Capítulo 51.
Sabía que le tomaría un tiempo recuperarse de todo el puto trauma que ocasionó Ryan, pero una semana de estar completamente encerrada en la habitación me parece un poco exagerado.
Incluso para ella.
La veo acostada en la cama, haciéndole cosquillas a Ted en el vientre y haciéndolo chillar de diversión. Todavía llevan las pijamas a pesar de que es casi medio día.
—¿Cuánto tiempo más piensas seguir así? —ella levanta la cabeza para mirarme recargado en el marco de la puerta—. En algún momento tendrás qué volver al trabajo y Ted a la escuela, ya sabes, para aprender a leer y escribir.
Eso hace fruncir sus cejas.
—Podría contratar a una tutora y que estudie en casa.
Es mi turno de fruncir las cejas por lo absurdo que suena. Hasta yo sé que el niño necesita convivir con otros de su edad y ser medianamente sociable, tomando en cuenta que es mi hijo.
—También podrías masticar su comida por él y dejarlo usar pañal hasta que tenga 12.
Ana pone los ojos en blanco, tomando la almohada detrás de ella y me la lanza con fuerza pero sin dirección.
—Basta, me haces ver como una loca.
Levanto la almohada del suelo y decido cambiar el tema, sabiendo que necesito cambiar el enfoque si quiero obtener algún resultado porque Anastasia es tan malditamente obstinada como yo.
Y yo todavía tengo un as bajo la manga.
—Deja a Teddy con Gail y alistate para salir, debo ir a una fiesta y vendrás conmigo.
Eso la hace enderezarse en la cama y mirarme con expresión preocupada.
—¿Y es necesario que vayas? ¿O que yo vaya?
—Si. —miento—. Y ponte el vestido plateado de satín y las zapatillas de tacón.
La dejo en la habitación para que se aliste y voy a mi estudio, necesito privacidad para una rápida llamada a mi secretaría. Ella contesta al segundo timbre.
—¿Señor Grey?
—Supongo que no tuviste tiempo de planear el evento del que hablamos, ¿Cierto? —voy directo al tema sin los saludos innecesarios.
—No, señor, creí... —vacila como pocas veces lo hace—. Creí que con todo el tema del pequeño Theodore no era el momento oportuno.
Cierto.
Muchas cosas quedaron inconclusas, una razón más para seguir adelante con lo que estoy planeando.
—Bien. Consulta por favor la sección de eventos del Seattle Times y dime si hay algún evento planeado para hoy.
La escucho teclear eficientemente, un par de clicks aquí y allá antes de que vuelva a hablar.
—Si, señor. En el Fairmont Olympic. Señor y señora Shelton.
Servirá.
—Gracias Andrea, es todo por ahora.
Guardo el móvil en el bolsillo y voy directo al escritorio para tomar la chequera. Garabateo un “Al portador” y una suma de algunos miles, luego pongo el cheque en un discreto sobre que guardo en el bolsillo.
Cuando salgo del estudio, las risas de Teddy provienen del segundo piso, lo que significa que Prescott está con él mientras Gail hace alguna otra cosa.
Lo descubro rápidamente porque ella sale del pasillo de la cocina y señala la escalera con la cabeza.
—La señorita Steele está en la habitación de invitados, alistándose. Dejé su esmoquin negro y camisa sobre la cama.
—Gracias.
Juro que a veces ella parece leer mi mente de lo bien que me conoce.
Me dirijo entonces a la habitación principal por una ducha y para vestirme, sabiendo que a Ana le tomará al menos una hora. Aprovecho el tiempo de sobra para organizar con Taylor la salida y el cuidado de Ted.
Después de un momento que parecen horas, Anastasia baja la escalera luciendo el vestido que pedí, con su cabello recogido en un impecable moño y el maquillaje ligero en su boca y ojos.
Apenas puedo creer lo hermosa que luce, y el entendimiento de esa imagen en mi memoria y la mirada enamorada en ambos. Ahora lo comprendo todo.
Me enamoré de ella.
De verdad, locamente enamorado de la señorita Steele. Estoy a dos versos de convertirme en el jodido cursi que temí.
Ana se ríe, atrayendo mi atención hacia ella.
—¿Y debo llevar la máscara? —levanta la mano para dejarme ver el antifaz a juego.
—Póntelo.
Ella lo hace dedicándome miradas curiosas, pero no revelo nada ni siquiera cuando Reynolds nos lleva hasta el Fairmont Olympic. Me pongo mi propio antifaz antes de bajar y tomo su mano todo el camino hasta el salón donde se lleva a cabo la fiesta.
—¿De qué es esta fiesta? —pregunta cuando nos detenemos en la entrada del salón presidencial.
Miro a mi alrededor buscando una pista porque Andrea no lo mencionó, pero tratando de adivinar algo con las iniciales A&D entrelazadas.
Malditamente genial. Una puta boda.
—Una boda.
—Oh.
Mi intento por distraerla nos lleva a ambos a la pista de baile, ante la curiosa mirada del resto de los invitados, seguramente preguntándose por qué un par de locos llevan antifaces.
Ana parece pensar lo mismo porque mira a su alrededor con expresión ansiosa.
—Todos nos miran —dice cuando la hago girar al ritmo de una balada.
—Porque te ves hermosa, Anastasia. Saben que soy el hombre más afortunado.
Sé que funcionó porque ella sonríe y me mira con esa expresión de amor y adoración que lleva en la fotografía de su diario. Me ama. A pesar de todo lo malo y mi jodida actitud, puedo ver el amor en sus brillantes ojos azules.
Nuestro pequeño momento se ve interrumpido por la pareja mayor que se detiene a nuestro lado, nos observan con el ceño fruncido y tratando de mirar debajo del antifaz.
Les facilito el trabajo retirando el mío.
—Buenas tardes. —por lo elegante del atuendo puedo deducir que son los padres de la novia o del novio—. Lo siento por aparecer así, mi asistente olvidó confirmar nuestra asistencia.
Ana se tensa en mis brazos y la sonrisa se congela en sus labios con demasiada fuerza. La pareja se mira el uno al otro, confundidos.
—Soy Christian Grey, y ella es mi novia, Anastasia Steele.
Los ojos de la mujer se abren primero con sorpresa porque seguramente me reconoce de las putas columnas de chismes y la sección de sociales del Seattle Times. Su esposo lo hace poco después.
—Oh, señor Grey, por supuesto. No sabía que conocía a nuestro Parker.
¿Quién? Ah, si. Los padres del novio. Mantengo mi expresión seria y confiada.
—Hemos coincidido en algunas ocasiones —miento de nuevo, y saco el sobre amarillo de mi bolsillo—. Y me disculpo por olvidar el obsequio pero, ¿Podría por favor hacer llegar esto a la feliz pareja? Estoy seguro que preferirían gastarlo en algo que necesiten.
La pareja sonríe y acepta el sobre con el cheque, agradeciendo una y otra vez por el detalle, demasiado complacidos como para hacer más preguntas.
—¿Una copa de champaña? —el hombre detiene a un camarero y nos entrega un par de copas—. ¿O tal vez prefiera algo más fuerte, señor Grey?
—Me encantaría, más tarde. —ahora que los tengo en el bolsillo, hago mi siguiente movimiento—. Como ya dije, mi asistente olvidó hacer la confirmación, así que no estoy seguro de cuál sería nuestra mesa.
La mujer salta inmediatamente, luciendo muy apenada por la terrible ofensa. Toca el brazo de Ana en un gesto cariñoso y señala la mesa grande junto a los novios.
—No se preocupen por eso, por favor, acompáñenos en nuestra mesa.
Asiento, y ellos se alejan sonrientes a la siguiente pareja de invitados. Todavía estamos a mitad de la pista con nuestras copas, así que nos apartamos un poco hasta la orilla de la pista de baile.
Ana golpea mi brazo ligeramente.
—¡Christian! ¡No los conoces! —chilla—. Dios mío, ¿Nos colamos a esta fiesta?
Sí.
—No, —miento, pero es difícil contener la risa—. Son familias ricas de Seattle, Ana. Todos nos conocemos de algún evento, y trajimos un regalo espectacular, dudo que se quejen de nuestra presencia.
Anastasia se ríe.
Después de una semana de mierda, vuelve a reír de forma genuina. Sus ojos brillan, sus mejillas se llenan de color y presiona su cuerpo contra el mío.
—No puedo creer que hicieras esto. —bebe el resto de su copa y la deja sobre una bandeja cercana—. ¿Christian Grey colándose a una fiesta solo para bailar?
Pasa los brazos por detrás de mí cuello y yo la sostengo por la cintura para que no se aparte.
—En realidad nos colamos a una fiesta SOLO para verte vestida así.
Le dedico una mirada de apreciación y por cómo se estremece, creo que le gustará la siguiente parte de mi plan.
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¡Últimos capítulos!
😊
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