Capítulo 12: Un paso arriesgado
Todo, por un segundo, se puso confuso, admito que tenía el impulso de besarla, pero no estaba tan ebrio como para hacerlo, por lo que me apoyé en el respaldo de la silla, para estar lo más lejos de ella. Laura me vio de una forma que no pude descifrar, solo sí sabía una sola cosa, sus pupilas estaban dilatadas.
Terminamos de disfrutar aquella delicia que nos ofrecían las uvas fermentadas y recogimos la mesa, para no tener ningún tiradero, así se vería mejor el lugar. Llegamos a la cocina y lavamos los trastes.
—¿Estás bien? —preguntó Laura.
—Sí, ¿por qué preguntas? —contesté confundido.
—Por nada, solo creí que querías besarme.
—¿De dónde sacas eso?
—Tus pupilas estaban dilatadas.
—Al igual que las tuyas.
Ambos sonreímos y dejamos el tema hasta allí, nadie dijo nada más. Era curioso lo que pasaba, yo no podía saber si lo que decía era real, lo que sí sabía era lo que había notado de ella.
Terminamos de recoger y limpiar todo, por lo que me dispuse a subir a mi habitación y dormir para evitar una futura resaca, lo bueno es que a mí no me daban, por lo que no me debía de preocupar tanto. Puse un pie en las escaleras, pero mi pensamiento me detuvo.
—Laura, ¿crees en el amor? —pregunté curioso.
—El amor es algo complicado que definir, y muy extenso de explicar, pero respondiendo tu pregunta, la respuesta es sí.
Me conformé con esa respuesta, por lo que asentí y subí a mi cuarto, para entrar a mi habitación y poder descansar, me puse el pijama y me metí a la cama.
Debía de admitir que las cosas no estaban como creí, ¿sería raro aceptar que siento algo?, yo diría que estaría loco, ella es mi amiga y nada pasaría más allá de una simple amistad, quería convencerme de ello, pero, sin avisar, su rostro se me vino a la mente, su sonrisa y personalidad, algo que en serio era cautivador.
Desperté a la mañana siguiente, era bastante temprano porque apenas había luz natural. Tuve un sueño bastante interesante, un sueño de dos personas, un lugar y una acción. Todo aquello que, sin querer, me había hecho sentir vivo, y lo más importante es que me hizo realmente feliz.
Salí de mi habitación, ya que necesitaba caminar, me quedaría demasiado aburrido solo en el cuarto. Abrí la puerta y salí al pasillo, algo que por casualidad hizo también Lau. Ella llevaba una playera larga de color rojo, junto con un short azul oscuro que no le cubría para nada las piernas.
—Buenos días, Alejandro —dijo alegre.
—Buenos días, Laura. ¿Qué haces despierta tan temprano?
—No podía dormir, por cierto, hoy saldremos a comprar unas cosas, así aprovechamos a conocer la ciudad.
Acepté con mucho gusto, por lo que ella bajó a la sala, no sin antes acomodarse el short, dejándome ver su trasero. Sinceramente no sabía si lo hacía a propósito o simplemente no se daba cuenta, pero yo disfrutaba del paisaje.
Llegué a la cocina, en donde me encontré a Laura preparando, y como era de esperarse, le ayudé. Pasamos tiempo juntos, juntos en la cocina que era mi lugar especial en toda la tierra, y que lo amaba con pasión.
Nos sentamos a desayunar, que era algo fuerte, ya que el desayuno es el más importante de todas las comidas. Todo iba muy bien, ya que platicamos de muchas cosas y nos reímos como ya era costumbre.
—Iremos a comprar ropa, necesito y también necesitas —dijo.
—¿Acaso eres la policía de la moda? —dije divertido.
—No, pero con mi experiencia en el buen gusto, sé que te convertiré en todo un galán, bueno, más de lo que ya eres.
Eso fue gracioso y divertido, bastante de hecho, y algo dentro de mí dijo que tenía más de un sentido lo que decía, pero simplemente no le di importancia.
Terminamos el aperitivo y después de que no quedó ningún trasto que lavar, subí a cambiarme de ropa, algo informal y cómodo, porque supuse que recorreríamos parte de la ciudad.
Llegué hasta la puerta principal, en donde la esperé, traía consigo todo lo que necesitaba, y cuando la vi se veía espectacular, algo que me apantalló y me hizo sentir genial.
—Siempre quise vestir así —dijo emocionada.
Traía puesto una camisa a cuadros rojos y blancos, amarrada arriba de la cintura para que pareciera una ombliguera, un jean bastante sencillo y un paliacate rojo como diadema que adornaba su peinado, parecía como una vestimenta de los años 50's o 60's.
—Te ves muy bien, estás muy guapa —dije sonriendo.
—Y tú muy apuesto —guiñó un ojo.
Después de un intercambio de halagos salimos de casa, tomó el auto y manejó hasta el corazón de la ciudad, justamente en La Canebière, conocida como los "Champs Élysées" de Marsella.
Bajamos cerca de una tienda de ropa, era de una reconocida marca y al entrar al establecimiento me di cuenta que lo que estaba viendo era muy genial. Todo tipo de vestimenta femenina se encontraba en este lugar, la que uno pudiera imaginar, incluso ropa que ni yo sabía que existía.
Laura buscó prendas que poder comprarse. Una señorita encargada en el establecimiento nos llevó a una pequeña sala, en donde había un probador y un pequeño sofá. Al parecer el lugar era personalizado, ya que traían varios tipos de ropa a este lugar y después de probarlas, podías pedir más o comprar.
—¿Qué tan bueno eres para el gusto de la moda? —preguntó curiosa.
—No mucho, pero sé admitir la belleza femenina que encaja en una buena prenda.
—Con eso me es suficiente, me dirás que tal me queda cada cosa que pruebe.
Sin dejar tiempo a que dijera algo más, ella salió disparada al probador, llevando algo de ropa consigo, algo que me hacía reír.
Ropa tras ropa, prenda tras prenda me iba mostrando como si no hubiera un mañana. Sinceramente lo disfrutaba, ya que podía ver distintas perspectivas de ella, además que todo le quedaba perfecto y me podía deleitar con todo lo que veía de ella. Desde blusas, pantalones, vestidos, abrigos, etc.
—Este es el lugar de mis sueños —dijo contenta.
—Y el mío también —sonreí sugestivamente.
—¿Por qué?
—Porque puedo ver muchas facetas de ti.
—Y también porque te gusta cómo me veo.
Sonreí inocentemente y continuó la pasarela de modas hasta que terminó de comprar tantas cosas que el personal de la tienda tuvo que ayudarnos a meter todas las cosas al auto. Nunca en mi vida había visto a alguien hacer tantas compras, y aún más que todo le quedara tan bien.
—Oye, ¿te puedo hacer una pregunta y me respondes con sinceridad? —dijo algo tímida.
—Sí, claro.
—¿Has soñado conmigo?
—Tal vez, ¿por qué? —ladeé la cabeza.
—Creo que he soñado contigo.
—¿Te gustó? —sonreí sugestivo.
No sé porque, pero cada vez nuestras conversaciones iban escalando en todo más intenso. Ella sonrió, me besó la mejilla y me dijo al oído:
—Eso no te lo diré aquí.
Se alejó un poco de mí, me guiñó el ojo y salimos del aparcamiento. Caminamos cerca de la tienda de ropa a la que habíamos entrado, solo para cruzar la calle e ir a otra tienda.
A contra esquina de donde nosotros nos encontrábamos había una tienda de vestidos de novia, lugar en donde Lau miró atentamente.
—¿No te gustaría tener una vida normal?
—¿Normal?, ¿a qué te refieres? —fruncí el ceño.
—A poder hacer todo aquello que las personas normales hacen, como casarse y tener una familia.
—Nadie es normal, eso es lo que nos hace únicos, aunque no entiendo porque preguntaste eso.
—Aun te falta conocerme, Ale.
Justo cuando creí que avanzaríamos, ya que el semáforo nos permitía hacer aquel movimiento, Laura se quedó viendo fijamente a un auto, que estaba esperando avanzar, mientras nosotros cruzábamos la calle. El auto era una camioneta, con un hombre blanco de cabello oscuro junto con una chica de cabello rojizo ondulado, además de demás personas con diferentes todos de cabello dentro del vehículo.
Eso fue demasiado extraño, ya que Laura no dejaba de mirarlos. Fue tanta su distracción que estaba a punto de tropezarse cuando llegamos a la acera.
—¿Estás bien? —pregunté preocupado.
—Sí, estoy bien.
—¿Por qué te quedaste viendo fijamente a ese auto?
—Lo siento, es que estaba viendo a Joshua.
—¿Quien? —pregunté confundido.
—Joshua Diggory es un hombre que conozco desde hace años, tengo muchos recuerdos con esa persona, una historia.
Nadie tocó más el tema, ya que por la forma en como Laura se expresaba, realmente parecía triste, muy triste. Me preguntaba en lo más profundo de mi ser qué había pasado como para que se pusiese así.
Llegamos a una tienda de ropa para hombre, un lugar hecho para mi medida. Laura, como era de esperarse, me ayudó a elegir mi ropa, incluyendo camisas, playeras, pantalones, trajes, etc.
—Espera aquí, iré a probarme esto —dije cuando entré a un probador.
Me quité la ropa que tenía, que no era mucho, y solo me quedé en bóxeres, ya que tenía ansia por probarme ropa que añoraba que me quedara bien.
—Oye, tengo algo para ti —escuché decir del otro lado.
Inmediatamente la cortina se abrió de repente por parte de Laura para poder entrar, algo que me sorprendió mucho y me hizo sentir un poco extraño.
—¿No sabes tocar? —pregunté divertido.
—Aquí no hay puerta, solo una cortina, además ya la cerré.
—Cierto, pero te quedaste adentro. ¿Tanto me extrañas? —dije sugestivo acercándome a ella.
—Lo que pasa es que estás desesperado por tocarme —sonrió lasciva.
—¿Lo dice quien entró al vestidor de alguien sin permiso?, tú eres quien está desesperada.
—Y aun así no me has pedido que salga —guiñó el ojo.
En ese momento reí un poco, algo que ella hizo igual, pero algo pasaba que se podía ver claramente, nuestra respiración se hizo pesaba, demasiado, de hecho.
—Sal para que pueda vestirme —dije sonriente.
Ella sonrió de la misma manera, me entregó la ropa que había escogido y salió triunfante, como si hubiera tenido la razón, y lo peor era que sí la tenía. Mi conversación con ella había sido de puro juego, al menos de eso me quería convencer.
Me probé muchas prendas, compré varias de ellas con mi propio dinero, y con los consejos de Laura de como combinarla, pude elegir mejor los atuendos necesarios para mi cuerpo.
Salimos de la tienda de ropa para caballeros y nos dirigimos a casa. Ella condujo todo el camino de regreso, en donde hubo risas y diversión, y sin más lugar para comprar más cosas, algo que nunca había visto en mi vida.
Llegamos a casa en donde le ayudé a Lau a bajar todas las bolsas del auto. Tuvimos que hacer varios viajes de ida y vuelta para poner la ropa en las habitaciones.
Cuando salimos del cuarto de Laura, había una pequeña caja tirada en el suelo, una de forma hexagonal de color negro, por lo que me llenó la curiosidad, la recogí y la abrí, solo para encontrarme con un anillo plateado. Antes de que pudiera verla a detalle, Laura tomó la caja y me la quitó de las manos.
—¿Por qué compraste eso? —pregunté curioso.
—No es nada, además no tenías que verlo.
—Era una sorpresa para mí, ¿cierto?
Laura dejó la cajita cerca de un florero, me miró fijamente y sonrió, supuse que quería cambiar de tema.
—Estás interesado en mí —sonrió pervertidamente.
—Eso lo dices porque te encanta soñar conmigo —respondí en el mismo tono.
—Tendrías mucha suerte si pasa, pero estoy completamente segura que te mueres por besarme.
—¿Ah?, ¿sí?, ¿eso crees?, pues no te equivocas.
En ese momento la besé con intensidad, por impulso, y cuando creí que me alejaría, me abrazó para acercarme a su cuerpo.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro