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Capítulo #38

| Tal vez nada cambio... |

El eco sordo de los pasos resonaba por los largos pasillos de la biblioteca, quebrando el silencio con un ritmo pausado, deliberado, como si el tiempo mismo se hubiera detenido dentro de esas cuatro paredes. Bubba Bubbaphant caminaba sin prisa, sus grandes patas produciendo un sonido seco al rozar el suelo. No tenía rumbo fijo, simplemente deambulaba entre las estanterías polvorientas, sus ojos recorriendo los lomos de los libros, buscando algo—cualquier cosa—que pudiera distraer su mente del torbellino de pensamientos que lo atormentaban.

Había pasado toda la tarde anterior y gran parte de la mañana encerrado en su casa, atrapado en un ciclo interminable de recuerdos. Ahora esos recuerdos emergían con una claridad que lo inquietaba. No eran simples fragmentos difusos del pasado; eran imágenes vívidas de la guardería, de su origen. Recordaba el momento exacto de su creación, las crueles reeducaciones que le forjaron una sonrisa permanente, y el primer encuentro con los que se convertirían en sus compañeros, todos igualmente "felices" según los estándares impuestos por ese lugar. Pero también, recordaba algo que no debería haber sido posible: el momento de su muerte. Lo veía con precisión escalofriante. Él había sido el primero en caer... bajo las garras de Catnap.

La ira le brotaba en el pecho como un veneno lento, mezclándose con una profunda confusión. Estaba enojado con Dogday, claro, pero lo que realmente lo consumía era el rencor hacia Catnap. Todo se había distorsionado desde ese momento. Recordaba la "hora de la alegría", ese ciclo infernal que los había atrapado, y se preguntaba por qué esos recuerdos se volvían cada vez más nítidos. Algo no encajaba. Sabía que todos habían muerto en aquella guardería, pero ahora todos vivían otra vida en un lugar completamente diferente. ¿Cómo era posible? ¿Cómo habían llegado ahí? ¿Y por qué todo a su alrededor se sentía tan irreal, tan distorsionado, como una copia dudosamente perfecta y mucho mejor a lo que fue su vida en la guardería?

—Voy a tener que hacer unas cuantas anotaciones primero... —murmuró para sí mismo, mientras arrancaba un pedazo de papel en blanco de una de las mesas cercanas

Se sentó, con el ceño fruncido, y empezó a escribir. Lo que sabía, lo que recordaba. Tenía que organizar sus pensamientos. Catnap los había matado a todos, de eso estaba seguro. Pero la pregunta que lo carcomía no era el cómo sino el por qué. ¿Por qué habían sido renacidos en este nuevo mundo, con nuevas vidas y personalidades? Y más importante aún, ¿quién estaba detrás de todo esto? Bubba sentía que la respuesta no podía estar muy lejos, pero también sabía que, si quería llegar a la verdad, tendría que enfrentarse no solo a los fantasmas del pasado, sino a Catnap, a Dogday, y quizás... a sí mismo.

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.

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—Ya tardaron mucho... —murmuró Craftycorn con preocupación, sus ojos fijos en la puerta cerrada de la habitación de Catnap.

—Debe ser una conversación emocional o algo así —respondió Kickin, encogiéndose de hombros, intentando sonar despreocupado. Sin embargo, incluso él comenzaba a sentir el peso de la espera.

Habían pasado casi dos horas desde que Dogday y Catnap se habían encerrado en la habitación, y la inquietud comenzaba a filtrarse en el ambiente. Aunque Dogday les había pedido que los dejaran a solas, prometiendo que hablarían las cosas con calma, el tiempo transcurrido hacía que los demás se preguntaran si esa calma no había dado lugar a algo más profundo y complicado.

El resto del grupo ya había terminado de decorar la sala y gran parte de la casa de Catnap, las estampas en forma de estrellas pegadas en la pared a la par que las serpentinas que colgaban del techo para darle un toque más festivo al asunto, sumado a ello habías unas cuantas galletas en forma de luna recién horneadas por parte de PickyPiggy.

En cuanto terminaron no tuvieron nada más que hacer. Ahora solo esperaban. Cada uno lo hacía a su manera: Hoppy jugaba distraídamente con una de las serpentinas que sobraron, Kickin tamborileaba los dedos sobre su pierna, Picky había aprovechado el momento para cocinar las galletas antes mencionadas para darle un aperitivo a todos, Snowy simplemente se dedicó a leer un poco uno de los libros que se encontraban en la estantería del felino, y Craftycorn no apartaba la mirada de la puerta. Pero Bobby... Bobby había estado en silencio casi todo el tiempo. Sentada en un rincón del sofá, abrazaba sus rodillas, como si buscara consuelo en ese gesto. Desde que Catnap había ingresado a la habitación, algo en su actitud había cambiado.

El grito repentino del gato antes de encerrarse con Dogday aún resonaba en su cabeza. "¿Qué fue lo que ocurrió?", se preguntaba una y otra vez. Aunque confiaba en Dogday, había algo en todo esto que no podía explicarse, algo que le generaba una sensación de incomodidad y temor que no conseguía sacudirse. El silencio prolongado en el otro lado de la puerta no ayudaba a calmar sus pensamientos.

—¿Estás bien? —la voz de Piggy rompió el silencio, suave pero inquisitiva. Miraba a Bobby con una mezcla de preocupación y curiosidad.

—¿Eh? —Bobby levantó la mirada, sus ojos revelando una ligera confusión— S-Sí, claro... solo estoy... pensando

La respuesta no convenció a Piggy, quien frunció el ceño levemente, pero prefirió no insistir. Sabía que a veces era mejor dejar que Bobby procesara sus pensamientos a su ritmo. El silencio regresó, envolviendo al grupo de nuevo en una atmósfera de espera cargada. Nadie sabía bien qué decir o hacer, como si cada palabra o acción pudiera romper un delicado equilibrio.

Hasta que el inevitable suspiro de desesperación de Hoppy irrumpió en la quietud.

—¡Me aburrooooo! —exclamó la coneja con fastidio, rompiendo la serpentina con la que había estado jugando nerviosamente— ¿Alguien quiere hacer algo afuera? ¡Por lo menos hablemos de algo! No soporto estar aquí sin hacer nada...

Craftycorn la miró con una mezcla de incredulidad y curiosidad. ¿De verdad Hoppy se estaba quejando en medio de una situación así?

—¿No estás preocupada por Catnap? —preguntó Crafty, arqueando una ceja.

—Claro que estoy preocupada —respondió Hoppy sin vacilar, dirigiendo su mirada firme hacia la unicornio— Pero confío en que Dogday sabrá lidiar con lo que sea que le esté pasando a Nap. Después de todo, es nuestro líder... ¿no?

La respuesta despreocupada de Hoppy dejó a Craftycorn pensativa. Sabía que Dogday solía manejar bien las situaciones complejas, pero algo en esta ocasión no terminaba de convencerla. Se notaba que Dogday no estaba del todo seguro en cómo actuar... y no sabía el motivo. Crafty no era tonta, si Bubba no había asistido a la reunión de Dogday era porque algo había sucedido con él tras la charla de sus memorias.

—¿De qué te gustaría hablar, entonces, Hoppy? —intervino Piggy, tratando de suavizar la tensión y cambiar de tema.

—Mmmhh... —Hoppy arrugó la nariz, pensativa, mientras miraba alrededor de la habitación en busca de inspiración. Pasaron unos segundos, y su mirada finalmente se detuvo en Snowy, quien seguía inmersa en su libro, aparentemente ajena a la conversación. Una chispa de curiosidad surgió en la mente de Hoppy —¡Oye, Snowy! —exclamó de repente, interrumpiendo la calma de la gata.

—¿Uh? —Snowy levantó la vista de su libro, algo sorprendida— ¿Qué pasa?

—Me da curiosidad... ¿Cómo conociste a Catnap? —preguntó Hoppy sin rodeos

Bobby, siempre atenta a los detalles, intervino rápidamente—. Hoppy, deberías disculparte primero por interrumpirla. Y en segundo lugar, ¿es esa la mejor pregunta que tienes?

—¿Qué tiene de malo? —replicó Hoppy, claramente desconcertada— No sabemos mucho sobre Snowy, solo que es amiga de Catnap, y de verdad tengo curiosidad...

—Aun así...

Antes de que Bobby pudiera seguir, Snowy soltó una pequeña risa, su voz suave pero llena de simpatía.

—Oh, no te preocupes, Bobby —respondió Snowy con una sonrisa juguetona— No me molesta, me encantaría contarles... pero... p-para ser sincera no lo recuerdo —Sonriendo de forma nerviosa—

El silencio que siguió fue casi tangible. La declaración de Snowy dejó a todos en la habitación perplejos. ¿Cómo era posible que no recordara cómo había conocido a Catnap? Bobby fue la primera en reaccionar.

—¿No lo recuerdas? —preguntó con una voz llena de confusión—

—Mmm... nop —respondió Snowy mientras fruncía ligeramente el ceño, como si tratara de bucear en sus pensamientos— He intentado buscar en mis recuerdos, pero... no sé. No está ahí —Comento de forma despreocupada alzando los hombros—

La sala quedó en un incómodo mutismo, las miradas cruzándose con expresiones de desconcierto. Craftycorn, sin embargo, permanecía tranquila, su mente trabajando a toda velocidad. Ahora que había recuperado parte de sus propios recuerdos, sabía que el mundo en el que vivían tenía aspectos poco lógicos, ese lugar era real en cierto aspecto, pero falso en otros tantos.

¿Podría ser que los recuerdos de Snowy fueran fabricados? Craftycorn había llegado a una conclusión: así como ella tenía memorias falsas de una "vida" en ese mundo, tal vez el resto también. El pensamiento la inquietaba. Sabía que sus amigos, eran reales porque los conocía desde antes de que todo cambiara. Eran compañeros de la guardería, de su vida pasada, pero... ¿qué pasaba con los demás? ¿Qué pasaba con Snowy? Tendría que preguntarle unas cuantas cosas a Dogday.

Aunque primero iba a tener que tener una conversación con Dogday mucho más profunda con respecto a Catnap... ¿Qué iba a pasar con el gato una vez que todos recordarán lo que hizo durante la hora de la alegría...?

—¿Crafty? —preguntó Bobby con curiosidad al verla tan sumida en sus pensamientos.

La unicornio dio un pequeño respingo al oír su nombre, como si la hubieran sacado de un sueño. Parpadeó varias veces antes de enfocar la vista en Bobby, un leve rubor en sus mejillas.

—¿Eh? —respondió, todavía un poco desorientada— L-Lo siento, estaba... estaba pensando en algo. ¿Qué sucede?

Bobby ladeó la cabeza, sus ojos oscuros reflejando preocupación. No era típico que Craftycorn se viera tan distraída, y menos con esa expresión ausente que había tenido durante toda la reunión.

—¿Te encuentras bien? —insistió la osita, esta vez con más suavidad— Has estado muy callada... más de lo normal.

Crafty bajó la mirada un instante, como si las palabras de Bobby hubieran tocado una fibra sensible. Sus labios se curvaron en una sonrisa forzada, casi invisible, mientras desviaba la vista hacia la puerta.

Solo... estoy pensando —dijo en voz baja, su tono distante, casi como si hablara más para sí misma que para Bobby.

El silencio que siguió fue incómodo, pero revelador. Bobby no estaba convencida con la respuesta de la unicornio. Había conocido a Crafty lo suficiente como para notar cuando algo más profundo la preocupaba, pero no era el momento ni el lugar para confrontarla abiertamente. Con una ligera exhalación, Bobby tomó una decisión. Sabía que, si quería ayudar a su amiga, debía hacerlo de manera más privada, sin la presión de las miradas curiosas de los demás.

—¿Podemos hablar un segundo, Crafty? —le dijo Bobby, levantándose de su asiento con calma, pero con determinación.

La unicornio la miró, un poco desconcertada.

—Eh... Claro... supongo —respondió, poniéndose de pie con algo de vacilación—

—¿Y ustedes a dónde van? —preguntó Kickin desde su rincón, su tono curioso y algo burlón—

Bobby giró la cabeza y le lanzó una sonrisa juguetona, pero no sin un toque de misterio.

—Cosas de chicas —dijo con un guiño, lo suficientemente casual como para que nadie preguntara más.

—Aburrido... —quejo Kickin, perdiendo el interés rápidamente—

Bobby soltó una pequeña risa y sonrisa de victoria, pero en cuanto se giró hacia Crafty, su expresión cambió a una más seria.

—Vamos, Crafty —dijo suavemente, guiándola hacia una esquina más apartada.

El ambiente cambió al salir de la sala, dejando atrás las risas y conversaciones de sus amigos. Craftycorn seguía a Bobby con pasos lentos, cada uno acompañado de una carga que Bobby podía sentir sin que su amiga la expresara en palabras. Cuando llegaron a un rincón más tranquilo dentro de la cocina, Bobby se detuvo y se giró para enfrentarse a la unicornio, su mirada cálida pero firme.

—¿Qué pasa, Crafty? —preguntó, esta vez sin rodeos. No había necesidad de juegos ni evasivas ahora que estaban a solas— Sé que algo te está molestando. Puedes confiar en mí

Craftycorn bajó la vista al suelo, sus pezuñas jugueteando nerviosamente con el borde de la alfombra. La presión de la pregunta, junto con la gentileza de Bobby, parecía haber derrumbado la barrera que había estado levantando durante todo el día. Pero aún vacilaba, atrapada entre el impulso de abrirse y el miedo de lo que aquello podría traer.

—Es... complicado —murmuró Crafty al cabo de un momento—

Bobby se acercó un paso, sin dejar de mirarla con esa expresión comprensiva que solo ella sabía poner. Extendió una de sus patas y tomó con suavidad la de Craftycorn, un gesto silencioso pero lleno de apoyo.

Puedo hacer el intento por entender —Comento con una sonrisa para darle la confianza de hablar—

Crafty solo pudo sonreír de forma cálida ante lo que dijo Bobby, ella era una buena amiga, siempre se preocupaba por los demás así que tal vez no era mala idea contarle lo que estaba pensando, pero primero tenía que aclarar unas cuantas dudas.

Bobby... tu... ¿Qué opinas de Catnap? —Pregunto la unicornio con curiosidad—

Crafty observó a Bobby detenidamente, notando cómo la osita, normalmente tan segura de sí misma, parecía vacilar por un momento. Esa pequeña sonrisa, tímida y algo incómoda, delataba que la pregunta de la unicornio había tocado un tema más profundo de lo que Bobby hubiera querido admitir. Aunque Bobby siempre había sido una fuente de apoyo y fortaleza, ahora, ante esa simple pregunta, sus emociones parecían escapar a su control.

¿Qué opinas de Catnap...? —repitió Bobby en un susurro, como si estuviera probando las palabras en su boca antes de darles un significado real. Sus ojos bajaron al suelo, evitando la mirada de Crafty mientras sus orejas temblaban ligeramente, como si no supiera exactamente cómo responder— Pues... es algo... difícil de decir...

Crafty frunció el ceño levemente, no de molestia, sino de curiosidad.

—¿A qué te refieres? —preguntó con suavidad, intentando no presionar demasiado.

Bobby soltó un leve suspiro, cruzando los brazos sobre su pecho, como si estuviera intentando protegerse de lo que estaba a punto de confesar. Tras unos instantes de silencio, finalmente levantó la mirada, encontrándose con los ojos de Crafty. Había una mezcla de vulnerabilidad y honestidad en su expresión que la unicornio rara vez había visto en su amiga.

—Catnap es... diferente —dijo Bobby, casi en un murmullo— Es alguien difícil de entender, ¿sabes? Siempre está tan... distante. Parece que nada le importa, que está en su propio mundo. Pero luego, de vez en cuando, hace algo pequeño, algo que te hace darte cuenta de que realmente está prestando atención. Como cuando cuida esa lavanda —Bobby hizo un gesto hacia la maceta cercana— Se la di un día antes de encontrarlo en esa cueva... Creí que con todo lo que paso la dejaría secar y para serte honesta, ya ni siquiera recordaba esa lavanda... pero aun así después de todo, la mantuvo bien cuidada

Crafty asintió, escuchando con atención.

Puede parecer tonto, pero me puse a pensar mucho en Catnap durante está semana... Es como si... él tuviera miedo de mostrar que le importa, de dejar que los demás lo vean como realmente es —continuó Bobby, su voz ahora un poco más firme— Y tal vez por eso me importa tanto. Porque sé que, aunque no lo diga, aunque no lo demuestre, se preocupa. Se preocupa por nosotros... y quizás más de lo que nosotros creemos.

Crafty estaba algo sorprendida por escuchar a Bobby hablar de esa forma con respecto a Catnap... pero de un momento a otro, se le vino una duda a la mente... La ternura con la que hablaba, no era solo admiración o amistad. Crafty podía percibirlo, y estaba casi segura de lo que estaba viendo.

—¿Y eso te hace sentir algo más...? —se atrevió a preguntar Crafty, su voz suave y llena de curiosidad, aunque con un tono casi maternal, como si no quisiera forzar la respuesta pero sintiera la necesidad de entender qué pasaba por la mente de su amiga—

Bobby apretó los labios, sus hombros se tensaron, y su postura rígida reflejaba la batalla interna que estaba librando. Después de unos segundos que parecieron eternos, finalmente dejó escapar una pequeña risa nerviosa, y un leve sonrojo se asomó en sus mejillas, apenas perceptible entre su pelaje rojizo.

—Pues... —susurró, encogiéndose de hombros— Sí, supongo que sí... jejeje.

Crafty se quedó observándola, procesando esas palabras. Debería haberse sentido feliz por Bobby, pero en su lugar, una inquietud se instaló en su pecho. Bobby estaba desarrollando sentimientos por Catnap, y aunque la idea de que su amiga se sintiera atraída por alguien era natural, no dejaba de ser alarmante. Crafty sabía algo que Bobby aún no comprendía. Cuando la osita recuperara sus recuerdos, ese afecto recién descubierto podría desmoronarse, causando no solo dolor, sino un profundo conflicto interno.

—M-Me alegro por ti, Bobby —dijo finalmente Crafty, esforzándose por mantener una sonrisa cálida—

Sin embargo, Bobby notó el matiz en la voz de la unicornio. Sus orejas se levantaron con cautela y una sombra de preocupación apareció en sus ojos, leyendo el tono de Crafty de una manera que la unicornio no había anticipado.

—¿Te molesta que... me guste Catnap? —preguntó Bobby con cierta intriga, pero también con una mezcla de temor y algo de molestia latente en su tono.

—¿Eh? ¡N-No! ¡No, para nada! —Crafty se apresuró a aclarar, su corazón acelerándose mientras las palabras salían atropelladamente— S-Solo... me preocupas, Bobby.

La osita ladeó la cabeza, claramente confundida, incapaz de entender la verdadera fuente de la inquietud de su amiga.

—¿Te preocupo...? —repitió, su ceño fruncido con una mezcla de curiosidad e incomprensión—

—Sí... Yo... —Crafty vaciló. Sabía que tenía que decir la verdad, pero las palabras parecían pesadas, imposibles de pronunciar. La verdad sobre los recuerdos de Bobby, sobre la complejidad que se avecinaba si estos regresaban, era algo que debería manejar Dogday, no ella. Pero tampoco podía quedarse callada; Bobby merecía una respuesta. Con rapidez, una idea surgió en su mente, una excusa que podría funcionar en ese momento, sin revelar demasiado—

—No me gustaría que te pasara lo mismo que a mí... con Dogday —dijo finalmente Crafty, con una sonrisa forzada, esperando que eso desviara la conversación—

Bobby, afortunadamente, se relajó un poco al escuchar esas palabras. Su rostro suavizó la tensión mientras una expresión de compasión reemplazaba la confusión anterior.

—Lamento que las cosas no hayan salido bien con Dogday... —murmuró Bobby, frotando su brazo con cierta incomodidad— Debería haber estado allí para ayudarte más

—E-Esta bien, Bobby... —respondió Crafty, sacudiendo la cabeza con una sonrisa algo complicada— Yo te pedí que no intervinieras, ¿recuerdas? Además, Dogday y yo estamos bien ahora. Todavía pienso en ello a veces, pero te aseguro que seguimos siendo amigos.

Bobby suspiró aliviada, pero sus ojos revelaban que aún pensaba en la conversación. Se sentía culpable por no haber hecho más en su momento, pero también veía a Crafty con una mirada de consuelo. Aún así, la osita no podía evitar notar el leve temblor en la sonrisa de su amiga, el pequeño resquicio de algo no dicho, una verdad que Crafty aún guardaba en su corazón.

—Si alguna vez necesitas hablar más sobre eso... ya sabes que siempre estoy aquí, ¿verdad? —dijo Bobby con suavidad, poniendo una mano sobre el hombro de la unicornio—

—Lo sé, Bobby. Y lo mismo va para ti —respondió Crafty, agradecida por el gesto.

Pero mientras ambas regresaban con los demás, el corazón de Crafty seguía pesando. La conversación no la había tranquilizado, sino todo lo contrario. Ahora, más que nunca, estaba preocupada por Bobby. Si los recuerdos de la osita volvían, ¿cómo afectaría eso su relación con Catnap? La inocencia del afecto que Bobby sentía ahora podría convertirse en algo mucho más oscuro.

Los ojos de Crafty se nublaron momentáneamente con pensamientos sombríos. Si Bobby llegaba a descubrir la verdad sobre su pasado y sobre Catnap, ¿seguiría sintiendo lo mismo? ¿O ese cariño se transformaría en resentimiento, en odio incluso? Los recuerdos enterrados, cuando salieran a la luz, podrían cambiarlo todo. Y eso le aterraba.

Mientras observaba a Bobby interactuar alegremente con los demás, la preocupación de Crafty solo se profundizaba. El destino de su amiga ahora dependía de los caprichos del tiempo y de una verdad que, inevitablemente, terminaría saliendo a la luz.

—(¿Qué será de ti, Bobby, cuando lo descubras todo?)— pensó Crafty, sintiendo un nudo en el estómago. Solo el tiempo lo diría, pero el camino que venía por delante no sería fácil para nadie.

...

—... No creo que sea buena idea salir —murmuró Catnap, su tono bajo y cargado de incertidumbre.

Dogday, que estaba examinando el pomo de la puerta, respondió sin dejar de observarlo.

—Los demás deben estar preocupados por ti —comentó el perro, su mirada fija en el pequeño desperfecto del pomo, como si en él pudiera encontrar la respuesta a todas las tensiones que flotaban en el aire—

Dentro de la habitación, el ambiente se había aligerado, aunque aún quedaba un resquicio de incomodidad. Dogday y Catnap habían tenido una conversación larga y necesaria sobre los recuerdos que el gato había recuperado, y sobre el problema que había pesado tanto en su mente. Catnap seguía tenso; cada vez que miraba a Dogday, un torbellino de emociones lo sacudía, como si haberle confesado al can que recordaba todo le hubiera dejado desnudo ante la mirada de su amigo. Pero, al menos, ya no cargaba con el peso de guardar el secreto.

Dogday, intentando aligerar el momento, mencionó de manera casual:

—Sobre todo Bobby... —dijo, con una leve sonrisa que intentaba ser despreocupada—

Catnap, que había estado inmerso en sus propios pensamientos, levantó la mirada rápidamente al escuchar el nombre.

—¿Qué dijiste? —preguntó, sus ojos afilados y llenos de curiosidad. No había pasado por alto el comentario—

Dogday se encogió de hombros, aparentemente más enfocado en el pomo de la puerta que en la conversación.

—Rompiste el pomo, así que la puerta se trabó... pero creo que puedo abrirla si la empujo con fuerza —dijo, ignorando deliberadamente la pregunta de Catnap, como si pudiera escapar de la conversación al enfocarse en una tarea trivial—

El gato no estaba dispuesto a dejarlo ir tan fácilmente.

—No me cambies el tema, Dogday... —insistió, entrecerrando los ojos—

Dogday, sin responder directamente, retrocedió unos pasos, preparándose para embestir la puerta.

—Espero que nadie esté del otro lado... —comentó con un tono casi juguetón, mientras calculaba su carrera.

Catnap estuvo a punto de decir algo más, pero antes de que pudiera abrir la boca, Dogday corrió hacia la puerta con determinación. Con un impulso firme, embistió la puerta. La suerte estuvo de su lado, pues la puerta cedió, pero no sin consecuencias. La fuerza del impacto lo lanzó hacia adelante, haciéndolo caer de costado al suelo con un sonido sordo.

—Auch... —se quejó, intentando reincorporarse, pero el dolor en su costado lo mantuvo quieto por un momento.

Antes de que pudiera levantarse, una voz familiar rompió el silencio.

—¡Perro días! —exclamó Snowy, corriendo hacia él con una mezcla de preocupación y sorpresa.

La acción impulsiva de Dogday no había pasado desapercibida. El resto del grupo, que había estado a unos metros, giró de inmediato hacia la escena, observando con ojos muy abiertos cómo Dogday salía de la habitación de una manera tan inesperada. Nadie esperaba verlo irrumpir así, y mucho menos en el suelo.

Snowy fue la primera en reaccionar, pero no fue la única. Craftycorn y Bobby, que acababan de regresar al salón, se apresuraron hacia él, siguiéndola de cerca. El sonido de sus pisadas resonaba en la estancia, cada una impregnada de preocupación.

—¿Te hiciste daño? —preguntó Craftycorn, su voz suave pero cargada de angustia mientras se inclinaba hacia él. La unicornio lo miraba con el ceño fruncido, claramente preocupada por el estado de su amigo.

Dogday, aún aturdido por la caída, levantó una mano en señal de que estaba bien, aunque su expresión era la de alguien que necesitaba un momento para recuperar el aliento.

—Solo mi orgullo —bromeó, intentando aliviar la tensión con una sonrisa torcida— La puerta... ganó esta vez.

Bobby, que estaba justo detrás de Craftycorn, lo observaba con una mezcla de preocupación y curiosidad. Aunque le preocupaba que Dogday pudiera haberse hecho daño, no pudo evitar notar la energía extraña en el ambiente, como si hubiera algo más que la caída que estuviera tensando el aire entre todos.

—¿Qué pasó ahí dentro? —preguntó Bobby, inclinándose un poco para ayudar a levantar a Dogday del suelo. Al mirar hacia la puerta, notó la presencia de Catnap, quien aún se mantenía en la penumbra del umbral, observando la escena con una mezcla de nerviosismo y reserva.

Catnap no se había movido desde que Dogday embistió la puerta, y ahora, con todos los ojos puestos en ellos, parecía aún más reticente a salir de la habitación. Sabía que tarde o temprano tendría que enfrentar las miradas curiosas, las preguntas de sus amigos, pero ese momento le resultaba abrumador.

—Nada... importante —respondió Dogday, intentando cubrir a Catnap con una respuesta vaga, mientras aceptaba la mano de Bobby para levantarse.

Snowy, sin embargo, no parecía satisfecha con la evasiva de Dogday. Se giró hacia Catnap, notando la tensión en sus hombros, y con su característico entusiasmo, decidió tomar cartas en el asunto.

—¡Gatito siestas! —exclamó, usando el apodo que sabía que lo irritaba— ¿Qué estabas haciendo ahí dentro? ¿Estás bien? ¿Por qué te fuiste a encerrar?

Catnap dio un paso hacia atrás, visiblemente incómodo. Sus orejas se bajaron, y aunque su intención había sido mantenerse en las sombras, ahora todos los presentes lo observaban con atención.

—No me llames así... —murmuró, su tono bajo pero afilado, mientras desviaba la mirada hacia el suelo. Las palabras de Snowy, aunque bien intencionadas, solo añadían más presión a una situación ya difícil para el propio felino—

La situación parecía estar encaminada a ponerse incomoda gracias a las palabras de Catnap, pero al contrario de lo que se esperaba, Snow simplemente formo una amplia sonrisa para exclamar y recalcar una novedad en el gato.

¡Hablaste! —Exclamo la gata color nieve con sorpresa y felicidad—

Ante la declaración de Snowy, todos formaron una sonrisa, Catnap simplemente cayo en cuenta de que toda su "fachada" de voto silencioso se termino por disolver en un instante, no estaba preocupado por ello, pero esperaba mínimo mantener su silencio durante mucho más tiempo.

.

.

.

—Dogday... —susurró Craftycorn, su voz suave y cautelosa, lo suficientemente baja como para no llamar la atención de los demás—

Ya habían pasado unos minutos desde que Dogday había abierto la puerta, y el ambiente en la habitación seguía tenso, aunque por razones distintas. Snowy, como siempre llena de energía, no se apartaba de Catnap, quien claramente se sentía abrumado por tanta atención. A pesar de la incomodidad del felino, Snowy seguía insistente, pegada a su lado, lo que parecía divertir y en parte encelar a Bobby, quien observaba la escena con una sonrisa ancha. Sostenía una pequeña pelota antiestrés entre sus manos con fuerza para evitar hacer una escena, siendo un objeto que, irónicamente, era para Catnap en un principio.

Lo curioso, y quizás un poco inquietante, era la tensión en la sonrisa de Bobby. Sus ojos brillaban de una manera inusual, y aunque su expresión parecía amigable, había algo más profundo, una especie de resentimiento o incomodidad contenida al ver a Snowy tan cerca de Catnap. Esa sonrisa oculta algo más, y aunque los demás lo notaban, nadie decía nada, principalmente porque era la primera vez que veían a Bobby actuar de esa forma.

Mientras todos estaban centrados en la dinámica entre Snowy y Catnap, Craftycorn aprovechó el momento para apartar a Dogday hacia una de las esquinas de la habitación, buscando algo de privacidad. La presión en su rostro indicaba que había algo más en su mente, algo que necesitaba discutir con urgencia.

—¿Qué sucede? —preguntó Dogday en voz baja, inclinándose hacia ella con curiosidad, mientras sus ojos recorrían el rostro preocupado de la unicornio—

Craftycorn lo miró fijamente por un momento, sus labios apretados como si estuviera eligiendo cuidadosamente sus palabras.

—¿No te hizo nada? —preguntó directamente, sus ojos llenos de preocupación. Era una pregunta que salió de manera abrupta, reflejando la ansiedad que había estado acumulando.

—¿Eh? —Dogday respondió con un tono de sorpresa, aunque en realidad entendió perfectamente la pregunta. Esa reacción fue más por el shock de ver a Craftycorn tan preocupada por él.

El silencio entre ambos fue breve, pero intenso. Craftycorn lo miraba con una mezcla de duda y protección, esperando una respuesta sincera, mientras Dogday se debatía entre tranquilizarla o profundizar en lo que realmente había pasado.

—Estoy bien, Crafty —dijo finalmente, esbozando una sonrisa que intentaba transmitir calma— Hablo en serio. No me hizo nada, simplemente... hablamos.

Pero esa respuesta no fue suficiente para Craftycorn. Sabía que Dogday no siempre decía todo lo que sentía, especialmente cuando se trataba de proteger a los demás. Su mirada inquisitiva lo delataba; quería detalles, no evasivas.

—¿De qué cosa? —interrogó nuevamente, esta vez con un tono más serio—

Dogday suspiró. Sabía que no podría evitar la conversación. Craftycorn lo conocía demasiado bien.

Sobre sus recuerdos... sobre todo lo que ha estado pasando con él —Dogday se cruzó de brazos, sus ojos se oscurecieron ligeramente al recordar la conversación con Catnap— Recordaba más de lo que creía, y eso lo tenía agobiado...

El rostro de Craftycorn se tornó pálido al escuchar las palabras de Dogday: Catnap recordaba todo. Fue como si un escalofrío recorriera su columna. Instintivamente, dirigió una mirada cautelosa hacia el felino, sus ojos reflejando una mezcla de terror y desconfianza, esperando que algo, cualquier cosa, pudiera suceder. Cada movimiento de Catnap era escrutado con detenimiento, como si en cualquier momento pudiera transformarse en algo incontrolable.

Dogday, notando el cambio inmediato en la expresión de su amiga, levantó una mano en señal de calma. Sabía que Craftycorn se preocupaba, quizás más de lo que estaba dispuesta a admitir.

—Tranquila, Crafty —murmuró, tratando de suavizar el ambiente tenso— Te prometo que Catnap no planea hacer nada...

Craftycorn entrecerró los ojos, aún manteniendo la mirada fija en Catnap, quien ahora, ajeno a la conversación, se debatía entre esquivar las bromas de Snowy y soportar las miradas nerviosas de Bobby.

—¿Cómo puedes estar tan seguro de eso? —preguntó Craftycorn, su voz teñida de incredulidad. Sus palabras eran un susurro afilado, llenas de la ansiedad que llevaba cargando—

Dogday soltó un suspiro, rascándose el cuello de manera nerviosa. Sabía que no podía ofrecerle una garantía absoluta; después de todo, ni él mismo estaba completamente seguro de lo que sentía con respecto a la conversación que tuvo con el gato. Pero había algo en Catnap, algo que había percibido durante su charla a puerta cerrada.

—No estoy del todo seguro... —admitió, su tono lleno de incertidumbre mientras desviaba la mirada hacia Catnap, sus ojos cargados de una mezcla de complicidad y preocupación— Pero cuando hablé con él... sentí que era alguien más, o tal vez que había dejado de ser quien todos vimos que era. Hay algo diferente en él, Crafty...

Craftycorn lo miró con confusión, sin poder ocultar la duda que la embargaba. Quería confiar en Dogday... pero no se sentía dispuesta a confiar en el felino.

—Dogday, sabes que confío en ti, siempre lo he hecho, pero... Catnap... —hizo una pausa, buscando las palabras adecuadas— Yo... n-no creo que se merezca una oportunidad, al menos no de mi parte...

—Pero crafty...

—No, Dogday... escucha... —Respirando profundo— Confió en ti, lo hago de verdad, pero no puedo confiar en Catnap... intentamos llevarnos bien en primer lugar, intentamos acercarnos, intentamos integrarlo al grupo ¿Y qué resulto de eso? Dogday... nos asesinó a sangre fría... y yo.... T-tengo miedo... de que nos haga daño otra vez...

Su voz temblaba al final de la frase, y Dogday pudo ver el dolor en sus ojos. Era un dolor que había reprimido durante el tiempo en el que recupero sus recuerdos, y que finalmente se estaba desbordando. Sabía que Craftycorn había tratado de mantenerse fuerte, de confiar en él, pero la verdad era que el trauma de lo que había sucedido aún la perseguía, no fue fácil ver a todos morir delante suya.

—No sé si Catnap podrá cambiar, Crafty —dijo Dogday en voz baja, casi un susurro— Pero si lo alejamos, si lo dejamos solo, creo que podría ser peor. Sé que tienes miedo... yo también lo tengo en cierto modo, aunque no lo creas conocí mejor a ese Catnap de la hora de la alegría... tampoco quiero que haga lo mismo nuevamente. Crafty... por favor confía en mí, yo me haré cargo de Catnap y si él llega a hacer algo en contra nuestra... entonces yo... me encargaré de él

Ante lo dicho Crafty no pudo evitar formar una expresión incrédula, ¿de verdad le estaba diciendo eso?

Dogday...

—Lo digo en serio Crafty... sé que cuando todos recuperen sus recuerdos, van a tener una opinión distinta de Catnap a la que tenían antes o la que tiene ahora, incluso Catnap es consciente de eso... no sé que va a pasar, pero te prometo que, si las cosas se tornan peligrosas, no voy a dejar que lo que sucedió en la hora de la alegría se repitan... tienes mi palabra

El silencio que siguió no fue incómodo, sino cargado de emociones contenidas. Craftycorn sentía el peso de esas palabras, cada una de ellas envolviéndose alrededor de su corazón herido. Miró a Dogday, y en ese instante vio la honestidad grabada en sus ojos, la misma determinación que la había convencido tantas veces de que él no fallaría, no esta vez... tal vez era el cariño que le tenía o tal vez era confianza. Pero Dogday nuevamente lograba iluminar la oscuridad en la que se encontraba.

Con un suspiro, Craftycorn cerró los ojos y se inclinó hacia él, abrazándolo con fuerza. No era solo un gesto de afecto, sino un acto de rendición, de confiar una vez más en Dogday, aunque su miedo aún latiera fuerte en su pecho.

Dogday la abrazó de vuelta, sin decir una palabra.

...

Mientras Dogday y Craftycorn conversaban en un rincón de la habitación, Snowy y Bobby observaban a Catnap desde el centro. La gata de pelaje blanco seguía haciendo bromas e intentando animar al felino, pero sus esfuerzos parecían en vano. Al principio, Catnap mantenía su expresión de incomodidad, soportando las insistencias de Snowy con una paciencia que se agotaba rápidamente. Pero de repente, su rostro cambió de forma drástica.

—¿Catnap, todo bien? —preguntó Snowy, ladeando la cabeza con curiosidad.

Bobby se dio cuenta de que algo no estaba bien. Los ojos de Catnap se habían oscurecido ligeramente, y su cuerpo ahora estaba tenso.

—¿Catnap...? —Bobby se acercó con cautela manteniendo su voz suave, intentando no alarmar al felino—

Lo que Bobby y Snowy no sabían era que Catnap había estado observando y escuchando mucho más de lo que aparentaba. Mientras la conversación entre Dogday y Craftycorn parecía un simple intercambio privado, él había enfocado toda su atención en ellos. Sus orejas se inclinaron sutilmente hacia donde estaban, captando cada palabra. Al principio, todo parecía inocente, pero cuando escuchó a Craftycorn hablar sobre sus recuerdos, algo en su interior se agitó.

No le sorprendía que ella recordara lo sucedido; lo que realmente le inquietaba era la forma en que lo había estado mirando durante todo el día. Ahora entendía por qué.

(Eso lo explica) —pensó Catnap para sí mismo— (Por eso me ha estado observando con esa mirada... desconfiada)

Pero fue cuando las palabras de Craftycorn se volvieron más sombrías, revelando el miedo y la desconfianza que ella sentía hacia él, que su corazón comenzó a latir con fuerza. Cada frase golpeaba sus nervios como una flecha clavándose en él, pero lo que realmente lo paralizó fue la respuesta de Dogday.

—Yo me haré cargo de Catnap y, si llega a hacer algo en contra de nosotros... —dijo Dogday con un tono preocupantemente serio para Catnap— entonces me encargaré de él.

Esa última frase retumbó en la mente de Catnap como un eco interminable. ¿Encargarse de él? ¿Acaso Dogday estaba planeando deshacerse de él si las cosas se complicaban? El ambiente alrededor del felino cambió de inmediato. Lo que antes era una simple habitación ahora le parecía sofocante y opresiva. Una profunda sensación de traición lo envolvió como una niebla oscura.

Bobby, a su lado, lo observaba con atención, esperando algún tipo de reacción. Snowy, por su parte, había dejado de bromear, notando el repentino cambio en el felino.

—¿Snowy te hizo algo? —insistió Bobby, acercándose más, su voz llena de preocupación—

—Oye... —protestó Snowy, cruzando los brazos con una leve molestia, pero calló al ver la mirada inquisitiva de Bobby.

Catnap apenas podía procesar lo que le decían. Sentía como si el suelo bajo sus patas estuviera temblando, como si el mundo entero se estuviera desmoronando bajo él. ¿Dogday realmente lo dijo? —se preguntaba con desconfianza— ¿Está esperando la oportunidad para... acabar conmigo?

En ese momento, una voz profunda, como un eco oscuro, resonó en su mente:

—[ⱧɆⱤɆJɆ...]

La voz fue como una garra que lo arrastró fuera de sus pensamientos. Su corazón se detuvo por un segundo, pero cuando sus ojos volvieron a enfocarse, lo primero que vio fue el rostro preocupado de Bobby.

—¿Estás bien...? —preguntó nuevamente la osa, su mirada llena de inquietud.

La pregunta lo desconcertó por un momento, pero Catnap reaccionó rápido, dándose cuenta de que había estado atrayendo una atención no deseada. No quería que Bobby, ni mucho menos Snowy, percibieran el tumulto que lo dominaba por dentro. Con un simple gesto, asintió en silencio, sin decir nada más, y desvió la mirada hacia Snowy, quien observaba la escena con su típica actitud despreocupada.

—Oh, supongo que solo te perdiste en tus pensamientos, ¿verdad, gatito tonto? —bromeó Snowy, dándole un suave golpecito en el brazo— Bueno, como decía... ¡permíteme seguir con mi historia, Gatito Siestas!

Bobby no pudo evitar soltar una sonrisa débil, aunque con una nota de queja en sus ojos. Sabía que algo no estaba bien con Catnap, pero el felino no estaba dispuesto a compartir lo que le sucedía. Esa barrera entre ellos comenzaba a incomodarla, pero también sabía que presionarlo podría hacer que se cerrara aún más.

Mientras Snowy retomaba su charla animada, Catnap fingía prestar atención, manteniendo sus ojos fijos en la gata de pelaje blanco. Pero en realidad, sus pensamientos estaban muy lejos de aquella escena. Las palabras de Dogday seguían resonando en su cabeza, una y otra vez, como un mal presentimiento imposible de ignorar. Las grietas de desconfianza, que habían estado dormidas en su mente, ahora empezaban a surgir con fuerza.

(Dijo que sería mi amigo... que sería alguien de confianza para mi... Dijo que no me odiaba ¿Él estaba mintiendo...?) —Pensaba el felino en su mente mientras tenía la mirada perdida—

En un momento dado de sus pensamientos, Catnap miro hacia donde estaba Dogday. Su mirada se topo con la del can, Dogday le dedico una sonrisa, pero Catnap no la correspondió y simplemente regreso su mirada hacia Snowy para fingir que estaba poniendo atención.

(MɆN₮łRØSO) —Pensó el felino con un tono molesto—

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