresa que a la joven de cabello oscuro le encantará bailar, beber y drogarse, hacer cualquier cosa que la hiciera olvidar el hecho de que su familia no la quería. Por esa misma razón no se negó cuando uno de los lobos se acercó a ella y la invito a bailar. El hombre toma su mano para después hacerla una vuelta, tomándola por la cintura, juntando sus cuerpos para comenzar a bailar la música lenta. Christopher se encontraba mirando todo desde la lejanía con una sonrisa en los labios, la chica reía, disfrutaba y sus ojos brillaban como nunca antes había visto.
El hombre la hizo dar una vuelta nuevamente haciendo que la joven de cabello oscuro echara su cabeza hacia atrás y riera levemente. A los pocos segundos de terminar la canción el lobo le sonrió y se alejó de ella para ir con su grupo de amigos. La joven lo buscó con la mirada y una sonrisa dulce se forma en sus labios cuando lo encuentra sentado en uno de los troncos que estaban apartados de todos. Camina hacía él con paso lento y lo mira.
—¿Puedo? —señala el lugar a su lado por lo que el joven asiente ligeramente, dándole permiso de tomar asiento—, ¿todo bien?
—Todo bien—asiente con una pequeña sonrisa—. ¿Qué hay de ti? ¿Estás feliz?
—Mucho—responde observando su alrededor—, hace tiempo que no me divertía tanto. Suelo salir a fiestas y esas cosas, pero la música es muy diferente a esta y el ambiente también, aquí es más como si estuvieras en casa.
—Así es la manada—comenta—, es como una familia. Si eres parte de ella, te tratan como deben, sin importar si les caes bien o mal. Al final la familia no se puede cambiar, ¿cierto?
—Cierto—murmura soltando un suspiro, sabía que era verdad e incluso se sentía mal cuando tenía aquellos pensamientos, pero como le gustaría cambiar de familia, tener una que la amara sin importar qué—, es bueno crecer en un lugar como este. Es hermoso...
La tristeza podía notarse en su voz, y él no entendía porque. Vamos, los originales no solamente eran conocidos por ser despiadados sino por el hecho de que todo lo que hacían era para proteger a su sangre, no daban un movimiento en falso si sabían que eso iba a lastimar a un integrante de la familia, entonces... ¿por qué con ella era diferente?
—¿Por qué te llevas tan mal con ellos? Digo, Hope los adora, pero parece que tú no.
—Hope y yo somos muy diferentes—menciona chasqueando la lengua para después soltar una risa—, Hope es... ya sabes, poderosa, hermosa e inteligente, fue la esperanza de mi padre en su momento más oscuro, sin embargo, yo solamente fui la gemela inesperada. La sorpresa que nadie quería, solo un problema más a su lista. Y no puedo culparla por ser la hija favorita, ¿ya la viste? Ella es hermosa, poderosa, ama el arte como papá y desea ser alfa como nuestra madre. Yo tengo que fingir que amo ciertas cosas para encajar con ellos y ella no—confiesa tomando un suspiro—, solo a veces desearía tomar su lugar, aunque fuera unos minutos para saber que se siente que te amen.
La nostalgia era notoria en su voz y su mirada demostraba el deseo de querer ser querida de la misma manera que lo era su gemela.
—Pues no deberías hacerlo—dice mirándola—. Te deben querer por quién eres, como yo lo hago. A mi me agrada quien eres, tal cual y estoy seguro de que nunca en la vida cambiaría algo de ti, aunque solo tus chistes sin duda son malísimos.
Ella simplemente guardo silencio, mirándolo fijamente, lo que provocó que comenzara a preocuparse, porque Aitana no era de las personas que solía guardar silencio; —¿Qué pasa? —la cuestiona—, ¿dije algo malo? Si es por lo de chistes, que quede claro que no me voy a....
No lo dejó continuar, puesto que se había colocado de puntillas y pegado sus labios a los suyos. Por un momento se quedo quieto, sin saber que hacer o como actuar, pero reaccionó cuando se dio cuenta de que la joven de cabello oscuro estaba apunto de alejarse, entonces la tomo de la cintura y comenzó a seguirle el beso. Sintió sus cálidos labios contra los suyos, sintió su respiración acelerada, su aliento chocando contra el suyo. Lo sintió todo en ese momento.
No sabía porque lo había besado exactamente, simplemente estaba siguiendo su impulso, como era su maldita costumbre, aunque no le desagradaba de ninguna forma. Le gustaba incluso. Terminaron alejándose por la falta de aire y el joven de cabello castaño sonreía levemente mientras acariciaba su mejilla con ternura.
—¿Eso fue?
Se encoge de hombros; —Solo un impulso—contesta tranquilamente, aunque de inmediato se arrepiente ante lo mal que había sonado—, no es que no quisiera hacerlo, yo solo digo que...
—Lo entiendo—la interrumpe divertido.
—Genial, ¿vamos a bailar? —propone aún sabiendo que el joven Ivanova detestaba bailar.
—Por supuesto—responde tomándola de la mano y llevándola hasta el centro del bosque para después colocar sus manos en su cintura y que la joven de cabello oscuro rodeara su cuello. Hablaron por unos minutos y ella no pudo dejar de mirarlo, nunca nadie antes había pensado que ella era divertida, pero él se reía, echando la cabeza hacía atrás, como si lo fuera.
No conocía nada sobre el amor, además de lo doloroso que era, de lo destructivo y ardoroso que solía ser. Pero ese treinta y uno de octubre por la noche, lo vió comenzar de nuevo. Empezaron a bailar mientras sus miradas conectaban y se sonreían mutuamente de boca cerrada. La sincronización y conexión de aquel momento fue totalmente impresionante para ambos. Ambos estaban bailando en su burbuja, como si nadie más importara, solo ellos mismos. Ese día la manada fue testigo del amor de ambos jóvenes porque, aunque no se lo hubieran dicho mutuamente, ellos se querían.
Los dos se miraban con una sonrisa diciendo todo atraves de sus ojos, porque los ojos son el reflejo del alma, ¿no?
—Darling, i will be loving, you till we're seventy and baby my heart could still feel as hard at twenty three and i thinking about how people fall in love in mysterious ways—canta el joven en voz baja mientras recargaba su frente con la de ella sin dejar de bailar.
Aquel momento fue mágico para ambos y ninguno lo olvidaría, nunca. Jamás. Se mantendría fresco en su memoria hasta que fueran viejos.
La imagen comenzó a desvanecerse lentamente hasta que simplemente fueron expulsados del recuerdo cómo antes. No dijeron nada, simplemente se miraban entre ellos en silencio, sabiendo que habían perdido demasiado tiempo queriendo protegerla, cuando debían amarla, su hija era una híbrida y ellos nunca lo supieron. No sé dieron el tiempo para guiarla en un mundo cruel, debieron hacer las cosas diferentes, pero ya era demasiado tarde para ello, ¿cierto? Si, lo era.
Adoraban a su hija, y le habían fallado.
—Él no me agrada—murmura kol con una mueca mientras fruncía el ceño, en tango Davina colocaba los ojos en blanco al escucharlo y él al verla la miro indignado—. ¡Oye! Tengo mis razones, eh.
—¿Ah, sí? ¿Y cuáles son, señor Mikaelson?
—Es demasiado bueno, te lo digo yo, los chavitos que se hacen pasar por buenos, son los peores. Le va romper el corazón a mi nena—asegura dando un asentimiento con la cabeza ligeramente—, pero no me creas sino quieres. Yo sé que tengo absoluta razón. Ese perro con pulgas, va a lastimarla.
Y vaya que no sé equivocaba.
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