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“Encantada, señor Vinnie”
Flash back
Las puertas automáticas de cristal se abrieron para ella. Una mujer de aspecto parcialmente distinta a como había llegado, con su alma destrozada, su dignidad pisoteada, su rostro transformado, su cuerpo marcado por cicatrices que jamás se borrarían, con la confianza en ella misma y en los demás quebrada y sin un rumbo fijo, ni quién la esperara.
Camina los primeros pasos fuera del edificio que la acogió durante meses, el hospital. Se encuentra con un paisaje que, tal vez para otras personas habría sido hermoso,pero para ella no.
Había llegado el otoño, las hojas de los árboles y las flores caían como una leve lluvia haciendo un camino colorido, mezclándose el verde, el anaranjado y el blanco en una hermosa vista, y el viento seco, pero frío, refrescaba el ambiente. A pesar de toda la belleza ante sus ojos, ella se sentía desdichada.
—¿Ahora a dónde me dirijo? — piensa sentada en un banco a las afueras del hospital, luego de haber sido dada de alta. Suspira uniendo sus pestañas, para vagar en el vacío de su mente e inclina su cabeza hacia arriba para que el calor de la luz solar la arropara. — Espero que ese grandioso hombre no se ofenda por haberme ido antes de su visita puntual de los viernes a las 4:00 pm, pero no quiero que se siga sintiendo responsable por mi. Además, ya no confío en las personas, aunque le estoy profundamente agradecida. — murmura mientras se levanta lentamente del banco apoyada de su mano izquierda. Aún estaba un poco adolorida, aunque el doctor le decía que era psicológico, pues su mente aun dañada castigaba a su cuerpo con el dolor como recordatorio.
Alguien toma su mano para ayudarla a levantarse. Ella retira su mano rápidamente sin mirar realmente quien era, evitando así el contacto físico. Ya no confía ni en los buenos samaritanos. En su intento por erguirse tratando de alejarse a su lado se resbala y esa misma mano varonil la toma de la cintura para evitar que se cayera y golpeara con el filo del banco.
La familiaridad en ese calor que emana la hace levantar la vista curiosa por saber quién es.
— H… hola — se recompone en sus pies esta vez apoyándose en él — Yo, yo quería agradecerle por todo lo que ha hecho por mi, espero poder pagarle pronto por todas sus atenciones y la factura médica. – él esboza una pequeña sonrisa de labios cerrados compresiva, mientras da un ligero paso hacia atrás, dándole el espacio personal que ella necesita e inconscientemente ella suspira aliviada.
— No podía ignorar a una persona casi muerta en la calle y por lo demás, no se preocupe demasiado, aun no estoy en bancarrota. — se sienta en el banco en el que antes estaba sentada ella — ¿Y ahora qué harás con tu vida? — la mira con tristeza. De cierta forma él entendía el sentimiento que se siente cuando te falta el amor de los padres. Ella lo mira, sin entender sus expresiones faciales, aunque si algo transmitía era algo parecido a la lastima y no estaba dispuesta a que alguien la mirara de esa forma — Me dijiste que eres huérfana ¿no?
—Sí, ya me las arreglaré — cambia la mirada hacia la parada del autobús y da un paso dirigiéndose hacia ella cuando de nuevo esa mano la detiene y se gira sin poder evitar sentir pánico por el contacto, e inmediatamente que él su rostro, la suelta dándole espacio nuevamente.
— Espera — se levanta manteniendo su mirada fija en sus ojos apagados. Aun no sabe por qué, pero ni su mente ni su corazón la dejaría sola a su suerte. Ese corto tiempo compartido entre ambos, hablando, conociéndose y aunque ella no lo creería, apoyándose mutuamente, le había hecho percatarse de la vulnerabilidad de ella y su conciencia no lo dejaría en paz si la dejaba sola a enfrentarse a las fieras sedientas de la sociedad camuflajeadas muchas veces de corderos, además no quiere — No sé si ahora tienes un lugar al cual ir, si no es así quiero proponerte un trato — él reza porque sus pocas palabras la convenzan. Ansía ayudarla.
— ¿Qué tipo de trato? — lo mira con desconfianza y dolor
¿En serio?, ¿tú también serás como esos monstruos?
—El tipo de trabajo en el que ambos nos beneficiamos — ella suspira cerrando los ojos por unos segundos para volver a abrirlos, esperando que no fuera lo que se imaginaba, que solo fuera su pesimismo hablando — Yo necesito alguien que se encargue de la mansión en la que estoy viviendo. Recientemente la heredé, pero entre el trabajo y mis investigaciones no tengo tiempo para encargarme completamente de esa enorme casa. Ahora solo he ocupado la sala, el comedor, la cocina, un baño y un cuarto, pero el resto está demasiado empolvado debido a que era de mis abuelos. ¿Entonces te gusta mi propuesta de trabajo? — Se arregla las gafas, mientras la veía pensativa mirando a un punto fijo perdida en su mente — Además tendrás alojamiento garantizado y un salario medio por el trabajo.
Aunque no confíe completamente en él, la propuesta es muy tentadora. No tengo ni un cuarto en el cual vivir, volver al orfanato o a la casa de ese viejo ruin no es una opción, tampoco tengo trabajo o persona a la que pueda acudir.
Una batalla con su consciencia se rebela durante unos minutos pensando en los pros, en los contras, en lo malo, en lo peor hasta que cesó con una sola línea: “Si hace lo que no debe, lo matas y te quedas con todo”. Ese pensamiento es radical, pero puede ser perfectamente ejecutado.
— Antes de aceptar quiero poner dos condiciones a nuestro acuerdo. Primero, de mi salario mensual descuenta un por ciento como pago de la factura medica — el asiente con la cabeza, prestándole su total atención — Y lo segundo es que no quiero que se sobrepase conmigo, ya sabe lo que me pasó, pero ni piense que eso volverá a ocurrir.
— Sé que desconfías de las personas a tu alrededor, pero no puedo permitir que siquiera me confundas con ellos, no soy la mejor persona, pero te aseguro que jamás haría algo parecido a ellos ni a ti ni a nadie. — la seriedad en su rostro e incluso un atisbo de molestia, le da algo de tranquilidad para decir sus próximas palabras.
— Acepto el trabajo se adapta a mis necesidades en este momento, pero no significa que yo confíe en usted a pesar de haber sido tan amable conmigo. Lo estaré vigilando — él solo esboza una sonrisa, a medias sin mostrar los dientes, arregla sus gafas y extiende su mano izquierda.
— Bueno, entonces presentémonos como empleador y empleado — se pone frente a ella con la mano extendida — Buenas tardes, yo soy su empleador, Victor Armand — ella estrecha su mano intentando que no tiemble — pero preferiría que me dijeras Vinnie
— Buenas tardes, yo soy su empleada, Kits Nolast. Será un placer trabajar con usted señor Vinnie…
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