Capítulo uno.
La belleza no todos pueden admirarla si la ven desde distintos aspectos.
¿Cómo podrías admirar una bella vertiente si solo ves la forma de cruzar al otro lado, sin detenerte a admirar la magnífica forma en que el agua sigue un camino misterioso?
¿Cómo podrías ver la belleza de un fruto si solo estás desesperado por comerlo, ignorando todo el esfuerzo que la planta ha puesto para que llegara a ti?
El cielo es hermoso, pero todos ven el amanecer y el atardecer, dejando que el camino que pasa entre ellos quede en el olvido o sea completamente ignorado, aun cuando está ahí. Solo te quedas a esperar que lo más llamativo llegue a ti. La lluvia demuestra el esfuerzo, la tristeza de que un trabajo tan increíble sea menospreciado.
La humanidad es algo poco convencional, tan versátil e impredecible. Al principio de los tiempos se dejaron llevar únicamente por sus instintos. Los años avanzaron y, a pesar de que creían haber evolucionado, seguían siendo presa de estos bajos instintos: viendo por sí mismos, siendo egoístas, dejándose llevar por la belleza de lo brillante que intercambiaban entre ellos, dándole un valor vacío a ese brillo. Causaban guerras donde inocentes morían y sufrían las pérdidas más grandes, cometían actos horribles donde el consentimiento no era mínimamente importante, creaban promesas vacías que en poco tiempo romperían y dejarían caos a su paso. Y lo peor, todo era como un reloj de arena que, apenas terminaba, se giraba y volvía a comenzar, una y otra vez.
Era algo tan triste a los ojos del chico de dorados cabellos que leía ese pequeño libro en una esquina de la gran biblioteca. Con sus rodillas flexionadas y sus mejillas levemente abultadas, su ceño estaba fruncido ante las oraciones tan viles.
— Taehyung.
Al escuchar su nombre, de inmediato levantó su rostro, encontrándose con su hermano mayor, quien lo veía con una ceja alzada.
— Hola... —saludó con una pequeña sonrisa mientras se encogía más en su sitio. Sabía que un posible regaño se acercaba.
— Taehyung —Seokjin suspiró, yendo hacia su hermano menor, quien ya había estirado sus brazos en una petición de ayuda para levantarse. Seokjin lo ayudó de inmediato— le habías prometido a la abuela Yi que llegarías temprano para acomodar las mesas.
Taehyung abrió los ojos y la boca ante la sorpresa. ¡¿Cuánto tiempo llevaba en la biblioteca?! Seokjin sonrió y comenzó a caminar junto a su hermano menor, mientras acariciaba su cabello.
— ¿Qué leías esta vez? ¿A qué universo fuiste?
— No viajé fuera de este mundo —informó, bajando las escaleras frente al mayor— leí sobre cómo unas personas celebran algo llamado Navidad, en donde están frente a un árbol decorado con muchos colores y luces, además de todos sentarse misteriosamente ordenados alrededor de una mesa mientras comen diferentes alimentos. ¿Sabías que...?
El de cabellos dorados tuvo que dejar de hablar cuando la rama del árbol junto a él se posó frente a su pecho, deteniendo su caminata. Giró, viendo cómo Seokjin apartaba su mano del árbol. Taehyung sonrió hacia el hermoso tronco y luego vio, un poco nervioso, al mayor de cabello dorado brillante.
— Taehyung, te lo he pedido, sabes que los libros sobre la humanidad...
— Ellos han tenido libre albedrío y han cometido un error tras otro —comenzó a decir Taehyung, bajando nuevamente las escaleras— sé que no te agradan, pero... no todos pueden ser malos. ¿Cómo toda una civilización podría estar sucumbida a los deseos mundanos tan viles y crueles?
Una vez ambos bajaron del gran árbol, lo acariciaron con amabilidad, para luego salir completamente de la gran biblioteca, la cual estaba entre cuatro grandes árboles que crearon con amabilidad distintos pisos y estantes para que las personas pudieran colocar en ellos sus sueños, deseos, miedos y risas. Todo lo que los libros podrían ofrecerles. Taehyung era un omega muy curioso y, además, acostumbraba a ir con ellos para hablar sobre sus ideas, secretos y deseos. Los árboles siempre les habían dado refugio al de cabellos dorados con pequeños mechones cafés claros.
Ambos comenzaron a caminar por el gran sendero, el cual estaba adornado con diferentes flores, y sus alrededores cubiertos por un pastizal fresco y bien cuidado.
— Tienes unas ideas demasiado embellecidas de la humanidad —dijo Seokjin, disfrutando la brisa que el viento les regalaba al caminar— me gusta que tengas una mente abierta, pero... Tae, les he enseñado que no está bien creer que todo el mundo es bueno, a pesar de que en nuestro hermoso reino de Dal, la paz, el respeto y el amor sean algo con lo que siempre hemos vivido, no podemos ser confiados.
El reino de Dal, un reino próspero que desde el inicio jamás ha visto escasez de pobreza o de alimentos. Todos sus habitantes, lobos puros, quienes vivían de la solidaridad y el respeto, todos tenían su lugar, trabajaban en conjunto y convivían en armonía porque tenían la suficiente visión para ver y apreciar lo correcto de lo incorrecto. Su reino era próspero en vegetación, en naturaleza, y se les brindaban paisajes que solo en las mentes más inocentes podían lograr ver. Era gobernado por tres príncipes, quienes eran protegidos y escuchados. El reino de Dal era un reino apartado del mundo, apartado de la barbaridad del hombre, de los ojos y oídos sucios que contaminaban gran parte de la creación.
— Jamás los hemos visto, jamás hemos convivido con ellos. ¿Y si cambiaron? ¿O si necesitan ayuda? —cuestionó Taehyung, girando sobre sus pies para poder juntar su vista con la del mayor— hay libros en donde relatan guerras de hace muchos años, en donde hubo muchas pérdidas, en donde se quedaron sin comida ni agua, en donde el fuego reinó por todas partes sin control.
Un alma tan pura y valiente. Taehyung siempre ha sido alguien demasiado empático sin llegar a ser inocente o fácil de engañar. Siempre ha pensado en los demás, y desde pequeño se vio con la curiosidad de saber más sobre el mundo externo. No lo engañaba, a pesar de saber lo peligroso y corrompido que estaba el mundo del hombre, Taehyung tenía la esperanza de saber más sobre ellos de una forma en que aún la paz pudiera ser mantenida. Seokjin sabía que eso no podría ser posible.
— Taehyung —habló un poco más serio, su tono un claro llamado a que se detuviera. Taehyung apretó los labios y volvió a girar hacia él— jamás dejaré de sentir calidez por tus pensamientos tan nobles, pero debes tomar la responsabilidad de la realidad. El mundo del hombre es cruel, y si ellos llegaran aquí, arrasarían con este lugar sin pensarlo, lucharían contra los alfas y a los omegas... —el mundo exterior era cruel, era tan cruel que para un reino tan puro y noble era casi impensable hablar sobre sus pecados— no olvides que lo más importante es proteger a nuestro reino.
— Jamás dejaría que algo les ocurriera —respondió Taehyung, sintiéndose levemente decepcionado— nuestro reino es un legado próspero y sano, sé que debemos tener un límite para nuestros deseos y pensamientos por nuestro propio bien, pero...
Seokjin suspiró, llevando su mano a la mejilla contraria, acariciándola levemente. Taehyung cerró los ojos ante el toque.
— Si hay un "pero" en tu oración, quiere decir que las dudas siguen en ella —susurró, separándose para poder seguir caminando— no los puedo culpar por sentir curiosidad, les he contado sobre ese mundo porque deben estar enterados de él, del peligro que hay en él, pero también soy consciente de que lo nuevo y diferente alimenta la curiosidad...
Seokjin era sabio, era decidido y muy consciente de su alrededor. Sus hermanos y su reino lo admiraban. Era alguien servicial, un ejemplo muy bueno de la empatía y la bondad. Siempre ha sido un buen guía para sus hermanos, enseñándoles él mismo sobre la vida dentro y fuera de su reino, dándoles más enseñanzas de las que podrían aprender solo por el buen camino.
No los mantenía en la ignorancia, no los mantenía en un mundo lleno de sinceridad y justicia. Su reino era maravilloso, había justicia y vivían en la pureza y el honor verdadero, pero lamentablemente el mundo exterior no era así. Era cruel y estaba corrompido por la idea equivocada del ser humano al creer que todos podían juzgar creyendo poseer la verdad. Eso desató el caos desde los inicios.
— Le pedí a Jimin que fuera a recolectar unas pocas fresas para ti —le informó, queriendo aliviar un poco la carga emocional que posiblemente su hermano comenzaba a tener— ya las debería de tener listas, le pediré que te encuentre en la panadería de la abuela Yi, no llegues tarde, por favor.
Taehyung asintió, correspondiendo la sonrisa de su hermano mayor— ahí estaré.
Después de una corta despedida, Seokjin vio cómo Taehyung se alejaba, terminando por suspirar. Su hermano, un chico fuerte, misteriosamente increíble en combate, con un corazón tan noble que Seokjin temía que Taehyung fuera demasiado para este mundo cruel. Su reino era poderoso, pero era una tentación para un ojo común y lleno de avaricia.
Con cuidado, se sentó en el pequeño tronco que un árbol gentilmente levantó para él. El de cabellos dorados lo acarició en un leve agradecimiento, para luego voltear hacia el cielo, en donde la luna se mantenía en lo alto de forma clara, cuidándolos desde un paisaje aún más hermoso e inalcanzable.
— ¿Crees que está bien dejarle pensar demasiado? —cuestionó, cerrando los ojos cuando sintió cómo la brisa chocaba levemente con su rostro— su mente es tan maravillosa, pero peligrosamente sin límites... me da tanto miedo que sus curiosidades lo lleven a cruzar el camino equivocado.
Por más que quisiera negarlo, el mundo del hombre estaba acaparando todo, consumiendo todo, y a pesar de que su reino estaba mágicamente protegido por los cielos, tenía tanto miedo de que la leyenda de su amado pueblo siguiera viva y llegara a esos bárbaros. No podrían llegar, pero temía no poder traer a alguien de vuelta si la curiosidad era más fuerte.
— Protege a mi Taehyung, sé que las reacciones y escenarios son impredecibles e inevitables, por favor, acompáñalo en todo su camino... —suplicó en un susurro, observando a la amiga que los ha acompañado por tanto— en el mundo real, él que vive de ilusiones, muere de decepciones... no quiero eso para él.
El viento le regaló aire en el cual resguardarse por unos segundos, la madera del fuerte árbol le dio estabilidad y la presencia de la luna le ofreció consuelo. Sus hermanos eran su mundo entero, pero como príncipe y principal gobernante debía proteger a su pueblo, y la seguridad que este le brindaba jamás podría ser suficiente. Él siempre estaría alerta, y entrenaría más duro que cualquiera para estar listo ante cualquier escenario en donde deba proteger lo más preciado.
El viento seguía su camino por todo el mundo, siendo seguido por las aves, iluminado por el sol y acompañado por la luna. Pasaba acariciando los árboles, saludándoles brevemente mientras su camino no se detenía jamás. En estos momentos, en los que las estrellas brillaban con intensidad y se dedicaban a escuchar los deseos y anhelos de las personas, el viento se encontró cara a cara con grandes montañas nevadas, las cuales lo recibieron con pequeños copos de nieve que el viento felizmente se llevó con él para el camino.
Este mismo fue largo, pero fríamente acogedor. A lo lejos, donde la luz de un gran pueblo iluminaba gran parte del bosque, y donde lo más impresionante y brillante venía del gran castillo de colores oscuros y dorados, el viento se encontró con una pequeña entrada, una que lo guió junto a los pequeños copos de nieve dentro de una gran habitación, la cual era oscura, decorada con madera refinada.
En el centro de esta, yacía una gran cama con un respaldo digno de cualquier bolsillo lleno. Pero no se percibían rastros de avaricia ni mucho menos un ego elevado por la refinada y sofisticada cama en la que yacía el hombre que estaba sobre esta, por lo cual, el viento decidió ayudarlo un poco con el camino que pronto debería tomar.
Con gentileza, soltó los pequeños copos de nieve, dejándolos caer lentamente mientras él volvía a seguir su camino infinito.
Cuando el copo de nieve cayó traviesamente sobre la nariz del hombre sobre la cama, este abrió los ojos inmediatamente, llevando sus dedos hasta la punta de su nariz, sintiéndola algo fría. Frunció el ceño ante la interrupción de su sueño y quitó las mantas de su cuerpo, sentándose sobre la gran cama. Su vista fue guiada casi de inmediato hacia el balcón del gran cuarto.
Poniendo su peso sobre sus manos y brazos, se impulsó hacia la orilla de la cama, permitiendo que la sábana se deslizara por su cuerpo, dejando a la luz de la noche la posibilidad de ver su piel tan blanca como la nieve de las mismas montañas, tan fuerte como estas y manteniendo un porte seguro y dominante.
El de cabellos tan negros como la noche se acercó al balcón, suspirando de forma lenta, disfrutando el frío que golpeaba su cuerpo, apenas cubierto por un holgado pantalón de finas pieles.
— Cuando por fin logro dormir, algo debe interrumpirme... —se quejó en voz baja, colocando sus brazos sobre el borde, recargándose en este. Los músculos de sus brazos se hicieron notar de más.
Sus ojos recorrieron la oscuridad de la noche; a lo lejos, se podía apreciar su amado y extenso pueblo, en donde los habitantes podían dormir con tranquilidad sabiendo que había soldados cuidándolos las veinticuatro horas del día. A los otros lados se podían notar los maravillosos bosques que, en esta época del año, eran adornados con la nieve que caía de forma lenta sobre su amado reino.
— ¿Cuáles son tus planes para hoy...? —cuestionó, viendo hacia el cielo, en donde la luna iluminaba de forma misteriosa y espléndida, con un tamaño bastante peculiar, como si quisiera demostrar su presencia para todo el que pudiera verla, incluso en los lugares más ocultos.
Sus ojos volvieron al gran bosque, el cual estaba decorado con la blanca nieve, dejando poco de la hermosa naturaleza a la vista. Sin embargo, algo captó la atención del alfa puro: una luz, una pequeña luz apenas visible a lo lejos, cerca del lago rocoso. En un escenario hermoso, quizás hubiera podido apreciar la curiosa belleza de esta luz, pero el instinto de protección y defensa se activaron de manera automática. El instinto de un rey sin máscara siempre sería proteger a su pueblo.
No se molestó en dar aviso a los guardias, no se molestó en perturbar el sueño de nadie, a pesar de obtener ciertas miradas de los soldados que cumplían con su turno nocturno. Sin decir nada, tomó su espada y corrió con una velocidad impresionante hacia el bosque. A pesar del frío abismal, su piel se mantenía estable y su postura no cambiaba. Incluso, el alfa lograba disfrutar un poco de adrenalina ante el posible peligro desconocido.
Sus ojos brillaron, y su concentración se centró en la luz que cada vez estaba más cerca. Sus pies no se detuvieron, y sus manos sujetaban con firmeza la espada a cada paso que daba hacia la luz misteriosa.
— ¿Qué...?
Al cruzar los arbustos y los árboles que tapaban por completo su visión, logró llegar hasta la orilla del lago. Sus ojos brillaron de forma intensa y su respiración se atascó en su pecho al ser testigo de la luz brillando al otro lado del pequeño lago.
Taehyung estaba caminando por el gran bosque que rodeaba el palacio. Los guardias lo observaron al irse, pero nadie se atrevió a decirle nada. Todos estaban al tanto de que el curioso príncipe tomaba algunas caminatas solitarias, ya fueran nocturnas o diurnas, ¿quién sabe para qué?
Con una sonrisa, caminó hacia el bosque, sonriendo cuando algunas ramas le hacían cosquillas con las hojas o las flores.
—¿Ustedes tampoco pueden dormir? —cuestionó a los árboles y las flores—. La noche es muy hermosa como para perderse en el mundo de los sueños, ¿no es así?
Su voz, tan grave y profunda, hacía que las ramas de los árboles danzaran levemente. Su calidez, su dulce mirada y la forma tan maravillosa en que veía cada gramo de naturaleza lo hacían especial. Su cabello brillaba ante la luz de la luna, destellando pequeños brillos dorados, y sus ojos resplandecían cada vez que se encontraba con esa amiga que se encargaba de iluminar su camino.
Después de unos largos minutos, llegó al lago, un lago al cual solo los príncipes tenían acceso. Era un camino que les había enseñado su amiga, la madre luna, guiándolos a una fuente de agua maravillosa, que siempre conservaba una temperatura agradable y estaba decorada a su alrededor con distintas flores y rocas brillantes, además de vertientes con aguas tan cristalinas que eran merecedoras solo de seres realmente puros.
—Hoy está curiosamente hermoso —dijo, con una dulce sonrisa instalada en su rostro mientras se sentaba en el pasto y guiaba su vista hacia la luna—. Gracias...
La luna titiló levemente, sacándole una pequeña risa al omega. Siempre estaba ahí, los escuchaba, los protegía. Eran amigos y Taehyung se tomaba la libertad de contarle sus más grandes anhelos y secretos. La luna los sabía, estaba al tanto de todas las curiosidades que rondaban la mente del hermoso omega, y estaba encantada de saber que alguien seguía teniendo un corazón noble, a pesar de ser un poco consciente de las atrocidades que el mundo ha cometido.
Los dedos del omega tocaron el agua, y, para su propia gracia, esta comenzó a brillar en un celeste con destellos blancos. Era hermoso. Algunas gotas fueron arrojadas de forma juguetona a su rostro. Taehyung sonrió y se quitó el abrigo, quedando solo con una prenda superior delgada y blanca, además de unos pequeños pantalones del mismo color que llegaban hasta sus muslos. Con cuidado, metió un pie al agua, sintiendo su calidez, para luego meter el otro, sonriendo al sentir el agua en sus piernas hasta parte de sus muslos.
Pequeñas olas comenzaron a formarse, jugando con el omega. Taehyung rio mientras trataba de esquivar las aguas que llegaban a su rostro.
La naturaleza era un regalo, algo maravilloso que tenía su propia alma, con la cual podías hablar de forma sincera, sin preocuparte por ser juzgado o traicionado. Lo que muchos ojos defectuosos veían como simples elementos de supervivencia, en el reino de Dal eran amigos y hermanos, quienes los ayudaban a crecer como personas, a sobrevivir y a aventurarse de forma segura. Taehyung sentía un especial afecto por lo maravilloso que la luna creó.
En su reino, en su amado reino, existía la gratitud sincera, no aquella en la que la gratitud venía con condiciones y era entregada únicamente con intereses personales. Era una gratitud verdadera, donde todos amaban el día a día, donde entendían la importancia de todo en el mundo, donde se respetaba cada vida y donde no se forzaba ningún ciclo.
—¿Crees que Seokjin se haya molestado conmigo...? —cuestionó a la nada.Después de unos segundos, dio un largo suspiro, tomando un pequeño impulso para sumergirse completamente en las aguas cristalinas.
Se sumergió por completo, mojando sus dorados cabellos y disfrutando la calidez que el agua le estaba ofreciendo. Una vez volvió a la superficie, comenzó a jugar como siempre había disfrutado, chapoteando y riendo cuando el agua creaba pequeñas olas o remolinos para hacerlo girar y moverse de forma juguetona.
Pero todo se detuvo de un momento a otro.
El agua se calmó, la brisa comenzó a avanzar lentamente y los árboles estuvieron más quietos que nunca en el momento en el que un poco de nieve voló desde el otro lado del lago. Taehyung vio cómo este se acercaba lentamente hacia él. Sus ojos brillaban al observar el pequeño copo; era precioso ante los ojos del omega.
Era curioso... no estaban en épocas de invierno. ¿El cielo creó esta pequeña maravilla para él? Si así era, lo agradecía completamente, pues antes de que llegara completamente a él, pudo apreciar su forma tan inexplicable.
Finalmente, aterrizó en la punta de su nariz, sacándole pequeñas risas.
—Es curioso... —dijo, llevando la punta de su dedo para acariciar su nariz, justo donde el copo había desaparecido—. ¿Cómo pudo llegar hasta aquí? ¿Cómo...?
Nuevamente, todo se detuvo, y Taehyung podría jurar que, por un segundo, su corazón estuvo incluido.
Las pisadas cercanas llamaron de inmediato su atención, y el movimiento de las hojas era una clara señal de la presencia que ahora yacía frente a él, en el otro extremo del lago. Allí estaba... la figura de un hombre de cabellos tan oscuros como el mismo cielo.
Un alfa.
Pero no cualquier alfa. Taehyung podía ver en sus ojos la pureza misma, podía percibir su aura dominante y podía notar en su porte la clase de alfa que poseía su alma.
Un alfa puro. Un alfa dominante.
Taehyung, de inmediato, salió del agua y se puso de pie, viéndolo con los ojos abiertos, analizándolo, estando alerta ante cualquier movimiento del contrario, pues para el príncipe fue evidente que ese hombre no era parte de su reino. Con su aura y evidente falta de confianza, sería imposible que fuera de Dal.
—¿Quién eres...?
Por su parte, el alfa lo observaba de arriba abajo, tragando saliva ante la vista de las piernas desnudas del omega. Sus ojos de inmediato subieron hacia los contrarios en cuanto este le habló sin ningún tipo de formalidad. Su ceño se frunció ante la falta de respeto del omega.
Dejando sus pensamientos impulsivos de lado y, sobre todo, atrayendo su concentración a la situación en sí y no a la belleza del de cabellos dorados, dio un paso al frente, sosteniendo firmemente su espada.
—¿Qué clase de falta de respeto te atreves a tener? —espetó, sus ojos brillando, listos para cualquier movimiento que el contrario pudiera hacer—. ¿Quién eres y qué haces en mis tierras?
La voz era dura y demandante. Taehyung frunció el ceño, su postura nunca cambió, y en ningún momento se dejó intimidar por el invasor, quien no parecía saber cuál era su posición en ese momento.
—Tu boca habla en base a ceros conocimientos —espetó. Su voz no perdía la firmeza—. ¿Quién eres para hablarme de esta forma?
Jungkook gruñó de forma baja, sus ojos comenzando a brillar en un rojo escarlata tan amenazante que cualquier rival se sentiría intimidado, y, sin importar su jerarquía, comenzaría a pedir perdón de rodillas ante el alfa puro que estaba más que dispuesto a demostrar su posición. Pero el omega de cabellos tan dorados como el sol no estaba dispuesto ni parecía interesado en mostrar ningún tipo de sumisión y respeto.
—Te lo advierto, omega...
—Y yo te lo advierto a ti, alfa —dijo, usando el mismo tono que el contrario utilizó para mencionar su jerarquía—. No me alces la voz, mucho menos cuando eres tú quien está equivocado y, aun así, estoy siendo paciente. Muéstrame el respeto mínimo que deberías tener.
Los ojos del alfa puro brillaban con intensidad. Él, un rey respetado y querido, que jamás había perdido un combate, siempre había infundido respeto, sin importar cómo se obtuviera. Nadie era capaz de interferir ante él, mucho menos alzarle la voz o interrumpirlo, pues todos sabían el destino que les esperaría ante tales actos.
Era el líder de la nación más grande, más poderosa, así que, incluso si el omega no fuera parte de su reino, eso no era una excusa. Aunque, a pesar de todo, le resultaba un poco sospechosa la actitud contraria, ya que, incluso si no supiera quién era él, ¿cómo podría no temerle? Era un alfa puro, un alfa que, en su forma animal, podría ganar un duelo en segundos sin dejarle espacio a su contrincante siquiera para defenderse. Entonces, ¿por qué este omega actuaba con superioridad?
Jungkook tomó un hondo suspiro. No llegaría a ninguna parte si ninguno de los dos bajaba, aunque fuera un poco, la guardia. El omega realmente parecía no saber dónde estaba parado; incluso parecía tener una perspectiva de su entorno completamente diferente a la que realmente era. ¿Estaba loco? ¿O solo estaba fingiendo para obtener algo de él?
Pero, si fuera así, ¿qué era? ¿Simpatía? Jungkook no era un hombre injusto con quien lo mereciera. Jamás había hecho a sus habitantes implorar por comida o abastecimiento digno, pero, así como era alguien justo, también era protector con su gente. Y si había una posible amenaza, por más pequeña que fuera, el alfa siempre estaría preparado para eliminarla.
—No eres parte de este reino —Jungkook señaló lo evidente, levantando su espada y apuntando hacia el omega—. Dime quién eres, qué haces aquí y por qué eres alguien tan desvergonzado.
—¿Desvergonzado? —repitió Taehyung.
Jungkook usó la punta de su espada para señalarlo de pies a cabeza. Su mirada recorrió ese mismo trayecto. Taehyung no sintió ningún tipo de vergüenza, pero sí percibía la mirada contraria de forma demasiado intensa sobre todo su cuerpo.
—Con este clima, ni siquiera en tu forma de lobo podrías soportar el frío —explicó. Su tono no era denigrante, pero sí acusatorio—. ¿Cuál es tu plan? ¿Seducir a alguien para adentrarte al palacio? No sé cuál es tu intención, pero estás cometiendo una falta grave.
Al contrario de lo que el alfa esperaba, el omega sonrió. ¿Le resultaba divertido? El omega dio un paso al frente mientras su mentón se elevaba con suficiencia. ¿Se atrevía a observarlo de esta forma? ¿Como si él fuera superior a un rey? Jungkook sintió un leve cosquilleo en su cuerpo, pues la tensión comenzaba a torturarlo.
El omega, después de observar con tranquilidad al contrario, decidió dejar de crear un escenario innecesario.
—Creo que estás desorientado, por lo que puedo entender tu enojo e instinto de negación —su voz era calmada, viendo al alfa a los ojos, pero, por un segundo, su vista se dirigió a la vestimenta contraria, viéndola llena de nieve... ¿Cómo era eso posible? —. ¿De dónde has venido? ¿Tú has guiado al copo de nieve hasta mí?
La dulce voz del omega hacía que el sentido del alfa se confundiera aún más. ¿De qué estaba hablando? ¿Por qué hablaba de la nieve como si fuera algo lejano?
Entonces lo entendió. O al menos captó por qué las palabras contrarias chocaban con las suyas y creaban confusión en ambos.
Cuando fue consciente de su entorno, Jungkook pudo ver claramente cómo, del otro lado del pequeño lago, los árboles y la vegetación estaban completamente limpios, sin rastros de nieve o pequeños copos. Así como Taehyung pudo notar la nieve del otro lado, adornando los árboles y el pasto. Incluso la mitad del lago parecía levemente congelada.
El príncipe frunció el ceño ante esto y el rey se mantuvo alerta todo el tiempo. ¿Era algún truco extraño para entrar a su reino de forma sigilosa?
—¿Cómo es posible...? —Taehyung dio un paso hacia adelante.
Jungkook se puso alerta y sus ojos inyectados en sangre observaban con cautela al omega. Pero estos mismos se abrieron en asombro en cuanto vio cómo el de cabellos dorados estiraba su mano hacia el aire y, en menos de unos pocos segundos, la nieve que estaba de su lado comenzaba a volar en pequeños copos hacia él.
De forma completamente inesperada, los copos de nieve y la brisa fría comenzaron a rodear al hermoso omega, mostrándole que no eran un producto de su imaginación o algo malvado. Lo estaban saludando.
Taehyung sonrió de forma sincera al sentir el leve frío contra su piel. No pudo evitarlo y caminó junto a la nieve, que parecía tener deseos de jugar. Era demasiado hermoso y poco convencional como para no poder disfrutarlo, incluso si había unos ojos completamente confundidos sobre él.
—En palabras muy poco dichas en mi hogar, esto es casi imposible... ¿Cómo es que están aquí?
Jungkook lo observaba como si estuviera fuera de sí. ¿El omega realmente le estaba hablando al viento? Su espada finalmente bajó junto con su guardia. Él y su lobo no pudieron soportarlo más y se hipnotizaron con la actitud y los movimientos del desconocido omega.
Su defensa volvió cuando, inesperadamente, las brisas abandonaron al omega para dirigirse hacia él. Jungkook no tuvo tiempo de nada, solo pudo quedar en medio del remolino que el viento creó a su alrededor, mientras los copos de nieve se esparcían juguetonamente por su rostro y cabello.
Incluso con este momento tan confuso, sus oídos pudieron apreciar correctamente la risa contraria.
—¿Qué...?
—Solo están jugando —comentó Taehyung en un tono sereno, sonriendo al ver cómo el alfa dejaba caer su espada a un lado para concentrarse en lo que estaba pasando a su alrededor—. No te harán daño, no tengas miedo.
Jungkook frunció el ceño a pesar de las cosquillas que la nieve daba juguetonamente en su cuello.
—No tengo miedo. Es solo... demasiado raro e inusual. ¿Es algún tipo de brujería?
Taehyung ladeó su cabeza en confusión.
—¿Bru-jería?
El alfa asintió, quizás más confundido que él.
—¿Acaso manejas artes oscuras o algo así? Eso es penado con la vida misma, omega. Detén esto ahora mismo.
Como si las palabras del alfa ofendieran a las leves brisas y a la nieve misma, esta fue directamente a su rostro, revoloteando y despeinándolo de forma algo agresiva. El alfa dio unos pasos hacia atrás mientras trataba de quitarse de encima lo que fuera que estaba pasando, mientras que, como un agregado irónico, el omega no podía evitar seguir riendo ante la situación.
—No digas cosas que puedan ofenderlos, no es amable de tu parte —dijo el príncipe, estirando su mano, llamando silenciosamente a las brisas para que volvieran a él y dejaran atrás al pobre alfa, que parecía más confundido que nunca.
Con el cabello despeinado, Jungkook se sentó sobre las hierbas, observando completamente abatido al omega de dorados cabellos, quien ahora también los tenía algo alborotados debido al ¿viento? que parecía atacarlo de forma juguetona. Su mente realmente no podía comprender lo que pasaba, y, a diferencia de alguien que puede ver y apreciar la belleza cuando la tiene enfrente, Jungkook era un rey, uno que fue entrenado y criado en un ambiente donde lo desconocido, incluso si era hermoso, podía ser peligroso.
—Te sientes confundido, incluso diría que asustado.
Jungkook iba a decir algo, pero Taehyung volvió a hablar mientras se sentaba en la orilla, metiendo nuevamente sus piernas en la cálida agua.
—No eres de aquí, y yo no soy de tu hogar... pero por alguna razón, estás aquí.
Taehyung lo había comprendido, o al menos a medias. La forma tan confusa en que el alfa lo observaba, su intensa necesidad de querer entender qué estaba pasando a su costa, y, claro, su reacción a los juegos del viento y la nieve... Él no era parte de Dal. También era obvio que no conocía nada de su reino. No debía ser un genio para saber que ese alfa venía del mundo de los hombres, ese mundo aterrador y violento.
Pero el hermoso príncipe solo pudo sonreír mientras lo observaba con curiosidad.
—O quizás... ¿ambos estamos aquí?
Jungkook lo observó con el ceño fruncido, demostrando su confusión y casi desesperación. Todo estaba pasando demasiado rápido, y él no era alguien acostumbrado a los cambios repentinos, mucho menos a cosas totalmente inesperadas.
—¿Estamos aquí? ¿A qué te refieres? —cuestionó rápidamente, sentándose en la hierba teñida de blanco, justo frente al omega—. Estamos en mi reino, el Reino del Norte, y por alguna razón la naturaleza parece haberse vuelto completamente loca y...
Un charco de agua llegó directamente a su rostro, haciéndolo gruñir. Y lo peor es que el culpable era el mismo lago. ¡¿Cómo se suponía que debía reaccionar?!
Taehyung analizó sus palabras y, después de unos segundos, sus labios se apretaron entre sí. Aquello no pasó desapercibido para el alfa puro, quien veía cada movimiento y expresión contraria con fascinación y precaución.
—No ofendas, no es amable de tu parte —replicó Taehyung—. Y, al parecer, sí... tienes razón, estás en tu reino, ¿del Norte?
Jungkook asintió, casi aliviado de que por fin lo entendiera, pero el omega, observando a su alrededor, volvió a hablar.
—Pero al parecer también estamos en mi reino.
Jungkook chasqueó los dientes.
—¿Qué clase de juego es este? Esto debe ser una indeseable pesadilla.
—¿Lo que ves es tan horrible como para pensar que es una pesadilla?
El pecho de Jungkook se sintió pesado en ese momento. Todo era demasiado confuso, pero la dulce voz del omega y sus palabras lo hicieron callar e instintivamente mirar a su alrededor. Era... realmente maravilloso si lo veía con ojos tranquilos, sin estar alerta ni esperando lo peor. La naturaleza parecía estar dividida entre ambos. En el lado del omega, todo parecía cálido, y la curiosa ¿magia? que lo rodeaba no parecía peligrosa, más bien, juguetona.
La noche los iluminaba a ambos con millones de estrellas, las cuales brillaban contra la nieve, creando pequeños destellos plateados. El agua era cristalina, y en el lado donde estaba levemente congelada, hermosos colores resplandecían gracias a la luna, que los acompañaba gentilmente esa noche.
—Carajo, yo... —El alfa no tuvo más remedio que pasar sus manos por su rostro. ¿Qué más podía hacer? La confusión lo invadía y todo esto era simplemente demasiado—. No estoy entendiendo nada. ¿Cómo que tu reino? ¿Cómo puede haber un reino en el bosque?
Taehyung sonrió con comprensión.
—No es que estemos cerca, incluso pensaría que estamos realmente lejos. Pero, por alguna extraña razón, estamos aquí.
Ninguno tenía una respuesta. Ninguno tenía ni una idea que tuviera un mínimo de sentido lógico para explicar qué estaba pasando.
Ambos tenían muchas ideas en la cabeza. Taehyung pensaba en las palabras de Seokjin; en cómo era un error confiar en los hombres del mundo fuera de su reino, en cómo ese mundo era peligroso e incorrecto, pero... si técnicamente ese hombre no estaba en su reino, ¿podría hablar con él un pequeño tiempo, no? Sabía que debía cumplir con un papel de alta responsabilidad, pero... no podía evitar sentir curiosidad. Especialmente por quién era él.
Pero, al contrario de lo que esperaba hacer, fue el alfa quien habló primero.
—¿Cuál es tu nombre? —quiso saber el alfa de cabellos azabaches.
El omega lo observó con atención.
—Taehyung. ¿Y tu nombre?
Jungkook jamás había sido tuteado por alguien que no fuera su familia. Que lo hiciera un total desconocido era algo desconcertante, pero en este momento no sentía enojo. Dejó que su cuerpo se relajara y que la tensión abandonara sus músculos, pues parecía ser la mejor opción en ese momento.
—Soy Jeon Jungkook —dijo finalmente.
El omega asintió. Por alguna razón, la sonrisa no dejaba de adornar su rostro y, al contrario de lo que Jungkook podría pensar, no era un gesto de burla ni de superioridad. Taehyung estaba emocionado. Si el alfa no lo conocía ni sabía quién era, no esperaba un protocolo de él, o al menos el que a él le correspondía. Eso significaba que podía preguntar y hablar con total libertad.
—Jungkook...
Por primera vez, sus labios pronunciaron ese nombre, un nombre que, sin saberlo, repetiría durante mucho tiempo, como un mantra que no tuvo la necesidad de memorizar, pues el solo pronunciarlo provocaba un revoltijo en su pequeño corazón.
El alfa, al escuchar su nombre ser pronunciado por los labios contrarios, se puso algo rígido. Muy pocas veces en su vida había escuchado su nombre directamente. Había tantos honoríficos para él, tantos, que su nombre parecía ser solo un aparte. Y, contra todos sus pensamientos previos, no fue algo que le disgustara.
—Dices que vienes del Reino del Norte, ¿cómo es ahí? —cuestionó. Sus ojos brillaban ante las millones de ideas que comenzaban a llegar a su mente, tanto buenas como malas, pero ¿realmente todo ese mundo podría ser malo? El príncipe tenía la esperanza de que parte de él contuviera belleza.
Jungkook frunció levemente el ceño. Si el omega no era parte de su reino, al menos debía ser de algún otro. Incluso si fuera un forastero, ¿cómo no podría conocer ni haber oído del Reino del Norte? Claro, podría no conocer su rostro ni saber cómo luce el gobernante de esa nación, lo cual, aunque poco probable, seguía siendo una posibilidad. Pero ¿no saber absolutamente nada del reino más fuerte y con más abastecimiento?
—¿Qué quieres saber? —cuestionó cautelosamente—. Aún no me resulta completamente creíble que no sepas absolutamente nada de mi reino. Somos los más abastecidos en riquezas, soldados, minerales y alimentos. ¿Cómo podrías no...?
Taehyung rodó los ojos.
—Tus palabras presumidas no tienen mi interés —le replicó—. Quiero saber sobre sus paisajes. ¿Hay muchas festividades? ¿Cuánta nieve tienen? ¿Hay muchos animales? Seguramente deben llevarse muy bien todos, ya que me dices que es bastante grande. Dime, ¿qué significa la Navidad? ¿Pueden...?
—De acuerdo, guarda silencio —pidió. El contrario había hablado demasiado rápido, tanto que el mismo alfa no tuvo la capacidad de responder cada pregunta.
Taehyung juntó un poco los labios, sintiéndose entre avergonzado y algo molesto por no poder obtener todas las respuestas que quería en ese momento.
Por su parte, Jungkook no pudo evitar que las comisuras de sus labios se elevaran levemente ante el pequeño puchero que el omega había hecho inconscientemente al mandarlo a callar.
—Mi reino está protegido por grandes montañas —comenzó a relatar—. En esta época, las montañas se llenan de nieve, tanta que incluso crean montañas más pequeñas solo de nieve, donde las familias van a pasar tiempo y los cachorros van a jugar —contó, relajándose en cuanto vio cómo el omega se acomodaba, sonriendo, queriendo escuchar aún más—. ¿Festividades mencionaste? Pues... los cumpleaños, la Noche de Vida y Muerte, también está la Navidad, ya sabes...
—¡¿Navidad?! —exclamó el omega.
Jungkook asintió, confundido por el repentino entusiasmo, y por supuesto, quedó completamente desconcertado cuando los ojos del omega brillaron en un leve azul. ¿Tan entusiasmado se sentía? ¿Y por qué el omega se presentaba a través de ese azul tan maravilloso como inesperado?
—Tus ojos brillan azules. ¿Cómo es que...?
—¡¿Cómo es la Navidad?! —cuestionó entusiasmado, ignorando por completo la pregunta anterior del alfa.
Jungkook lo observó confundido.
—Pues... ya sabes, en cada hogar colocan un pino, lo adornan y los cachorros esperan regalos. Hay intercambios de ellos y... es una festividad para pasar en familia —le respondió lo mejor que pudo. ¿Realmente el omega no conocía absolutamente nada de la Navidad?
Su corazón se encogió levemente al ver la sonrisa cuadrada del omega. Ya no había rastro del mismo que lo observaba con suficiencia; era como si, después de unos segundos, el omega decidiera que no era peligroso y simplemente optara por confiar en él, queriendo saber más sobre él y de dónde venía.
No tenía sentido, pero realmente nada lo estaba teniendo.
—Suena encantador. ¿Cuántas veces al año se celebra?
—Tan solo una vez al año...
Jungkook no entendió por qué su pecho se oprimió levemente al ver la mueca de decepción del contrario, pero rápidamente se enderezó.
El alfa aclaró su garganta.
—Bien, estás haciendo únicamente las preguntas tú, y eso no me parece justo. Es mi turno de preguntar.
Taehyung juntó con fuerza sus labios, pero terminó asintiendo. Jungkook tenía razón, después de todo, era lo justo.
El alfa, al ver que el omega esperaba su pregunta, comenzó a planear de la mejor forma cómo organizar sus pensamientos. Después de todo, una pequeña parte de él seguía creyendo que todo debía ser parte de un sueño.
—Bien... bien —el de cabellos negros dio una honda respiración antes de volver a hablar—. ¿Qué se supone que fue lo de antes? Dijiste que no era brujería, ¿entonces...?
Taehyung tardó un segundo en comprender.
—Oh, pues... solo es la naturaleza. Estaba jugando, no debes tomarlo personal.
Jungkook quedó en nada.
El omega no había dado una respuesta que le aclarase nada. El de cabellos dorados parecía haber entendido que su respuesta no fue satisfactoria ante la mirada incrédula del alfa. Y entonces recordó: sus mundos no eran iguales.
—Todo tiene vida, todo tiene alma. ¿Por qué no querrían comunicarse con nosotros? —cuestionó con una sonrisa.
En un segundo levantó su mano, mientras un pequeño remolino de agua comenzaba a girar alrededor de su muñeca. Jungkook estaba fascinado.
—Ellos pueden compartir a través de nosotros. ¿Por qué ves algo hermoso y te esfuerzas en tratar de reconocerlo a través de algo malo?
Jungkook no pudo responder a eso, y Taehyung logró sentir compasión por el hombre frente a él.
Posiblemente, en un mundo lleno de pecado y crueldad, la naturaleza debía sentirse apagada y sin ninguna intención de manifestarse ante seres que la han destrozado poco a poco. Incluso si no todos estaban incluidos en las malas acciones, ¿cómo se podría confiar en personas que solo le han dado experiencias traumáticas? Y por ello, los seres más puros y de buen corazón debían pagar el precio de no poder conocer la belleza que el mundo podía ofrecer.
Con algo de duda, Taehyung cerró los ojos, sus hermosas y largas pestañas cayendo mientras su cabello comenzaba a moverse con lentitud. Jungkook notó cómo el viento empezaba a rodearlo para luego trazar un camino hasta él. Cerró los ojos en cuanto la brisa llegó a su rostro. Taehyung tenía razón, no se sentía malvada, se sentía... ligera.
—Lamento que no lo entiendas, pero... al menos puedo enseñártelo —dijo, una pequeña sonrisa adornaba su rostro—. Jungkook... no sé quién eres, quién fuiste ni mucho menos sé con exactitud qué está pasando aquí, pero si algo sé... si algo sé es que la madre luna siempre conoce el mejor camino para todos. Y también sé que ella no atraería a alguien hacia mí para hacerme daño.
Jungkook lo observó en silencio, meditando sus palabras antes de hablar.
—¿Presumes que no soy capaz de hacerte daño?
El alfa podía jurar que el viento que jugaba con su cabello le dio un leve golpe en la cabeza. Frunció el ceño, aún más cuando escuchó la melodiosa risa del omega de cabellos dorados.
—Eres muy capaz de hacer daño, puedo verlo —dijo. La sonrisa no abandonaba sus labios. No había burla en su voz, quizás un poco de condescendencia—, pero en tus ojos también logro ver curiosidad. Una curiosidad sana, como la de un cachorro —agregó, observando con atención cómo los ojos del alfa parecieron agrandarse—. Pero estás alerta, estás alerta todo el tiempo.
—¿Puedes culparme? Esto es muy extraño.
Taehyung suspiró. Realmente quería entender el mundo de Jungkook. ¿Era tan cruel como para que el alfa no pudiera siquiera bajar la guardia unos momentos? Taehyung podía notarlo al ver la espada del alfa tan cerca de su cuerpo, en una posición en la cual podría tomarla de inmediato. A pesar de tener algo tan maravilloso a su alrededor, el de oscuros cabellos no podía verlo; su vista estaba contaminada con malos momentos y experiencias.
—Jungkook... esto es muy confuso tanto para ti como para mí, pero... ¿realmente crees que es algo malo? Me refiero a todo esto.
Su voz tenía una leve esperanza.
El ceño fruncido del alfa se relajó en cuanto sus ojos volvieron a visualizar el hermoso paisaje a su alrededor. ¿Malo? A simple vista, no lo era. Pero no podía afirmar nada. ¿Por qué el omega parecía tan decepcionado?
—Taehyung, del lugar de donde sea que vengas, posiblemente estás acostumbrado a este tipo de cosas. Para mí es... difícil de entender. En mi mundo, los árboles no se mueven, el agua no tiene vida y el viento siempre va hacia una dirección, la que el clima escoja —trató de explicarse—. Esto... todo esto es como un cuento para niños. Me cuesta siquiera procesar que no estoy soñando.
Taehyung juntó sus manos, entrelazando sus dedos.
—Yo... tengo curiosidad por tu mundo —se sinceró. Jungkook lo escuchó atento—. He leído acerca de tu mundo, sus celebraciones, hábitos... guerras. Pero... a pesar de que he leído muchas cosas malas, realmente creo que hay belleza en el lugar de dónde vienes. Solo que no saben o no pueden verla como deberían.
—Hablas como si tu mundo de fantasía fuera perfecto —le replicó—. Además, en estos momentos los reinos están en paz, pero las guerras son algo que no se puede controlar. Simplemente pasan cuando la avaricia se sube a la cabeza de cualquiera.
Taehyung asintió. La avaricia, algo que describían mucho los libros sobre la historia humana: cómo sucumbieron a ideas personales y cómo todas esas ideas chocando entre sí creaban los más grandes desastres, terminando de manera trágica para los más desafortunados.
—Y... si ya conocen el problema, ¿por qué no tratan de solucionarlo?
Taehyung sintió cómo sus ilusiones y esperanzas se desvanecían de alguna forma. ¿Por qué se enfrentaban entre ellos? ¿Por qué la muerte era necesaria para lograr objetivos materialistas y egoístas?
Jungkook suspiró. El omega parecía ser alguien muy ajeno a la realidad.
—Las cosas... no siempre son como uno las desea. Existen traiciones, desilusiones y sorpresas horribles —explicó, sorprendiéndose a sí mismo por la calma que de repente adquirió su voz—. Cuando tus buenas razones chocan con las de alguien más, y ese alguien tiene poder en sus manos, se desata el caos. No es algo que nadie quiera, pero es lo que es.
Taehyung negó con la cabeza.
—No se supone... no se supone que fuera así —reclamó, su voz algo más fuerte y ruda. El príncipe no notó su propio enojo creciente—. ¿Por qué actúan de manera tan bárbara? ¿Por qué insisten en creerse jueces y en tener la verdad absoluta? Sus buenas razones pueden ser las malas de alguien más, y por algo tan banal, se apuñalan por la espalda... ¿Por qué todos juegan a tener poder y la razón?
¿Acaso no era así como había funcionado el ser humano desde siempre?
¿Por qué el omega actuaba como si estuviera escuchando lo más terrible que pudiera haber oído nunca? El ser humano era así: avaricioso y egoísta. Siempre lo ha sido y siempre lo será. No era un secreto para nadie que realmente tuviera los pies sobre la tierra, pero... de alguna forma, Jungkook no se sentía bien dejando al de cabellos dorados con esa mirada tan devastada, ni mucho menos permitiendo que se quedara con solo esa idea del mundo.
Para él, el mundo estaba en ruinas más allá de lo material, pero al parecer, Taehyung tenía ilusiones e ideas muy distintas. Algo en él le insistía en tratar de al menos suavizar la información dada.
—Entonces... ¿realmente no hay nada bueno que conocer de tu mundo? —cuestionó, sus ojos estaban perdidos en el agua, la cual le acariciaba las piernas en un gesto de consuelo—. No puedo... no quiero creer que todo sea malo y malvado. Los cachorros... ¿solo los arrastran a vivir vidas que se convertirán en malos hábitos?
Jungkook sintió compasión. Su corazón se apretó en su pecho al ver la desilusión perdida en los ojos del hermoso omega.
—No es así... no todo es malo, solo es... realista —suspiró. Debía tratar de mejorar su narrativa—. Los cachorros en mi reino son felices, son educados y bien cuidados... Las madres aman a sus hijos la mayoría del tiempo, nadie sufre de hambre o sed —relataba, tratando de encontrar, aunque fuera una pizca, de la chispa brillante que el omega mostraba en sus ojos hace no mucho—. En las festividades, todos se reúnen en la plaza principal, hay juegos, cantos... es un momento agradable para ellos.
Taehyung lo escuchaba con atención, y sus ojos poco a poco comenzaban a tornarse brillantes nuevamente. Su corazón no pudo evitar saltar en su pecho.
El alfa, el que al principio parecía tan en guardia y hostil, estaba tratando de animarlo hablándole de las cosas buenas que poseía su reino. Taehyung lo apreciaba; después de todo, el alfa no parecía ser alguien que tuviera el entusiasmo de ver las cosas de buena manera todo el tiempo.
—Las estaciones muestran colores brillantes y paisajes admirables —siguió relatando el alfa—. Es imposible no apreciar la belleza del entorno. También... existen bailes, en donde la nobleza de muchos reinos se reúne a celebrar nuevos tratos, momentos, coronaciones y demás. Ellos son felices en esa burbuja.
—¿Y tú?
Jungkook lo observó confundido.
—¿Yo...?
—¿También eres feliz en esa... burbuja?
Claro que no.
Jungkook solo pudo sentir cómo su cuerpo volvía a adquirir rigidez. Claro que jamás había disfrutado esos eventos, esos momentos llenos de hipocresía y presunción, donde parecía una competencia para ver quién tenía más o quién podía quitarle más a quién. Donde muchos se ofrecían descaradamente para tratar de ganar reconocimiento o asegurar su futuro basándose en apariencias engañosas.
La falsedad estaba ahí, como una máscara completamente visible y llamativa en el rostro de cada uno de ellos.
—No se trata de que yo sea feliz —respondió con calma—. Se trata de responsabilidad o de jamás demostrar debilidad ante nadie.
El omega no supo qué decir ante las palabras contrarias. El alfa hablaba de forma directa y su voz era seria, sin dar paso a titubeos. ¿Acaso toda su vida se había tratado de apariencias?
El alfa parecía estar programado para expresarse de cierta manera al hablar sobre la responsabilidad y sobre quién se suponía que era.
—Mi reino es poderoso, Taehyung. Estoy orgulloso de ello, pero esto también crea envidia en las personas equivocadas —explicó. Su rostro se suavizó al notar la expresión afligida del omega—. Puede verse y escucharse presuntuoso, pero el mejor camino para obtener seguridad es el miedo. Solo si te temen y respetan, podrás proteger lo tuyo —explicó con calma—. Si mostrara debilidad... si mostrara algún tipo de temor o no fuera capaz de mantener una conversación de forma firme, ellos encontrarían por dónde adentrarse y lastimarme, o peor, lastimar a mi reino.
Sin poder evitarlo, las manos del omega se cerraron en puños.
—¿Quiénes son ellos?
Incluso el alfa se sorprendió por la repentina hostilidad en la voz del omega.
—¿Quiénes son? —volvió a exigir el omega—. Esas personas que mencionas, ¿son las causantes de las guerras? ¿De las malas acciones y de que no puedas ser verdaderamente feliz?
—Taehyung...
—¿Quiénes son?
Ni él mismo comprendía por qué un repentino enojo se había apoderado de él. No se conocían, no tenían ningún lazo afectivo y mucho menos podría apostar a que el alfa era una buena persona, pero algo en esos hermosos ojos oscuros y brillantes le hizo ver que, incluso si ya no estaba, alguna vez había sido un niño. Un pequeño niño que también fue víctima del mal que habitaba en el mundo del hombre.
El mundo jamás debió ser así. ¿Por qué se había arruinado tanto?
—Taehyung —la voz de Jungkook cambió, volviéndose casi condescendiente—. Hay muchas personas malas, no puedo... no puedo decirte con exactitud quiénes son porque jamás podría terminar de enumerarlas. Pero si algo puedo afirmar, es que nadie es realmente bueno.
Todo en el omega se congeló por un momento. ¿Cómo era posible...? ¿Nadie era bueno? ¿Nadie era feliz? No podía entenderlo. En cada libro que había leído podía imaginar tan perfecta y maravillosamente cómo los cachorros cantaban, danzaban y se divertían entre ellos; cómo las personas se enamoraban, se casaban y vivían felices; cómo la gente se ayudaba mutuamente: los granjeros apoyando a las poblaciones, los soldados protegiendo a los débiles, las madres y los padres guiando a los más pequeños.
No, no todos podían ser malos.
Jungkook se desconcertó al ver cómo el omega sacaba rápidamente sus piernas del agua y comenzaba a ponerse de pie. Lo imitó, e iba a decir algo, pero se detuvo cuando el omega volteó. Sus ojos estaban llorosos, llenos de decepción y molestia. Temblaba levemente, sus manos apretadas en puños, como si quisiera decir tantas cosas, pero la presión en su pecho no se lo permitiera.
Incluso su lobo sintió angustia ante la mirada tan destrozada del omega.
—Eso no puede ser —declaró, tratando de que su voz sonara tan segura como fuera posible—. N-no todos pueden ser malos. Todo lo que he leído, todo lo que siempre he imaginado... —Taehyung llevó instintivamente la vista hacia el cielo, donde la principal de todas brillaba aún con fuerza. Ella jamás haría esto—. No... u-ustedes fueron quienes tomaron malas decisiones. La humanidad fue creada para la conectividad, para poder hacer grandes cosas en la tierra que se les fue dada. ¿Por qué han destruido todo de esta forma?
Jungkook dio un paso adelante, trastabillando levemente al estar justo en la orilla del agua.
—¿Por qué hablas de esta forma? Hablas como si conocieras absolutamente todo, pero me doy cuenta de que no es así —espetó, su ceño volviendo a fruncirse, la seriedad apoderándose nuevamente de su cuerpo—. No sé de qué mundo fantasioso vengas o si simplemente eres alguien desequilibrado, pero que hables con tal falta de respeto es...
—Tú crees que mi mundo es fantasioso porque en tu vida has tenido tantas desgracias y solo sientes compasión por ti mismo, que seguramente te resulta imposible ver algo bueno en algo o en alguien.
El lobo de Jungkook volvió a su postura principal, mientras que el rey lucía unas pupilas rojas inyectadas de enojo.
Entendía que todo lo que estaba pasando estaba fuera de su razonamiento normal, pero él se había pasado toda su vida ganándose el respeto de cualquiera que atravesara su camino, al punto en que ni siquiera debía esperarlo, ya que su nombre era sinónimo de poder y liderazgo respetado. No estaba acostumbrado a que alguien siquiera le alzara la voz; todos conocían las consecuencias de ello.
No dejaría pasar su ignorancia como excusa.
—Cuida tu tono conmigo, omega —gruñó de forma amenazante—. No eres consciente de quién soy, pero no por eso aceptaré tus faltas de respeto y acusaciones. No me importa de dónde vengas, en mi reino, la falta de respeto a un rey se paga con la muerte. ¿Crees que puedes hablar sin ninguna consecuencia?
Sus palabras eran dagas de autodefensa. Jamás había bajado la cabeza, jamás había aceptado ninguna falta. No tenía por qué hacerlo; su título y él mismo se lo permitían. Pero este omega... este omega creía que podía pasar sobre él de forma tan sencilla, insultar a su pueblo y a la gente de su mundo como si no fueran más que pecadores y asesinos.
Pero, contrario a lo que esperaba, una sonrisa se dibujó en el rostro del de cabellos dorados. No era una sonrisa cínica, ni mucho menos tenía algún grado de gracia. Solo estaba ahí, demostrando una actitud casi de lástima.
—Entras en un estado de defensa apenas escuchas algo que no te gusta o que no está dentro de tu comprensión —dictó, sin necesidad de que el contrario confirmara nada. Había llegado a esa conclusión—. Él tenía razón... solo estaba soñando despierto.
Y sin decir nada más, movió sus piernas con la intención de abandonar el lugar. No quería seguir ahí, no quería escuchar más al alfa. Siempre había querido saber más sobre el mundo del hombre, y ahora que por fin había tenido un encuentro, se dio cuenta de que realmente todos sus sueños e ideas eran eso: fantasía, muy alejada de la realidad.
—¡No me des la espalda!
Todo se detuvo por un momento.
Su cuerpo se mantuvo completamente rígido y sus pupilas se dilataron. No le dolía el cuerpo, tampoco temblaba. Pero estaba en un pequeño trance al ser el único testigo de lo que ese alfa se había atrevido a hacer.
Jungkook gruñó al ver cómo el omega se volteaba nuevamente hacia él, pero, contrario a lo que pudo esperar, los ojos de Taehyung brillaban en un azul intenso y feroz.
¿Cómo era posible? Jamás, en la historia del mundo, un omega había podido no sucumbir a la voz de un alfa, mucho menos de un alfa puro.
¿Cómo este omega...?
—¿Te has atrevido a usar tu maldita voz conmigo? —dijo, su postura era amenazante—. Ya veo el punto de vista de mis mayores cuando decían que los hombres de tu mundo son el animal más feroz que existe —escupió sus palabras.
Jungkook no pudo alzar la voz, pues el omega se adelantó a ello.
—¡¿No te avergüenzas de demostrar tu superioridad a través de tu lobo?! Jamás en mi vida he visto a un alfa insultar a un omega de esta manera. De verdad... eres despreciable, Jeon Jungkook.
—¡Tú...!
—De donde vengo —le interrumpió, sus ojos aún brillando en un azul intenso—, la voz de alfa solo se ha utilizado para acarrear animales o en ocasiones especiales, jamás para infringir daño, dolor o para obligar a un omega a hacer algo en contra de su voluntad —afirmó, sin titubeos. Taehyung estaba realmente molesto en ese momento.
Los vientos seguían soplando a su alrededor. Ambos tenían un porte inquebrantable. Ninguno iba a ceder, porque, claro, sus ideas de lo que estaba bien chocaban de forma brusca y creaban esta situación en la que se había dejado de lado la maravilla que estaba ocurriendo.
—Si existe una discusión, se dialoga, se soluciona, pero jamás se impone la fuerza bruta sobre la razón y la paz. No nos dañamos entre nosotros, y yo, como príncipe, jamás permitiría que en mi reino un omega se sintiera inseguro a causa de su casta, ni mucho menos me atrevería a infravalorar a alguien por mi cargo. En cambio, ¿tú? —Su mirada condescendiente recorrió el cuerpo del alfa—. Eres un cobarde. No quiero volver a verte. Y si tengo la desgracia de hacerlo, atrévete a usar esa voz conmigo y te enseñaré el respeto que, al parecer, nadie te ha inculcado jamás.
🌻
El comienzo de una nueva historia. Espero me sigan en este nuevo camino❤
Para los nuevos, un placer, soy nini y espero les haya gustado el primer capítulo y decidan seguir conmigo. Y para los que siguen conmigo, bienvenidos nuevamente ❤
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