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- ¿Puedo dormir contigo hoy? - preguntó Sunoo, jugando con sus dedos frente a él, en la puerta del cuarto del menor.

- ¿Pasa algo, lindo? ¿Tienes miedo?

Sunoo negó, hizo un mohín mientras pensaba como decirle, no quería sentirse tan avergonzado.

Sunoo solía sentir mucha vergüenza de muchas cosas, era bastante inseguro, aunque con Sunghoon podía sentirse más libre, porque el pelinegro nunca lo había juzgado de mala manera.

Ni siquiera cuando se orinaba en la cama cuando tenía pesadillas muy feas, o cuando tenía un ataque y se sentía tan vulnerable y frágil, Sunghoon nunca le decía nada, y sólo intentaba hacer lo mejor por él.

Claro que Sunoo sabía todo lo que el menor se esforzaba por él, y lo admiraba por eso.

- Sólo... Quiero dormir contigo porque es lindo.

Sunghoon sonrió levemente.

- ¿Si?

- Mhm.

- Bueno, adelante- hizo un ademán para dejarlo pasar, cosa que hizo al pelirosa sonreír, mientras entraba feliz y se subía a la cama de un salto, para luego acomodarse de un lado de esta.

A Sunghoon le parecía lindo que Sunoo siguiera eligiendo el lado de la cama que siempre le había pertenecido, aún sin recordarlo, tomaba las mismas decisiones.

Encendió la luz de noche, porque Sunoo solía tenerle miedo a la oscuridad.

Había noches dónde no pasaba nada, pero si se despertaba luego de alguna pesadilla o si había tenido alguna fuerte recientemente, quería dormir con la luz encendida para poder ver qué ningún monstruo lo lastimara otra vez.

Se acomodó de su lado, decidió usar su antifaz, porque le costaba consolidar el sueño con tanta luz.

- Buenas noches, lindo.

- No me estás abrazando- dijo el pelirosa, sonaba demandante.

Sunghoon sonrió de lado, alzó un poco su antifaz para mirarlo, el Pelirosa estaba haciendo un puchero y con el ceño fruncido.

Sunoo era tan adorable, quizás algo mimado, o exigente, pero no podía decirle que no, no a esa carita, no a esos pucheros, no al amor de su vida.

- Bueno, bueno, señor abrazos, deja que me acomode primero - dijo, con un poco de gracia.

Se acomodó en la cama, tapándose bien con las sábanas, y abrió sus brazos para que Sunoo se acomodara en ellos, lo sintió acurrucarse contra él, dejó un beso sobre su frente.

- Beso de buenas noches, y abrazo de oso, ¿Ahora sí está bien?

- Mhm - dijo, asistiendo contra su pecho.

- Bien, lindo, buenas noches.

- Buenas noches- respondió en un murmullo.

Y como cada vez que dormía con Sunghoon, se sentía a salvo, protegido, y muy querido.

Sabiendo que las pesadillas no podían encontrarlo en el cuarto de Sunghoon, y que los monstruos no podían atravesar esa muralla de abrazos, podía soñar algo bonito, podía estar tranquilo.

Sunoo tuvo su primer buen sueño en mucho tiempo, esa misma noche.

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