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⁰⁶⁵

Sunoo esperaba a que Sunghoon volviera, estaba muy impaciente por tener el postre que quería, tenía antojo de helado de menta de chocolate, y esperaba que su novio volviera a casa con mínimo un kilo de aquel helado.

Pero esperó... Esperó y esperó, la furia de no tener su postre pasó a ser preocupación, y luego de más de tres horas sin noticias de Sunghoon, llamó a Minho, la única persona en la que podía confiar.

—Minho... Sunghoon no ha vuelto— Murmuró, sin poder explicar aquel sentimiento en su pecho, sabía que algo había pasado, algo malo.

Sunghoon nunca lo dejaría por más de media hora o cuarenta minutos solo, el hospital no estaba tan lejos de donde vivían, y solo iba a dejarle comida a la mamá de N y después regresar, la heladería quedaba de paso, no había manera de que tardará tanto.

¿Sunoo? ¿Qué? ¿A dónde se fue?

— S-Sunghoon fue hacia él hospital pero ya debería haber vuelto... hace mucho, y no lo hizo, y ya hace más de tres horas que se fue y no me llama y no sé dónde está — balbuceó, mientras algunas lágrimas caían por su rostro.

Okay, okay, voy para allá, Sunoo, no te preocupes— dijo, eran pasadas las diez de la noche, Felix se había puesto el pijama, aún así lo obligó a abrigarse, ponerse zapatos y subir al auto, con la excusa de que tendrían una "pijamada sorpresa" con Sunoo.

Cuando ambos llegaron al departamento, Sunoo se abrazaba a sí mismo, con un puchero en el labios y unas cuantas lágrimas cada tanto.

— ¿Y si está mal, Min? ¿Y si quiere hacerlo otra vez? — preguntó recordando aquella noche que llegó al edificio para encontrarlo en el último piso— ¿Y si le pasó algo? — preguntaba, demasiadas preguntas sin respuestas, Felix se estaba poniendo nervioso por todo y miraba al mayor con miedo mientras abrazaba a su mejor amigo.

— Minhoonie, ¿Qué le pasó a Sunghoon? — preguntó Felix, por su voz también estaba a punto de llorar.

— No lo sé, pero él volverá, estará bien, lo prometo, no me voy a ir hasta que Sunghoon esté aquí — dijo el pelirrojo, en un tono muy serio, para que ninguno diga nada más.

Llamó a Sunghoon unas siete veces, insistiendo sin descanso, dejando una pausa de no más de dos minutos para volver a llamar, la última vez, atendió.

Minnie... — su voz sonaba muy cansada.

— Park Sunghoon, gracias a Dios, ¿Dónde estás? ¿Qué pasó? Te estuve llamando mil veces y tengo a dos chicos muy preocupados por tí-

— Ehm... Lo siento, tuve un... Accidente, acabo de salir del hospital y me voy a tomar un taxi hasta casa— dijo.

— ¿Estás bien? Te escuchas muy raro.

M-Me golpee la cabeza... Tengo unos puntos, me duelen un poco, tuvieron que ponerme algo de anestesia creo... estoy muy cansado— comentó.

— Sunghoon, ¿Sigues en el hospital?

Estoy saliendo.

— Vuelve a entrar y quédate en la sala de espera, iré a buscarte, quédate ahí— Minho se frotó el rostro, estresado, miró a los otros dos —. Ustedes dos, vayan al cuarto y quédense abrazados hasta que vuelva, voy a buscar a Sunghoon y regreso, no se vayan a ningún lado.

Sin más, tomó las llaves de su auto y bajó corriendo la escaleras hasta la salida, manejó hasta el hospital y entró apresuradamente, hasta ver al pelinegro en uno de los asientos de la sala, se acercó a él casi corriendo.

Tenía un pequeño vendaje a un lado de su frente cerca de su cien, su pómulo estaba evidentemente razpado, y ligeramente hinchado, y tenía un pack de hielo sobre su cabeza.

— Sunghoon, ¿Qué pasó? — Minho se arrodilló frente a él, el Pelinegro sonrió un poco al verlo, sus ojos estaban muy cansados.

— No fue un accidente, Minho... — dijo por lo bajo, casi en un susurro, no lo había dicho por llamada para no preocupar a ninguno de los otros dos por si llegaban a escucharlos— No lo fué, estoy seguro que quien iba en el auto quería lastimarme, como mínimo...

— ¿Qué auto? ¿Qué pasó? — el pelirrojo no entendía nada.

— Me atropellaron— dijo —. No siquiera estaba cruzando la calle, estaba en la vereda y el auto fue directo hacia mí... Ya hice la denuncia a la policía, pude ver la placa... Un auto gris, no llegue a ver quién iba adentro.

Minho no tenía palabras, con cuidado tomó el hielo que el menor sostenía sobre su cabeza, vió una pequeña herida en esta y un par de puntos.

— ¿Estás seguro que estás bien?

— Me dijeron que puedo tener una contusión... Leve — dijo, su tono de voz era mucha más lento y cansado de lo normal —. También tengo algo de anestesia... Tengo sueño.

— ¿No quieres quedarte esta noche? Puedo cuidar a Sunoo— Sunghoon negó.

— Ya me dieron el alta, me dijeron que tengo que dormir y hacer reposo, me dieron unos calmantes si me duele mucho, pero estoy bien, puedes preguntarles si quieres — añadió, buscando alguna enfermera con la mirada.

— No, no, Sunghoon, dios... Bueno... — lo ayudó a levantarse y pasó uno de sus brazos por sobre sus hombros para ayudarlo a sostenerse—. Vamos a casa, Sunoo y Felix están esperandonos.

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