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Luego de dos semanas en el hospital, a Sunoo le dieron el alta, podía finalmente ir a casa con su lindo novio.

Tendría que ir a una revisión con Jungwon dentro de una semana, y también iría a terapia con Jongseong por al menos un mes, pero todos coincidían que Sunoo se lo estaba tomando todo de forma excelente.

Cuando se fueron a casa Sunoo estaba más que feliz, por fin tenía todo el tiempo del mundo para estar solo con su Sunghoonie.

Solía contarle a Sunghoon todo lo nuevo que recordaba, y el pelinegro lo miraba con una sonrisa boba y enamorada, mientras asentía con una mezcla de orgullo y felicidad ante el relato de su lindo mayor.

— Sunghoonie, ¿Recuerdas cuando nos vimos por primera vez? — comenzaba Sunoo, con sus mejillas rojas y una sonrisa adorable.

— Pues sí.

— ¿Recuerdas que te fui a buscar a la estación de tren? Y tú apenas eras mayor de edad y parecías un niño perdido, y me quedé viéndote largo rato... Tenías los ojitos muy brillantes, y tiernos... Porque son muy grandes y redonditos — dijo el pelirosa, mientras miraba los ojitos de Bambi de su novio, un poco más pequeños de lo normal a causa de su sonrisa—. Hasta que finalmente me encontraste y corriste hacia mí... Y yo hice como si nada porque quizás quedé un poco mal, pero estaba muy ocupado admirándote.

Sunghoon sonrió, haciendo que unas arrugas se formen a los costados de sus ojitos, que casi desaparecieron.

— ¿Si te acuerdas de eso? — preguntó el pelirosa, con un tono alegre y algo infantil.

— Sí, bebé — respondió el menor, dejó un beso en su frente porque era demasiado adorable—. ¿Eso recordaste hoy?

Sunoo asintió, contento por su logro.

— Muy bien, mí lindo Ddeonu — dijo, tomando sus mejillas, mirándolo con todo el cariño del mundo.

— Sunghoonie, ¿Estás más feliz ahora? — preguntó el mayor, sus manitos tomaron las muñecas del otro, muy cómodo por la calidez de las manos de su novio sobre su rostro.

— ¿Sigues con eso, Sunnie? — preguntó el menor, viendo aquel brillo e ilusión en los ojitos del pelirosa—. Siempre fui feliz contigo, y soy feliz ahora también.

Sunoo hizo un puchero, Sunghoon dejó un pequeño besito en él.

— Soy feliz mientras tú seas feliz — dijo el pelinegro con simpleza—. No importa nada más, Sunnie.

Sunoo se tomó un rato para pensar, no se sentía convencido, por más que el tono de Sunghoon había sido muy seguro.

— ¿Por eso llorabas a veces? — preguntó, inflando sus mejillas mientras recordaba momentos en los que Sunghoon lloraba por algo que él decía, o luego de una pesadilla o un ataque de pánico, el pelinegro había llorado muchas veces y él nunca lo había entendido, y tampoco recibía una explicación, ahora sabía el por qué— ¿Porque no recordaba nada?

— No siempre por eso, Sunoo — murmuró Park, por lo bajo—. Se puede llorar por muchas cosas, es inevitable... Y no es tu culpa tampoco.

— ¿No me odiabas? — dijo, casi en un susurro, haciendo que Sunghoon frunciera el ceño automáticamente—. Porque a veces he dicho cosas que no están bien... Y te hice pasar malos ratos, muchos... Y ahora sé que habré sido muy, muy molesto.

— ¿Por qué te odiaría, Sunoo? — Sunghoon se acercó a él, estaban sentados en la cama que compartían, así que lo abrazó cómodamente, acunandolo contra su pecho como un bebé, haciendo que el pelirosa tuviera que mirar hacia arriba para verlo, dándole un aspecto de perrito triste—. Eres mí chico favorito, eres mí lindo Ddeonu... Eres lo más especial, bonito y amado que tengo, te quiero demasiado, jamás en la vida podría odiarte.

>> Y no eres molesto, nunca lo fuiste— dejó mimos en su cabello y sus mejillas—. No pienses esas cosas malas, Sunoo, ya quedaron atrás... Siempre estaré contigo, como siempre estuve, y ahora estamos muy bien, ¿Si? No hay por qué ser negativos con algo tan positivo— lo abrazó contra su pecho y Sunoo rodeó su cintura con sus brazos.

— Mhm — murmuró, y aquel lindo ruidito afirmativo que el mayor siempre hacía fue suficiente para que Park sonriera con ternura.

— Eres mi pequeño amorcito feliz, Ddeonu.

Sunoo rio alegre y Sunghoon sintió como si un algodón de azúcar se derritiera en su pecho de toda la dulzura que sentía.

— Prometo darte un beso por cada lágrima que hayas dejado, Sunghoonie — murmuró él pelirosa, antes de tomar su rostro para dejar besos, hasta hacerlo reír.

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