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IV

¿Qué estaba a punto de cambiar para los infantes?

Desde que Romeo se juntó con la de orbes violetas no dejó de imaginar una vida a su lado. Ya sabrían, una mágica amistad llena de aventuras sin fin. Mas nunca se acercó a preguntarselo.

Conocía perfectamente a Luna, pero en su contra no se conocía a si mismo.

Esto era contradictorio, ¿cómo pretendía acercarse y cuestionarle si no se conocía a si mismo?, la promesa que la albina le hizo sólo parecía una triste ilusión con el pasar de las semanas. Por lo tanto, Romeo no estaba seguro de su respuesta.

[Romeo]

—¿¡Robot, de nuevo limpiarás ese rincón!? ¿No se supone que primero debe acabar esta temporada de primavera? —le interrogó a su robot, su molestía se debía al constante estrés por el que pasaba, recordando la situación y como Robot no seguía sus reglas.

—E-eh, yo...

Suspiró resignado—. No importa, Robot, se supone que quieres orden por aquí. No hay problema.

—¿Le pasa algo, amo?

Negó y resopló—. Emm, no, ¿me tendría que estar pasando algo?

—No creo que sepa mentir en este momento.

—¿Pero qué? Bueno, tú ganas. No me siento bien, no sé que me pasa.

Mientras que el metálico secuaz se encargaba de reorganizar los aparatos de uso util del menor este le contaba anecdotas del pasado; cuando Luna y él eran inseparables como abeja en el panal. Ante lo último dicho por el niño, Robot no evitó sentirse insatisfecho con su persectiva. Deseaba oír esa admision como verdad en la vida del jovencito.

Agarró el microscopio gris y lo dejó en la mesa, al igual que unas pinzas—. Amo, yo sé que experimentó un nuevo sentimiento. Pero fue pequeño como para analizarlo más, ¿no lo cree?

—No entiendo de qué rayos hablas...

—Bueno, no es tan fácil explicarselo.

—¿A qué le temes, Robot? De todas formas yo podría averiguarlo. —El niño tomó asiento cerca para verlo limpiar y frunció el ceño cansado.

—Me refiero a que en ese caso, en específico, usted creyó sentir amor por una persona que juró mantener amistad. —El pequeño brincó atónito.

—Pero ¡deja de decir tonterias! —Se levantó para irse—. ¡Sabía que no fue buena idea dejarte meterte en mis asuntos!

—Aguarda un momento, amo. Quise decir que tal vez estuvo equivocado en ese momento.

Para el adepto estaba siendo un completo fracaso aquella conversación. No quería serle un fastidio, aunque no comprendía perfectamente su problema no sería descosiderado.

Este se asomó a ver al ojiazul, lo encontró afuera leyendo un manual.

—Robot, ve a seguir ordenando por favor.

—¿Amo, esta sonrojado? —le preguntó sorprendido con delicadeza.

—¿Eh? —Recien percibió el color carmesi de sus mejillas con la ayuda de un espejo que se lo ofreció el robot—, es por la pena que me doy. Nada especial.

—Lo lamento, ¿quiere algo de comer luego de qué ordene?

—Eso no importa, quiero contarte algo personal. Sé que puedo confiar en ti, ¿no?

Él asintió. Romeo dejó del lado el manual.

—Bueno, no te equivocaste cuando dijiste que creí sentir "amor" por esta persona. Yo digo que sí, pero sólo fue un disparate, sólo fue fantasia... —Un aire de desaliento traspasó desde los cielos hasta el tibio corazón del científico, en tanto recordaba el momento como si fuese película—. No es lo único que diré, me mentí muchas veces y no pienso retractarme ahora, yo ni soy como esa Luna y ese torpe ninja.

—¿Usted cree, amo?

Tomó un profundo suspiro y agachó su cabeza.

—Sí. Sé que aprenderé a caminar solo y con la fuerza de voluntad me mantendré vivo.

Y el niño de ojos azules le comenzó a contar, quien imaginaría, un villano contándole con mucha presición y tanta calma, ya hasta parecía una de las historias que leían esos superheroes llamados PJ Masks.

El aire se convirtió en veneno quebradizo, capaz de romper a las personas de la zona, ciertamente paseaba la mentira y la desdicha de todos. El oxígeno favorito de todos; el chisme.

Con el pasar del tiempo al igual que las horas, eran suficientes para cambiar los corazones limpios hasta desorbitarlos, porque el tiempo cambiaba a la gente pero también mostraba su verdadero yo.

El niño Romeo no se dio cuenta de este detalle, ¿pero quien podría culparlo? Era sólo un niño.

Después de que lo ayudara su amiga, se pusieron a hablar sentados sobre el manto de la noche, estaba más frío que de costumbre, ya que al suspirar desprendía vaho debido a que las temperaturas inferiores operaban.

Pero esto nunca sería un impedimento para nuestra amistad, pensaba aquel adorable niño con las ideas hasta el cielo. Sus padres no sabían que tanto hacía, es mas, ni siquiera parecía preocuparles que estaría haciendo su hijo a altas horas. Esto era malo, eran descuidados, pero gracias al descuido quizás Romeo no podría haber conocido esa amistad que lo ponía de cabeza cada vez que miraba.

—¿Ya te he dicho lo mucho que me gusta tu sonrisa? —le preguntó el niño.

No, pero es tierno que lo digas.

No es mentira.

A mí me pareces especial, nadie lo ha sido jamás. —La de ojos violetas ladeó la cabeza.

Se quedaron unos minutos ambos apreciando la vista de la gran ciudad.

Nunca se imaginaron que su amistad peligraría en breve.

De pronto, a uno de los dos se le vino una idea.

Cantemos una canción —propuso él.

Genial. ¿Cuál te gustaría?

No conozco mucha música, podríamos intentar acordarnos de ese tema... sí quieres.

¡Por supuesto, Romeo!

A este se le pusieron los cachetes rojos de la nada.

Bueno, empiezo. —Suspiró y miró el cielo en busca de inspiración—...


Me diste el apoyo cuando yo...
Lo necesitaba

Me mostraste el amor cuando yo...
No lo sentía

Tú me ayudaste a luchar cuando yo...
Me estaba dando por vencido

Y me hiciste reír cuando yo...
Lo estaba perdiendo todo

Porque eres, tú eres la razón por la que todavía...
Sigo aquí

Porque tú eres la razón por la que mi cabeza está...
Encima de todo esto

Y si pudiera te daría la luna

Te la daría

Luna le siguió.

Y si la muerta viniera por ti
Te daría mi vida

Porque eres, tú eres la razón por la que todavía...
Sigo aquí

Porque tú eres la razón por la que mi cabeza está...
Encima de todo esto

Y si pudiera te daría la luna

Te la daría

Y si la muerta viniera por ti
Te daría mi vida

Porque eres
Eres
Eres

Eres
Eres
Porque tú eres la razón por la que todavía...
Sigo aquí

Porque tú eres la razón por la que mi cabeza está...
Encima de todo esto

Y si pudiera te daría la luna

Te la daría

Y si la muerte viniera por ti
Te daría mi vida

Al terminar de cantar Luna abrazó a Romeo, haciendo que él se pusiera rojo y sonriera en medio del abrazo. El niño acarició su espalda y la respiración se sintió a centímetros.

Después se pusieron a hacer recortes cerca de su residencia, para esto tomaron unas revistas recientes de acción y jugaron a ser héroes, a derrotar a villanos.

¡No dejemos que los villanos malos ataquen nuestra base! —exclamó Luna metida en su papel.

¡Claro que no!, tú serás mi guía —indicó su amigo.

La niña de piel lechosa amó la interpretación del otro, le mandó muchas sonrisas en medio del juego y sólo Romeo rió mientras se divertía.

Sin saberlo el tiempo se estaba agotando. Uno nunca sabe cuando será la última vez que verás a una persona, puedes creer que es un momento cualquiera y el destino no te dirá ese es el fin...

Oye, si pudieses elegir entre ser el bueno o ser el malo, ¿cuál eliges?

Esa pregunta desconcertó a su amigo, pero soltó su respuesta.

Quiero ser el bueno. ¿Y tú que serías?

La buena también, esta vida necesita más buenos que malos.

Porque si ambos somos buenos, ambos nos queremos.

Luego, frente al lago que rodeaba la ciudad estaban ambos sentados y de pronto, Romeo se acercó tanto a la nena de su lado e hizo aquello que su corazón pedía. ¿Estaba consciente de lo que hizo? Por supuesto, pero nunca se imaginó que gracias a eso echaría a perder todo.

¿Por qué? Porque el pequeño no sabía que peso cargaba un beso.

—¿Ro-romeo, qué estás haciendo? —Mas que una pregunta sonó a un reproche. Primer error.

Mmm, es, es, es un beso... te besé. ¿Pasa algo? —replicó con inocencia.

Luna miró el suelo en silencio mientras se separaba—. Esto no está bien, no puede pasar esto. Es raro —murmuró ella, de sus ojos resbalaron lágrimas y su amigo se alertó. Se levantó al igual que la albina, intentó acercarse y acariciar su rostro ya mojado.

Ella no se lo permitió.

¡Somos amigos! —Siguió llorando mirándolo molesta—. ¿Qué tiene tu mente con tal de romper nuestra amistad?

Estaba paralizado, apenas comprendía y no le acababa de procesar todo.

Lo-lo siento, Lunita. No supe...

¡Una disculpa no resuelve nada, Romeo! No revierte el tiempo. —Suspiró triste y cada vez sus piernas sólo deseaban salir de ahí—. N-no me llames así nunca más. Prefiero que desaparescas o será mejor que yo lo haga.

Deseaba llorar.

¡Lunita, no digas eso! Podemos arreglarlo, pero no te vayas te lo ruego... —Estiró sus brazos al suelo, no se sentía capaz de nada—. No hay nadie como tú, no me importan los amigos. Mis padres me ven como un fiasco y yo me la paso llorando.

Lamento eso, pero deberás a aprender a ser valiente solo. Ya no puedo.

¿Qué paso con eso de vivir en un castillo en la luna?

Son recuerdos, ya no existe el momento... adiós.

Comenzó a alejarse y Romeo retomó el sentido, este se estaba apresurando, intentando alcanzar a la albina, con todas sus fuerzas mientras se repetía:

¡Por favor, no puede ser el final!

Una niña corriendo de un niño, ella lamentandose y él tratando de recuperar el momento.

En un momento, el jovencito casi logró su cometido pero le fue arrebatado. Un adulto se interpuso en esa triste carrera de recuerdos, tomó de su brazo para alejarlo de Luna.

¡No, suéltame! Debo ir.

¡Tú no tienes donde ir! ¡vas a regresar a casa y harás tus deberes como niño bueno, ¿está bien?! ¡aquí afuera sólo hay gente mala y tú te estas poniendo en peligro! —Reconocía esa voz, era su mamá.

Seguramente estaría castigado y de sólo imaginarlo, ahogó un fuerte sollozo.

Caminaba la figura materna agarrando del brazo a Romeo, el cual lloraba y recordaba la última vez que observó a Luna alejarse. Como la perdió de vista. La mayor le cuestionaba sobre el salir de casa, las notas y amigos, el niño no tuvo el valor de responder, ya que no le pudo decir sobre una vida juntos.

Porque al igual que se quedó pendiente esa cuestión también sus lágrimas para seguir llorando.

En casa, no hizo mas que hundir sus penas a la almohada y deseó lo peor para si mismo. No quería saber de nada, no quiso hablar con sus padres. Recordó los momentos con ella y así terminó su llanto.

_________

Gracias por leer!
Se acerca el final ;)

Por cierto, la canción se llama "get you the moon - Kina ft Snow" por si la quieren escuchar.

Bye!

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