2. matilda
Única Parte.
II. Matilda !
recuerdo, 𝟎𝟐: ???
Otro día más que se despertaba por causa del sol mismo que se colaba en forma de finos rayos a través de la ventana que estaba justo junto a su cama. Una mueca se formo en sus labios ante la molestia que le generaban los rayos de sol golpeando contra su rostro y sin más alternativa tuvo que cubrirlo con sus pequeños manos al mismo que tiempo que incorporaba sobre la cama.
Su cabello castaño lucía más claro de lo habitual con el sol, y sus ojos verdes oscuros eran remplazados por un verde más claro a causa del mismo sol. Como cada mañana elevó su mirada para poder observar el entorno de la habitación, entonces tuvo que detenerla del otro lado de la habitación porque, aunque preferiría no mirar en aquella dirección le resultaba imposible no hacerlo, contemplaba fijamente el lado donde su hermana mayor «por algunos minutos» se encontraba durmiendo plácidamente como era costumbre entre la pequeña familia de tres integrantes.
Tal vez la razón por la que no notaba las leves diferencias que existían entre su hermana y ella era porque aún era una pequeña, pero para cualquier otra persona estás diferencias eran muy notorias y es que mientras Hope estaba en la esquina con una cama rosada, muebles nuevos, y decorado con las cosas que le gustaban, Aitana tenía que estar pegada a la ventana sin importar si el sol la molestaba o no, en tanto sus muebles tampoco eran tan buenos como los de su hermana, eran más bien viejos y estaban desgastados, pero ella se conformaba porque asumía que su madre no tenía tanto dinero como para comprarle algo mejor, prefería no pedir y evitarse regaños futuros, aunque si ella lo pidiera no habría ningún problema, pero la infante no era consciente de tal cosa.
Dejo escapar un suspiro cansado mientras tallaba sus ojos para poder acostumbrarse a la luz natural que entraba al interior de su habitación. Se acercó a la orilla de la cama para bajar de esta misma colocándose sus pantuflas negras evitando tener contacto con el frío suelo, una vez estuvo de pie se aproximó hasta la puerta e hizo una pequeña mueca cuando esta misma rechino contra el suelo, no quería despertar a su hermana así que con sumo cuidado abandonó su alcoba entrecerrando la puerta de esta.
Comenzó a caminar por el largo pasillo, solía tenerle miedo a este cuando era de noche y es que Hope solía asustarla en ocasiones en modo de broma, aunque por unos minutos su corazón se aceleraba al no saber que se trataba de su hermana mayor al final terminaba riendo mientras perseguía a la pelirroja que huía para esconderse detrás de su amada madre quién terminaba jugando con ellas por un rato antes de llevarlas a la cama para que descansaran.
Tenía la esperanza de encontrar a su madre, sin embargo, la curiosidad que comenzó a crecer en su interior hizo que se detuviera de golpe frente a una vieja habitación de la casa, estaba confundida dado que por lo general su madre les tenía prohibido andar merodeando por ahí. En el interior de la alcoba se encontraba un hombre rubio quién estaba sentado en una silla de madre frente a un escritorio observando una fotografía que su madre guardaba como un recuerdo preciado.
No fue tan difícil reconocer la foto dado que recordaba perfectamente aquel momento en que fue tomada, ella y su hermana tenían cinco años de edad cuando convencieron a su progenitora de que las llevara a un parque de diversiones mismo que solían pasar por la televisión todas las tardes, solía llamar la atención de las mellizas y tuvieron que rogarle a su madre como por una semana para que las tomara en cuenta. Y no se trataba de que no quisiera llevarlas, ella daría todo por tener días normales junto a sus hijas, sin embargo, el miedo de algún ser sobrenatural pudiera reconocerlas estaba presente, así que sin más esperanzas dejaron de insistir.
Pero un día mientras jugaban con su abuela Mary en el jardín trasero, su progenitora llegó de sorpresa a casa y es que había ocasiones en las que Hayley tenía que viajar por razones que ellas desconocían lo único que podían saber era que su madre estaba tratando de recuperar a su familia, aunque ese día no había tenido mucha suerte pudieron entenderlo y la felicidad se extendió cuando su madre con una sonrisa les comentó que irían a un parque de diversiones cerca de su hogar para disfrutar de la noche, sus hijas estuvieron brincando por un buen rato y mientras disfrutaban de los diferentes juegos y comida intentaron capturar el momento, sin embargo, fue un poco imposible aquella misión dado que solo eran tres y no había quién les tomará la foto hasta que una pareja de ancianos se ofreció a ayudarlas y gracias a ello habían obtenido esa foto.
Jamás olvidaría ese día.
Ladeó de su cabeza hacía la derecha para asomarse un poco y no pudo evitar que una sonrisa se formara en sus labios al reconocer la figura de aquel hombre rubio que aún miraba la fotografía enmarcada. Decir que estaba emocionada le quedaba corto, ella sentía una ola de emociones encima, ¿y cómo no? Si el principe de los cuentos que su madre solía contarle estaba a unos metros de ella, lo habían estado esperando con tanto anhelo que era imposible creer que en verdad existía.
Pese a nunca lo habían conocido más allá de las historias de su madre, ella sentía una gran admiración por Klaus Mikaelson, una admiración tan grande que llegaba asustar a su progenitora, soñaba con llegar a ser como él en algún punto de su vida, poder tener la fuerza necesaria para luchar y proteger a su familia como él lo hacía, quería pintar como él, pero sobretodo soñaba con llegar a ser el mayor orgullo del hombre que era su padre.
El hibridó elevó la mirada conectándola con la infante quién al ver que sus miradas se cruzaron termino agrandando sus ojos con algo de sorpresa, entreabriendo la boca para poder tomar aire mientras su corazón se aceleraba a causa de los nervios, el rubio temía porque su hija sufriera un pequeño ataque dado que al escuchar los rápidos latidos que provocaban sus nervios podía decir que su corazón escaparía del pecho de su hija.
Relamió sus labios al verla, y es que no podía creer que ella estuviera ahí, escondida tras una pared contemplándolo con asombro, empero también con mucha admiración, mucha más de la que a él le gustaría admitir. El hibrido le ofreció una sonrisa leve ladeando al mismo tiempo su cabeza, su pequeña bebe estaba ahí, esa niña que había amado desde el primer segundo en el que la había mirado, sin embargo, todo rastro de felicidad termino por desaparecer cuando la infante salió corriendo en dirección a su habitación.
Con la respiración agitada ingresó al interior de su alcoba cerrando la puerta detrás de ella sobresaltándose en el proceso dado que había usado mucha fuerza y había terminado dando un portazo, llevo una de sus manos hasta su pecho el cual subía y bajaba con rapidez a causa de su escape. Minutos más tarde se dirigió al cuarto de baño después de asegurarse que su hermana mayor continuaba durmiendo.
Tiempo atrás había notado que le gustaba hacer las cosas por si misma, le provocaba cierta satisfacción saber que podía hacer cosas por si sola, sin embargo, en muchas ocasiones creció algún tipo de deseo dentro de ella y es que en lo más profundo de su ser deseaba que su madre la ayudará tanto como lo hacía con Hope. Ella no sabía el momento exacto en el que su madre se había distanciado de ella, pero lo había hecho y le dolía.
La hibrida había dejado de cepillar su cabello por las mañanas y por las noches, solo lo hacía con Hope, ya no la ayudaba a vestirse ni a escoger su ropa y ya no solía pasar tanto tiempo con ella como solía hacerlo antes, claro que tenían sus momentos como toda madre e hija, sin embargo, no eran tan recurrentes como los tenía con Hope, pero siempre intentaba no pensar demasiado en ello.
Una vez termino de darse su ducha matutina, se coloco un vestido de color blanco tan blanco como la nieve antes de abandonar el cuarto de baño, paso saliva con cierto nerviosismo cuando sus ojos encontraron la figura de su madre junto a Hope, mientras la pelirroja terminaba su desayuno y su progenitora cepillaba su cabello rojo, dejo escapar un pequeño bufido llamando la atención de ambas y fue su madre quien la observó con una leve sonrisa.
—Tu desayuno está sobre la mesa—anunció la mujer con notable emoción y ella ya sabía a que se debía por lo que le regaló una sonrisa como respuesta—. Les tengo una sorpresa—hablo nuevamente al ver que sus hijas habían decidido comer en silencio y fue Hope quién preguntó de que se trataba—, hay unas personas que están esperando por ustedes afuera de esta habitación.
—¿Quiénes son? —cuestiona la pelirroja al ver que su hermana no había emitido palabra alguna, y mientras le daba un sorbo a su vaso de leche elevó su mirada para mirar a la hibrida con cierta confusión.
Hayley no pudo evitar sonreír ante la pregunta y tuvo que suspirar para responder, la emoción no le dejaba hablar bien, sin embargo, tenía que comportarse frente a sus hijas; —Es su familia—contesta con cautela y observó a sus dos pequeñas niñas quiénes se habían quedado quietas en su lugar, ¿su familia? ¿Sería verdad o solo estaban soñando? Porque si lo estaban preferían no despertar jamás—. ¿Están emocionadas? —interrogó la mujer ante la falta de comunicación.
—Más bien nerviosa—responde Hope dejando el tenedor sobre su plato, no sabía más que decidir, su mente no le daba para formar una oración más larga—. ¿Qué pasa si no les agradó, mami? —preguntó con temor.
—Oh, cariño, no tienes que preocuparte por eso—murmura la mujer dejando un beso sobre la mejilla de su primogénita—. Tienes que estar tranquila, te aseguro que todo estará bien. Ellos van a amarlas—dice. Su voz era cálida, tranquilizadora, suave... tan propio de su madre.
Una sonrisa se formo en los labios de la pelirroja al escuchar las palabras de su progenitora, le creía ciegamente a su madre, sin embargo, Aitana continuaba comiendo con algo de duda. Unos minutos más tarde decidió alejarse de ellas para ir al cuarto de baño y darse una ducha después de que su madre se lo pidiera amablemente.
—¿Estás nerviosa, Lina? —inquiere su madre acercándose a ella dado que había sido la única en no decir alguna palabra y solo observaba la ventana en silencio. Ella prefirió negar ligeramente dejando el vaso de jugo de naranja sobre la mesita de noche—. Entonces, ¿qué sucede, cariño?
Se debatía internamente en si era buena idea comentarle a su madre sus dudas, sin embargo, también sabía que no podía ocultarle la verdad. Hayley la conocía y sabía cuando mentía; —Tengo algo de miedo—confiesa con la mirada sobre sus manos las cuales daban pequeños golpecitos sobre su pierna nerviosamente—. ¿Qué pasa si no me quieren por ser humana, mamá?
—Eso no pasará, es imposible que no les agrades tan solo por ser humana—murmura después de tomar un suspiro—. Ellos te aman y mucho, cariño—asegura con una leve sonrisa en los labios, no sabía si sus palabras eran del todo ciertas, pero no tenía el corazón para decirle eso a su hija—. Y yo te amo, eres mi corazón, así que tranquilízate. Estoy segura de que te amarán casi como yo.
Su hija le correspondió la sonrisa que la mujer le regalaba antes de pedirle que la ayudara a peinarse y es que quería verse presentable para su familia dado que su abuela Mary solía llamarla «greñas sueltas» por el simple hecho de que no le gustaba peinarse, dejaba que su cabello castaño fuera libre.
De cierto modo las palabras que su madre le había dicho la habían hecho sentir segura hasta el punto de olvidarse de sus dudas. Esa mañana Hayley le demostró que no estaba sola dado que la tenía a ella, pero la perdió tan rápido que no pudo hacer nada para evitarlo.
Estaba visiblemente nerviosa y un poco emocionada, sin embargo, sabía que tenía a su madre junto a ella así que eso llegaba a tranquilizarla un poco, por no decir que mucho. Las mellizas Marshall tomaban la mano de su madre mientras caminaban hasta la puerta principal para salir al jardín donde suponían que se encontraba su familia listos para conocerlas y ellas también lo estaban.
—Miren quiénes despertaron—habla Hayley después de salir al exterior mientras sonreía de lado mirando a los integrantes de la familia original.
Eran exactamente cinco personas las que estaban en el pórtico peleando verbalmente, sin embargo, en cuanto la voz de la hibrida llegó hasta sus oídos decidieron ponerle fin a la pelea irguiéndose en su lugar para darse la vuelta y mirarlas con cierta sorpresa. Había dos mujeres rubias mismas que estaban mirándolas con una pequeña sonrisa en los labios mientras que los demás no podían evitar la sorpresa que los llenaba.
Pero había uno de esos hombres que las miraba diferente, algo en los ojos verdes de aquel hombre era distinto, era más especial, había un amor más grande en sus ojos y el brillo que los adornaba era inexplicable. Sin embargo, Aitana no paso por alto que el hombre solo se dedicaba a mirar a su hermana mayor, era como si a ella no la hubiera notado en lo absoluto, aunque él si la había notado.
Una delgada y fina linea se formó en los labios de Hope antes de que mirara a su hermana menor para soltar un pequeño suspiro: —Hola—saludo y todos pudieron reconocer el pequeño temblor de su voz—. Mamá, ¿puedo ir a jugar al jardín? —pregunta alzando la mirada para mirar a su madre quien asintió ligeramente antes de que la pelirroja se alejara de inmediato.
Klaus giro sobre sus talones siguiendo con la mirada a su primogénita quien corría por el jardín hasta llegar a una pequeña mesa de madera a unos metros de la propiedad. Aitana no pudo evitar hacer una mueca jugando con sus manos, no sabía que hacer o decir, sentía que estaba fuera de lugar, se sintió diferente al resto.
—Ella es Aitana—la presentó Hayley colocando una de sus manos en la espalda de su hija para darle un leve empujoncito haciendo que ella diera un paso adelante con una sonrisa tensa.
Fue entonces cuando pudieron detallarla mejor, su cabello castaño era largo, su piel blanca la hacía lucir como una pequeña muñeca de porcelana y era imposible no detallar el verde de sus ojos, eran maravillosamente hipnóticos. Aitana era una criatura hermosa.
—Hola—saludo en voz baja y con cierto temblor en ella, odiaba sentirse nerviosa, sin embargo, era algo que no podía evitar. Estaba conociendo a su familia, no había mejor cosa que eso—. Un gusto en conocerlos—murmura alzando la mirada con una sonrisa en sus labios.
La mayoría le correspondió la sonrisa, sin embargo, hubo una excepción. Se trataba del hombre que se suponía era su padre, pero ¿cómo podría serlo? Él ni siquiera se había molestado en girar a verla, no había hecho ni el más mínimo intento, solo miraba la dirección en la que se había ido su primogénita. Una pequeña opresión se hizo presente en su pecho y tuvo que tragar saliva guardándose sus palabras.
Kol Mikaelson fue el primero en acercarse a ella con emoción al ver la mirada que su sobrina le dedicaba a su padre y es que él conocía muy bien esa mirada, era la misma que Klaus tenía cuando veía a Mikael. La tomo entre sus brazos agrandando su sonrisa y sorprendiendo a la mayoría, no esperaban que fuera a tener alguna interacción con sus sobrinas, sin embargo, las cosas habían resultado diferentes.
Comenzó a parlotear dando grandes zancadas para ingresar al interior de la vivienda con la excusa de conocer más a su sobrina en tanto Rebekah los seguía sin dudarlo alegando que ella también quería ser parte de la conversación, pero Kol se negaba a dejarla participar por lo que la rubia terminó quejándose con su hermano el honorable ocasionando una pequeña discusión entre ella y Kol mientras la infante se reía levemente y con la mirada le pedía ayuda a su tío Elijah.
Sabía que aquello solo era el principio del fin, dado que ese había sido el primero de muchos rechazos que recibió por parte de su padre, sin embargo, por un instante creyó que tendría a su tío Kol para protegerla como lo había hecho ese día, pero a la mañana siguiente supo que todo había sido una fantasía para ella porque él se había marchado al anochecer junto a su hermana Rebekah, sin darle la oportunidad de despedirse, dejándola absolutamente sola. Él se marchó dejando un extraño sentimiento en ella que nunca comprendió del todo.
El recuerdo de la joven Mikaelson comenzó a desvanecerse lentamente dejando ver pequeños momentos de Hayley y Klaus donde la primera defendía a su hija por el rechazó que este le había dado a su hija, pero todos lo ignoraron al estar nuevamente en el pasillo lleno de puertas blancas con un silencio absoluto.
Ciertamente la hibrida no recordaba el momento exacto en donde se distanció de su hija menor, no era capaz de recodar en que punto de su vida había tomado la decisión de alejarse de ella. No era consciente de cuando su dulce bebé se había vuelto una gran mujer, «¿cuando creció tanto?» se preguntaba mentalmente, «¿cuando la descuide tanto?» las dudas continuaban martillando su cabeza, no recordaba cuando había puesto una distancia entre ellas, sin embargo, de acuerdo a los recuerdos lo había hecho y eso lastimaba su alma.
Por otro lado, Klaus si que recordaba el momento y es que nunca había sido cercano a su hija. Cuando tenía unos meses de nacida la infante solo quería estar con él y cuando no lo estaba se la pasaba llorando todo el día hasta que tuvo que dejarlas para entregarse a Marcel, no tenía dudas, él amaba a su hija desde siempre, pero en el momento en que la observó por primera vez después de cinco largos años, el miedo invadió su cuerpo entero, Aitana era una humana lo que la convertía en un blanco fácil para sus enemigos, por ello, aquel día él se obligo a ignorarla y terminó admirándola desde lejos. No era lo ideal, pero él estaba convencido de que hacía lo correcto.
En tanto la bruja Claire miraba a su cónyuge con curiosidad y confusión. Quería comprender el porqué se había marchado de su hogar dejando a su sobrina sola puesto que era un poco confuso para ella dado que Kol siempre hablaba de ella con un brillo en la mirada, siempre alardeaba de lo mucho que deseaba llevarla a vivir con él, sin embargo, lo único que encontraba en ese momento en sus ojos era un rastro de culpabilidad.
—¿Por qué...? —tuvo la intención de preguntar en voz baja, aunque era consciente de que los demás estaban escuchándola, empero su esposo interrumpió su cuestionamiento.
—No podía quedarme—negaba ligeramente casi luciendo avergonzado de sus propias acciones—, no sabiendo que por la culpa de ellos tú habías muerto. Yo solo quería alejarme... quería estar bien, eso era todo—murmuraba con la mirada en suelo—. Debí llevarla conmigo ese día, debí hacerlo porque sabía como se sentía, yo lo vi en su mirada aquel día, pero todo lo que hice fue alejarme de ella y me fui sin despedirme—susurró, la tristeza denotaba de su voz y el arrepentimiento estaba escrito en su rostro, sus hombros estaban caídos y se encontraba en una postura encorvada, lucía derrotado o tal vez cansado—. Supongo que no soy mejor que mi hermano, tal vez incluso soy peor por dejarla sola cuando no lo merecía.
Se arrepentía de no haberla a llevado con él en ese preciso momento, tal vez si lo hubiera hecho no tendrían porque estar ahí, además debió despedirse de ella esa noche porque se lo merecía, pero también sabía lo difícil que hubiera sido si lo hacía. Davina le sonrió levemente con comprensión y entrelazo sus manos para hacerle saber que estaba ahí para él, no podía decir nada más dado que sentía pena por la menor.
La bruja Claire sabía que que incluso si Aitana odiaba su familia también tenía cierta admiración por ellos, y es que ella siempre lo hizo, siempre admiro a su familia, pero ellos no lo merecían y nunca lo harían.
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