14. N'est-ce pas?
La hora del desayuno había terminado para el santo de Virgo, pero cuando aquellos tres cruzaron su puerta no pudo evitar ser secuestrado y arrastrado a la cocina nuevamente.
-Eh... -musitó Shaka intentando hablar, pero fue interrumpido por el escándalo que los griegos estaban haciendo en sus alacenas buscando vaya dios a saber qué. Marin se compadeció, pero se unió a la búsqueda.
-¿Dónde tienes el café, chico? -preguntó el escorpión calentando un poco de agua mientras el otro griego investigaba los frascos con curiosidad y torpeza, lo que puso increíblemente nervioso al indio.
-Siéntate, ya lo busco yo -replicó intentando alejar al león de la fragilidad de todos esos cristales. -¿Sucede algo? -preguntó intrigado finalmente cuando pudo hablar. -¿Qué hacéis todos aquí?
-Queremos saberlo todo, Shaka y no te guardes los detalles sucios, son los que más disfruto. -escupió Milo veloz. Solo bastó esa frase para tensar nuevamente al jóven que sentía una absoluta invasión de su casa y de su privacidad.
-Milo, no me siento cómodo hablando de esto---
Aioria lo interrumpió: -Venga ya hombre, que somos amigos y estamos aquí para ayudar. Venimos a aconsejarte, no a cotillear.
Marin asintió: -Yo he venido a aconsejarte porque soy la única aquí que sabe lo que realmente quieren las mujeres. ¿La chica está aquí?
El rubio negó con un gesto de fastidio sutil.
-No, salió con Camus esta mañana.
-¡Perfecto! -exclamó el león acomodándose luego de preparar una nueva ronda de café. Podemos hablar. Cuenta... ¿Qué tal ha ido todo?
Aunque la molestia de Shaka podía ser evidente, ninguno de sus amigos pensaba moverse de allí, le habían acorralado y no había forma sutil ni amable de zafarse de la situación.
-Venga, habla, que queremos ayudarte. -replicó Milo apoyando la moción.
-Que sois cavernícolas, coño -dijo Marin con hastío. -No tienes que contar los detalles, solo queremos saber si todo va bien -preguntó finalmente. La chica era la única con habilidades sociales más o menos desarrolladas.
El indio se limitó a asentir y murmurar algo que parecía ser "Todo va bien", pero nada más.
Milo se impacientó.
-Hombre, te ayudé ¿no? ¿Funcionó o qué? ¿Has probado ya el crepe del amor o no?
La castaña dejó sus ojos en blanco. -Eres tan desagradable.
Se dió cuenta que ninguno de los tres le dejaría en paz, y la triste verdad era que él había agotado sus recursos intelectuales y no sabía como proseguir. Quizás escucharles... no estaría del todo mal. Especialmente a la chica. No le venía mal la opinión de una mujer.
-Creo... que no fue muy bien. Fue algo... breve.
-Lo sabía -musitó Milo -tendrías que haberte masturbado antes, ya sabes, para aguantar más.
-¡Milo! -lo reprimió la chica. -¿Podrías ahorrarte los comentarios marca Gilipollas?
-¿Qué? -preguntó el escorpión- ¡Era un consejo!
El guardián de la octava casa podía ser increíblemente frontal en sus formas y podía resultar algo exasperante. El indio se sentía incomodo y abrumado.
-¿Te dijo algo? -preguntó Marin amable. La cara del rubio le enternecía profundamente. Se veía como un chiquillo perdido, como si el temerario Shaka de Virgo fuera Superman y aquel joven delgado y abrumado fuera Clark Kent. No se parecía al hombre mas cercano a ser un Dios y con la capacidad de dejarte ciego, sordo, mudo y estúpido, sumido en un ciclo incesante de torturas con solo pronunciar unas palabras. Quizás era el efecto de la armadura que solía darle un aire imponente, muy diferente a aquel tipo que llevaba una camiseta blanca y holgada, unos pantalones del mismo tono e iba descalzo... descalzo y algo confundido.-¿Hablaste con ella de lo qué paso?
-Bueno, no, porque se durmió.
Milo rió pero Aioria le dió en la costilla con el codo tan fuerte que lo movió de su sitio.
-Espera, ¿te acostaste con ella y se durmió? No fue durante el lio, ¿no?
Marin le interrumpió.
-Dejale hablar, Milo, joder que no vinimos aqui a escucharte a ti.
-No, se durmió luego. -replicó el indio que para evitar las miradas directas de sus colegas se levantó. Ya que estaba allí, se prepararía un té para pasar el mal trago.
-¿Sin decir nada? ¿Solo se durmió? ¿No dijo absolutamente nada? -quiso saber el león, curioso. Aquello le tenía atrapado como un adolescente. Agradecía a la vida poder estar hablando de esas tonterías y no augurando una guerra futura.
Shaka respondió ya con visible fastidio. No perdía sus maneras, pero sonaba más tajante que de costumbre.
-Sí, Aioria, solo se durmió. No sé que se supone que debes hacer al terminar... eso. No lo sé, no tengo idea. Solo se durmió, ¿vale?
-Quizás estaba muy cansada, Shaka. -dijo Marin intentando ser empática con él. Milo intentó no reirse de la desgracia de su colega, pero le resultaba irónico que el más inteligente de los doce santos de oro fuera un tarado total.
-Pues sí, a veces un polvo rápido está muy bien -quiso agregar el león, amable. -En cinco minutos puedes hacer muchas cosas. Seguro estuvo muy bien, Shaka.
Shaka frunció el ceño aún más confundido.
-¿Cinco minutos está bien? ¿Cuánto se supone que debe durar?
Milo se bebió el café tan rápido que no llegó a respirar.
-Espera, ¿cuánto duró el lío Shaka? -inquirió ya extremadamente curioso.
-No lo sé, Milo, no conté las horas.
Marin abrió los ojos, sin poder disimular la sorpresa.
-¿Has dicho horas?
-Sí, pero ahora decís que cinco minutos está bien y no sé de qué va esto.
-Joder macho ya imagino por qué se dormiría la tía. -resopló Aioria. Quizás había subestimado a su vecino. Marin sonrió.
-Bueno, en realidad no hay un horario definido, Shaka, las relaciones duran lo que deben durar, si ambas partes lo están disfrutando pues está muy bien. ¿Por qué crees que fue breve? -preguntó la joven jugando con su taza de café.
-Bueno porque yo quería seguir, asi que supongo que no fue suficiente.
Milo había bebido su café y no pudo atragantarse pero Aioria estaba en proceso y no llegó a aguantar el líquido en su boca, lo escupió preso de la sorpresa sobre la ropa y la cara de un ahora muy sorprendido Shaka.
Marin enarboló una sonrisa tan grande que creyó que le faltaba rostro para seguir extendiéndola. Toma ya.
-Bueno, Shaka ha descubierto la adolescencia a los 26 años, estoy flipando. -replicó el escorpión.
-Creo que te han destronado del puesto de follador serial -rió Aioria, burlándose de su colega.
El indio se quitó la camiseta manchada con mucha naturalidad y la utilizó para secar su rostro y su pecho. Marin le echó una mirada, el rubio no estaba nada mal.
-Estoy segura que lo has hecho bien, Shaka -aseveró la mujer prestando especial atencion a las marcas se su espalda. El chico era muy blanco y su espalda parecía un mapa, que de paso, tampoco estaba nada mal, no podía quitarle los ojos de encima. Aioria le pellizcó el brazo como si intentara despertarla de un sueño, para luego besar su mejilla, su cuello y susurrar algo en su oido, riendo. Parecía un cachorro.
El griego más joven les observó. Marin sonreía mientras el león susurraba lo que seguramente sería una obscenidad de la que solo pudo escuchar "trío". Aquella escena le desencajó. Probablemente Shaka ni siquiera supiera que tenía todos los ríos de Brasil dibujados a punta de uñas en su espalda, lo cual evidentemente demostraba por conocimiento empírico que aquella había sido una buena noche y probablemente se repita. Se alegraba por su amigo aunque fuera un fóbico social total. Por otro lado, Marin jugaba con el guardián de la quinta casa con una complicidad acojonante. Él la miró, cargado de amor, apaciguado como nunca había visto a su amigo. SI bien tenía un carácter impulsivo, algo tosco e impaciente, junto a ella no parecía más que un pequeño gatito cariñoso.
Aquella escena le golpeó a Milo en la cara. ¿Qué cojones hacía él con su vida? ¿Qué cojones estaba haciendo, persiguiendo a un tipo que respondía con sonidos guturales ante sus incesantes demostraciones verbales de afecto? Estaba solo, completamente solo. Tenía sus amigos, sus camaradas, pero incluso Shaka, con su absurdo impedimento vincular estaba intentando querer y ser querido. Y su mejor amigo, que siempre estaba para él, tenía otra prioridad... el amor por la joven japonesa que le tenía loco. Él, sin embargo, dormía solo a pesar de jactarse de todas sus conquistas y ver lo que provocaba en los demás sexualmente hablando... ¿pero quién le quería a él en su vida? ¿Alguien le había mirado así, como el león adiestrado miraba a aquella joven castaña de ojos expresivos? No podía recordarlo, y eso le dolía.
El guardián de la quinta casa le sacó de sus pensamientos.
-¿En qué piensas? ¿Te has quedado loco con el gurú rubio tántrico del sexo o qué? -rió, sentando a Marin sobre sus rodillas. La joven abrazó su cuello y volvió a su café.
-No soy un gurú tántrico del sexo si te refieres a mí. Solo hice lo que creí que estaba bien.
-Creeme, tío, lo has hecho bien, tu espalda aquí lo demuestra. -agregó Milo algo desanimado.
-¿Bien? Lo hiciste fenomenal, Shaka, estoy segura que lo recordará durante mucho tiempo -sonrió Marin.
-No creo haberlo hecho tan bien, pero gracias, supongo. -El indio escurrió su camiseta- La gente tiene sexo todo el tiempo, no debería ser complicado aprender---
La patada que le dió Milo en la tibia intentó ser sutil pero no lo fue. Un confundido Camus entró a la cocina, seguido de su hermana.
-Buenos días... -saludó estudiando el rostro de todos, que al verle entrar quedaron completamente congelados en su sitio. -Huelo café...
Aioria fue el primero en salir del trance.
-Hey, Camus, ¿cómo estás?
Aquel debía ser por lejos el encuentro más incomodo de la historia del Santuario. Sabía que el tema Aioria estaba sensible aun, pero ahi estaba, en la cocina, junto a Marin, Milo y por algun motivo extraño, Shaka no llevaba camiseta y su espalda era un poema de Baudelaire dibujado. Su hermana también se tensó, a él no se le escapaba nada... ató algunos cabos, la patada de Milo a modo de advertencia... la cara de Marianne... después de todo, no había pasado la noche con ella y Milo, que insistió que le acompañara toda la noche en su guardia.
Marin rompió el hielo, casi literalmente, invitando a la joven a sentarse con ellos.
-Que gusto ver una chica por aquí. -sonrió -Soy Marin. Tu debes ser Marianne.
La joven sonrió y se acercó, pero cuando se disponía a contestar, la voz de su hermano, gélida, le llegó como un golpe.
-Qu'est-ce que c'est, Marianne?* -dijo en un francés que lejos de sonar amable sonaba a reclamo. Ninguno de los presentes sabía qué había dicho, pero podían intuirlo. Milo le observó, acojonado y fascinado a la vez. Camus hablando francés desbloqueaba otros niveles de fantasía.
Marin le echo una mirada a la joven. En comparación a su hermano parecía pequeña, el galo le llevaba casi 20 centímetros de altura. Aunque sus ojos eran prácticamente idénticos, la piel de la mujer era algo más pálida y sus cabellos más oscuros. Era tan guapa como Camus, bien por el rubio.
-J'aimerais le savoir aussi**. -respondió ella, dubitativa. Camus observó a Shaka, quien también se veía increíblemente nervioso. Jamás en casi 20 años de conocerle, le había visto alterado. Eso olía fatal y comenzaba a tocarle los cojones que el estúpido de la reunión fuera él.
-¿De qué hablabais? -preguntó finalmente sirviéndose un poco de café. Estaba irritado y se le notaba en la voz.
-De tonterías -se apresuró a decir Aioria- nada importante,
-Tu sortais avec lui depuis tout ce temps, n'est-ce pas?*** -volvió a dirigirse a su hermana, sin prestarle la menor atención al león.
Ella negó, incómoda. Marin intentó rescatar a la jóven.
-Oye, que aquí nadie entiende francés, Camus, venga, disfruta tu café y habla con nosotros.
El galo estaba casi fúrico pero no lo demostró, como siempre. No podía demostrarlo porque eso implicaría deshacer todas sus estructuras y demostrar que estaba afectado emocionalmente. Si Milo tenía algo que ver en esto...
-Acabo de preguntarle si ha salido con Shaka todo este tiempo. -dijo finalmente, lo que dejó a todos los presentes anonadados.
____________
Traducción:
*Qué es eso?
**Me gustaría saberlo también
***Has estado ligando con él todo este tiempo, ¿no es cierto?
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