Episodio 17
Sus palabras erizaron toda mi piel, haciendo que un escalofrió recorriera mi espalda, logrando que mis labios emitan un disimulado y profundo suspiro. El agarre de su mano en mi cintura se hacía más fuerte y sus labios rozaban levemente mi cuello mientras que yo permanecía inmóvil sin respuesta alguna, sus dedos con un delicado toque recorrieron desde mi muñeca hasta mi hombro marcando en el trayecto cada poro de mí piel, su colonia era intensa y envolvía mis sentidos.
Apoye mi mano en su pecho empujándolo suavemente hacía atrás, retirándolo de mí, busque sus ojos, viendo en ellos anhelo y deseo, sentimientos a los cuales no quería sucumbir en aquel momento.
-Es tarde, quiero dormir- Dije con palabras entrecortadas
Su expresión cambio decayendo su semblante, aquellos ojos que hace un momento aclamaban por mi ahora esquivaban mi mirada y un suspiro de derrota salió de sus labios en vez de palabras, él solo se levantó y se fue de la habitación. Me quede unos instantes sentada hundida en mis pensamientos, intentando entender lo que había sucedió hace unos instantes- ¿Me gusta pensar qué él es el chico bueno de la historia?- Tal vez, pero sabía que no lo era, entonces comencé a cuestionarme -¿Qué era realmente Samuel en mi vida?, sonreí ante tal cuestionamiento, yo sabía perfectamente que era en mí vida, él era todos los extremos de mi vida, la esperanza y la agonía, quien me salvo la vida y también quien al final de esta historia me la arrebataría.
Me levante de aquella cama que ahora se veía tan fría y solitaria, salí de la habitación siguiendo las invisibles huellas que marcaron sus pasos, estas me llevaron hasta el living de aquella cabaña donde Samuel se encontraba sentado en el sillón que estaba al lado de aquel hermoso hogar encendido, su rostro iluminado por las llamas del fuego intenso se veía sorprendido por mi presencia y sus expectantes ojos se clavaron en mi buscando la razón que me había llevado hasta él. Su mano sostenía un vaso de whisky, que mecía, su presencia podía intimidar a cualquiera sin duda alguna. Esbozo una leve sonrisa, casi imperceptible para quien no lo conociera lo suficiente.
-Qué sorpresa, ¿No tenías sueño?- Exclamo con un aire de insolencia, dándole un sorbo a su bebida.
-No me gusta pensar que eres el chico bueno- Le dije, caminando hacia él acortando la distancia entre nosotros
-¿No?- Respondió divertido, arqueando una ceja y mostrando una sonrisa burlesca.
-No, es solo que yo...
-¿Me tienes miedo?- Acotó sin dejar que diera alguna posible explicación.
Lo mire sería, conteniendo la respiración- Sí, la mayoría del tiempo-
Apoyo su vaso sobre la pequeña mesa auxiliar que estaba a su derecha y con movimiento muy rápido sujeto mi muñeca jalándome hacía el sillón a su lado.
-¿No te parece que me sobraron momentos para asesinarte?, o... ¿No es eso a lo que le temes realmente Eli?- Me pregunto acercándose a mí, haciendo que quede atrapada contra los almohadones del sillón y él, casi tendido sobre mí.
-Estas muy cerca- Le reclame, mas asustada que molesta.
-Si conejita, desde esta distancia siento lo rápido que late tu corazón- Dijo colocando su dedo índice justo en mi pecho, señalando mis exaltados latidos- ¿Sabes por qué te digo conejita?, porque siempre estas alerta y asustada como si yo fuese un depredador hambriento que te acorrala para devorarte.
- Me asustas, ¿eso querías escuchar?- Susurro, porque la falta de aire hace que sea imposible mis palabras salgan de otra manera.
-¿Qué es lo qué tanto te asusta siendo tú, la que me llamaste para qué te socorra?, nunca olvides que no fui yo quien vino por propia voluntad, yo no te busque Elizabeth- Me reclama levantando su dedo hasta posicionarlo en mi barbilla haciendo que lo mire.- La oscuridad te asustaría menos cuando aceptes que también eres parte de ella.
Su mano se colocó en mi nuca acercando mi rostro al de él, sus labios se posicionaron sobre los míos en un inesperado movimiento, dándome un beso frío qué a la vez quemaba por dentro para luego apartarse de mí al instante. Quede paralizada y no pude pronunciar ni una palabra mientras mi mirada lo veía pararse, tomar su vaso de whisky y dirigirse a su habitación
-Deja de preocuparte tanto conejita, no voy a lastimarte, siempre cumplo mi palabra, un trato es un trato- Expuso, dejándome en aquel lugar llena de remordimientos, hundida en mis oscuros pensamientos y temibles secretos.
Me recosté en aquel amplio sillón admirando el ardiente fuego que consumía los maderos implacablemente, las llamas danzaban armoniosas sin preocupación devorándolo todo, llamas en las que algún día también me quemarían a causa de mis terribles pecados, y así entre esos pensamientos oscuros deje que el sueño viniera a mí, cayendo en su apacible regazo.
-Eli, arriba- Escuche entre dormida
Abrí mis ojos y la claridad me invadió, la mañana llegó muy rápido, me había parecido tan solo un instante. Una taza de café me esperaba humeante sobre la mesita de la esquina y Samuel me observaba serio desde el sillón que estaba justo frente a mí. Me incorpore rápidamente, tomando la taza de café para poder despabilarme un poco.
-Hay tostadas y mermelada en la mesa de la cocina, si gustas- Me dijo, solo asentí con la cabeza ya que no deseaba nada más que aquel café con ese aroma tan intenso y tentador.
-Estuve leyendo las notas de tu padre, son interesantes pero inútiles si no encontramos a Cecilia- Comento dando unos sorbos a su café
-No tengo idea como ubicarla, siempre la veíamos en esta cabaña, ¿No había una dirección o número telefónico en las notas?- Le pregunte
-Una dirección, pero no es seguro ir en este momento, así que tendremos que pensar en otra cosa-
-Yo puedo contactarla- Le dije llamando su atención de inmediato- Dijimos que ya no íbamos a fingir ser quienes no somos y desde que fui recuperando mi memoria, todas las noches sueño las cosas que solía hacer, ella es una médium si está viva puedo llegar hasta ella.
-Bueno entonces va ser mejor que te pongas en marcha, no eres la única que tiene esa capacidad de localizar personas- Sus palabras hacían referencia a Jezabel, su referencia era clara y concisa.
Termine mi café y me dispuse a concentrarme, cerré mis ojos enfocándome en una sola imagen, Cecilia, mi cuerpo lentamente comenzaba a relajarse. Cada musculo de mi cuerpo aflojaba la tensión a medida mi respiración disminuía, los latidos de mi corazón se hacían segundo a segundo más tenues, casi inaudibles al igual que mi respiración, enfocando mi audición en el goteo de una canilla situada a varios metros de donde me encontraba, tratando así de entrar en un trance qué me facilite despejar la mente, que poco a poco se llenaba de una oscuridad hasta encontrarse sumida en las tinieblas. Una pequeña luz se veía en ella a medida pronunciaba en mi cabeza el nombre de Cecilia la luz se acercaba haciéndose más grande hasta iluminar casi todo, aquel resplandor era ella, la médium, acudiendo a mi llamado desesperado –Cecilia, soy Elizabeth, estoy en la cabaña de mi padre, ven por favor- Dije en mi cabeza. –Si- fueron las palabras que respondieron mi llamado, sacándome de aquel trance de golpe.
Un mareo muy fuerte me azoto haciendo que me sujete del sillón cuando creí que iba perder el equilibrio y caer de boca al suelo.
-¿Estas bien?- Me dijo Samuel, observándome atentamente.
-Si estoy un poco mareada pero no es nada- Respondí- Ella vendrá, seguramente mañana ya que tiene bastante distancia de donde nos encontramos, pero vendrá - Aseguré
-Excelente-
-Samuel, el tiempo que estuve en el hospital, ¿estuviste sirviendo a la Elite y a la Sacerdotisa?- Indague
-Si- Me dijo totalmente serio y molesto- Necesitaba infiltrarme para averiguar todo, no fue divertido pero se puede decir que pase el tiempo.
-Cuando hablamos en la casona me dijiste que nos conocíamos porque éramos amigos desde niños al igual que con mi hermano- Comente haciendo una sonrisa amarga- Podrías haber inventado algo más creíble.
-¿Y qué querías qué dijera?- Exclamo irritado- Pensé que no recordabas nada aún y en esa situación me pareció lo más adecuado crear un vínculo que te hiciera sentir más segura.
-Bueno supongo que fue lindo escuchar esa versión de la historia, trate de mentalizarme que era verdad- Dije sintiendo pena por mí misma, la situación era miserable, yo me sentía miserable
-Elizabeth, vives pensando demasiado y llena de remordimiento, ¿Por qué no enfocas tus pensamientos en algo más productivo?- Me regaña enfadado caminado hacía mi para sentarse a mí lado.
-Gracias- Murmure – Gracias por salvarme la vida, por darme una oportunidad de vivir
-Bueno, se puede decir que ambos nos dimos una oportunidad, ¿No te parece?- Contesto entre risas
Analizando sus palabras, más que agradecida estaba bien jodida. La noche que mi hermano dio el ultimo disparo fatal en mi cabeza, lo siguiente que vi fui oscuridad, caí durante un largo tiempo en un pozo negro que parecía interminable, rompiendo mis uñas al tratar de sujetarme para detener mi deceso, cuando llegue al fondo lo único que mis ojos veían eran tinieblas. Recuerdo aquel camino que transite sollozando por mi desgracia-¿Por qué?, ¿Qué pecado tan temible había cometido para estar en aquel horrible lugar?, los lamentos de almas atormentadas que gritaban sin parar clamando piedad perforaban mis oídos causando un gran dolor, los gruñidos que me acechaban en las sombras y luego él, Samuel parado justo frente a mí, aquel quien alguna vez también fue humano, con una trágica vida que lo llevo al infierno, quien no se retractaba de sus actos y hoy arrebataba las almas de inocentes. Si él no siempre fue un demonio, una vez tuvo una madre, quien se suicidó y un padre que lo culpo. Dejándole la soledad y la demencia que lo llevo a cometer actos atroces para luego quitarse la vida, su alma llena de ira y dolor encontró su lugar en el inframundo, un lugar privilegiado.
Y si, fui yo quien se arrodillo pidiéndole una oportunidad, fui yo quien le ofrecí un trato y quien lo libero del abismo para que regresara mi alma a aquel cuerpo inerte que yacía muerto en una fría carretera.
Su presencia en este plano es mi responsabilidad, su palabra en el trato, es ayudarme a completar mi venganza y mantenerme viva hasta que eso suceda, ¿Mi parte del trato?, el alma de la Sacerdotisa, cuando la sangre de la Sacerdotisa corra por mi mano, el trato será consumado. No voy a detenerme, sí, estoy jodidamente condena pero si he de perecer en el infierno eternamente por mis terribles pecados no me iré sola, porque Jezabel irá conmigo.
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