34. "¿Qué es el amor?" - Parte 1
"Maestro Shion, ¿qué es el amor?"
Amor: m. del lat. amor, -ōris.
Amor: m. Blandura, suavidad. Ej:"Cuidar el jardín con amor."
***
A Mu no le gustaba cocinar, eso estaba claro. Parte del acuerdo tácito de la pareja con el brasileño era "tú lejos de las ollas" y era su favorita, así que la aceptaba de buena gana. Al guardián de la segunda casa le fascinaba explorar el mundo a través de los fogones y al carnero a través de sus platos, así que se complementaban increíblemente bien.
No es que no lo hubiese intentado nunca, su maestro Shion había pretendido enseñarle repetidas veces antes de darse cuenta que su pequeño alumno era un caso perdido y que si el niño tuviese que mezclar harina y agua por algún motivo que se le escapaba, el recipiente explotaría sin remedio.
<<"Maestro, ¿me enseña a cocinar khapse? A Aldebarán le gusta mucho." había dicho una vez. Claro que su tutor había asentido y luego de preparar los elementos necesarios, los ingredientes y...
"Un momento, Mu, debo hablar con Saga, volveré en cinco minutos, no toques nada."
Aquel"no toques nada" se transformó en una aventura culinaria desafiante para el pequeño cuando descubrió que mezclar agua y harina daba como resultado una pasta algo difícil de domar, pero él había visto a su maestro preparar aquello repetidas veces y debía ser sencillo...
...Bueno, en su cabeza lo era.
Era un alumno prodigio, sí, para la telequinesis; pero en su expedición creyó que quizás a la pasta que había creado le faltaba un poco de azúcar. Cuando el tarro aterrizó con todo su contenido sobre la mezcolanza solo alcanzó a exclamar "auch" antes de descubrir que probablemente la había liado.
"Bueno, más dulces, más mejor" se dijo a si mismo antes de continuar.
Supuso que tendría que mezclarlo así que la idea de utilizar sus manos le pareció muy buena y las enterró con determinación para comenzar su preparación.
"¿Qué haces, Mu?" le había dicho su maestro cuando encontró al diminuto escalador arrodillado sobre la mesa con los brazos metidos en una pasta lodosa, con su ropa llena de harina (y azúcar).
"Khapse" contestó él, tan tranquilo. Era lo que hacía después de todo, ¿por qué Shion lo olvidaba? Menuda memoria tenía el señor a veces.
Los ojos del antiguo carnero recorrieron la cocina para encontrarse con una panorámica algo apocalíptica. Todo estaba recubierto de un fino polvo blanco (y unas pequeñas huellitas que evidenciaban el recorrido desde la mesa hasta la nevera y luego a las alacenas) y luego estaba Mu, arrodillado sobre aquel desastre como un pequeño brujo intentando preparar un ungüento mágico.
"Ya veo." contestó el patriarca respirando profundamente. "Imagino que limpiarás la cocina después de este incidente, ¿no?"
El diminuto carnero meditó la respuesta.
"...Pero usted me dijo que quien cocina no limpia, es lo justo. Y si cocino yo, usted tiene que"—
"Ya, eso no pasará. Tú limpiarás la cocina y yo prepararé las galletas." lo cogió por los hombros para desenterrarlo de aquel lodo blanco y dejar a su alumno en el suelo.
"Pero..."
"Tú limpias, yo cocino."
"Pero yo cociné."
Bueno, cocinar, cocinar... lo que se dice cocinar...
Mu lo observó atento desde sus 110 centímetros de altura, pero su cara tenía restos de pasta blanca (supuso que había intentado rascarse luego de tocarlo todo) y Shion intentó con todas sus fuerzas no reír.
"¿Por qué hay harina en el suelo?"
"Porque explotó."
Esta vez el carnero mayor no pudo contener una carcajada y sostener la severidad de su rostro fue imposible, pero el pequeño se preguntó qué sería tan gracioso y por qué le tocaría a él limpiar si había sido el cocinero, no tenía lógica.
"Ahora voy a freír" sentenció el joven Aries, dejando sus huellas marcadas una vez más, pero los brazos del maestro volvieron a levantarlo del suelo.
"No, no, nada de frituras, no más ejercicios culinarios por hoy. Tú, a ducharte. Ya terminaré yo aquí."
"Pero..."
"Pero a ducharte y ya. Quiero cerrar los ojos y cuando los abra tu estarás limpio."
Amor: m. Sentimiento intenso del ser humano que, partiendo de su propia insuficiencia, necesita y busca el encuentro y unión con otro ser.
***
–¿No puedes quedarte a jugar? –preguntó con 9 años cargados de tristeza. Sabía la respuesta ya y la sabría en cada ocasión, porque siempre era la misma. "No puedo".
–Lo siento, Kanon, sabes que no puedo. –le repetía paciente su hermano. No podía quedarse y él tampoco podía salir, así funcionaba y así tenía que ser.
El niño, frustrado, suspiró: –¿Y si decimos la verdad? No quiero vivir aquí siempre. Podemos escapar. Podemos escapar y jugar cuando queramos. Corro muy rápido y tú también.
Saga negó con la cabeza, pero ya sentía la angustia escalar en su pecho delgado, como cada vez que su hermano salía con algún plan que sugería cambiar su destino-sombra, preso de la desesperación y la tristeza.
–No, Kanon, no pueden verte y lo sabes.
Su gemelo asintió, quizás algún día se acostumbraría, se dijo.
–¿Ya tienes que irte?
–Sí... lo siento, solo tenía unos minutos.
El hermano-sombra asintió algo lúgubre, volviendo a sus libros antes de despedirse... él solo quería disfrutar de la compañía de Saga (o de alguien) un momento más.
Amor: m. Gusto, esmero y cuidado con que se hace algo.
Ej. "preparó la cena de fin de año con mucho amor".
***
Shion había limpiado aquel desastre con paciencia. Sabía que el niño tenía buenas intenciones, el pequeño carnerito era simpático y como siempre, era más corazón que técnica... su aventura en la cocina lo había demostrado.
Se duchó dos veces, porque al salir, su maestro descubrió que aún tenía pasta en el cabello y luego de reírse, lo envió nuevamente al baño. Cuando, luego de eliminar todo rastro del accidente, se asomó a la cocina, esta ya estaba completamente reluciente... ¡qué bien!, eso era lo justo, él había cocinado.
–¿Maestro Shion? –preguntó curioso espiando qué tal iban las galletas que se freían, esta vez, en las manos adultas del Patriarca.
–¿Sí, Mu? –contestó, sin desviar la vista de la cocina. No le diría que su mezcla no servía y había tenido que prepararla nuevamente, ya le enseñaría otro día.
–¿Puedo invitar a Aldebarán a comer khapse con nosotros?
Ah, con que eso era. Su amigo.
–Bueno, claro que puedes... si no está ocupado entrenando.
–No lo está. –mintió, probablemente entrenaba sí, pero él lo invitaría y sabía que esas galletas eran sus favoritas, así que terminaría pronto.
Su tutor asintió con una sonrisa, sumergido en sus propios recuerdos.
–¿Maestro Shion?
–¿Sí, Mu?
–¿Qué es el amor?
Una de las cucharas cayó al piso, tintineando, la pregunta había desencajado al antiguo Aries.
–¿El amor?
–Sí, Alde dice que hay que cocinar con amor... pero no sé qué es.
Shion lo observó, retirando con cuidado algunas galletas del aceite caliente, intentando pensar una respuesta pertinente a una pregunta que él se había hecho toda la vida, pero que en su caso tenía un nombre. Dohko, Dohko es el amor.
Apartó las ollas del fuego con cuidado luego de dejar la comida en una fuente, para acercarse al niño.
–El amor es... algo que sientes. No tiene una explicación o una respuesta racional, Mu. No puedes describirlo porque cuando sientes amor, las palabras se vuelven pocas e inútiles. Sabes... cuando deseas cuidar de alguien y que solo sea feliz, eso es amor. Desear esa felicidad y que nunca, nunca, sufra; eso es amor. El dolor de las personas que amas te duele, su alegría te completa, su dicha se contagia. Quieres lo mejor para las personas que amas y les cuidas, aún si tu vida corre peligro, no lo dudarías. Cuando no están cerca, les echas de menos. Hay muchas clases de amor, Mu.
–¿Muchas?
–Sí, y el amor no es algo mágico, es un sentimiento que debes cultivar con paciencia y esmero, día a día. Si quieres a alguien, debes cuidarle... y no solo como caballero en una batalla sino respetándole, siempre. El respeto es muy importante, y la lealtad también. Todo debe ser transparente y honesto, para que el amor crezca... ¿Entiendes lo que digo, Mu?
–No...
Shion rio.
–Lo entenderás algún día, pequeño, cuando tu corazón lata muy fuerte al oír el nombre de alguien, créeme. Sabrás del alivio y la felicidad de escuchar esa voz, de ver aquel rostro. El amor debe convertirte en una mejor versión de ti mismo y hacerte feliz, si lo hace, estás en el sitio correcto.
El niño, pensativo, cogió una galleta para luego trepar en la silla.
–Entonces... ¿cómo se echa eso en una olla?
Amor: m. Sentimiento de afecto, inclinación y entrega a alguien o algo.
***
Saga se encargaba de que nada le falte a su hermano-sombra, pero su psiquismo infantil había conocido la culpa demasiado temprano y a pesar de sus intentos desesperados de hacerle feliz y escapar a verle tantas veces como pudiera, sabía que lo que Kanon sentía ya no tenía ningún tipo de arreglo.
Había dejado de preguntarle si se quedaría a jugar y los ojos de su gemelo iban apagándose tan paulatinamente que todo aquello alimentaba en sí mismo una cascada de tristeza que se convertía en una corriente emocional que él ya no lograba contener con ninguna represa teórica.
No alcanzaba la respuesta de Shion,
("Lo comprenderás cuando crezcas")
ni sus encuentros furtivos, nada lograba aplacar la culpa.
Aquel mayo lo intentó, de todas formas.
Supuso que a pesar de sus intentos por conseguir un regalo de cumpleaños que le hiciera feliz por un momento, nada alcanzaría, porque nada alcanzaría nunca para poder demostrar el amor que sentía por él, ese que les habían amputado a fuerza de separarles y obligar a uno de ellos a ser una persona real y al otro, a ser la sombra de su sombra.
–Mañana saldrás fuera. –había sentenciado Saga.
Su gemelo lo miró, sin comprender.
–¿Salir? No puedo salir.
–Mañana es nuestro cumpleaños y serás tú quien salga. Fingirás ser yo e irás a tu celebración.
El joven no entendía, pero la voz de su hermano sonaba tajante y seria.
–No puedo salir, podrían verme...
–Es la idea, que te vean. Quiero que tengas tu fiesta de cumpleaños, solo tienes que fingir ser yo. Sabes todo de mí, ¿no? Podrás mentir fácilmente.
–Saga no puedo hacer eso ¿y tú? ¿qué harás?
–Me esconderé. Yo seré tú, mañana me esconderé aquí y tú saldrás a jugar con todos.
Sus ojos se abrieron con cierta emoción, pero una parte dentro suyo no quería ilusionarse demasiado. ¿Jugar? ¿Podría jugar con otras personas? No había espacio para las ilusiones en su vida, eso ya lo había descubierto, pero eso de salir le resultaba algo tentador.
–¿Y luego festejaremos juntos?
–Sí, cuando vuelvas, aquí estaré... pero no te comas toda la tarta solo, que yo también quiero. –agregó antes de sonreír.
***
Aquel resultó ser, finalmente, su primer cumpleaños social. Muchas personas se acercaron a saludar a "Saga" (Kanon) y le obsequiaron cosas bonitas, incluso aquel niño, Aioros, quien le abrazó muy fuerte antes de mencionarle que era su mejor amigo.
El gemelo se limitó a asentir y jugar por primera vez lejos de las sombras y con los demás, antes de volver a la oscuridad con su hermano y la tarta que, a escondidas (como siempre), Shion le obsequió para compartir solo con él.
Amor (platónico): m. amor idealizado.
***
Mu supo a sus 17 años que lo que sentía por su vecino alto y moreno era amor, el amor del que había hablado Shion el día del accidente con la harina. El corazón acelerado, el alivio de oír su voz suave y melodiosa... lamentablemente su sabio maestro ya no estaba allí para ayudarle y lo más cercano afectivamente que tenía exceptuando a Aldebarán, era Shaka, su mejor amigo. Supuso que él lo sabría, Virgo siempre tenía buenos consejos para él cuando su cabeza hacía demasiado ruido.
Quería invitar al toro a cenar, pero había un pequeño problema: Él no podría cocinar, la cagaría. El rubio, sin embargo, podía ayudarle; a él eso de la cocina se le daba muy bien y le gustaba, a pesar de ser un adolescente de 16 años.
–Necesito tu ayuda. –le rogó, sin más. –Quiero cocinar para Aldebarán y no sé hacerlo.
El santo de Virgo lo miró confundido, preparándose a sí mismo un té en la cocina del templo del carnero.
–Espera, ¿no sabes cocinar?
El joven Aries negó rotundamente con la cabeza tanto como le permitió su cuello.
–No, soy muy muy muy muy extremadamente malo en la cocina. ¿Me ayudarás? –enfatizó abriendo sus ojos enormes.
–¿Cómo comes si no sabes cocinar?
–Sopa. Sopa de lo que encuentro en la nevera. Echo agua, la hiervo y lo que sea que parezca comestible en la nevera, va a la olla. A veces funciona, a veces no. Siempre sabe... regular, pero Aldebarán tiene el paladar bastante... refinado. Solo sé preparar té.
El indio rio sin disimularlo, acercándose a la mesa.
–Bueno, ¿es una invitación para que yo cocine para Aldebarán y para ti?
–No, en realidad... eh... quiero hacerlo yo, solo necesito un guía indio, budista y rubio con un paladar algo más perceptivo que el mío guiándome en el proceso... pero me gustaría hacerlo yo, personalmente.
(Porque debía cocinar con su amor y Shaka no lo haría)
–Está bien. ¿Qué es lo que quieres cocinar?
Mu lo miró confundido.
–Le estás preguntando a quien se alimenta a base de calentar lo que encuentra en una olla con agua, ¿tengo cara de saber qué cocinar?
El indio volvió a sonreír.
–Bueno, sabrás si quieres algo salado, agridulce, picante... ¿qué quieres?
El carnero negó con la cabeza y suspiró.
–Quiero que se enamore de mí.
Amor: m. Sentimiento hacia otra persona que, procurando reciprocidad en el deseo de unión, nos completa, alegra y da energía para convivir, comunicarnos y crear.
***
El terror de perder a su hermana se había adueñado de cada célula viva de su cuerpo, una por una. Daba igual que la isla fuera segura, daba igual que no hubiera una amenaza real y latente; siempre temería por ella porque la idea de que algo le suceda a Mimi le dejaba clavado al suelo incapaz de reaccionar.
Forzó a sus piernas a ponerse en movimiento para salir a buscarle, pero no logró dar con ella. La desesperación avanzaba tan rápido sobre él que la tristeza había abandonado su cuerpo dando paso al terror, el terror absoluto.
Fue la energía cálida de Marin quien lo alcanzó también para traer la calma.
<<Hemos encontrado un "Chicken Run" con una maleta pesada llorando en una calle oscura y creemos que se ha escapado de tu gallinero francés, Camus.>>
El galo exhaló, sintiendo las olas de la desesperación alejarse en aquel océano salvaje en el que se había transformado su corazón.
<<Gracias, Marin. ¿Podrías, por favor, volver con la gallinita en fuga a la habitación?>>
Tardó solo 20 minutos en cruzar la puerta, pero en la mente del santo de Acuario aquello fue una eternidad. Se sentía fatal, sabía que había lastimado a su hermana (y deliberadamente) solo porque él no lograba domar su propio carácter y ella tenía razón, él no podía amar plenamente y era un cobarde.
Ya no quería serlo, evidentemente, pero no era tan sencillo como quitarse un disfraz y transformarse mágicamente en una persona cálida, abierta y romántica... era un proceso que, en las condiciones que le había tocado evolucionar, le resultaba lento y difícil.
Ella no lo miró, aún seguía enfadada.
–Lo siento Mimi –dijo él, y así lo sentía, pero ella no contestó.
(¡Te odio para siempre, Camus!)
La francesa se limitó a guardar la carta del indio en su maleta y se recostó en la cama, dándole la espalda. No le apetecía hablar con él y Marianne-colère tenía pocas pulgas.
–De verdad lo siento. Te he dicho cosas horribles... y tienes razón. Soy un cobarde y no amé con plenitud, porque jamás me lo permití. Me gustaría... ser diferente, pero no lo soy.
Marianne-colère no contestó... pero como cuando niña, sus enojos hacia él eran breves, como fuegos artificiales. Marianne-douceur volteó a mirarlo unos segundos más tarde.
–Tú eres como quieres ser, Camus, como es más cómodo para ti. Deja ya la tontería del "yo soy" porque no existe. Tú no eres el mismo que ayer, ni el mismo que hace dos años, porque hoy eres esto y serás lo que tú elijas, en este instante y en el que vendrá.
–No es fácil cambiar algo tan profundo, Marianne. –suspiró.
–Sí, lo es, pero no lo ves... porque no es tan profundo como tú crees y porque no quieres sentir, pero el amor es un puente que une dos extremos y no se sostiene solo. No puedes pretender que alguien te ame si no vas a permitirte sentir y responderle, así no puedes amar con plenitud y será fácil para ti seguir culpando a los demás o a tu propia historia, de esa forma tú no tienes que cambiar, solo cierras el libro y ya está. No mereces vivir así, porque te conozco y sé muy bien que anhelas ser amado... no puedes ser amado si no puedes retribuirlo. El amor no es un camino de una vía.
El francés asintió, intentando asimilar.
–No has sufrido lo que yo he tenido que sufrir. –alcanzó a decir, apenado. Nadie lo entendería jamás, especialmente no alguien que había tenido una vida normal.
–Vale, muy bien. No lo sufrí. No sufrí la muerte de mamá, ni la de mis padres adoptivos, ni la de Shaka, ni me han lastimado nunca, en mi castillo mágico de cristal. Nunca he sentido dolor, como tú, nunca me han hecho daño, nunca me han engañado, nunca he sufrido porque no soy un caballero de la orden de Atena y no visto una armadura dorada. ¿Crees que no he sentido dolor? ¿De verdad vas a decir esa tontería?
–No es eso, Marianne.
–¿Y qué es, Camus? Tú has sufrido más que yo, puedo entenderlo, sí. ¿Y entonces? ¿Qué harás al respecto? También me duele la vida que me tocó, eso me da dos opciones: me escondo tras una armadura que me protege del dolor o me permito vivir para reivindicar mi existencia y no dejar que ganen todas las injusticias que me han lastimado. Esconderte es rendirte, Camus, porque si te escondes no puedes sentir y si no puedes sentir solo eres un muerto en vida y has perdido, chico. Sé que para ti solo soy una tonta sentimental, pero cuando me muera, lo haré feliz de haber vivido cada instante con honestidad y siendo leal a mis propias emociones.
–No creo que seas una tonta sentimental, Mimi. Es difícil para mí ver la vida como tú la ves.
–Te equivocas. Veo la vida como tú: es impredecible y una puta mierda injusta... pero si me doblega a fuerza de golpes y le doy la razón, ella gana y yo pierdo. Un día a la vez. Un instante a la vez. Pregúntate: ¿Qué siento ahora mismo? ¿Qué deseo hacer ahora mismo? No viviré solo porque respirar es gratis, voy a exprimir esto hasta mi último aliento y si a la suerte se le antoja darme la espalda pues le tocaré el culo.
Aquello provocó una sonrisa en el francés, quien cogió su mano.
"¿Qué siento ahora? ¿Qué deseo?"
–Lo siento, Mimi. Te quiero, ¿lo sabes, no?... no quiero que te alejes, sé que puedes tomar tus propias decisiones porque eres una mujer adulta pero... me gustaría mucho que me acompañes en este momento. No puedo irme a Francia contigo porque Milo está aquí y aún nos queda camino por recorrer, pero... me gustaría que me acompañaras ahora mismo. Por favor, ¿podrías quedarte conmigo?
Marianne lo abrazó tan fuerte como sus brazos le permitieron y el cuello de Camus protestó levemente.
–Claro que sí. Yo también te quiero, Cam... y... creo que de eso se trata. Quienes te quieren, te cuidan, ¿no?... y el puente siempre tiene dos extremos. Aquí está el mío. Solo prométeme que cuando esto termine, lo dejarás... por mí, por ti, por todo lo que has sufrido... por mamá, que no nos crio para sufrir, por Shaka que no sabía jugar... por Milo, quien te ama... por todos los que no han podido. ¿Lo harás?
El francés asintió, decidido.
–Lo haré. Lo prometo. Ya no quiero ser lo que creo que está bien, quiero hacer lo que siento.
Amor: m. pl. Objeto de cariño especial para alguien.
***
Aquella había sido una declaración de amor a todas luces, y al menos para Shaka, era increíblemente obvio, aunque no sabía exactamente cómo ayudar a su amigo.
–Creo que lo que buscas parece una pócima mágica, la comida no puede hacer que te enamores de alguien Mu.
Los ojos del carnero rodaron en un gesto de fastidio.
–Claro que puede, Shaka, ¿nunca has sentido amor por la comida? En plan... "Wow, esto es delicioso, ¿me casaría con este plato?" Porque Aldebarán lo ha dicho.
–Ehhhh... no. –replicó el rubio confundido. –¿Por qué te casarías con un plato, Mu? Es comida, la comes, tu cuerpo la procesa y luego la---
–No hace falta que lo digas, lo entiendo.
–Pues eso, no me casaría con un plato, pero si tú crees que se enamorará de ti por comer algo entonces supongo que tiene que ser algo... especial.
–Y algo delicioso que deje buen sabor en la boca... quizás quiera besarme y yo no puedo oler a... no sé, ajo y cosas así ¿no?
El rubio meditó aquella idea por un momento.
–Me perturba pensar que no te lavas los dientes, ¿sabes? si lo haces aquello simplemente se va.
–Me los lavo, Shaka... pero si como y luego quiere besarme igual tendré sabor a ajo, no quiero que recuerde nuestro primer beso como "Mu, el chico que sabe a ajo" preferiría que me recuerde como "Mu" a secas. Tiene que ser una comida que me permita besar después... bueno, en caso que quiera besarme.
–Ya...
–Otra cosa, nada de "cosas verdes que queden en los dientes", escuché que Milo le dijo a Aioria que no comiera nada con esas características, que luego tendría un árbol ahí en la cara durante la cita sin darse cuenta... pero no sé a qué se refería específicamente.
–¿De qué árbol estás hablando, Mu? El amor te ha vuelto loco.
–¡No lo sé, solo lo escuché! Se supone que deberías ayudarme con tu cerebro privilegiado.
Shaka negó.
–Mi cerebro privilegiado no sabe qué árbol puede asomarse por los dientes de Aioria, pero supongo que puede referirse a... no lo sé, ¿hojas verdes quizás?
–Eso, muy bien, ¿ves como piensas? –asintió sonriendo. –Pues necesito algo sin ajo, sin cosas verdes, algo que sepa bien pero que no tenga gusto extraño y que luego recuerde nuestro primer beso como algo horrible. ¿Crees que me veo bien?
–Te ves igual que siempre Mu, tu cara no ha cambiado.
–Oh, Dioses, no me ayudas, Shaka. ¿Crees que puedo gustarle?
–No lo sé, no soy adivino, solo sé que a Aldebarán le gusta comer. Supongo que si te disfrazas de una feijoada le gustarás, es que no lo sé.
–¡Eso! ¡Eso le gusta! Lo ha mencionado muchas veces, ¡preparemos feijoada! –afirmó el carnero con una sonrisa radiante que su amigo interrumpió.
–No soy brasileño, soy indio, Mu, no sé prepararla. Y créeme, no quieres comer una feijoada, no.
–Claro que quiero, es su comida favorita. –sentenció muy serio frunciendo el ceño.
–Pero es que te darán unos pedos que no veas y si te molesta el sabor a ajo, no lo sé, no sé mucho de amor y citas, pero cagarte vivo en tu intento de conquista imagino que entra en la categoría "Ajo, árboles en los dientes, olores fuertes expulsados por—
–Ya entendí, gracias por graficar, Shaka. –lo detuvo. –Entonces. Legumbres no. Algo delicioso y fácil de digerir por favor.
–¿Arroz? Es delicioso y fácil de digerir. Puedes condimentarlo y agregar verduras, nada verde, nada de árboles y nada de ajo.
***
Les tomó algunas horas y muchos retos, pero la comida estaba casi lista y Aldebarán no tardaría en aparecer en su templo.
(No, Mu, lo estás haciendo mal.)
(No, Mu, que no se corta así.)
(No, Mu, baja ese cuchillo.)
(No, Mu.)
El rubio indicó que todo estaba casi listo y que hiciera lo que hiciera, tuviera cuidado con el curry, que al no ser comercial sino un preparado de su India natal, podía ser algo invasivo. Lo repitió tantas veces como su maestro, pero el carnero estaba demasiado nervioso y su cabeza había decidido desconectarse, imaginando aquel primer beso una y otra vez.
–Solo déjalo ahí. Buena suerte... Y lávate los dientes. –sentenció Shaka antes de marchar.
Bueno, suerte necesitaría...
Porque cuando el santo de Virgo abandonó la primera casa el curry explotó.
m. pl. Expresiones de amor, caricias
***
Al día siguiente, al comenzar su turno, fue imposible para Lía desentenderse de la noche anterior. Había abierto su Caja de Pandora y no había logrado dormir... y allí estaba,
Milo Tzakiris (su hermano), "el abandonado", esta vez, sin rastros del francés, que aún era temprano para las visitas.
–Buenos días –le dijo él, sonriendo a pesar del dolor, con todos aquellos dientes luminosos que le recordaban a ella misma. –¿Una noche difícil? –preguntó curioso. –Si quieres te presto mi vía, que tiene unos calmantes divertidísimos.
La enfermera se limitó a devolverle la sonrisa y el saludo, pero aquello sería más desafiante de lo que había creído originalmente. Retiró sus sábanas y movió sus piernas,
(¡Mi hermanito está pateando, mira, mira! ¡Está saludándome!)
para preguntarle qué tal iba el dolor. Un gesto en su rostro le respondió por sí mismo; le dolía, pero no lo diría.
–Estoy bien.
No pudo evitar notar todas aquellas cicatrices en su cuerpo que evidenciaban algún tipo de maltrato antiguo y su corazón se volvió infinitamente pequeño. Aquellas piernas que la saludaban cuando era tan solo una niña estaban allí, adultas, largas, y firmes, colmadas de viejas heridas. No era justo, nada lo era. Se perdió en sus propios pensamientos y la voz de su hermano la arrastró a la realidad.
–¿Estás bien?
Los ojos de Lía parpadearon un instante, reajustándose a su presente y asintió, antes de seguir con su rutina. ¿Qué rutina? ¿Cómo podía jugar a ser la enfermera de su propio hermano, aquel que le habían arrebatado la noche de los golpes? Su hermanito menor, a quien ella debía proteger y cuidar... los pies que la saludaban dando golpecitos en el vientre de Melek, el bebé que tantas veces había retratado con sus piernas de palos y
(Alexander, se llamará Alexander.
El protector de la humanidad.)
...¿Cómo seguir allí fingiendo ser una joven totalmente ajena a la vida de aquel hombre que yacía sin identidad en la cama de un hospital?
No lo sabía... pero tampoco podía.
–Milo...
Los ojos azules del griego la observaron con curiosidad.
–¿Sí?
–Tengo que hablar contigo.
Amor: m. Tendencia a la unión sexual.
***
Aldebarán recordaba el episodio del curry y era su carta de invitación a alejarlo de la cocina cada vez que el carnero decidía por algún motivo extraño, volverse un explorador culinario.
Bueno, Paulo André Alves Pereira lo recordaba; aquella otra vida donde defender su armadura y su templo eran su cotidianeidad, y su vecino de la primera casa era su ancla, su cable a tierra... su enamorado.
Nunca se lo había dicho, evidentemente. Él creció escuchando que los hombres amaban a las mujeres y los hombres de verdad, jamás se enamorarían de otro, porque eso era de maricas y aparentemente ser marica estaba muy mal. En el orfanato en São Paulo, nada había sido fácil y él era un puto marica porque a los varones no podían gustarles las flores y jugar a la cocina.
Entonces aprendió a golpear, eso sí estaba bien.
Odiaba a aquellos niños, odiaba que le molestaran y había aprendido que con su tamaño y una mala cara, podría transformarse en un monstruo del que todos preferían alejarse.
Así estaba bien, claro, ya no le molestarían.
Al llegar al Santuario, se alejó de los otros porque no quería repetir aquella historia
(¡Paulo es maricón!)
y sin embargo... eso no había ocurrido; pero más vale prevenir que curar y mejor que todos crean que era peligroso acercarse a él.
Todos se alejaron sí...
...todos menos Mu, el más pequeño. Era diminuto, pero tenía ojos enormes; enormes y expresivos.
Cuando se acercó a él por primera vez
(¿Puedo sentarme aquí?)
y escuchó su voz aguda y algo chirriante, algo en Aldebarán se relajó.
Aquel niño pálido y sin cejas no quería molestarlo, ni llamarle marica, ni huir de él; quería ofrecerle galletas... galletas extrañas y su amistad, incondicional y protectora. Fue aquel jovencito quien se encargó de sanar cada cicatriz emocional hasta convertirlo en el hombre que era, el mismo que le gustaba escuchar de su amor por la cocina, las letras y las flores.
(A mi no me das miedo, yo soy valiente. ¿Quieres Khapse?)
Muchos años más tarde, el fantasma resurgió cuando descubrió que su amigo, ahora adolescente, despertaba en él sensaciones que se suponía debían ser provocadas por mujeres... fue un alivio escuchar ese rumor que decía que el león y el escorpión se acostaban, lo que confirmaba que en aquel sitio no estaba mal... pero había un pequeño detalle.
Era evidente que a Mu él no le resultaría atractivo -él mismo no se consideraba atrayente y deseable en absoluto- y todos aquellos insultos infantiles habían minado su autoestima hasta destruirlo totalmente. ¿Por qué lo miraría a él, el gigante silencioso, teniendo un amigo como Shaka que a sus 16 años tenía medio Santuario suspirando tras él porque sus facciones parecían talladas por un creador benevolente? Sus cuerpos ya se evidenciaban y el suyo era demasiado grande y tosco... claro que el destino habría puesto a Virgo en el camino de su carnero para ser la pareja perfecta, él solo sería un espectador callado y triste del amor al que todos apostaban... el amor que nunca le tocaría a él.
Sabía que eran cercanos, sabía que hablaban, y aquella noche, saber que habían cocinado juntos le había roto el corazón ¿Por qué había cocinado con Shaka, cuando él odiaba la cocina? ¿Por qué jamás lo había hecho con él? Era evidente que solo era un buen amigo, Mu era amable con todos y eso, después de todo, fue lo que terminó por enamorarle de él. No se enteraría del plan del ariano hasta su cumpleaños número 18 y para eso aún faltaba un año entero de agonía emocional y sensación de inferioridad, noches de llanto
(Los hombres no lloran, marica)
y angustia, la angustia cruel del rechazo, de creerse una mancha horrible en una pintura hermosa.
Él mismo hubiera besado de buena gana a ese Shaka ebrio en su propia fiesta, cuando dijo algo que sonaba a: "Mu, d-brías dcirle a Aldbran que te gsta. Dscbrí que te está mirando." antes de decidir convertirse en una catarata de vómito etílico rubia y disfuncional como una estrella de rock. De todas formas, no lo había creído, no hasta que el carnero lo besó por primera vez.
La primera de infinitas veces y el amor más increíble que jamás creyó que sería capaz de vivir.
Cuando Mu, con ya 26 años pronunció aquellas terroríficas palabras, no pudo evitar abrir sus ojos enormes.
–Esta noche nos toca celebrar, cocinaré yo.
Una carcajada seguida de un abrazo aterrizó en el carnero, quien lo miró confundido.
–¿Por qué te ríes? Claro que puedo cocinar. Lo haré con Kiki... cenaremos, celebraremos y luego esta noche tu y yo... –sonrió guiñándole un ojo, cómplice y divertido.
–Mu, cariño... te amo, como jamás en la vida creí que amaría a nadie... pero eres extremadamente peligroso en la cocina y por algún motivo que desconozco, eres incompatible con cualquier receta.
El tibetano, como siempre, era más corazón que técnica y era el brasileño quien le había enseñado que debía cocinar con amor, y de eso él tenía grandes cantidades, todo resuelto. Lo calló con un dedo.
–Shh... Hoy cocinaré algo delicioso para ti.
Los labios de Aldebarán (Paulo) lo alcanzaron en un beso dulce, pero el carnero luego de devolverle el gesto se alejó solo para acercarse por su espalda, a esconderse en su rincón preferido de su columna vertebral y hundir la nariz en aquel cuerpo amado.
–Tú lejos de los fogones hoy, ya me encargo yo.
El amor, como definición en el diccionario, es pequeño, reducido, literal.
El amor que sintió el moreno al entrar a la cocina horas después y descubrir aquello, era algo superior, una sensación capaz de embriagarlo en un instante, de completarlo y de elevarlo, al punto de la levitación. El amor era su corazón latiendo al ritmo de su risa, contestándole en un diálogo rítmico y sonoro... el amor era un manto cálido que arropaba y sanaba cada una de sus heridas, el camino para trascender su propia autoestima a través de los ojos amables del antiguo Aries, el transformar aquel Marica que lo hería a aquel Marica que lo divertía.
El amor sana y transforma; trasciende.
El amor que lo nutrió a base de galletas tibetanas y compañía, ese amor, no existía en ningún diccionario ni en ningún texto, porque las palabras jamás alcanzarían a describir todo lo que él lograba sentir solo con ver sus ojos enormes en la mañana.
Siempre lo amaría, sí, porque no conocía el mundo sin el amor de Mu y tampoco lo concebía...
...Pero Kiki y su amado habían destrozado la cocina en treinta minutos y ver la cara de su pareja maquillada con un polvo blanco y fino le provocó además de aquel amor, una carcajada estrepitosa.
–¿Por qué hay harina en el suelo? –alcanzó a articular el moreno, entre risas estruendosas, intentando respirar.
–Porque explotó.
Bueno, este capi va, intevitablemente partido en dos porque es eterno y en este caso quiero dedicarlo a mis chiquis de siempre, que las amo y me comentan todo todito con paciencia y amor (creo que sin ese apoyo no hubiera seguido y ya hubiera borrado todo) degelallard y Snorlitax
Gracias por comerse spoilers y escuchar mis locuras, ¡gracias por aparecer, a ambas!
También quiero sumar a Pochy017 por esos comentarios tan bellos (y porque este capi aparece Mu en cantidades industriales) y a KaryssOliver por seguir la historia y sumarse también a compartir sus palabras tan bonitas para mí.
Votos y comentarios hacen feliz a la autora y hacen feliz a un panda bebé.
Gracias ❤️
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