Episodio 7
Las palabras de aquel hombre hacían eco en mi mente, una y otra vez, pero no me paralizaron, por lo contrario la adrenalina me impulso a salir rápidamente de ahí determinada a encontrar respuestas. Por alguna extraña razón aquel hombre no me delató, y si bien quisiera saber por qué, hay temas más urgentes a descubrir en este momento; debo aprovechar esta oportunidad. La casa quedo sola y no pienso irme hasta no encontrar una evidencia contundente de estos sucesos,-No soy tan pendeja para irme sin llevar algo a la policía que compruebe mis dichos- Me dije a mi misma.
Examino cada cajón, cada estante del cuarto, reviso en el armario y me muevo entre las diferentes secciones de la casa lo más rápido posible pero con la suficiente cautela de no cambiar los objetos de su lugar para que Doris no note nada inusual al volver. Todo en su casa es totalmente normal a excepción de las fotografías en su alcoba, no hay nada que pudiese llevarle a la policía lo suficientemente contundente para probar algo. Las fotografías podrán ser tétricas, pero pensando razonablemente no son pruebas de ningún delito ni nada que pueda ayudarme... -¿Qué hago? -Me pregunto, mientras me encuentro parada en el hall de la casa, sumergiéndome en la frustración
Un dolor muy intenso en mi cabeza hace que pierda el equilibro, haciendo que tambalee y me recargue sobre un esquinero donde se encontraban unos cuadros haciéndolos caer, el dolor es tan fuerte que parecen cuchillas atravesando mi cabeza constantemente; mi visión se encuentra totalmente borrosa y caigo de rodillas. -¡Tengo que salir de esta casa!- No puedo desmayarme aquí adentro, ellos podrían regresar en cualquier momento. Con las pocas fuerzas que me quedan me arrastro hasta la puerta principal y con gran dificultad la abro, trato de ponerme de pie pero no lo logro cayéndome otra vez. Mi visión cada vez se hace más oscura, -¡No veo! -pienso mientras ruego que algún vecino estuviera viendo la escena y viniera a socorrerme, siento que me desvanezco rápidamente.
Mis ojos se sienten pesados, pero lentamente comienzo a abrirlos. Esta todo demasiado oscuro, no logro reconocer el lugar. El suelo está muy frio y húmedo. No veo ventanas, solo paredes oscuras. -¿Dónde estoy? -Me pregunto mientras intento sentarme pero me resbalo
-¡Ay!- Un quejido escapa de mi boca, me siento totalmente dolorida como si hubiese recibido una paliza, tengo que ponerme de pie como sea. No sé dónde estoy ni quien me trajo pero obviamente no es una situación nada grata. Es entonces cuando notó que mi ropa está totalmente empapada al igual que mi cabello, aún estoy muy mareada así que me deslizo hasta una pared donde me recargo, apoyo mi cabeza hacia atrás en un inútil intento de parar el mareo, todo me da vueltas; siento desesperación y angustia pero no voy a llorisquear.
-¿Vas a llorar?- Escucho decir, al instante reconozco su voz, es el hombre que estaba en la habitación conmigo, el tal "Samuel"
-¿Quién es? ¿Dónde estoy?- Digo lo más firme que me permite la voz observando a este hombre justo frente a mí, no le voy a demostrar miedo, pase lo que pase voy a mantener mi dignidad hasta lo último
-¿No tienes frio?- Me pregunta ignorando totalmente mi cuestionamiento -No te despertabas así que un poco de agua soluciono el problema- Añadió mientras se acercaba
Por fin podía ver con claridad al tal "Samuel", como si estuviese escrito en un guion de novela de suspenso, uno malo por cierto, se trataba nada menos que del hombre que yo había estado perseguido, de aquel hombre que pensé que eran terribles alucinaciones de una mente totalmente quebrada por un largo estado de coma. Tengo que reconocer que saber que no había estado alucinando me alivio y también que estaba muy asustada pero que si moría en este momento me lo había ganado por actuar de una manera tan estúpida al haber estado queriendo buscar a una persona que en realidad me buscaba a mí. El juego del gato y el ratón, y al final yo resulte ser el ratón.
Se acercó lentamente hasta estar a unos cuantos centímetros de mí, me miraba desde arriba con total indiferencia y desdén. Sus ojos negros e intensos se clavaban en los míos mientras su boca esbozaba una leve sonrisa de satisfacción, al igual que un lobo que ha conseguido acorralar a su presa. Se agachó apoyando una rodilla al piso, colocándose a la altura de mi rostro, no apartaba su mirada de la mía.
-¿Me tienes miedo Elizabeth?- Dijo con una amplia sonrisa y ojos expectantes
-¿Debería?- Conteste acercando mi cara a la suya, mientras sostenía mi mirada fija en sus ojos, en un desesperado intento por no demostrar debilidad
-Já, ¿Siempre contestas a una pregunta con otra?- Me cuestiono entre risas -Pero para ser honesto, si deberías y mucho- Agrego mientras su mirada me recorrió de arriba abajo para luego centrarse en mis ojos nuevamente
Repentinamente extendió su mano para sujetarme el mentón, trate de evadirlo haciendo mi cabeza hacia atrás pero me encontraba aprisionada contra la pared en la que anteriormente me había recargado. Su mano me presionaba con fuerza y mi cuerpo aun no reaccionaba como para lograr zafarme de su agarre. Giró mi cabeza hacia la derecha señalando hacia un rincón, podía ver una pequeña repisa con objetos sobre ella, o eso parecía, estaba demasiado oscuro para determinar exactamente que había en allí.
-Hay ropa sobre ese mueble, en cuanto puedas moverte mejor te sugiero que te cambies, estas totalmente empapada y hace mucho frio- Me dijo con un tono serio y una expresión muy fría, para luego soltarme y caminar tranquilamente hacia una puerta entreabierta que apenas había notado que estaba ahí hasta ese instante
-¿Por qué me estas ayudando?- Dije con mucha inseguridad en una voz muy baja, no estaba segura de como respondería ni quería provocar ninguna reacción negativa en él
El detuvo sus pasos; colocó ambas manos dentro de los bolsillos de su pantalón estilo militar y estando de espalda a mí, giro leventemente su cabeza hacia donde yo estaba.
-¿Quién dijo que te estoy ayudando Elizabeth?- Respondió sin preámbulos para luego seguir su camino sin omitir ninguna otra palabra
Creo que paso más de 30 minutos y al fin puedo comenzar a moverme un poco mejor, aun siento mis extremidades algo adormecidas y torpes pero los mareos se desvanecieron totalmente; él no volvió a entrar a la habitación, dejo la puerta abierta como si estuviese esperando que saliera por ella. Acabo de cambiar mi ropa, no encontré nada de mujer pero no importa, estos pantalones de algodón y el buzo que me puse son más que suficientes para mantenerme caliente. -¡Tengo que centrar mi mente y escapar! -me mentalizo dándome coraje para tomar la iniciativa salir por esa puerta. Comienzo a caminar hacia ella haciendo el menor ruido posible, me asomo levemente para poder ver en donde me encuentro o buscar la salida más próxima, a primera vista logro observar un pasillo a mi izquierda y una puerta de chapa bastante deteriorada, no veo que él esté ahí. -¡Es mi oportunidad! -pensé sintiéndome aliviada
Corro lo más rápido que mis piernas me permiten hacia ella, intento girar su picaporte y tiro de el con desesperación una y otra vez sin lograr abrir la puerta. -¡Mierda, mierda, está cerrada con llave! No puede ser-
-¿En serio Elizabeth? ¿Pensaste que iba dejar la puerta abierta para que escapes así como si nada?- Escucho decir entre risas, su voz viene muy cerca de mí. ¿Cómo no pude notarlo antes
Suelto el picaporte lentamente mientras me siento estúpida y derrotada, busco con mi mirada el rincón de donde provenía la voz de Samuel. Lo miró con cansancio, cabizbaja, era imposible disimular la frustración en mi rostro y él debió notarlo al instante. Se encontraba a pocos metros de mí, apoyado sobre la pared con ambos brazos cruzados, su postura me recordaba inmensamente a la primera vez que lo vi; cuando sentí que su figura me era familiar. Sujeta en su mano derecha un manojo de llaves y sonríe ampliamente mientras las mece de lado a lado, el sonido de estas al chocarse entre sí, me hacen sentir realmente humillada.
-¿Las quieres? -Su sonrisa de satisfacción me produce una profunda ira que brota desde mi pecho y se queda atorada en mi garganta -¿Qué me darías si te las entrego? -Me dice mientras levanta una ceja y sonríe de costado
Me quedo muda mientras lo miro fijamente, mis ojos denotaban mi furia, pero no emito palabra alguna, ya que estoy segura que cualquier movimiento en falso que diera en este momento podría costarme muy caro.
-Si realmente quieres irte te abro la puerta- Acota mientras se despega de la pared para pararse recto delante de mí - Pero te recomiendo que no lo hagas, no tenes a donde ir ni a quién recurrir, muchos están buscándote desde que saliste del hospital y para tu infortunio no recuerdas nada, así que acercarte a cualquier persona seria como jugar una ruleta rusa- Comenta mientras coloca la llave en la cerradura y abre la puerta de par en par
Deja la puerta abierta y camina tranquilamente alejándose de mí, se sienta suavemente en una silla negra de hierro mientras sujeta una copa de vino de sobre la mesa de vidrio a su derecha. Toma un sorbo y me observa, luego hace un ademán indicándome la salida.
-Ya está abierta, ¿No ibas a salir corriendo mujer? -Su rostro se nota relajado y me mira fijamente al hablar
Miro la salida y observo lo que aparenta hacer un bosque, este se me hace muy familiar, es exactamente igual al de mi recurrente sueño, mejor dicho pesadilla. Suspiro ampliamente, siendo consiente en ese instante de la locura que voy a cometer, y procedo a cerrar la puerta con fuerza. Camino hacia él con la frente en alto, como yendo al madero y me siento en la silla justo en frente para luego mirarlo.
-Hablemos, Cuéntamelo todo- Le digo seriamente, mientras veo que él comienza a sonreír pícaramente, antes de tomar un largo trago de su elegante copa de vino
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