Diecisiete
Aprovechando que mi jefa finalmente me había pagado los tres meses que me debía de sueldo, tomé la decisión de comprar una cámara profesional bajo la intención de que Jimin me enseñara a como usarla y así comprender un poco más de sus intereses.
Pero al contrario de lo que tenía en mente, el susodicho se ha apoderado de mi reciente adquisición y ahora la utiliza como su fuese suya, tomando fotos al azar de todo aquello que entre en su concepto de belleza.
Hemos llegado a la floristería mucho más temprano de lo normal, todo gracias a que Jimin quería enseñarme a como capturar una imagen perfecta del amanecer, pero el sol se nos ha adelantado y nos tuvimos que resignar a ordenar los girasoles que el día anterior habían llegado al almacén.
Sin embargo, parece ser que ha olvidado el pequeño detalle de que por cuenta propia ha decidido ser mi ayudante, por lo que me ha dejado a mí con todo el trabajo y se ha dirigido a la entrada principal para obtener algunas fotos de las abejas que han atraído las flores que aún no hemos llevado a la parte trasera de la tienda.
— Deberías retomar tus aficiones. — Comento con una sonrisa al verlo, la misma se ensancha cuando lo observo caer al suelo a causa del susto que le ha provocado la inesperada presencia de mi voz. — Se ve que la fotografía es tu verdadera pasión.
— Casi me provocas un paro cardíaco, querida Aera. — Suelto una ligera risa a la vez que él sujeta mi mano para impulsarse, la cuál segundos antes estiré en su dirección para brindarle mi ayuda. — ¿Quién te ayudará con la tienda si muero?
— Mejor dime: ¿qué haces tú en una anticuada floristería en lugar de estar viajando por el mundo con el fin de conquistarlo? Usa el don que se te ha otorgado y vuelve a crear arte.
— Lo haré cuando reúna el dinero suficiente, por esa misma razón me encuentro trabajando contigo.
Suelto un bufido incrédulo al escuchar su excusa, ruedo los ojos divertida antes de contestar. — Tienes los recursos suficientes, ¿o acaso no es así, niño rico?
— Eres cruel conmigo, Oh Aera. — Añade falsa tristeza a su tono de voz. — De haberlo sabido antes no te habría llevado a casa.
— Es imposible que caiga en tal mentira. — Pronuncio socarronamente. — Hasta podría asegurar que nunca te arrepentirás de haberme conocido.
Me veo obligada a detener mis palabras cuando me encuentro intimidada al observarlo acercase a mí con una expresión seria en su rostro.
— Puedes afirmarlo. — De repente estoy siendo apuntada por el lente de la cámara. — ¡Sonríe!
Antes de que pueda reaccionar, el flash se refleja en mi cara, provocando que cierre mis ojos con fuerza.
— ¡Hey! ¡Debiste avisarme con antelación! — Me quejo mientras intento recuperar la visión. — La fotografía debe haber resultado un caos.
— A mi parecer, se trata del resultado de algo idílico.
Me sonrojo al escuchar sus palabras, arrebatándole la cámara de inmediato mientras que él ríe por mi reacción. Abro mis ojos con asombro cuando me encuentro con la sorpresa de que la fotografía a salido mejor de lo que esperaba, sobrepasando por completo las pocas expectativas que mi mente había creado.
— ¿Cómo es que puedes hacer algo tan maravilloso en cuestión de segundos?
— Puedo afirmar que todo es gracias a la modelo. — Se encoje de hombros a la vez que yo trato de esconder mi sonrojo. — Aparte... La belleza se encuentra en los ojos de quién la aprecia, ¿no es así? Mi meta personal como fotógrafo es captura todo aquello que se me parezca hermoso.
Park Jimin... Un día de estos acabarás con mi pobre corazón.
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