Capítulo 3: Una pregunta
Sentí recorrer en mi cuerpo un sentimiento de terror, algo que nunca había sentido con ella, algo extraño sucedía en verdad, eso se podía ver a simple vista, y por supuesto que no me creí lo que dijo.
—¿Segura que estás bien? —insistí.
—Sí, segura —dijo sin expresión.
De inmediato pasó a un lado de mí sin decir una sola palabra, tomó las escaleras y subió sin mirar atrás. Estaba más confundido que nunca. La seguí de cerca y ella solo entró a la ducha, intenté ir con ella, pero había cerrado la puerta por dentro, no podía entrar.
—¿Estás segura que estás bien, amor? —toqué la puerta—, me preocupas.
—Sí, estoy bien —escuché del otro lado.
Pasaron los minutos mientras ella se daba una ducha, terminó y salió sin hacer gesto alguno, como si yo no existiera.
—¿Qué fue lo que pasó en esa llamada? —pregunté curioso.
—Nada —dijo de una.
Así pasó toda la noche, cada que le preguntaba qué había pasado, me decía que nada, y cuando le preguntaba su estado, me decía que bien, cuando obviamente eso no era verdad.
Cada que me acercaba a ella, me alejaba, se comportaba como si yo no existiera, si solo fuera un objeto más de esta casa.
No cenó conmigo, es más, ni siquiera probó bocado. Y a la hora de acostarse a dormir, llegué a la cama, pero ella no estaba allí, por lo que bajé a la sala y la encontré cubierta por una cobija, sobre una almohada.
—Ven a acostarte conmigo a la cama —dije intentando sonar alegre.
—No.
—¿Por qué no?
—Porque no quiero, Alejandro.
Eso me dolió, pero no dije nada. Me acerqué a ella e intenté abrazarla, pero de nuevo me alejó, como si no me quisiera cerca.
—¿Qué fue lo que pasó?, desde la llamada estás así —dije ligeramente molesto.
—No ha pasado nada, Alejandro. Ahora quiero dormir.
No dije una palabra más y respeté su decisión, subí a mi cuarto, me metí a la cama y todo lo demás es historia.
La noche fue la más dura de toda mi vida hasta ahora, nunca jamás se había comportado distante ni cortante conmigo, jamás me había alejado y mucho menos me había impedido que la tocara, jamás se había comportado así.
Si soy completamente sincero, estuve a punto de llorar, fue demasiado doloroso para mí ver como mi pareja me alejaba como si no le importara, como si fuera solo un traste viejo sin ningún importancia ni utilidad.
Llegó la mañana siguiente, el sueño que había tenido había sido bueno, tal vez era un mensaje de mi subconsciente para decirme que todo iba a mejorar, por lo que me desperté de buen humor y me dediqué a hacer el día bueno a mi amada.
Me vestí de inmediato, bajé a la cocina y me di cuenta que aún no había despertado, eso era bueno, por lo que empecé a idealizar un buen desayuno, algo que le agradase y dejara de estar así, con ese humor.
Mientras preparaba el platillo, Karla despertó, se despejó y vino a la cocina, al parecer no había dormido bien, ya que sus expresiones me lo decían.
—Buenos días, princesa.
Ella, como la noche anterior, no dijo ni una sola palabra, solo me miró por un par de segundos y después subió las escaleras. Eso había sido un puñal directo al corazón, pero no me rendí, me propuse a alegrarle el día, por lo que terminé el desayuno y lo serví acompañado de su flor favorita, esperaba que con eso se pusiera de un mejor humor.
Me quedé sentado en el comedor, esperando a que bajara, y cuando así lo hizo, solo quedó mirando al platillo, dio media vuelta por su bolso y abrió la puerta.
—¿No comerás conmigo? —pregunté confundido.
—No, comeré algo afuera, además, no tengo que darte explicaciones de lo que hago.
—Espera, dame 10 minutos y te llevo.
—No hace falta, puedo irme sola.
Justo en ese momento cerró la puerta tras de ella para no volver. Me quedé sentado, como si mi esfuerzo y valor no hubiera servido en absoluto.
Estaba confundido, confundido más que nunca, no sabía que era lo que pasaba, ni mucho menos que ocurría, todo era tan raro que ni siquiera sabía que pensar. ¿Qué había pasado?, no lo sé, esa pregunta seguía sin respuesta y el dolor que eso ocasionaba era increíblemente grande, algo que no se lo desearía a nadie.
Se me fue el apetito, por lo que simplemente fui por todas mis cosas y salí de casa para ir por mi auto. Conduje hasta la escuela y llegué sin ningún contratiempo.
Entré y fui directo al área de recepción antes que otra cosa, para saludar a mi novia. Cuando llegué, ella estaba acomodando unos papeles, por lo que me acerqué para reposar un beso en sus labios, algo que evitó.
—No, Alejandro —dijo alejándome de ella.
Eso me molestó, respiré y no dije nada, solo asentí con la cabeza. Me retiré directo hacía mi salón. La escuela estaba notablemente más vacía, ya que más de la mitad ya habían salido de vacaciones, y solo quedaban lo que necesitaban subir sus calificaciones para no reprobar de año.
Llegué a mi aula, la puerta ya estaba abierta, por lo que mis alumnos ya estarían allí. Entré y vaya sorpresa que me llevé al solo encontrar a Camila, que estaba sentada en la barra más cercana a mi mesa.
—Parece que usted y yo estaremos juntos hoy —dijo de manera coqueta.
Asentí sin expresión y llegué hasta mi mesa. Saqué todos los elementos necesarios y empecé a dar mi clase. Que mala suerte la mía que la única persona con la que me quedaría en todo el día escolar sería justamente Camila.
Ella estaba vestida con una falda corta, demasiado corta para mí, y una blusa del mismo color de la falda, demasiado escotada, realmente dejaba poco a la imaginación. Y aunque traía puesto el uniforme de chef, se las ingeniaba para hacer que pareciese provocativa, y no solo por como vestía, sino también por las cosas que hacía. Chupaba la cuchara de manera muy sugestiva y en ocasiones usaba el rodillo para simular una felación. No sabía si preocuparme o solo ignorar.
Cuando acabamos la práctica del día me acerqué a su mesa para probar aquel platillo que había preparado. Tomé un tenedor y probé la carne marinada en salsa de soya.
—¿Sabe, profesor?, a veces me imagino que tenemos sexo.
En ese momento tosí y me atraganté con la comida, eso me había caído como balde de agua fría, me sorprendí demasiado.
—Está muy bien el platillo, tienes la calificación aprobatoria de hoy —dije sin ánimos.
Guardé mis cosas y me dispuse a irme, no quería estar con ella cerca, ya que tenía mis dudas sobre si tenía algún interés en mí. Tomé mis notas y fui hasta la puerta del aula, y cuando la abrí, Camila llamó mi atención.
—Disculpe, profesor, ¿nunca ha pensado en tener una aventura? —preguntó picara.
La miré fijamente, sonreí y negué con la cabeza, dejando una risa ligera mientras me retiraba del salón.
Llegué hasta la recepción y me di cuenta que Karla ya no estaba allí, eso me hacía muy raro ya que siempre nos íbamos juntos a casa.
—Karla, ¿en dónde está? —pregunté a su compañera de trabajo.
—Ya se retiró a casa.
—¿En serio?
—Sí, ¿por qué pregunta?
—Por nada —mentí.
Eso había sido aún más extraño, siempre nos regresábamos juntos a casa y que esta vez no lo hiciera fue demasiado raro y sospechoso.
Salí de la escuela, tomé mi auto y me dirigí de regreso a casa, esperaba que ella estuviera allí y no en otro lugar, me preocupa mucho su estado y no sabía ahora de lo que era capaz de hacer.
Llegué hasta casa, entré y noté un frio silencio, un silencio que te hace temer. Llamé a Karla, pero no contestaba, por lo que me empecé a preocupar, y escuché un sonido que provenía del segundo piso, por lo que fui a investigar. Aquel sonido venia de nuestro cuarto y cuando entré, noté que Karla estaba guardando ropa en unas maletas.
—¿Qué haces? —pregunté curioso.
—Guardando cosas en mis maletas, ¿no es obvio?
—Sí, eso lo sé, pero... ¿por qué?
—Porque me voy, Alejandro, no quiero estar contigo.
Eso me destrozó, me destrozó en millones de pedazos, cada parte de mí se despedazó como si no valiese nada, mi corazón, latente de amor, se detuvo en un instante, sentía que se quebraba.
—¿Qué?, pero ¿por qué? —pregunté confundido acercándome a ella.
—Porque no quiero estar contigo, no tengo que darte más explicaciones.
—No lo entiendo.
—No tienes que entenderlo, solo aceptarlo y ya.
Todo había sido tan duro y doloroso, que no sabía que hacer o cómo reaccionar, todo se nubló y sentía que mi fuerza vital se me iba.
—¿Acaso ya no me amas?
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