⁰⁸⁵
Las caminatas en la playa eran regulares para los dos, pasear, sentir la arena entre los dedos de los pies, buscar caracoles, ver pequeños animales, y arrojar galletas a las gaviotas.
Sunghoon encontraba la felicidad en esas pequeñas cosas que podía disfrutar junto a Sunoo, en una vida nueva, una nueva etapa que habían comenzado juntos, llena de oportunidades, de encontrarse a si mismo de nuevo, de encontrar su felicidad, y de enamorarse una y otra vez del otro, todos los días.
Aquella sonrisa en sus labios y esos brillos en sus ojos, era todo lo que necesitaba para saber que todo estaría bien, y que seguirían adelante juntos.
Sunghoon siguió su tratamiento para su depresión, a lo largo de varios meses fue a citas regulares, cada semana, luego cada dos semanas, hasta que finalmente se sentía listo para seguir con sus avances solo, y ante cualquier duda, regresaría para aclararla.
La depresión no es algo que se cure se una semana a la otra, de una sesión a la otra, era un esfuerzo día tras día para seguir adelante, fijarse en las cosas positivas que hacía que la vida valiera la pena, entender que la vida no tenía un rumbo en si, sino que él mismo lo marcaba, buscaba y elegía seguir, día tras día con cada mínima acción... Aquello era el rumbo de la vida, eso que él creía haber perdido, pero que siempre había estado a su lado. Sunghoon había vuelto a encontrar un rumbo que se aventuraba en continuar día tras día, junto a Sunoo.
—A veces la vida se ponía turbia, como el mar en una tormenta— le había dicho su psicólogo —. Eso no es nuestra culpa, no es nuestra culpa la tormenta, o la lluvia, o las olas, o el viento, a veces las tormentas que tenemos dentro nos ahogan, nos tumban la balsa, pero en aquellos momentos, en vez de desesperarse, hay que detenerse un momento y pensar en cómo podemos hacer para volver a un lugar seguro.
>> No puedes controlar el mar, Sunghoon, o la tormenta, pero si puedes controlar que hacer con ello, y cuando te des cuenta de que eres tú el que puede controlarte a ti mismo, el mar no se va a sentir tan indomable, la tormenta no será tan grande y podrás dirigir el rumbo del barco de nuevo.
Sunoo era un bailarín prodigio para ser tan "nuevo", algunos de los profesores más viejos se acordaban de él, ya que Sunoo fue un bailarín habilidoso en su vida pasada, y allí estaba otra vez, para aprender de nuevo a pararse de puntitas y sorprenderse cuando su cuerpo aún tenía memoria suficiente para hacer un piroutte, con su gran sonrisa espléndida robaba el corazón de todos en las clases.
Sunghoon iba verlo a sus clases, a todas y cada una, sonreía tanto al verlo disfrutar que la cara le dolía, se llenaba su pecho de orgullo de verlo, tan hermoso como siempre, le llevaba flores, rosas rojas, chocolates y besos cada vez que tenía la oportunidad de elogiarlo frente a toda su clase hasta dejarlo totalmente sonrojado lo hacía.
Seguidamente, a la salida, Sunoo solía retarlo por haberlo avergonzado tanto, y luego de un par de golpes brutos, Sunghoon ganaba en una guerra de besos.
— Te amo, Ddeonu... Mucho mucho — Sunghoon nunca se cansaría de repetirlo, en aquella y en cualquier otra vida.
— Yo también te amo... — admitía el Pelirosa, casi siempre seguido de algún insulto por haberlo molestado, antes de perderse en sus besos.
Finalmente los dos sintieron que podían vivir felices, creando memorias juntos cada día.
[FIN]
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro