Doce
Para mi grata sorpresa, hoy ha sido un día realmente atareado en la floristería. Presentí que sería un gran día desde el momento en el que llegué al local y ya se encontraban muchos clientes en espera, gracias al cielo mi compañero temporal llegó desde temprano completamente dispuesto a brindarme su ayuda.
Volteo en dirección del chico que deja un ramo de tulipanes sobre las manos del cliente que lo ha pedido, le otorgo a este último una sonrisa como despedida cuando segundos después se encuentra atravesando la puerta que conlleva a la salida.
— Aún no logro entender cómo es que tu jefa sigue rechazando cada curriculum que llega a la tienda. — Se queja Jimin al quitarse el delantal para dejarlo sobre la mesa. — ¡Incluso sigo esperando la contestación de mi solicitud de empleo!
— Te lo dije. — Le recuerdo mientras me acerco a su lado. — Puedo asegurarte que incluso lo fácil se vuelve un martirio cuando se trata de la señora Hong.
— Y yo puedo asegurarte que sea como sea me convertiré en tu compañero de trabajo. — Giro mis ojos mientras reprimo una sonrisa al verlo guiñar en mi dirección. — Cuando trabaje aquí tendrás que suplicarme para que me aleje de ti.
— ¿Acaso se trata de una advertencia? — Pregunto burlonamente ante sus palabras.
— Puedes interpretarlo de la manera que quieras. — Su sonrisa socarrona me afirma que debo hacerlo. — Pero en cuanto menos acuerdes me verás entrar por esa puerta todos los días.
Fijo mi mirada en el reloj de la pared, obligándome a pensar si debería dar por terminado el día de hoy o esperar la llegada de algún otro cliente.
Una nube de pensamientos se posa sobre mi cabeza y empieza a llover directamente en esta hasta regar mi cerebro, creando un charco de ideas que se van uniendo hasta llegar a la formación final de lo que ahora es un lago de dudas.
— ¿Por qué quieres obtener el empleo? — Pregunto con interés. — La paga no es muy buena y es un poco tedioso venir hasta aquí todos días.
— Tengo mis razones. — Afirma con una sonrisa. — O talvez no tenga ninguna y solo sea un reciente capricho. — Su respuesta contradictoria me hace soltar una risa disfrazada de suspiro. — Mejor dime, ¿por qué sigues trabajando aquí si es tan malo como dices?
Sostengo mi respuesta en la punta de mi lengua por unos segundos antes de dejarla ir. La curiosidad en su mirada me causa ternura, así que finalmente me decido por aclarar su duda.
— Quiero ser horticultora. — Confesé sin poder evitar sonreír. — Sé que no es lo mismo ser empleada de una floristería que tener tu propio vivero orientado a la floricultura, pero soy fiel creyente de la frase popular de ''Por algo se debe empezar''.
— No existe resultado próspero que no haya pasado por un proceso humilde.
Sonrío ante su respuesta y uno fuerzas a hacerle una pregunta personal, lastimosamente la llegada de un cliente me abstiene de hacerlo, regañándome mentalmente por haber cerrado la tienda cuando tuve la oportunidad de hacerlo.
Tendré que contener mi afán de conocer un poco sobre Park Jimin por una vez más.
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