Episodio 1
El frio comenzó a sentirse a través de la rendija entre abierta de la ventana, pasaba como una leve brisa pero era más que eso, erizaba mi piel. Las cortinas azules se movían tenuemente. La habitación siempre fue cálida, su descolorida pared color beige suele descascararse en esta época, la humedad hace estragos como si fuese una demoledora. Desde mi instancia en este hospital, a lo que ya he perdido la cuenta de esos largos días, lo único que cuento son amaneceres y ocasos en una repetición de escenas tristes que sin pedir permiso, todo lo que hago es mirar por esa ventana añeja de madera corroída por la crueldad implacable del tiempo.
Siento pasos que se aproximan, las pisadas resuenan como tambores en el silencio abrazador de los pasillos desolados de este hospital, seguramente debe ser hora de la medicina –Pensé-...
- Buenos días Elizabeth, cómo te sientes hoy? - Me dice la enfermera Doris, su sonrisa siempre es cálida y reconfortante
- Me siento un poco mejor Doris, aunque la verdad es que mis piernas me duelen mucho- Me quejo, mientras intento frotarlas para alivianar el dolor que las adormece.
-Entiendo Eli, pero debes de comprender que no cualquiera es tan afortunada como tú lo fuiste, despertaste de un coma muy largo y es normal que te sientas adolorida y hasta adormecida aún - Me regaña- Escúchame pequeña mimada necesito que tomes tus pastillas – Dice mientras esboza una sonrisa
La mire sin animo pero tampoco quejas su razonamiento era lo más lógico, después de todo Doris no solo era mi enfermera preferida si no también era mi única amiga o así lo consideraba yo. Sus ojos celestes bien cristalinos y sus expresiones dulces me trasmiten calidez y tranquilidad cada día, su humor y sus chistes siempre levantan mi ánimo logrando robarme una sonrisa aun en mis días más nublados, su figura regordeta y su estatura pequeña son muy tiernas, trasmite cierta imagen en mi mente a lo que pudiera ser para mí una madre, si es que la tenía al momento de ingresar aquí.
Desde que desperté ni una triste alma ha venido a verme, no sé qué clase de persona fui pero nadie en este mundo se preocupó por mí y por averiguar de mi existencia. Cuando llegue a este hospital casi muerta, lo único que portaba era mi identificación y unos cuantos míseros pesos en una billetera roja descolorida; los médicos me dijeron que unos transeúntes me trajeron después de recogerme en la calle, totalmente inconsciente tirada en un charco de mi propia sangre. No tengo memorias o recuerdo alguno de mi vida antes de despertar, puedo pensar que es por el largo coma, lo que Doris me ha contado es que estuve en coma durante siete meses de los cuales cuatro de ellos fueron realmente críticos, luego presente leves mejorías a partir del quinto mes; consideran un milagro que no tenga secuelas severas, pase por varias intervenciones quirúrgicas luego y recuperación post trauma pero no quedaron más que simples dolores tenues sin mayor complicación.
En mi identificación figura que me llamo Elizabeth Maribel Gorner y tengo 28 años, vivo o vivía en San Antonio de Padua Buenos Aires Argentina, sin embargo cuando la policía intentó contactar a alguien en esa dirección no había nada ahí; la familia que se cree vivía en esa casa, se había mudado o desaparecido, los vecinos no aportaron absolutamente nada porque no tenían contacto con ellos y no reconocieron mi foto; la casa se encontraba totalmente vacía, todos los muebles y bienes estaban dentro pero por lo que me dijeron no se reportó nada inusual dentro ni tampoco ningún hecho delictivo respecto al tema. En fin otro misterio que encierra todo esto, al igual que mi memoria esto es algo perdido sin saber dónde comenzar a buscar.
- Elizabeth!!!! Podrías dejar de soñar despierta por un rato y tomar la medicina! –Su grito me traslada a la realidad- Tengo muchos pacientes que atender y siempre es lo mismo contigo! – Continúa quejándose mientras frunce el ceño
- Claro "Mama" ¡ya mismo!- Le contesto con una sonrisa y procedo a tomar la medicación, odio esto, las pastillas son muy amargas
A medida Doris se retira de la habitación pienso que a veces siento que es la única persona que he conocido, su devoción y cuidado me dan cierta sensación de calidez, si lo pienso de esa manera realmente suena muy patético y triste, sobre todo considerando que pronto me darán de alta dejándola atrás junto con el vínculo falso que he creado en mi mente, tendré que enfrentar el mundo fuera de este hospital, considerando que esto es lo único que conozco no sé qué me deparará ahí fuera ni tampoco a dónde iré.
La mañana se me paso rápido conforme a como divagaba en mis pensamientos sumida en la inseguridad y los miedos de un futuro incierto; comienzo a pensar que es porque los días se hacen más cortos por el hecho de saber que me iré muy pronto; antes el tiempo transcurría demasiado lento, ahora son como fugases parpadeos.
¿Cómo afrontare la vida?, ¿Dónde iré?, ¿Cómo voy a vivir? ¿Dónde voy a comenzar? Todos estos pensamientos vienen a mí, mientras aprieto con fuerza las sábanas blancas y desgastadas de mi cama, Doris me dice que en todos estos meses nadie vino a verme sin embargo que una mañana un hombre joven alto muy guapo y de traje negro con un sobretodo oscuro pregunto por mí. Pero este no paso a verme, escucho mi reporte médico y se fue, esa mañana llovía, llovía mucho. Me pregunto ¿Quién sería? Tal vez un familiar o algún conocido, o ¿si fuese la persona que me mando a este hospital?. La policía no investigo mucho como llegue aquí, dicen o intuyen que fue un accidente automovilístico, pero no hubo detalles ni culpables, uno más en la gran lista supongo, pero como estoy viva no importa demasiado; para ser sincera ¿De que serviría? Da igual como haya pasado a fin de cuentas no se resolvería nada ni eso devolvería mi memoria.
A veces tengo extraños sueños, pero los médicos aseguran que es solo eso, sueños; durante tiempo creí que eran mis memorias perdidas. Sueño con un camino largo y oscuro en medio de un bosque, arboles llenos de hojas que no dejan ver la luz de la luna, llantos y lamentos. La neblina que pasa densa sobre mis pies y apenas puedo ver mis manos en el medio de tanta oscuridad, ¿sería el infierno? ¿Habré estado ahí cuando estuve en coma? Estos sueños son muy recurrentes, siempre los mismos, durante varias noches seguidas y luego se detienen durante semanas. En estos sueños siempre estoy asustada no solo por la oscuridad o los ruidos si no porque en ellos siento que estoy escapando de algo, algo que no puedo ver pero si puedo sentir; esto me acecha entre aquellos árboles, entre la oscuridad, su presencia es asfixiante y cuando lo recuerdo siento la misma sensación que en los sueños, la falta de aire y ese escalofrió tan profundo, ese sentimiento de desesperanza.
- Buenas tardes Elizabeth. –
- Buenas tardes doctor, disculpe no lo oí entrar – Esbozo una sonrisa fue muy fingida
- Como siempre Elizabeth, no me sorprende en lo absoluto – Dice mientras mira las planillas que lleva en sus manos
- Jaja si yo siempre igual.- Suelto una risa forzada que no concuerda la expresión angustiada de mi cara
- Elizabeth, como sabes tú recuperación fue asombrosa, asique imaginaras por que vine a verte, ya estas en condiciones de dejar este hospital y procuro que sea lo antes posible, necesitamos la habitación para alguien más, así que mañana por la mañana se te dará el alta y podrás regresar a tu vida normal.-Su expresión dura y su seriedad denotaban todo
- Pero doctor... -La angustia presionaba mi garganta de tal manera que no me dejaba hablar
- Seguirás un tratamiento ambulatorio y te recetare los medicamentos adecuados que vas a necesitar tomar durante tres meses más, ¿entiendes? -
- Doctor yo...
- Te sugiero que trates de contactar a alguien que venga por ti o algún familiar –Su argumento carecía de empatía total conociendo mi situación- La orden ya está firmada por los directivos y no está a discusión. Voy a dejarte esta planilla que debes llenar y en ella tienes el número de contacto del hombre que estuvo pagando tus gastos médicos.-Giro y se marchó sin mediar más palabras dándome la espalda
¿Qué' ¿alguien estuvo pagando por mí? Ni siquiera mire al doctor cuando se fue, solo mire las hojas que me dejo sobre la cama, mis manos temblaban sosteniendo la hoja.
Si alguien estuvo pagando por mí, si alguien dejo su contacto, ¿Por qué Doris no me lo dijo?¿Por qué nunca vino a verme?¿Quién es este hombre?. No había duda, la única persona que podría ser es aquel hombre que vino en una mañana lluviosa, necesito contactarlo y saber quién es él y quizás él pueda decirme quien soy yo.
No había nombre ni dirección solo un número de seguro y un teléfono, mire todo a detalle pero nada hacía referencia a esta persona, sin embargo las fechas coincidían al momento en que ingrese al hospital. La firma de esta persona se veía refinada, por lo menos muy elaborada.
Los pasos me interrumpieron y al alzar la vista Doris me traía la merienda, no quería incomodarla pero la sensación de tristeza y el nudo en mi garganta me impedían no actuar.
- Doris ¿Por qué no me dijiste que alguien pagaba mis gastos médicos?- La cuestionó con palabras entre cortadas por la pena y mis ojos lleno de lágrimas*
Doris me miro de reojo mientras acomodaba la merienda sobre la mesita a los pies de la cama, su expresión cambio de repente y esa amabilidad que irradia su cara se transformó en una sonrisa hostil y fingida.
- Ay Elizabeth, primero que nada ese número de contacto no está en uso, dieron el teléfono de baja hace meses y segundo porque hay cosas que son mejores no mencionar cuando son inútiles – Me contesta en suspiros - De hecho esperaba que mañana te fueras conmigo, yo tengo en claro que no tienes recuerdos ni donde vivir y yo te estuve cuidando tanto tiempo.... Eres como un hija para mí, te puedo asegurar que no hay nadie mejor que yo para cuidarte... ¿No te parece?.....-Su mirada fija puesta en mi era realmente escalofriante, sus ojos desbordaban de locura-
¿Pero qué carajos significa esto?
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