16. Yo no lo cuidé
Aioria y Milo decidieron ignorar el entrenamiento e ir directamente a por unos tragos, después de todo, la tensión era una excusa más que válida para emborracharse y probablemente terminar en la cama. Aquel día había afectado profundamente al escorpión, quien se dio cuenta que giraba en círculos como un idiota rogando amor a un tipo que ni siquiera era capaz de despertar a su lado, ni quería escuchar cuando hablaba de sus sentimientos. Vale, que podía ser un poco intenso sí, pero no entendía por qué esa intensidad espantaba al aguador como si tuviera una enfermedad extremadamente contagiosa.
Estaba cansado de tener que callarse y sentirse humillado cada vez que decía "te quiero", eso era innegociable. Con el león, las cosas eran mas sencillas y claras. Aún se preguntaba si alguien lograría amarle y corresponderle, pero ya se preocuparía otro día, ahora mismo solo le apetecía olvidarse de todo.
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En el templo de la doncella, Shaka no sabía exactamente como reaccionar. El té danzaba dentro de la taza con el vaivén de sus manos mientras se debatía internamente. No podía discernir si Camus mentía para que finalmente lo dejara con su hermana o si decía la verdad... y a qué se refería con eso de "Mi hermana va a lastimarte"
-Disculpa Camus, ¿qué significa eso exactamente? -preguntó confundido.
El galo suspiró.
-Es mi hermana. Los Dubois no podemos amar. Estamos malditos.
Vale, eso era algo totalmente diferente a lo que había imaginado el santo de Virgo, que entendía el dolor de su amigo, pero no lo comprendía. Veían la vida de formas antagónicas.
-¿No lo estamos todos? -replicó, dejando el té por un momento.
Camus no creyó entender, tampoco creía que Shaka hubiera entendido sus palabras.
-¿Todos?
-Bueno, sí. Todos sufrimos, ¿no? es parte de la vida. No creo que estéis "malditos" y honestamente no creo en maldiciones. Lo que sí creo es que has amputado tu pasado y te pica como un "miembro fantasma"*. El pasado es nuestra historia, Camus, no puede amputarse porque es lo que nos moldea como seres humanos. Tu pasado no eres tú, era solo una forma. Eran tus elecciones de un momento determinado de tu vida, con las posibilidades que tenías en ese momento determinado, y tus capacidades. El dolor nos da la posibilidad de crecer y transformarnos continuamente.
Al virginiano no le gustaba enrollarse demasiado, así que lo soltó sin más. Camus le escuchaba atención, aunque con algo de resistencia. Llevaba muchos años cargando sus estructuras y le era difícil desprenderse de ellas. Sabía a lo que se refería Shaka, al igual que Mu, podían ver más que los demás.
-Tenías solo 7 años, Camus. ¿Qué más podías hacer que pedir ayuda y llorar? Eso hacen los niños. Juzgar a ese niño desde la óptica y las capacidades de un hombre de 26 es injusto e ilógico. Aún así, te las apañaste para buscar a tu hermana y cumplir tu promesa. Deberías ser más justo contigo.
-¿Cómo sabes...? -preguntó rápido interrumpiendo al rubio. A diferencia de Mu, la voz calma de su compañero no sonaba a juicio y no le irritó. Después de todo, quizás aquella cabeza pedía a gritos una reestructuración.
-Hasta donde sé, tu historia es la misma que la de Marianne. Me ha contado cosas, no sé por qué a todos os parece tan descabellado, no sé si no habláis en absoluto o si compartir lo que sientes está prohibido por aquí.
Camus asintió. Vale, quizás a su hermana se le daba mejor eso de hablar que a él.
-No me juzgo, Shaka. Sé que era un niño y no podía hacer nada más.
-Creo que sí lo haces, porque si hubieras dejado de hacerlo, ya no utilizarías los mismos mecanismos de defensa. ¿De qué te defiendes, Camus? Creo, y puedo equivocarme, que esa distancia que pones entre tú y el resto de tus compañeros, es una coraza que te ha mantenido a salvo desde pequeño... pero si te ves en la obligación de seguir usándola, creo que es porque en el fondo, aún te estás defendiendo. ¿De qué exactamente? Solo tú puedes saberlo, yo solo especulo.
-¿Y qué especulas?
El indio respiró hondo, pensando su respuesta.
-También eras un niño cuando creíste que Isaac había muerto. Estaba a tu cuidado, sí, pero eras un adolescente...
Todo iba bien hasta que el rubio mencionó a su alumno. Sabía que aquello era vox populi en el santuario y todo dios se había enterado. Eso sí le resultaba imperdonable. Shaka no entendería jamás lo que se sentía. Nunca entendería esos niveles de desesperación, ni el vuelco que dió su estómago cuando Hyoga le dijo que el joven había muerto. Lo buscó, desesperado, con la esperanza de dar con él. No tuvo un cuerpo para llorar, ni para enterrar. Aquel hombre nunca lo entendería... después de todo, era fácil ser una eminencia filosófica cuando no habías sentido el miedo y la angustia en las cantidades que había sentido él.
-Yo no lo cuidé.
-Sí lo hiciste, Camus. Lo cuidaste y lo criaste. Existe algo llamado libre albedrío, que va más allá del cuidado. El amor también es permitir que las personas que amas tomen sus propias decisiones. A veces van a equivocarse, sí, pero no se puede controlar a otros. El ser humano intenta calmar el miedo a través del control, y cuidar de alguien no es controlar, amigo mío. El control no existe, los humanos no podemos controlar absolutamente nada, solo es una fantasía estúpida para calmar nuestros miedos. Eres un tipo inteligente y creo que lo sabes. Isaac tomó una decisión y es la misma que hubieras tomado tú en su lugar. Una decisión noble y generosa. Lo habrías hecho mal si al tío se le daba por dejar morir a su compañero, pero no. Decidió salvarlo, aún a costa de su propia vida. Eso habla de una crianza generosa después de todo. Fue su decisión, Camus.
Los ojos del santo de Acuario, vidriosos, esquivaban al rubio y le agradeció al universo que el santo de Virgo decidiera vivir su vida a ojos cerrados. Lo que le dolía aún más que llorar era que le vieran llorar. Toda su vida se había reprimido y allí estaba, recordando aquel día como si fuera una película de terror. No podía hablar, tenía un nudo que le oprimía el pecho y la garganta.
-Yo... no soy bueno cuidando a quienes amo. Les lastimo, les alejo... les dejo morir... Maté a Hyoga. ¿Entiendes eso? Era como mi hijo y sin embargo ahí estaba yo, intentando que el idiota dejara de pensar en su madre, en su puto pasado de mierda. -A pesar de reprimirlo con todas sus fuerzas, no pudo evitar que una lágrima cayera por su mejilla. Aquella batalla, Hyoga solo era la proyección de vulnerabilidad de todo lo que odiaba de él mismo. El ruso, joven y sentimental, representaba todo lo que quería matar en sí mismo.
Shaka negó.
-También me mataste a mí, en el jardín que está tras aquella puerta y aquí me ves, sin rencores, aguador. Yo elegí morir, también tomé esa decisión. Igual que Hyoga. De buena gana me habría cargado al Cisne yo si hubiera llegado a la casa de Virgo también. Es lo que hacemos, Camus. Era lo que debíamos hacer. Lastimé a Andrómeda, a Dragón, a Pegaso y a Fénix. Lo hice porque creí que era lo correcto y estaba equivocado. De eso se trata, de trascendernos. Nos equivocamos para aprender.
-Ninguno de ellos era tu alumno, ninguno de ellos era como... tu hijo. Tu no te ensañaste con el niño que criaste y a quien cubrías noche tras noche porque el frío de Siberia te congelaba las pelotas. Lo siento, pero creo que no puedes entenderme.
El rubio asintió, sí que lo entendía, no era tan idiota como para no entender el dolor de su amigo.
-Quizás no pueda entenderte en la experiencia, Camus, pero puedo empatizar... aunque -hizo una pausa -hay algo que me pregunto... ¿por qué te odias tanto a ti mismo si Hyoga no lo hace? Hasta donde sé, el chico te admira y te quiere. Y está tan vivo como nosotros, como detalle. ¿Por qué no puedes verte a través de sus ojos? Estoy seguro que Milo piensa lo mismo que él.
-Milo... si me quisiera como dice no necesitaría tirarse a medio santuario cada 5 minutos. No sabe lo que quiere, solo le gusta mucho hablar y llevar esas ínfulas de poeta abrumado creyendo que lo que siente por mí, es amor.
-¿Se lo has dicho?
-¿Qué?
-Eso, que no quieres que se tire a medio Santuario cada 5 minutos porque crees que no te quiere como dice.
Bueno, como decir no se lo había dicho, pero creía ser claro con sus acciones.
-¿De verdad crees que debo decirle a alguien que en teoría me ama que por favor no se acueste con otras personas? El mundo no funciona así, Shaka.
Aquello le pillaba algo sin experiencia, pero el indio asintió.
-No soy el mejor dando consejos amorosos porque es un terreno que no experimenté demasiado, pero creo que la única forma posible de amar con libertad es con la verdad. Si algo te molesta o te duele, la persona que amas debe saberlo para poder cambiarlo... o no cambiarlo y entender que en realidad no te quiere. Milo se ha pasado por aquí buscándote casi todos los días, cree que es sutil, el pobre... pero está algo desesperado. -negó con la cabeza.
El joven de cabellos dorados tenía razón. En todo. Quizás tenía nula experiencia afectiva, pero lo que decía tenía lógica. Quizás sí debía ser más justo con Milo, después de todo, el escorpión a su forma torpe intentaba acercarse y quien levantaba barreras era él.
-No me jodas Neruda, ¿que llevas cuanto? ¿5 minutos de relaciones?
-Bueno según Aioria 5 minutos no está mal.
Camus negó.
-No quiero saber en qué contexto Aioria dijo eso, ni a qué se refería exactamente. -retomó su compostura habitual. -Así que... mi hermana.
-Tu hermana -repitió el santo de Virgo sin entender.
-¿De qué va?
-¿De qué va qué?
-Aish, hijo mío... que... quiero saber que quieres con ella... y si esto va a algún sitio o solo...
-¿O solo tenemos relaciones?
-¡No lo digas! -exclamó Camus retorciendo su cara en un gesto de fastidio como cuando escuchas las uñas de alguien clavándose en una pizarra. No necesitaba imaginarse la escena de su hermana menor entregándose a sus pasiones corporales. -Puedo vivir sin detalles y sin que menciones en absoluto que te acuestas con ella. Solo quiero saber... si es que... habéis hablado... de... hacia donde va la cosa.
-Creí que querías que lo dejara.
-Quizás cambié de parecer -levantó sus hombros. Quizás el rubio podía darle a su hermana lo que él no tenía. Un afecto estable. -Amar no es controlar, ¿no me has enseñado tú eso? Amo a mi hermana y creo que es lo suficientemente adulta para elegir sus parejas. ¿Tu qué quieres? ¿Te gusta o qué? -aquello le resultaba casi vomitivo pero se contuvo. Si quería saber que tan bien estaría su hermana, debía pasar aquella conversación como un mal trago rápido y ya.
-Me gusta tu hermana. Creo que tiene un corazón tan noble como tú y me siento cómodo con ella. -replicó el rubio con naturalidad. -De hecho, hablar con Milo contra todo pronóstico no fue una mala idea y me aclaró algunas dudas.
-¿Puedes decirme qué te dijo Milo sin todos los comentarios sexuales?
Shaka rió, eso sería una tarea difícil.
-Que todos merecemos sentir amor. Que a pesar de ser huérfanos y haber sufrido tanto, todos necesitamos amor. Creo que tiene razón, ¿tu no? Creo que Milo es... lo que puede ser, Camus. Lo intenta, dando tumbos, pero lo intenta. Creo que en su interior está tan perdido como lo estamos todos, porque... si te lo piensas... ¿qué sabemos todos nosotros del amor si jamás lo hemos experimentado?
Bueno, Milo era... ese amor que tanto le aterraba. Sabía que lo era porque no podía evitar levantar cada una de sus barreras en su presencia... y aunque podía escuchar aquellos "Te quiero" y sentir que cada fibra de su corazón reaccionaba, no podía responder.
-Quizás tenga razón.
-La tiene. -aseveró el indio.
Camus asintió.
-Pues... me alegra que estemos de acuerdo y... gracias por la charla. Tengo las cosas más claras ahora mismo...
-¿Camus? -preguntó curioso.
-¿Si?
-No sé como sigue todo ahora. Creo que nosotros estamos bien pero... no sé bien cómo seguir adelante con tu hermana. ¿Cómo puedo hacerla feliz?
El francés sonrió.
-Vas bien. ¿Cómo puedes hacerla feliz? Supongo que ya lo haces, Shaka. Creo que puedo entender qué es lo que vió en tí.
Aquello le pilló por sorpresa. Su entrecejo se frunció ligero, confundido.
-¿Qué vió en mí? Según Milo soy aburrido y creo que Aioria piensa lo mismo.
Camus rió, relajado. Después de todo, el rubio oscilaba entre ser un completo sabio a un tío tan perdido como todos ellos.
-Conozco a mi hermana, y a Milo. No buscan lo mismo, ya te lo digo yo. No puedo hablar por el león, pero sí por mí y creo que no eres aburrido. Cuidas de ella, le escuchas, le acompañas... El amor son esas pequeñas cosas que te hacen sentir especial. -Algo en su mente resonó con un eco lejano. El escorpión también cuidaba de él, le escuchaba y le acompañaba. -Creo que lo estás haciendo bien.
-Milo dice que la aburro a morir y que debo prestarle más atención. Que si medito y no le presto atención...
Camus frunció el ceño y negó, interrumpiéndolo. El griego podía ser un verdadero cabrón a veces.
-No, Shaka. ¿Por qué no simplemente le preguntas? Conozco a mi hermana y os he visto interactuar, que no soy ciego ni estúpido. Ella disfruta tanto del silencio y su independencia como tú, también disfruta tu compañía. Milo es más fusionante e intenso, supongo que por eso congenia con el león que es más explosivo. No existe una receta para esto ni una lógica establecida, deja de buscarla, no todo tiene una explicación racional, ni pasos a seguir. Solo sé tu mismo, evidentemente eso le ha gustado... así que ¿por qué cambiar tu esencia solo porque Milo cree que eres aburrido? Te daré el mismo consejo que me has dado tú. Habla con ella. Pregunta. Ni Milo ni Aioria ni yo podemos darte la respuesta que solo tiene una persona.
La respuesta que solo tiene una persona.
Su respuesta solo la tenía Milo, evidentemente. Quizás era hora de contar su historia. Se alegraba que el rubio no fuera un completo imbécil y después de todo, ¿Quién era él para juzgar? Además, también contaría con su cuidado y eso lo tranquilizaba. Sabía que el indio era amable y sobre todo, que no permitiría que algo malo le pasara. Dos pares de ojos son mejor que uno, y su hermana estaría en buenas manos en su ausencia. Ahora... Milo era otro tema. Hablar con Shaka le había abierto los ojos, quizás... si Milo lo escuchara...
-Creo que es un buen consejo, Camus. Deberías hacer lo mismo -dijo como leyendo sus pensamientos.
El aguador asintió.
-Debo irme, tengo algunas cosas que hacer.
Shaka asintió.
-Pues buena suerte con "esas cosas", creo que la necesitarás. Especialmente si "esas cosas" está algo borracho y resentido.
Acuario abandonó la casa de Virgo. Supuso que Milo estaría en el templo del león, pero necesitaba un momento de calma para asimilar y procesar la conversación que había tenido. Descansaría un momento en el templo circular y luego le buscaría, después de todo, tenía muchas cosas para decir.
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La casa de Libra seguía en silencio, quizás su guardián se había retirado unos días. Supuso que Escorpio estaría vacío también así que no se molestó en buscar a su amigo, sin embargo, al atravesar el largo pasillo de la octava casa pudo escuchar golpes.
Agudizó su audición y su corazón se aceleró. ¿Qué sucedía? Lamentó no estar portando su armadura, pero todo su cuerpo se tensó en alerta. Si su amigo estaba en problemas, no podría tolerar otra pérdida, no.
La voz ahogada de Milo -y su respiración entrecortada, como si le estuvieran asfixiando- le inundó los oídos.
-¡J-joder! -escuchó, en un lamento casi grotesco. La voz estaba cortada, ahogada, así que sin más se apresuró dentro, gritando su nombre...
...pero su amigo no estaba siendo brutalmente asesinado y aquello le tomó por sorpresa.
Su corazón latía con fuerza. Las manos gruesas del león sujetaban el cuello del escorpión en lo que supuso era algún tipo de asfixia erótica, a juzgar por sus cuerpos desnudos y la penetración salvaje. Al escuchar el grito, Aioria se detuvo, soltándolo. Milo lo miró helado, como un niño a quien pillan cagándola pero bien.
-Camus...
Observó la escena con visible sorpresa. Ver a Milo teniendo relaciones era muchísimo más doloroso que imaginarlo y no pudo ocultar su desdén. Volteó, cerrando sus ojos, segundos antes de emprender la marcha hacia su propio templo. Aquello simplemente...
-¡Camus! -gritó el griego, pero éste estaba tan aturdido que las imágenes y las voces quedaban a kilómetros de distancia. -¡Me cago en todo! ¡Joder!-exclamó levantándose de su propia cama buscando sus pantalones. Aioria lo miró.
-¿De verdad vas a correr tras él?
Milo no contestó, se limitó a acomodarse los pantalones y solo corrió hasta alcanzarlo.
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