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Capítulo #19

| Terrores nocturnos |

La noche se alzaba majestuosa sobre SmileVille, el firmamento adornado por la luz plateada de la luna y el destello intermitente de las estrellas. Un manto de tranquilidad se extendía sobre la aldea, con el susurro suave de los árboles y el murmullo persistente de los insectos en el bosque que rodeaba el pueblo. Las calles, usualmente animadas durante el día, yacían en un silencio profundo, solo interrumpido por la sinfonía nocturna de la naturaleza.

En las casas de SmileVille, cada criatura sonriente estaba sumida en un sueño profundo, sus mentes navegando en los rincones de sus deseos más profundos. Pero no todos disfrutaban de un descanso sereno esa noche.

En la morada del líder de la aldea, Dogday, reinaba una atmósfera de paz aparente. Sin embargo, en uno de los rincones de la sala, Catnap, el gato conocido por sus largas siestas, no parecía estar experimentando un sueño tranquilo. Se movía inquieto en el sofá, cambiando de posición constantemente, su rostro reflejando una expresión de incomodidad. Los sueños que lo envolvían parecían perturbar su descanso habitual.

La pregunta flotaba en el aire nocturno como una brisa inquieta: ¿Qué estaba soñando Catnap para perturbar su sueño de esta manera?

. . .

Catnap se sentía prisionero en su propio sueño, como si las sombras de sus temores más profundos lo hubieran encerrado en una cárcel de cristal opaco. Sus patas parecían pesadas, como si estuvieran cargando con un peso invisible pero abrumador. En ese oscuro confinamiento, se enfrentaba a una versión de sí mismo que no reconocía, una imagen distorsionada que le provocaba un temor inusual.

El eco de sus pensamientos resonaba en la celda solitaria. "¿Por qué harían algo tan horrible?", se preguntaba una y otra vez, sin encontrar respuestas claras. El nombre "Theodore" se repetía en su mente como un eco lejano, un nombre que parecía tener un significado profundo pero que se escapaba de su comprensión en ese momento de confusión.

Sin embargo, a medida que sus ojos se ajustaban a la penumbra de su encierro, una extraña calma empezaba a invadirlo. La oscuridad que lo rodeaba ya no le inspiraba terror, sino una sensación inesperada de protección. Estar solo en aquel espacio cerrado ya no era una fuente de angustia, sino una especie de refugio íntimo donde podía confrontar sus miedos sin interferencias externas.

En un momento, Catnap se sorprendió al notar un cambio en su apariencia. Se veía más grande, con una presencia que irradiaba misterio en lugar de inseguridad. Lo más curioso era que no podía dejar de sonreír, una expresión de "alegría" se reflejaba en su rostro.

Mientras Catnap exploraba su nuevo entorno, su mente se debatía entre la fascinación y la incertidumbre. Tocaba su rostro con curiosidad, tratando de comprender por qué esa sonrisa persistía en su rostro. Cada paso era una revelación, y el sonido de la puerta que se abrió detrás suyo lo sacó de sus reflexiones internas.

La aparición repentina de la puerta desconcertó al gato, pero también despertó su curiosidad. Sin titubear demasiado, decidió adentrarse por la nueva apertura. Al cruzar el umbral, se encontró en un pasillo largo y enigmático. El suelo, una combinación de losa blanca y baldosas de colores vibrantes y dispersas, guiaba su camino hacia un horizonte que parecía alejarse a medida que avanzaba.

(¿Dónde estoy...?) —Se preguntaba el gato con confusión—

La iluminación era notablemente clara y nítida, una luz blanca que emanaba del techo y bañaba todo el pasillo con una claridad casi sobrenatural. Las paredes, por otro lado, presentaban dibujos peculiares: brazos afelpados de un azul profundo que se entrelazaban en un patrón abstracto. Cada trazo parecía cobrar vida a medida que Catnap avanzaba, creando una sensación de movimiento en las paredes que lo rodeaban.

A medida que caminaba, los minutos se deslizaban sin una referencia clara del tiempo. El pasillo parecía estirarse infinitamente, desafiando la lógica espacial. Catnap se detuvo en un momento y se volvió para mirar atrás, solo para descubrir que la puerta por la que había entrado ya no estaba. Una sensación de claustrofobia ligera se apoderó de él al darse cuenta de que estaba atrapado en ese pasillo sin fin.

La combinación de colores, luces y formas en el pasillo creaba una atmósfera surrealista, como si Catnap hubiera ingresado a un mundo completamente diferente al de su realidad cotidiana. La incertidumbre sobre su ubicación y el propósito de ese extraño lugar lo mantenían en alerta, listo para descubrir los secretos que aquel pasillo interminable pudiera esconder.

(Debo continuar...)

El gato, consciente de su situación en ese extraño pasillo sin fin, decidió seguir adelante. A medida que avanzaba, la monotonía del entorno comenzaba a jugarle trucos visuales. Al cabo de un tiempo que le pareció eterno, divisó un objeto en el suelo, algo que rompía la uniformidad de aquel camino aparentemente interminable. Al acercarse, Catnap reconoció de inmediato su colgante en forma de luna, un detalle que lo sorprendió, ya que no lo llevaba puesto en ese momento.

Al tomar el colgante entre sus patas, el gato se enfrentó a unas cuantas complicaciones para colocarlo nuevamente alrededor de su cuello. La cadena parecía más retorcida de lo normal, como si el objeto hubiera sufrido alteraciones en ese lugar desconocido. Sin embargo, con paciencia y determinación, logró ajustarlo correctamente.

La acción de ponerse el colgante desencadenó un cambio sorprendente en el entorno. El pasillo, antes limpio y bien iluminado, se transformó de repente en un escenario de decadencia y peligro. Grietas surcaban el suelo, las losas parecían desencajarse de sus lugares, el polvo cubría la superficie y, para sorpresa y temor de Catnap, manchas de sangre seca salpicaban algunos puntos del suelo.

Las paredes, antes adornadas con dibujos abstractos, ahora mostraban un aspecto desgastado y ominoso. La iluminación, que antes era clara y constante, ahora parpadeaba de forma inestable, creando sombras danzantes que aumentaban la sensación de inquietud en el gato.

Catnap se detuvo unos instantes, asimilando el drástico cambio en el entorno. La atmósfera se había vuelto más opresiva, como si el simple acto de ponerse el colgante hubiera desatado fuerzas desconocidas en aquel lugar misterioso. Con la luna dorada brillando sobre su pecho, el gato se preparó para continuar su camino, consciente de que cada paso podía llevarlo más adentro en esta enigmática y perturbadora realidad.

(Todo cambio...) —Pensaba el gato mientras seguía adentrándose en ese lugar—

Catnap, avanzando por el pasillo ahora transformado en un escenario sombrío y deteriorado, notó de repente la presencia de una puerta que parecía haber surgido misteriosamente en el costado derecho de la pared. Intrigado y un tanto inquieto por lo que podía encontrar al otro lado, el gato se acercó con cautela, sus ojos fijos en el cartel que indicaba: "Laboratorios".

Una extraña sensación de opresión comenzó a apoderarse de su pecho mientras leía esas letras. Cerró los ojos con fuerza, y en ese instante, una avalancha de imágenes perturbadoras se precipitó en su mente. Recordó el frío acero de las herramientas que alguna vez lo tocaron, la sensación de miedo palpable en el aire, el dolor que su cuerpo experimentó en aquellos momentos de angustia y confusión. Cada recuerdo parecía una herida abierta que se negaba a cicatrizar, sumergiéndolo en una especie de ahogo emocional.

La nostalgia se mezclaba con el horror de esos recuerdos, creando una amalgama de sensaciones que hacían que Catnap se sintiera abrumado y vulnerable. La sola idea de adentrarse en esos laboratorios despertaba en él un instinto de precaución y temor, como si intuyera que detrás de esa puerta se ocultaban secretos oscuros y peligrosos que preferiría no enfrentar.

¡Duele! —Gritaba el felino mientras sujetaba su cabeza con fuerza—

El felino de un momento a otro comenzó a escuchar susurros, escuchaba voces en su mente... escuchaba gritos de dolor, pánico y miedo... tenía los ojos cerrados porque sentía que si los abría solo lograría ver algo horrible.

—¡ĐɄɆⱠɆ!

Catnap se sorprendió al escuchar su propia voz, que sonaba distorsionada, tenebrosa y profunda. Abrió los ojos con un sobresalto por la sorpresa de oírse así. Sin embargo, lo que encontró al abrir los ojos fue aún más desconcertante.

El pasillo que se extendía frente a él se volvió repentinamente más oscuro, sumergiéndose en una penumbra que parecía devorar la luz. En medio de esa oscuridad, una figura se perfilaba de forma ominosa, apenas visible a través de las sombras. Solo se podía distinguir una mano con dedos afilados que emergía de la negrura como una garra fantasmagórica.

Inicialmente, el gato se sintió aliviado al pensar que no estaba solo en aquel lugar extraño. Sin embargo, ese sentimiento se desvaneció rápidamente cuando el miedo se apoderó de él. Intentó retroceder, pero la oscuridad parecía avanzar hacia él, como si fuera una entidad viva que se movía y se expandía para envolverlo por completo. La sensación de estar atrapado en un lugar donde las sombras cobraban vida era abrumadora, despertando en Catnap un instinto de supervivencia que lo impulsaba a buscar una salida desesperadamente.

Catnap se apresuró a correr en dirección opuesta por el pasillo, con el corazón palpitando con fuerza en su pecho. Mientras avanzaba, una débil luz comenzó a filtrarse desde el lado por el que había llegado. El gato se detuvo por un instante y, al enfocar su vista, pudo distinguir una silueta resplandeciente que tomaba forma gradualmente. Era Dogday.

¡Catnap! —Gritaba la voz del perro al otro extremo del pasillo—

El llamado de Dogday resonó en los oídos de Catnap como una melodía reconfortante en medio de la oscuridad y el miedo. Con renovado vigor, el felino aceleró el paso, decidido a alcanzar la luz y la seguridad que representaba la presencia de su amigo. Sin embargo, cuanto más corría, más se alargaba el pasillo a su alrededor, como si las sombras conspiraran para mantenerlo alejado de la salvación que representaba Dogday.

Cada vez que Catnap parecía acercarse un poco más, el espacio entre ellos se expandía, creando una sensación de desesperación en el gato. El esfuerzo de correr se volvía más agotador, como si estuviera luchando contra una corriente invisible que lo empujaba hacia atrás.

¡ĐØ₲Đ₳Ɏ! —Gritaba el gato con desesperación—

Su voz seguía sonando de forma tétrica, pero no le importaba, Catnap quería llegar hasta el perro... y aunque dio su máximo esfuerzo, la oscuridad finalmente lo alcanzo...

. . .

Catnap se levantó de un sobresalto, su corazón latiendo frenéticamente. Su expresión reflejaba un miedo palpable, sus manos temblaban y su cola estaba completamente esponjada. Sus orejas estaban en alto, demostrando que aún seguía asustado. Miró a su alrededor, tratando de ubicarse. Reconoció las paredes familiares de la casa de Dogday y suspiró aliviado. Se recostó nuevamente en el sofá, sintiendo la suavidad del tejido bajo su cuerpo mientras intentaba calmarse. La pesadilla había sido intensa y vívida, como si hubiera estado atrapado en otro mundo.

Pasaron varios minutos antes de que Catnap lograra estabilizar sus latidos y recuperar una respiración normal. Lentamente, se levantó del sofá con la intención de ir por un vaso de agua para calmar su sed y sus nervios. Sin embargo, algo inusual llamó su atención. Observó mejor la habitación y notó que una bruma roja flotaba cerca del suelo. Se dio cuenta de que, posiblemente, había liberado su gas somnífero mientras dormía, una reacción instintiva a la pesadilla.

Catnap se acercó a una ventana y la abrió, dejando que el aire fresco de la noche entrara y dispersara el gas.

Después de ventilar la habitación, se dirigió a la cocina en busca del tan necesitado vaso de agua. Sus pasos resonaban suavemente en el silencio de la casa, y cada sonido parecía amplificado en la quietud nocturna. Al llegar a la cocina, llenó un vaso y bebió lentamente, permitiendo que el agua fría calmara su garganta y mente.

Mientras bebía, pensó en los acontecimientos de su sueño... ¿Por qué la oscuridad de aquella celda se sentía tan reconfortante, pero la oscuridad del pasillo se sentía aterradora? Tenía preguntas, pero no tenía realmente una respuesta.

Con el vaso vacío y su mente más tranquila, Catnap decidió regresar al sofá. Se envolvió en una manta, buscando el consuelo del calor, y cerró los ojos, esperando que los sueños fueran más amables esta vez.

. . .

En otra parte de SmileVille, dentro de una pequeña casa de color azul celeste, descansaba CraftyCorn, la unicornio. Aunque a simple vista parecía dormir plácidamente, en su mente algo horrible estaba sucediendo.

El escenario de su sueño era una casa antigua, construida con madera pintada de un color café oscuro. La casa tenía un aire de abandono, con vigas crujientes y ventanas cubiertas de polvo. CraftyCorn se encontraba en el amplio lobby principal, tratando de dibujar para mantener la calma. Su cuaderno y lápiz eran sus únicos aliados en ese momento, pero sentía que sus trazos no tenían la misma fluidez de siempre, como si el ambiente opresivo se reflejara en sus dibujos.

El lobby era demasiado grande y extraño para una casa común. Las paredes parecían extenderse hacia el infinito, y la luz era tenue, proveniente de unas pocas lámparas antiguas colgantes que apenas iluminaban el espacio. CraftyCorn no estaba sola; sus amigos estaban allí con ella, aunque Dogday y Catnap brillaban por su ausencia. Sin embargo, había muchas otras figuras presentes, figuras que no podía identificar claramente. Las veía como manchas borrosas y distorsionadas, como sombras sin rostro que se movían sin rumbo fijo, pero preocupoado.

¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHH!

De un momento a otro un grito desgarrador vino desde uno de los pasillos del lobby principal, ese grito venía de unos de los pasillos ligeramente oscuros, el grito puso en alerta a todos, pero quien más se preocupo fue la unicornio puesto que sabía muy bien a quien pertenecía ese grito...

Dogday... —Susurraba la unicornio con preocupación al escuchar el grito—

Crafty rápidamente se puso de pie para ir con sus amigos, todos miraban en dirección al pasillo por el cual llego el grito desgarrador del perro. Crafty no pudo evitar juntarse un poco a Bobby ya que la situación se sentía tensa.

Bubba... ese fue...

—Dogday... —Respondía el elefante a la pregunta de Hoppy— No estamos solos en hogar dulce hogar...

El grupo se sintió tenso, las chicas estaban preocupadas por Dogday, todos habían escuchado su grito... Kickin simplemente miro a Bubba con preocupación, el elefante no hizo más que asentir para posteriormente hacer que todos retrocedieran.

Chicas, escuchen, hay que pensar las cosas rápido —Explicaba el elefante— Debemos de...-

El elefante no pudo continuar con su plan porque, de un momento a otro, los gritos de agonía del perro resonaron desde el pasillo. Nunca antes habían escuchado a Dogday gritar de esa manera. El sonido era desgarrador y logró llenar de preocupación y miedo a todos los presentes. Era como si el dolor de Dogday se trasladara a cada uno de ellos, haciendo que sus corazones latieran desbocados y sus cuerpos se estremecieran de terror.

Los gritos se prolongaron, cada segundo parecía una eternidad. La desesperación se apoderó de ellos, sus miradas se cruzaron, llenas de incertidumbre y horror. Las sombras en el pasillo parecían crecer, envolviéndolos en una atmósfera de opresión y angustia. Bobby, que normalmente era un bastión de fortaleza, se encontró incapaz de moverse, sus patas temblando mientras los gritos resonaban en sus oídos.

CraftyCorn, con lágrimas formándose en sus ojos, miró a sus amigos buscando algún tipo de consuelo o solución, pero solo encontró el mismo pánico reflejado en sus rostros. Finalmente, después de lo que parecieron ser minutos eternos, los gritos de Dogday cesaron abruptamente, dejando un silencio aún más inquietante.

El cese repentino de los gritos fue aún más alarmante. El silencio que siguió fue ensordecedor, lleno de incertidumbre y miedo. CraftyCorn sintió un nudo en el estómago, su mente inundada de imágenes terribles sobre lo que podría haberle pasado a Dogday. Se tomó un momento para respirar profundamente, tratando de reunir el valor necesario para actuar.

—Tenemos que ir y comprobar q-que fue lo que p-paso... —dijo CraftyCorn finalmente, su voz estaba preocupada a pesar del temblor que sentía en su interior—

—Sí, no podemos dejarlo solo —asintió Bobby, su voz baja pero decidida—

Chicos... —Llamaba Hoppy al notar que algo se movía por el pasillo oscuro—

La luz titilante del pasillo, del cual venían los gritos de Dogday, dejó entrever una silueta moverse con tranquilidad. En esos breves momentos de iluminación, la figura se reveló: era Catnap. Sus ojos blancos y brillantes destacaban en la penumbra, y su sonrisa se delineaba de manera siniestra. El grupo de criaturas sonrientes se quedó expectante, el aire cargado de tensión y miedo.

Bubba se adelantó, poniéndose delante de las chicas en un gesto protector. Kickin, aunque visiblemente asustado, imitó su acción, intentando mostrar fortaleza. La determinación en sus ojos era clara, pero sus movimientos delataban el temor que sentía en su interior.

Catnap se detuvo, sus ojos brillantes observando a cada uno de ellos con una mirada que combinaba diversión y malevolencia. Su sonrisa se ensanchó, y parecía disfrutar de la tensión que había generado. El gato iba a disfrutar lo que estaba por hacerles a todos.

El grupo podía notar que Catnap tenía manchas de sangre... eso en definitiva les dejaba en claro lo que había hecho... Craftycorn no pudo evitar sentir miedo y preocupación...

¿C-Catnap...? —Pregunto la unicornio con temor— ¿Dónde está D-Dogday...?

La unicornio no esperaba realmente una respuesta, pues el gato nunca hablaba con ellos. Dogday era el único que había escuchado la voz de Catnap, una voz que solo resonaba en el cartel promocional del felino. El grupo de criaturas sonrientes tampoco esperaba una respuesta, pero, contra todas sus expectativas, el gato finalmente habló.

—Ɇ₴₮₳ ₮ØM₳₦ĐO Ʉ₦₳ SłɆS₮A

La voz del gato era profunda, tenebrosa y gruesa, no sonaba como una voz tranquila... no se parecía en nada a la voz que sonaba en su cartel promocional. El grupo de criaturas sonrientes no pudo evitar sorprenderse al escuchar las palabras de Catnap. El gato se acerco más a ellos revelando por completo su cuerpo, tenía rastros de sangre fresca en las garras, Crafty logro cubrir su boca puesto que había soltado un grito ahogado de la sorpresa.

Ante la revelación de Catnap, el grupo retrocedió con cuidado, los niños pudieron ver a Catnap e inmediatamente el ambiente dentro del lobby principal cambió a un caos inmediato. El gato, con una sonrisa perturbadora, dejó escapar su gas somnífero, comenzando a dormir a todos en el lobby. Los únicos que lograron evitar respirar el gas fueron las criaturas sonrientes, pero lejos de ser una salvación, sería la causa de su condena.

Catnap no nos obligues a hacerte daño —Expresaba el elefante mientras tomaba una posición de lucha—

—...

El gato no dijo nada, simplemente aumentó su sonrisa y se acercó con agresividad al elefante. Tanto Kickin como Bubbaphant se abalanzaron sobre él. El tamaño de Bubba fue una gran ventaja al momento de sujetar al felino, y Kickin aprovechó el momento para tratar de sujetar sus patas, de esa forma evitarían salir heridos por las garras del gato.

Sin embargo, olvidaron una parte importante, sujetar la cola del felino. Catnap aprovecho el descuido y con su cola logro partir una parte de los barandales de las escaleras, sujeto el trozo de madera en punta con fuerza y lo clavo con todas sus fuerzas en el pecho del elefante.

¡BUBBA! —Grito el pollo con terror al ver la sangre brotar del pecho de su amigo—

Bubba perdió fuerza en su agarre al instante. Catnap aprovechó la oportunidad para sujetar del cuello a Kickin y levantarlo con fuerza. El pollo trataba con todas sus fuerzas de liberarse, pero todo fue en vano. Catnap logró romperle el cuello sin mucho problema, dejando caer el cuerpo inerte de Kickin al suelo.

Las chicas miraban horrorizadas lo que Catnap había hecho; sus amigos habían sido asesinados sin remordimiento alguno por parte del gato. Catnap se tomó el tiempo para comprobar que Bubba y Kickin estaban muertos, para posteriormente mirar a las chicas con una mirada penetrante. Crafty temblaba de miedo mientras abrazaba a Bobby con fuerza.

Hoppy y Piggy estaban en shock, sin poder reaccionar hasta que Catnap se lanzó contra ellas. Ambas lograron verlo, pero ya era tarde. Hoppy fue la primera en caer al suelo de forma pesada, su muerte fue rápida debido a que Catnap clavó sus garras en una parte vital de su garganta. Piggy, por otro lado, no tuvo tanta suerte; el gato desgarró su garganta y la sangre comenzó a brotar de ella. La cerdita cayó al suelo mientras trataba de sujetar su herida en un intento desesperado de contener la sangre. Sin embargo, el ahogamiento con su propia sangre hizo que finalmente muriera.

Solo quedaban Bobby y CraftyCorn. Ambas apartaron la vista del felino y simplemente se abrazaron, deseando que nada de eso fuera real, deseando que fuera una pesadilla. El gato se acercó con lentitud mientras lo escuchaban resoplar, liberando su humo rojo nuevamente. Ambas chicas se sintieron somnolientas y, finalmente, cayeron dormidas.

En el momento en que sus cuerpos se desplomaron, el ambiente comenzó a cambiar. La oscuridad se volvió aún más opresiva, y el lobby de la casa empezó a distorsionarse, como si estuviera siendo absorbido por un vacío sin fin. Catnap, con su sonrisa aún más amplia, se acercó a los cuerpos inertes de Bobby y CraftyCorn, su mirada fija en ellas.

—ĐɄⱠ₵ɆS SɄɆÑOS

. . .

En ese instante, CraftyCorn abrió los ojos de golpe. Estaba en su cama, en su pequeña casa color azul celeste. Su respiración era agitada y su corazón latía descontrolado, su mente recordaba todo a la perfección.

Dogday... —Susurraba la unicornio con preocupación—

Crafty ni siquiera dudó en levantarse de su cama. Con manos temblorosas, tomó su colgante y se lo puso apresuradamente. Salió de su casa con rapidez, el aire fresco de la noche golpeando su rostro mientras se dirigía hacia la casa de Dogday. Su corazón latía con fuerza, su mente estaba preocupada y sus sentimientos solo reflejaban una sola cosa: preocupación.

El camino hacia la casa de Dogday estaba desierto, el silencio de la noche amplificando cada uno de sus pasos. Las sombras de los árboles se alargaban bajo la luz de la luna, creando figuras que parecían moverse a su alrededor. Crafty trató de ignorarlas, concentrándose en llegar a la casa de su amigo lo más rápido posible.

Finalmente logro llegar hasta la casa de Dogday, no lo pensó demasiado y comenzó a golpear la puerta con fuerza y preocupación.

—¡Dogday! ¡Dogday! —llamó, su voz temblando por la preocupación—

Después de unos momentos que parecieron eternos, Crafty pudo notar que la luz se encendía a la par que la puerta se abría. Dogday, con una expresión de ligera somnolencia, sorpresa y preocupación, apareció en la entrada.

—¿Crafty? ¿Qué haces aquí tan tar...-

Dogday no pudo terminar de hacer su pregunta, porque inmediatamente logro sentir como su amiga lo abrazaba con fuerza, el perro se sintió algo confundido, pero rápidamente esa confusión se transformo en preocupación cuando escucho un ligero sollozo venir por parte de Crafty...

Crafty... —Abrazándola— ¿Qué sucede? —Pregunto el can en tono bajo—

Snif...

Craftycorn no respondió, simplemente dejo que sus lagrimas salieran por si solas mientras abrazaba a su amigo. Dogday dejo que Crafty se desahogara completamente, estuvieron unos minutos en la entrada de la casa hasta que el perro logro notar que su amiga parecía apaciguar su llanto.

¿Quieres entrar para hablar...? —Preguntaba el perro con preocupación—

...

Crafty levantó la vista y notó que el gato de las siestas, Catnap, estaba despierto y los miraba desde el sofá. Verlo hizo que Crafty sintiera algo de miedo y se aferró todavía más al abrazo que mantenía con Dogday.

¿P-Podemos ir a mi casa...? —Pregunto la unicornio— Por favor... —Suplico—

Dogday asintió sin dudar.

—Claro que sí, Crafty. Vamos —respondió, guiándola suavemente fuera de la casa—ç

Mientras ellos salían, Catnap simplemente ladeo la cabeza un poco... había pasado algo raro, pero tal vez no era importante, simplemente regreso a su intento de tener un sueño más tranquilo.

El camino de vuelta a la casa de CraftyCorn fue silencioso, solo interrumpido por el suave sonido de sus pasos en la calle empedrada. La noche estaba fría, y Dogday se aseguraba de mantener a su amiga cerca, ofreciéndole apoyo y consuelo con su presencia.

Cuando llegaron a la pequeña casa azul celeste, Crafty abrió la puerta y ambos entraron. La unicornio se sentó en el sofá, sus ojos aún hinchados por las lágrimas. Dogday se sentó a su lado, esperando pacientemente a que Crafty estuviera lista para hablar.

Dogday... —Hablo finalmente Crafty— Tengo miedo... —Confeso la unicornio—

El perro se sintió confundido y preocupado... se acerco para consolar a Crafty, aunque ella continúo hablando.

—Fue una pesadilla, Dogday. Una pesadilla horrible —dijo Crafty con su voz apenas en un susurro—

—Cuéntame sobre ella, Crafty. Estoy aquí para escucharte —respondió Dogday con suavidad, tomando la mano de su amiga—

Crafty tomó una respiración profunda y comenzó a relatar su pesadilla, describiendo cada detalle aterrador y perturbador que había visto. Dogday la escuchó atentamente, sus ojos llenos de empatía y preocupación.

—Estaba en una especie de casa vieja, con todos nuestros amigos, pero tú y Catnap no estaban. Entonces, escuché tus gritos, Dogday. Eran tan dolorosos, tan desesperados. Luego... Catnap apareció y... —Crafty hizo una pausa, sus ojos llenándose de lágrimas nuevamente— Él lastimó a todos. Fue horrible...

El perro se sorprendió un poco por escuchar su pesadilla... e inmediatamente se preocupó, no tanto por el hecho de ver a Crafty afectada por su mal sueño, sino más bien por entender que aquello no había sido un sueño. Dogday solo pudo sujetar la mano de su amiga y abrazarla con cuidado para brindarle su apoyo.

Solo fue un sueño Crafty... —Susurro el perro con suavidad— No pienses en eso... todo va a estar bien...

Crafty se aferró a Dogday, buscando consuelo en su abrazo. Aunque las imágenes de su pesadilla seguían siendo vívidas en su mente, la presencia de su amigo le daba un sentido de seguridad que empezaba a calmarla.

—Gracias, Dogday... —murmuró Crafty, sintiendo cómo sus lágrimas comenzaban a secarse—

—No es nada —Respondió el can con una sonrisa— ¿Te sientes más tranquila?

—Si...

—Bien, ¿quieres ir a dormir otra vez? Todavía es tarde

Ante la pregunta Crafty se aferro un poco al abrazo de Dogday, estaba claro que sentía miedo por ir a dormir y soñar otra cosa horrible. La unicornio tardo unos segundos en hablar...

¿P-Puedes quedarte esta noche en mi casa...? —Pregunto en tono bajo y apenado, acompañado de un leve sonrojo— No quiero estar sola...

—... —Suspirando con una ligera sonrisa— De acuerdo

Tras esas palabras, ambos se acomodaron en el sofá de tal forma que Dogday quedó acostado y Crafty se quedó reposando en su pecho. La unicornio mantenía su sonrojo, pero también portaba una sonrisa de tranquilidad. Finalmente cerró sus ojos para tratar de conciliar el sueño mientras Dogday acariciaba su cabeza para relajarla. Los minutos iban pasando y Crafty finalmente logró empezar a soñar nuevamente.

Dogday, por otro lado, mantenía una expresión preocupada. Estaba claro que Crafty había tenido un recuerdo de su vida pasada. Parecía que sus recuerdos estaban empezando a llegar, y él tenía que hablar con Luke sobre este tema y comenzar a pensar en cómo decirles a todos lo que estaba sucediendo. Mientras Dogday estaba ocupado pensando en su nuevo problema, repentinamente sintió que Crafty lo abrazaba con fuerza. El can solo pudo sonreír ante su acción, sintiéndose mucho más tranquilo al ver que Crafty podía descansar luego de lo que suponía había sido el recuerdo de cuando Catnap los había asesinado.

Justo cuando Dogday estaba por acomodarse mejor en el sofá, la voz adormilada de Crafty lo sorprendió levemente.

Te quiero... Dogday...

El can sintió cómo sus mejillas se enrojecían un poco, pero no le dio importancia, solo pudo sonreír al escuchar sus palabras.

Yo también te quiero Crafty —Susurraba en tono bajo y suave—

Parecía que Craftycorn reaccionaba ante sus palabras, ya que formó una sonrisa y se acurrucó mejor en su pecho. Dogday se imaginó que Crafty no lo iba a soltar, abrazándolo como si fuera un peluche, así que simplemente decidió cerrar sus ojos para dormir también. Debía descansar.

...

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