Diecinueve
— Intentar pensar en positivo... — Sugiere él con voz firme. — Dicen que todo sale bien y piensas que así será.
— ¿Me dices que sea optimista? — Pregunto con una risa socarrona. — ¿Después de haber perdido mi único centro de ingresos?
Nos encontramos sentando al final de las escaleras que conducen a mi apartamento, el día iba de mal en peor y eso que apenas salía el sol, pude darme cuenta de ello al palmar el bolsillo de mis jeans y llevarme la sorpresa de haber dejado las llaves de la vivienda dentro de la misma, por lo que no nos quedó de otra más que llamar a la arrendadora. Ahora estamos a la espera de su llegada para poder conseguir algunas cajas y así poder ir por las escasas pertenencias que guardo en la floristería.
Jimin suelta un suspiro que me contagia de inmediato, sujeta entre sus dedos los rebeldes mechones de cabello que interrumpen mi visión para luego llevarlos detrás de mis orejas, seguido de esto recuesto mi cabeza sobre su pecho.
— No tengo ni la menor idea de lo que podría hacer para arreglar mi situación, ni siquiera logro pensar en soluciones temporales. — Digo en un susurro pesado. — Estaba ahorrando para poder costear mis estudios y por nada del mundo puedo permitirme volver a casa de mis padres, solo se reirían de mí por fracasar al intentar seguir mi sueño.
Jimin se encuentra recostado con la espalda contra la pared mientras mantiene ambas piernas separadas, en el espacio que estas dejan, me encuentro yo apoyando mis manos en sus rodillas a la vez que me dejo llevar por la sensación de sus manos acariciando mi cabello y su armoniosa voz al tatarear una melodía que bendice mis oídos como si se tratase de una oración de purificación.
— Míralo por el lado bueno... Ya no tendrás que esperar más de tres meses para que te paguen una miseria.
— Esa miseria era la que me hacía saldar mis deudas...
— Encontrarás un trabajo mucho mejor. — Afirma de inmediato. — Aceptarás. Estoy seguro de que nada del mundo te hará cambiar de opinión.
— ¿De qué estás hablando?
— Desde hace un tiempo tengo preparada una propuesta para ti, pero temía un poco de tu respuesta. — Sujeta mi mentón entre sus dedos pulgar e índice y me obliga a mantener mi mirada fija a la suya. — Debo admitir que este parece ser el momento indicado para hablar.
— ¿A qué intentas referirte? — Pregunto mirándolo con desconcierto, el verlo sonreír burlonamente provoca que frunza el ceño y que el fantasma de un mohín roce mis labios. — Lo siento, pero el día de hoy no me encuentro dispuesta para ser tu objetivo de burla.
— Sé mi musa, Oh Aera.
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