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|27| Salir con amigos

Lo siento mucho, no vi por dónde iba.

Observó de mala gana a la chica con la que había chocado. Un rubor muy furioso cubrió gran parte de sus mejillas, y le pareció sumamente tonta.

—Ten más cuidado —respondió seriamente, regresando los pasos por donde iba.

No entendía porqué todas las chicas del colegio tenían que ser como ella: torpes y huecas. Estaba convencido de ello. Su cabello rubio, cuidadosamente alisado en una coleta alta; su maquillaje casi imperceptible; su perfume de rosas; todas esas cosas eran señales para gritarle al mundo que le importaba más su aspecto que poner la vista al frente y evitar chocar con él.

Hizo la cabeza a un lado, sólo para verla de reojo. Posiblemente se había quedado allí, en la misma posición, pero ella ya no estaba. Qué más daba, sólo era una más en ese infinito lago de personas.

Encogió los hombros y retomó su marcha, rumbo al salón de artes donde podría terminar su marioneta de una vez por todas.

—Hey, Sasori —sin ningún tipo de invitación, a su lado se juntó un muchacho de cabellera rubia, muy parecida a la de la chica con la que había colisionado hace unos segundos—. Fui testigo ocular... Así se dice, ¿no? Lo que quiero decir es que vi todo lo que pasó con Ino. Uhm.

Sasori miró al rubio por el rabillo del ojo, tentado por una curiosidad meramente paranormal. Así que la fastidiosa mujer se llamaba Ino. Un nombre ideal para alguien tan despistada.

—¿Y?

No tenía intenciones de prorrogar la plática de Deidara, cualquier cosa que dijera sería basado en su físico y nada más.

Doblaron por una esquina del patio hasta encontrar el salón de artes del colegio. Esa tarde había pensando en trabajar solo, pero no contaba que Deidara se sumaría con su arte explosivo.

—Es una de primero y, prácticamente, todos en el instituto están babeando por ella, incluyendo a los de nuestro grado.

—No me importa.

—Oye, tú chocaste con ella, no puedo creer que se tratara de un simple accidente, amigo —lo miró de manera quisquillosa, causando que lo fulminara con la mirada—. Es bellísima, y tiene un cuerpo que...

Ya sabía que Deidara solamente se fijaba en lo superficial. Ya sabía que hablaría de su cuerpo y lo curvilíneo que era.

—Podrías callarte y continuar moldeando tu arcilla o se va a secar.

—No me entiendes. Ino está buenísima y tuviste tu oportunidad con ella, y no digas que no te lo pareció también porque estarías mintiendo. Yo noté como giraste para verle el trasero, pero la despreciaste —hizo una pausa para amasar un poco de arcilla. Sasori ya se estaba cansando de su discurso sin sentido—. Itachi organizará una fiesta por sus dieciocho años, y aunque no es un tipo muy divertido, su hermano invitará a sus amigos. Y eso significa que Ino va.

Entonces Sasori enarcó el ceño con cansancio.

—No voy a ir.

—Tú te lo pierdes —sonrió maliciosamente—. De todas formas, esa niña muere por el hermano de Itachi. Y si tú no estás interesado, al menos podría tratar de ligármela por esa noche, uhm.

Sasori chasqueó la lengua. Que Deidara hiciera lo que le viniera en gana con ella, y le daba exactamente lo mismo si a ella le gustaba el hermano menor de Itachi.

...

Ese chico era un bruto. Un idiota en toda la extensión de la palabra.

¿Acaso no tenía modales y se disculparía del mismo modo? Le daba tanta rabia que existieran personas así en el mundo. Pero lo que más rabia le provocaba era que ella sí se disculpó, igual que una tonta. Su orgullo estaba muy herido.

No sabía quién era ese ser tan extraño de cabellos rojizos. Sí, tenía facciones masculinas muy atractivas, y parecía sacado de un libro de vampiros, pero era poco amable.

Ino suspiró tendidamente, jugando una vez más con su lapicero para después garabatear en su libreta, ajena al monólogo del profesor Hatake.

Claro que Sasuke también era un chico muy ambiguo, pero al menos con él se llevaba bien. Estuvieron juntos desde la primaria, y queriendo o no, logró acercarse a él y convertirse en su amiga... O al menos eso pensaba ella.

El timbre de la campana sonó y pudo estirarse con pereza cuando el maestro abandonó el aula.

—Vamos por un poco de agua —su mejor amiga la tomó del brazo, extendiéndole su termo púrpura para agua, comenzando a caminar—. ¡Estoy muerta! No puedo resistir otra clase más, Ino. ¡Mi cerebro va explotar!

Ino carcajeó. Sakura solía portarse muy dramática en situaciones que no lo ameritaban. En realidad no la entendía, a la pelirrosada le encantaba estudiar, no por nada era el primer lugar en la clase.

Inició una plática sobre la fiesta a la que Sasuke los había invitado. Estaba muy emocionada, porque aunque no tenía un trato muy extenso con su hermano, le hacía alucinar la reunión con sus amigos. Shikamaru, Naruto, Hinata, Kiba, Ten-ten, Neji, Shino, Chōji, la frente de marquesina, Sasuke y ella. Sin duda, una noche muy emocionante los aguardaba.

Llegaron a los bebederos y comenzaron a llenar los cilindros con agua caliente. En ese preciso momento, Ino vio a lo lejos algo que llamó su atención.

Chasqueó con enfado la lengua cuando distinguió al muchacho pelirrojo con el que había tenido un accidente esa mañana. Hasta su forma de caminar era inusual, y daba la impresión de que estaba por estallar ante el ruido que ocasionaba su compañero.

¿Era tan callado siempre? Ino no podría soportar a alguien así, a excepción de Sasuke, pero el azabache era punto y aparte.

—Oye, frente —la aludida la miró con curiosidad—. ¿Sabes quiénes son ellos?

La chica llevó el rostro hacia la dirección que Ino le señalaba, y casi se quiso morir por la indiscreción de su amiga. Por fortuna ninguno de los dos las habían visto.

—¿Uhm? Creo que son los senpais del club de arte —cerró el grifo con un chirrido y le dedicó un gesto acusatorio a Ino, como diciéndole: cuéntamelo-todo-ahora. Pero Ino rió nerviosa.

—¿No te parecen extraños?

—¿Qué artistas no lo son, Ino? —los iris de la rubia viajaron hacia la silueta del chico que parecía no tener vida, y en ese preciso segundo, los ojos color café ceniza se encontraron con los de ella—. Vamos, Ino. Tienes que explicarme la tarea de psicología.

Nuevamente la jaló del brazo, rompiendo el contacto visual.

...

—Te lo digo, querido amigo. Esa tienda tiene helados con sabores sorprendentes —Deidara hizo ademanes con los brazos—. Además, no solamente hay de fresa. Hay de té verde, aunque prefiero el té en bebida que en helado. Ah, y panecillos deliciosos. ¿Has probado la consistencia de los pastelillos de huevo?

Si no hubiese olvidado en su casillero sus utensilios más importantes, no tendría que soportar a Deidara.

Y mientras iba de regreso, notó a la rubia de ojos azules.

Sus miradas se cruzaron por segundos que para él fueron eternos. Sus grandes cuencas se abrieron ligeramente, y él la veía sin poder explicar porqué.

Le resultaba, de cierta forma, un ser algo indescifrable.

—¿Me estás escuchando? Tendré que repetirte desde el principio todo lo que dije, uhm. 

Deidara le palmeó la espalda para atraer su atención, plantándose justo frente a él, obstruyendo su vista hacia la chica. A Sasori le brincó un nervio en la cabeza, esperando la más mínima oportunidad para asesinarlo.

...

La fiesta era un desastre en cuanto a aburrición. Relativamente, tenía cosas mejores que hacer, pero no esperó a que Deidara lo buscara en su casa y lo arrastrara hacia la casa de los Uchiha contra su voluntad. Tampoco contó con que su abuela le insistiera tanto en salir.

Bostezó con disimulo. Itachi era alguien tranquilo, y en el fondo prefería ese ambiente a uno repleto de bullicio y música que no fuera de su agrado. Tenía que estar agradecido.

Los demás chicos buscaban animarse de cualquier modo. Comenzaron un juego de niños, mientras que él prefirió no participar.

—Yo nunca, nunca me he besado con una chica.

Sasori bufó. Incluso Konan estaba jugando y parecía divertirse.

—Yo nunca, nunca, he robado dinero.

Y los secretos continuaban saliendo a la luz, hasta que la puerta de entrada se abrió de un solo golpe. Todos sonrieron con demasiado entusiasmo cuando Naruto, el amigo del hermano de Itachi, entró en compañía de sus amigos con un paquete de cervezas. Evidentemente había notado a la rubia pasar junto a los demás, vistiendo una falda corta y una blusa pegada a su cuerpo.

Sasori frunció el ceño.

Sostenía sus pensamientos hacia ella.

Y en menos de un minuto, la fiesta ahora sí que se había convertido en un escándalo. Alguien se encargó de colocar los discos más populares, y de pronto transformaron la sala en todo un karaoke.

Prefería mil veces el juego del nunca, nunca, a esa otra rebelión adolescente.

Se puso de pie para dirigirse a la cocina y buscar un poco de agua, pero entonces percibió al hermano menor de Itachi subir las escaleras sigilosamente de la mano de cierta muchacha platinada y que últimamente ocupaba sus pensamientos. Sasori los siguió con la mirada, hasta que los chicos se perdieron en la habitación que podría ser del azabache.

Gruñó molesto, más por el ruido que por otra cosa.

—¿Qué te ocurre? —le preguntó Deidara.

—Nada.

Salió al jardín echo fuego.

...

Quería a Sasuke, pero todavía no estaba lista.

Cuando dejó de besarla y empezó a meter sus dedos dentro de su escote, se asustó como nunca. No, ella no quería que eso sucediera. Siempre imaginó su primera vez llena de romance, y Sasuke no sentía ningún amor por ella.

Tenía que dejar de engañarse y pretender que Sasuke de verdad la quería. Y ni siquiera ella misma estaba segura de quererlo a él.

No.

Por eso salió despavorida de su habitación, con las lágrimas cayendo y empapando todo su rostro.

Nadie en la fiesta se dio cuenta de su presencia, lo cual fue una maravilla. Lo menos que quería era ser detenida y sometida a un interrogatorio de preguntas incómodas.

Corrió tan fuerte como sus piernas le permitieron, sin ver por dónde iba porque el llanto le nublaba la vista. Quería estar en casa y olvidarse de lo sucedido.

No obstante, su cabeza se estrelló contra algo muy duro y la hizo caer de bruces al suelo.

Se quejó por el dolor agudo y levantó el cuello. Oh, no. Lo que le faltaba. No de nuevo.

—Parece que tienes una manía por chocar con los demás.

Escuchó su ronca voz y los vellos de sus brazos se erizaron, coloreando su cara de furia. No estaba como para aguantarlo.

—Eres un verdadero imbécil —masculló, llorando ahora por coraje.

Sasori relajó la dureza de sus facciones y sacó las manos de sus bolsillos, analizándola desde arriba.

—¿Te ocurre algo?

Ino rodó los ojos.

—No eres el tipo de persona que se preocupe por los demás.

Sasori frunció el ceño.

—Tienes razón. No me interesa en lo absoluto —evadió la mirada hacia un punto en específico en la nada—. Pero no resisto ver a una mujer llorar. Eres más linda cuando sonríes.

Ino separó los labios con verdadera sorpresa, sonrosando sus mejillas cuando cayó en cuenta de lo que había dicho. Atónita al brazo que el muchacho le tendió para ayudarla a levantarse. Una vez de pie, Ino limpió el polvo de su ropa y acomodó su cabello, quitando los rastros de su lamento.

—Creo que empezamos mal —trató de sonreír como si nada hubiera ocurrido—. Soy Ino.

...

Tal vez nunca tuvo empatía por otras personas. Pero su abuela le enseñó que cuando una mujer llora, lo menos que desea es enfrentarse a otro cabrón.

Intuyó que, posiblemente, su llanto se debía al menor de los Uchihas. No iba a indagar en ello, pero tenía algo que hacer con esa endemoniada mujer, que ahora no le parecía tan cabeza hueca, sino más bien vulnerable y desprotegida.

Cuando su piel hizo contacto directo con la suya, sintió una poderosa descarga de electricidad en su estómago.

—Creo que empezamos mal —la vio forzar una sonrisa a través de sus ojos todavía acuosos—. Soy Ino.

—Sasori.

Por supuesto que no estaba interesado en ella. ¿Cierto?

.

Fecha original: Sep 17, 2019.

Créditos al autor de la imagen.

(Es muy difícil encontrar imágenes SasoIno).

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