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III

¿Cuándo fue que el asunto se le escapó de sus manos?

Primero habría que saber el trasfondo, mismo que no era complejo. Luego de verse y presentarse a causa de una embarazosa conversación, ambos poco a poco se hicieron confidentes, esto los hizo frecuentarse. No fue una amistad de la noche a la mañana sino que llevó tiempo. Tal cual como construir un invento que desafiaría los límites y leyes.

Romeo se la pasaba platicando con Luna cada noche, era agradable luego de sesiones tediosas de estudio por intentar mejorar las calificaciones. Porque sí, el niño se molestaba por sacar cero en el cuadro de honor y sus padres cruzaban brazos ante esas noticias. Para su suerte, no recibía regaños fuertes por ser menor, pero a su corta edad el ojiazul se vio obligado a comprender lo que era el fracaso.

Por eso, aunque no lo crea, estaba siendo una curita en el alma para él.

—¿Eres Luna?

Esta asintió callada.

Oh, nunca oí un nombre parecido —Desvió su mirada nervioso y soltó una suave risa. Eres como la luna que está iluminándonos en este instante.

¿E-en serio?

—Ajá, .

—Ohh, que linda se ve desde ahí. —Se levantó del suelo y comenzó a alejarse unos centímetros. El pelinegro sintió temor de perderla de vista.

¿Por qué te alejas?

No te preocupes, solo quiero apreciarla mejor.

Romeo sonrió con los ojos puestos en el cielo—. ¿Te gustaría quedarte con la luna por siempre?

Claro, así me acompañará como mi fiel amiga.

¿Sería tan brillante y encantadora?

Ajá. Siento que ambas conectamos, imagino divertirme allá arriba con ella y admirarla cada segundo que pueda, con los astros y planetas orbitando alrededor.

Aquellos niños compartían sueños, dejaban volar la imaginación con inocencia.

¿Y llegar con un transporte volador?

Por supuesto, es un deseo que anhelo en este mundo y en cualquiera. Sería mi única amiga.

Romeo abrió la boca sin decir nada, de pronto la cerró e hizo una mueca. Luna lo notó.

—¿Qué pasó? ¿estas bien? —Se le acercó y a penas rozó su mano con él.

El pequeño contemplaba el césped con dolor, parecía que iba a llorar—. Pero vas a dejarme solo...

La de cabellos blanquecinos entendió todo y negó con la cabeza.

—No lo voy a hacer, eso no pasará. Nos quedaremos en la tierra y podré hablarte siempre, en la eternidad y más seguiremos siendo amigos...

—¡Pero no cumplirías tu sueño! Yo no quiero eso. —Una lágrima manchó la mejilla del ojiazul.

—Entonces ambos iríamos a la luna; construiríamos un castillo para vivir.

—¿De verdad? —El jovencito sintió como si le reconstruyó el corazón.

—De verdad. No llores, Romeo, no quiero que llores.

Aquella niña lunar acarició su mejilla con dulzura, hecho que lo hizo reír.

Gracias, Lunita —dijo estando de frente.

—¿Lunita? ¿y eso?

—Es un apodo para ti, mi amiga.

La de orbes violetas agradeció con una amplia sonrisa, para los próximos minutos los dos corrieron desde el patio de su hogar hasta un sitio boscoso. Ahí se contaron sus deseos, pensamientos, chistes y vida en general.

No había elemento que a Romeo no le gustara de Luna, parecía lo más valioso que tenía en su vida. Esto era mutuo.

Al cabo de un tiempo de frecuentarse, los verdaderos problemas comenzaron a brotar.

—Oye, Lun-na, ¿ crees que pueda mejorar mis notas? —Llegaba de leer para tomar asiento en el frío junto a su amiga, se talló sus ojos azules y bostezó.

La menor se puso a pensar y contestó—. Yo que . ¿Por qué me preguntas esas cosas? Sabes que no estoy al tanto de la escuela.

—Oh, , lo siento. Lo que pasa es que estoy sacando cero puntos de nuevo. Estoy exhausto, no puedo tener tiempo para arreglar mis inventos, es difícil.

—¿Necesitas mi ayuda? ¿Quieres que me quedé junto a ti hasta la mañana? —Se inclinó a él mientras apoyaba sus brazos en medio

—Aunque no estaría bien, si te necesito.

La albina pasó su brazo por su hombro. tranquilo, Romeo, voy a estar ahí.

~

Esa noche, el pequeño pelinegro dejó lo que estaba haciendo para proceder a sacar sus herramientas de un estuche y guardar unas en su bolsillo.

Lunita, brillas como ninguna.

No sabía que algo estaría a punto de cambiar.

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Nota: Lo dejó hasta aquí porque pensé que sería más corto
Me basé un poco en el libro de Romuald para Romeo.

Hasta aquí hoy!

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