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El pelirosa no dijo nada, Sunghoon tampoco, solo se quedó con él en la cama, dejando que el menor se abrazara a su cintura y apoyara su rostro en su pecho, mientras el mayor dejaba mimos en su cabello y besos cada tanto.

Ni siquiera cuando Jake volvió para dejarles una pizza y ver cómo estaban dijeron algo, y el pelirrojo los dejó solos porque creía que lo mejor era que tuvieran un poco de paz.

El pelinegro se sentía terriblemente culpable, creía que era por lo que había hecho, por más que Sunoo lo había consolado mil veces y que sabía que no tenía la culpa de nada, y que al final había decidido lo correcto... Nada le parecía bien, porque seguía sintiéndose mal.

— ¿Quieres dormir? — ofreció Sunoo, Sunghoon negó, se sentía cansado pero no lo suficiente como para dormir —. Bien... Yo... Te tengo un regalo.

— ¿En serio? — Sunghoon sonrió con ternura.

— ¡Sí! — Sunoo asintió, emocionado —. Estuve buscando un regalo con Fefi y Min todo el día y-y sabes que soy muy malo para elegir un regalo, entonces tardamos mucho, y es algo chiquito pero-pero me gustó mucho porque es bonito y tú eres muy bonito para mí también entonces-

Sunghoon soltó una carcajada por la ternura, Sunoo estaba nervioso aún por todo lo ocurrido, pero la forma en que intentó explicarse fue muy tierna.

— Estoy seguro que me va a gustar mucho, Ddeonu — murmuró él Pelinegro, y se separó para que él fuera a buscar su regalo, guardado en el bolsillo de su abrigo.

Vio aquella sonrisa que el pelirosa queria esconder que tanto le gustaba, mientras escondía una cajita detrás de su espalda, Sunoo volvió a sentarse a su lado sobre la cama.

— Y-Yo... Te dije que quería pasar el resto de mí vida contigo, porque te amo mucho... — murmuró, sus labios hacían un mohín adorable— Y porque sé que si no es contigo no sería con nadie más, porque solo tú... Siempre estuviste conmigo, a pesar de todo. Y no cualquiera haría eso por otro, no cualquiera sería tan genial como tú, Sunghoon... Entonces solo pensé que el mejor regalo que podía darte era estar contigo para siempre.

El pelirosa le mostró la cajita dorada, decorada con un lazo blanco, Sunghoon la tomó lentamente y abrió el regalo, para encontrar dos anillos de color rosa oro, que estaban tallados para asemejar a una fina rama con hojas.

— ¿Te gustan? — murmuró Sunoo con timidez, estaba muy nervioso por su regalo, era el segundo regalo que hacía en su vida, o eso recordaba.

— Sunoo son preciosos— murmuró Sunghoon en voz baja, estaba sorprendido por lo bonitos que eran —. Gracias... Pero esto debió haber costado muchísimo.

— Pues... Encontré una tarjeta que me dió papá hace años, estaba en una billetera... Y tenía mucho dinero, Min me ayudó a usarla.

Sin palabras y con una sonrisa enorme, tomó uno de los anillos para colocarlo en el dedito de Sunoo, y el que restaba, que era un poco más grande, calzó perfectamente en el suyo.

— Yo también te tengo un regalo— murmuró Sunghoon, levantándose de la cama para buscar en su armario, hasta encontrar una bolsa de cartón con dibujos adorables y de colores pasteles, se lo dió a Sunoo con timidez—. No es tan bonito como los anillos, pero... Sabía que te iba a gustar.

Sunoo tomó la bolsa y la abrió rápidamente, era un peluche de pingüino, como el que había visto esa tarde, le parecía adorable.

— Si le aprietas el pecho habla— murmuró él menor, y Sunoo lo hizo de inmediato con un ruidito de emoción, solo para que se escuchara la voz de su novio venir del muñeco y decir "Ddeonu-ssi".

El pelirosa soltó una carcajada, Sunghoon sonrió con ternura ante la linda risa de su pequeño mayor.

— Dice más cosas— dijo, sentándose a su lado, y Sunoo continuó apretando el peluche.

"Bebé", "Lindo Sunoo", Te quiero mucho", "Te amo", "Ddeonu-ssi"...

— Oh, no llores... — Sunghoon fue a abrazarlo, Sunoo lo abrazó con fuerza y escondió el rostro en su pecho.

— Te amo mucho, Sunghoonie, mucho, mucho... No me vuelvas a asustar así, nunca, nunca... Dijiste que estaríamos juntos por siempre... Era una promesa... Y que estaría contigo toda mi vida... Y mi vida sigue así que tú tienes que seguir porque eres muy fuerte y-y no sé qué haría sin tí... — murmuró rápidamente entre hipidos de llanto.

Sunghoon asintió, dejando caricias en su cabello.

— Estaremos juntos por siempre, Sunnie... Lo prometí, lo sé, y lo voy a cumplir.

— Pero ahora quiero que prometas que irás a verlo a Jongseong... Y que no lo vas a dejar esta vez.

— Lo prometo, bebé — respondió, dejó un beso sobre su coronilla—. También te amo.

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