15. ¿Vas a pedírmelo?
Ninguno de los presentes emitió un sonido, fuera de un ligero jadeo de sorpresa de Marin que solo percibió el león, quien creyó que su novia había dejado de respirar. La mano del castaño presionó levemente su muslo, como indicándole en lenguaje corporal que lo mejor era marcharse de allí tan rápidamente como era posible. La joven se levantó, pero lejos de querer irse de aquella cocina, se sirvió un poco más de café, observando a Camus, con los ojos vibrantes. Dado que a aquellos caballeros aún no les bajaban las pelotas de la garganta para romper con la situación, decidió ser ella misma la que impidiera ese arrebato estúpido de los celos fraternales frente a todos los presentes.
-Quizás es algo que tu hermana debería comentarte a ti en privado, solo si le apetece, ¿o a ti se te da bien hablar de las personas con las que te acuestas y las que no?
Aioria aún no lograba conectar su mandíbula inferior a su mandibula superior, porque había quedado tan duro en un gesto de sorpresa que su boca no cerraba. Marin buscó al rubio con la mirada.
-¿Tienes azúcar?
Camus la miró. Tenía cojones que la mujer intentara hacerle quedar como un imbécil.
El rubio tampoco logró emitir una palabra, se limitó a estirarse un poco para pasarle el frasco a Marin.
-¿Me dirás tu lo que debo o no preguntarle a mi hermana? -preguntó finalmente el francés, curioso. La observó fijamente, analizándola. La joven castaña era hermosa y acojonante en partes iguales. Su cabello caoba caía sobre sus hombros en ondas y su rostro claro, ya sin una máscara que contuviera su belleza, mostraba una profunda y calma amenaza. Llevaban unos meses desde que la ley que obligaba a las amazonas a utilizar el rostro cubierto se hubiera anulado, y desde entonces, siempre creyó que Marin era increíblemente bella.
Le simpatizaba la japonesa. Era bastante más amigable y empática que su amiga y compañera de armas italiana, quien le parecía una irrespetuosa. De hecho, estaba seguro que si su colega hubiera estado presente, la italica hubiera estado dispuesta a decirle cuatro cosas y montar un cristo en una fracción de segundo.
La joven se limitó a echarle azúcar a su café, sin dejar de mirarlo.
-Bueno, si lo preguntas frente a mí, claro que te diré lo que debes o no preguntarle a una mujer en presencia de otras personas. Sea tu hermana, la reina de Inglaterra o la mismísima Atenea. Te creía más educado e incapaz de estas horteradas dramáticas. Me caes bien, Camus, pero creo que preguntarle a una chica delante de un grupo de desconocidos acerca de su vida sexual y sentimental es bajísimo. En francés o no, tu hermana o no. Da igual. La chica no tiene por qué contestar a eso.
La francesa respiró aliviada. No sabía quien era aquella bellísima joven, pero en ese mismo instante, la hubiera abrazado sin dudarlo un momento.
Milo aún no lograba reponerse de ver como el cuerpo estilizado y altivo de Camus, se encogía lentamente. Le conocía demasiado y sabía que si no había reaccionado fatal era solo para no perder la compostura delante de todos.
Contra todo pronóstico, el aguador se sentó y se disculpó.
-Tienes razón. Ha sido desconsiderado. Hablaré con ella luego, en privado.
-Tendrá que ser mañana, hoy toca reunión de chicas con Shaina y June. -replicó levantando los hombros de forma casual. Si el francés quería tocarle las narices a alguien con sus tonterías aniñadas, no sería a ella.
-SI quieres venir, estás invitada -sonrió dulce la japonesa. Aioria sintió que podía pedirle matrimonio en ese mismo instante y la besó suavemente, la joven era increíble.
Marianne le devolvió la sonrisa. Miró a Camus.
-Puis-je aller...?*
El francés asintió. Ya hablaría con ella mañana, hoy le tocaría a su colega.
-Ok, ma chérie, tu peux y aller, mais tu ne peux pas rester longtemps. Demain, nous avons d'autres tâches qui nous attendent.**
-Gracias -contestó agradeciendo el gesto de la japonesa -me gustaría ir con vosotras.
Finalmente Marin se levantó de las piernas del león para lavar su taza en silencio.
-Gracias por el café, Shaka -dijo antes de besar a Aioria -Y tu, nos vemos mañana.
La castaña se despidió rápidamente de todos, no sin antes rescatar a la joven acojonada que parecía un pájaro asustado. Supuso que ser la hermana de Camus no era una tarea ni fácil ni divertida, pero ya se enteraría luego.
La cocina ahora, sin las mujeres, había vuelto a su estado de tensión natural, que Aioria intentó romper.
-Gracias por el desayuno -aseveró el león, levantándose grácilmente. -Es hora de entrenar ya. -El joven castaño miró a su amigo, con una sonrisa. -¿Vienes a beber esta noche?
Milo asintió, sin pensarlo. Aquello hizo que un rictus de molestia apareciera en la cara del aguador, casi imperceptible. Sabía que Marin saldría... ¿estarían solos? ¿Se acostarían?
Cuando Aioria se despidió de ellos, Milo le alcanzó. No quería quedarse para aquel drama y aquella cocina ya era demasiado tensa para él. Ambos griegos se alejaron luego de intercambiar sus respectivos saludos, dejando al francés y al indio completamente solos.
Shaka sabía que tarde o temprano el aguador lo confrontaría, así que extender la agonía solo era una idea estúpida. Lo miró, quería escuchar lo que tenía para decir.
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La cabaña donde vivía Marin era pequeña pero acogedora. Era austera, como la mayoría de las casas del santuario, pero se veía limpia, olía bien y tenía algunos detalles bonitos.
La francesa entró tras la castaña, escudriñando todo. Le gustaba la casa y le gustaba la japonesa. Sin conocerla de nada le había salvado el culo y le había evitado una humillación publica. Cuando ambas entraron, Marin con un gesto amable la invitó a sentarse.
-Gracias por... involucrarte -dijo finalmente Marianne algo avergonzada. La actitud de su hermano le había puesto incómoda y sabía que no sería gratuito, tarde o temprano le tocaría hablar con él. De todas formas, prefería no hacerlo delante de su amante nocturno y gente desconocida.
Marin rió, intentando romper el hielo.
-No tienes que agradecerme nada, no hubiera permitido que jodieran a una mujer con sus tonterías en mi puta cara. Me simpatiza tu hermano, pero se portó como un idiota delante de todos. No tienes que decirle nada que no quieras, que os una la sangre no significa que debas decirle con quien sales, qué haces y qué no. La próxima vez lo mandas a tomar por culo, o su traducción al francés. No debes permitirle eso, eres una persona libre que puede acostarse con quien le apetezca. Me temo que Shaka no correrá con la misma suerte, pero la próxima vez que quiera meterse en tus asuntos, pues ya sabes que decir.
-Lo mando a tomar por culo, copiado. Solo me tomó por sorpresa.
La japonesa rió. Podía entender a Marianne pero aún le costaban algunas pronunciaciones. Las erres se le escapaban y la acentuación de las palabras le resultaba simpática. Tenía su encanto y sabía que a Shaina le parecería adorable. Probablemente tendría que interceder esa noche para que su amiga italiana no intentara llevarla a su cama, producto del alcohol y de su etílico subidón alegre.
-Exactamente. Así que, ¿tu hermano es muy celoso? -preguntó finalmente la japonesa. Le daba curiosidad el lado vulnerable de Camus, pues lo tenía enfrente. El francés era conocido por ser tan gélido como su elemento, pero desde que la chica había aterrizado en el santuario, habían llegado algunos rumores de que se le había visto más irritable que de costumbre. Nadie sabía quién era la chica exactamente. Algunos rumores decían que era su pareja, pero ella sabía por boca del león que era su hermana. Evidentemente Milo se lo había contado, aquel boca floja.
Ella negó.
-No realmente, creo que le molesta que sea uno de sus amigos. No lo sé.
En ese momento, una jóven de cabellos verdes y acento fuerte entró a la sala cargando algunas bolsas, para luego vaciar su contenido sobre la mesa. Aquello era muchísimo alcohol y comida, ¿cuánta gente vendría a esa reunión?
-Marin no te imaginas lo que el imbécil de Aristo ha querido cobrarme por la comida, le dije que se metiera la carne por el culo y tuve que caminar hasta la tienda de Cyrano.--- la italiana pensaba seguir cagándose en los muertos de toda la aldea hasta que divisó una larga cabellera negra que nunca había visto antes. -Oh... creí que estabas sola.
Marin rió. -No, Marianne nos acompañará esta noche.
Shaina sonrió, enarcando una ceja. La italiana era bellísima.
-¿Será que las amazonas vienen cada vez mas guapas? ¿La entrenas tu? -preguntó con su acento fuerte. Su personalidad parecía arrolladora a simple vista. Su amiga negó con la cabeza.
-Nada de entrenamiento, es la hermana de Camus.
Shaina abrió los ojos y Marin juró que parecía una cobra real, porque la miró como si esta fuera un pequeño roedor a punto de ser devorado.
-Pues es un placer, con lo que me molan a mi los francófonos.
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En la cocina del sexto templo, fue Camus quien habló. Después de todo, a él tampoco le gustaba perder el tiempo.
-¿Te has acostado con mi hermana? -preguntó al fin, como si hubiera preguntado si llovía o el día estaba soleado. No había rencor, ira, celos, o ninguna emoción visible en sus palabras.
Shaka dudó, no quería mentirle a su amigo ni ser demasiado expresivo, así que se limitó a asentir.
-Sï. ¿Eso te molesta?
Camus tamborileó los dedos sobre la mesa, algo inquieto. Molestar como tal... bueno, era mucho más complejo que eso. Le agradaba el rubio, pero no le agradaba la idea de que se acostara con su hermana.
-No. ¿Más de una vez?
Shaka no supo que responder, porque aquella pregunta era algo ambigua.
-Bueno, creo que sí, ayer noche---
-No quiero detalles -le detuvo Camus. -Solo quiero saber si esto lleva tiempo o si... ha sido... un lio de una noche.
El joven indio estaba algo confundido. Le costaba leer a Camus.
-Dormimos juntos ayer. Esa fue la primera vez.
El francés asintió, pero sus dedos seguían moviéndose algo frenéticos en un incesante golpeteo.
-Bueno, entonces podéis dejarlo. ¿No? Digo, no hay emociones involucradas, solo fue un lío de una noche.
Shaka frunció el ceño, estaba perdiéndose algo.
-¿Quieres que lo deje?
Camus asintió. -Sí.
El indio se sentía algo confundido, después de todo, la chica le gustaba y la idea de dejar algo que comenzaba a gustarle solo porque su amigo se lo pedía sin ninguna excusa válida le resultaba egoista. Según Marin la chica se lo había pasado bien. Quizás pudiera hacerlo mejor una próxima vez.
-Creo que no comprendo, Camus.
-¿No comprendes el significado de la palabra "Si?"
Esta vez el rostro de Shaka se contrajo en un gesto de molestia visible. Su serenidad y calma eran su rasgo característico, pero no le gustaba que le trataran como un idiota.
-Voy a pedirte que seas tan educado como creo que eres y que te dirijas a mí con respeto. Soy tu amigo pero no soy un niño a quien puedes regañar por algo que no hice mal. Creí que estarías de acuerdo y que eso no sería un problema. Milo me dijo---
Camus lo detuvo rápidamente. ¿Había dicho...?
-¿Has dicho Milo? ¿Milo te ha dicho que yo no me molestaría? ¿Él ha orquestado todo esto?
La calma del rostro del francés había desaparecido completamente. Milo era la palabra mágica que deshacía todas sus estructuras altivas y le convertía en un remolino emocional. Era evidente que estaba detrás de esto, ¿Cuándo no estaba Milo metido en algún lío? Ahora ese lío era su hermana menor. Sentía tanto calor en su piel que creyó que sería capaz de explotar de rabia.
Milo, claro, para demostrar su punto, orquestó todo. ¿Todo ese esfuerzo para demostrarle a él que estaba equivocado? ¿A costa de los sentimientos de su hermana?
-Sí, sois mejores amigos, así que supuse que te conocería lo suficiente para saberlo. Le pregunté si estarías de acuerdo y me dijo que sí. El me ayudó con algunos consejos, pero no creo que haya hecho nada mal. Marianne está sola, yo estoy solo y no le hemos hecho daño a nadie. No entiendo tu malestar, Camus.
A pesar de que el rubio intentaba explayarse el francés dejó de escucharle, solo podía pensar en Milo y sus putas costumbres de meterse en donde no le llamaban. Shaka intentó captar nuevamente su atención, pero Camus estaba increíblemente molesto... y herido.
-Siento si te ha molestado lo que sucedió.
El francés asintió.
-¿Vas a dejarlo?
-¿Vas a pedírmelo? -replicó el indio.
Camus asintió nuevamente.
-Eso no va a terminar bien, Shaka. Mi hermana va a lastimarte.
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Traducción:
-Puedo ir?
-Está bien, cariño, puedes ir pero no puedes quedarte mucho tiempo. Mañana tenemos cosas que hacer.
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