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Ch.1


N/A: Esta es una historia real que le ocurrió a mi mejor amiga a la cual amo con mi ser y a la cual hubiera deseado que nada de esto le hubiera pasado. Esta historia la escribió ella y me pidió que la publicara, estuve presente en la mayoría de esta historia y hubiera deseado que mi amiga no hubiera salido herida, pero el amor es un misterio, algunos lo tienen y otro no, hay amores que son duraderos y otros pasajeros que solo te dejan una lección, son demasiado caminos y cruzadas en la vida que te moldean y te enseñan a ser más fuerte, esta es una de esas historias donde el amor fue pasajero, pero que aunque dejo algunas heridas, dejo a la vez muchos buenos recuerdo...

"Pues a veces los buenos recuerdos pesan más que el rencor..."

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Memorias de un corazón solitario.

Y estaba ahí, fingiendo que no me interesaba el verde intenso de sus ojos, fingiendo desinterés en la manera de expresarse o su manera de llamar mi atención con su mirada, sonrisa y chistes con poca gracia. Estaba ahí cuando pasó, sin embargo no me di cuenta hasta que poco a poco por impulso o lo que yo llamo gran estupidez, intenté llamar su atención con mi forma de ser abstracta, interesándome en lo que representaba, en lo que era en realidad, pensando que yo podría ser interesante, pero ¿Qué podría tener de interesante una veinteañera torpe, impulsiva que se sonroja con solo mirarla, ante una persona que es tan increíble? Porque es indescriptible la imagen que daba para mí. Poco a poco iba pasando, iba interesándome más en ese ser que solo conocía de nombre y que ocasionalmente compraba cosas para que al menos notase mi presencia entre la multitud que nos encontrábamos frente a él. Me fascinaba escuchar lo que decía, siempre bien preparado para lo que estaba haciendo, y yo inocentemente me daba cuenta de dos cosas; que iba a aprendiendo lo que él tenía que enseñarnos y que de verdad necesitaba saber sobre cómo era fuera de las clases que nos impartía al grupo. Era completamente normal que llamase la atención de las demás chicas, era interesante y a mí me interesaba muchísimo y tras ello escondía lo que de verdad iba creciendo sin explicación alguna. Tome el valor, iniciativa y las influencias de mis amigas para escribirle, para intentar iniciar una conversación, después de que respondió mis ataques continuos de impulsividad hicieron el resto, honestamente me desmotivaba un poco sus respuestas, yo no sabía qué hacer o decir a tales cosas que se dicen para intentar salir del paso. Fue frustrante y por poco me doy por vencida.


De un momento a otro, diversos sucesos que luego explicaré en otros textos, surgieron de manera desafortunada, caí en depresión y ya mis esperanzas de saber sobre él casi habían muerto ya que no nos veíamos con regularidad en ese entonces y que desistí de escribirle. Llego el día que al fin, pudo dar sus enseñanzas y fue tan repentino que corrí a comprar una galleta, al parecer estaba algo desanimado y eso pudo animarlo aunque sea un poco. "Las cosas pequeñas causan gran felicidad" me dijeron una vez, tenía razón esa persona, yo estaba extremadamente feliz. Aunque no tanto por su desanimo, obviamente algo le sucedía y se hacía notar en toda la clase. Llegué a casa y esperé un par de horas para poder escribirle y preguntarle que sucedía, me respondió con esa amabilidad que también lo caracteriza y mis esperanzas revivieron, no a causa de su amabilidad hacia mí, sino por mi continua necedad de querer conocerlo mejor.


A partir de ahí empezamos a conversar un poco más, me encantaba el momento en el que me escribía, banalidades, tonterías, lo que sea que escribiera me bastaba para estar feliz durante un día entero y no me importaba, yo me sentía bien. Llegamos a hablar respecto a que podríamos llegar a salir, desgracia de mi estúpida impulsividad ocasionó una respuesta que me avergonzó muchísimo, tanto que me dio muchísima pena volver a verlo directamente durante un tiempo y también escribirle.


Luego de eso, no recuerdo cómo logró suceder, fue el quien me dijo para salir, quedé estupefacta sin saber qué decir, si gritar de emoción o qué clase de cosas hacer, sin duda el me hacía sentir y actuar como colegiala, sólo que no se lo podía demostrar ya que iba a quedar en vergüenza, otra vez. Decidí aceptar y en ese momento también decidí seguir tapando lo que de verdad iba sintiendo por el de manera muy inconsciente. Habíamos quedado en salir sin llegar a ser algo más lo cual llegó a ser un completo desastre más adelante. El demostraba un interés único en mí, diciendo y haciendo cosas que nunca nadie me había demostrado, haciéndome sentir especial y poco a poco iba olvidando lo que habíamos acordado. Era una especie de aventura, un juego que nadie debía saber y se hacía difícil cuando tocaba clases, nos provocábamos en silencio, yo lo distraía constantemente y él lograba sonrojarme al mismo tiempo. Nuestras miradas hablaban, deseábamos todo sin decencia alguna, sin escrúpulos, no nos interesaba nada más. Llegó el día en el que salimos a solas, una mezcla de impaciencia, nervios y ansiedad se apoderaban de mi completamente aquella mañana, empeoró cuando lo vi en el umbral, mis piernas y mis manos temblaban mientras poco a poco me acercaba a él, sus ojos profundos nunca se separaron de mí, su mirada me decía que le gustaba, que estaba ansioso, que quería besarme ahí mismo, yo correspondía sonrojándome y huyendo de su mirada, al mismo tiempo que lo que sentía y trataba de ocultar de él y de mi misma iba creciendo, con cada palabra, risa, mirada, piropo, abrazo. Fuimos al café y ahí me conoció, vulnerable y pequeña. Fue la primera vez que me desnudó completamente, desnudó mis miedos, mis odios, mi amor, todo con el cuidado y amabilidad que dije que le caracterizaba. Sus ojos verdes, me miraban como si estuviese viendo lo más hermoso que había visto, no era normal, me abrazó con fuerza, con cariño muy sincero y me miraba deseando algo más, algo que yo también deseaba con anhelo.


Caminamos a otro sitio, un sitio donde se regalan besos inocentes, se conocen las lenguas y se tantea el cuerpo con pudor y temor a ser vistos. Entramos a una sala de cine, estaba vacía, era perfecto para los dos ya que conseguimos lo que buscábamos. Hablábamos mucho hasta que de repente él se posó frente a mí y se acercó lentamente, sentía que me iba a morir, el corazón se aceleró como nunca y mi labio inferior temblaba, no lo pude controlar al contacto con los suyos. Yo deseaba ese beso y me demostró que el también, fue un beso cálido, con cariño y con pasión. Un beso perfecto, sonrió al darse cuenta de lo nerviosa que estaba y aun así con la oscuridad, podía notar mi sonrojo extremo. No pudimos evitar volver a besarnos durante toda la función, de tocarnos, de sentirnos. Si había otras personas estábamos realmente ajenos a ello, nos enfocamos en uno y el otro, en los besos, en las miradas de deseo, en nuestras manos recorriendo nuestros cuerpos de manera interrumpida por la ropa y sin poder hacer algo más. Hasta la despedida costaba, todo era mágico, todo era con amor.


Seguíamos hablando de nuestro encuentro y en la forma que nos queríamos volver a ver, estaba ansiosa de volver a tener un encuentro, su contacto físico me dejo deseándolo completamente, quería conocer más de él, todas sus formas, que se desnude para mí como yo lo hice con él.


Los días pasaron y nuestra ansiedad por vernos aumentaba, nos seguíamos provocando, nos seguíamos conociendo, mis virtudes, mis debilidades, él podría saberlas de memoria, igual que yo con las suyas quise pensar. Llegó el momento de vernos, más nerviosa que nunca por lo que sabía que iba a pasar y dónde iba a pasar. Lo esperé sentada en un banco, estaba guapísimo, verlo así me recordó que yo estaba terriblemente vestida para la ocasión, pero no me importó. Ajeno a lo que pensara la gente, me saludo como se saludan las parejas, con un beso. Caminamos mucho y hablábamos, hasta llegar al sitio donde yo no me había imaginado entrar con el chico que era para mí, el ser más increíble y perfecto que había conocido. Estaba muy nerviosa, tanto que cuando llegamos a la habitación me quedé encerrada en el baño por diez minutos, el me preguntaba si yo estaba bien y yo le decía que sí, no era la primera vez que lo hacía con alguien, pero si la primera vez que estaba en la privacidad de una habitación con el chico que más me gustaba en el mundo apunto de desnudarme en cuerpo y alma para él, me sentía torpe y virginal, nerviosa. El notó eso y sus palabras para tranquilizarme eran con un cariño tal, que me hacía sonreír.


"Ambos queremos, tan solo empecemos con besarnos"


Me senté a su lado, sin quitarle la mirada de la suya hablando como siempre a través de ella, diciendo lo mucho que nos deseamos y pidiendo a gritos lo que deseamos. Le doy un beso nervioso, un beso que fue quitándome poco a poco el pudor a medida de que él me iba quitando la ropa, con paciencia, con suavidad, recorría mi cuerpo hábilmente, con cuidado, un cuerpo nervioso que iba entregándose totalmente a esas manos, a esos besos. No había rastro de lo nerviosa que estaba ni lo asustada que me sentía, sentía deseo, amor, pasión, anhelo, ansiedad y se lo demostré cuando posé mi cuerpo encima de él, entregándole mi cuerpo, entregándole placer. Al mirar sus hermosos ojos verdes intensos, me di cuenta que estaba perdida, perdida en ellos, perdida en sus manos, en su cuerpo, ya era de él así que lo que el desease hacerme, podía hacerlo porque yo también lo deseaba. Yo no solo sentí un vulgar sexo, sentí amor y el deseo de pensar que con él quería hacerlo durante mucho tiempo. Nos entregamos durante un rato, hasta que nuestros cuerpos se entregaron y sucumbieron al orgasmo. Volví a ser yo, la tímida y nerviosa chica que entró a la habitación, y él me llenaba de besos diciéndome lo hermosa que me veía así y más en ese estado. Lo único que podía hacer era sonreír y mirarlo, con el amor que sentía por el expuesto, él lo correspondía. Yo fui a la ducha y estaba tan contenta que estaba cantando y bailando, olvidando al que consideraba mi chico perfecto, que se hizo notar cuando lo vi parado en la puerta del baño observándome con una sonrisa de felicidad, se acercó a mí y nos dimos una ducha, con besos, nuestros cuerpos más mojados me volví a entregar a lo que deseaba, sentirlo. Recorrió mi cuerpo mojado con ganas, no necesitaba permiso para tocarme, yo estaba entregada a él como dije, complacerlo era complacerme a mí, hundía sus dedos mojados en mí y mi entrega y respuesta de gemidos era el "sigue" que estaba buscando, yo no tenía que decir nada para que el hiciera lo que yo quería, y el tampoco, nos conocíamos, sabíamos lo que queríamos. Mi segundo orgasmo, estaba complacida y el orgulloso de no ser solo el primero en ocasionarme un orgasmo, sino también de hacerlo dos veces, estaba satisfecho. Salimos a la habitación, estaba muriendo de frio, y el secaba mi cabello delicadamente con una toalla, me sentía cuidada, protegida, como si nada malo pudiera pasarme. Podía sentirme a salvo a su lado. Me puso su suéter, me acostó en aquella cama y el junto a mí, hablábamos de que no esperábamos que sucediera todo aquello y que valió completamente la pena haber aceptado salir conmigo y todo lo que vino después. Acostados nos vimos a los ojos y como empezaba el fuego entre nosotros, el recorriendo mi cuerpo y yo besándolo apasionadamente, nos volvimos a quemar una última vez aquella tarde.


Pasaron los días, no podía sacarme de la cabeza la única vez que me entregué de esa forma a que seguía considerando al chico más increíble y ahora perfecto que conocía. No había día en el que no quisiera hablar con él, sorpresivamente de vez en cuando me sorprendía con una llamada solo para decirme lo mucho que me quería y para recordarme lo hermosa que seguía siendo para él, yo solo podía sonreír y corresponder con la timidez de costumbre. Siempre me tomaba de sorpresa y es una de las cosas que me iba enamorando de el sin querer y sin que yo me diera cuenta.


Ocasionalmente nos veíamos en las clases que impartía, cuando podía, llegaba temprano para poder estar un rato sola con él, me sorprendía con un beso y yo, como siempre, sonrojándome. Ocultábamos que salíamos pero se fueron dando cuenta, por el poco disimulo que él tenía al mirarme, cuando me "guiñaba" el ojo o cuando me sonreía, y yo pues ante todo eso, siendo yo y sonriendo. Cualquiera con cinco sentidos se hubiera dado cuenta, pero aun así no dijeron nada, una broma de pasillo y ahí quedó, no se mencionó que salíamos, ni que nos deseábamos ni nada de la magia tras toda la clase, tras toda la gente.


Volvimos a salir, esta vez sí estaba decente, y esperaba en un banco a que pasara a buscarme, tenía el auto en ese momento. Yo tenía una herida en el tobillo que había limpiado y vendado, a los golpes, claramente al verme se dio cuenta de eso, siempre me detallaba, supongo que le encantaba hacerlo. Le explique lo que sucedió y ahí pensé que había terminado el asunto, conversábamos normal, estaba nerviosa como todas las veces que salíamos, el alimentando eso con sus piropos. En cada semáforo en rojo, había un beso, actuábamos como si fuésemos una pareja. Fuimos a un centro comercial, queríamos caminar hablar lo que sea que nos permitiese estar juntos un par de horas. Entramos en aquel estacionamiento, me burlaba un poco de él ya que no sabe estacionar con excelencia. Al estacionar, se encendió la chispa, era una situación extraña, pero no importaba, todo estaba a nuestro favor, el calor, las ganas las miradas que siempre hablaban. Nos besamos con ganas, demostrando lo mucho que nos extrañábamos, sus manos siempre recorriéndome solo que esta vez con el desespero y la necesidad, ardíamos el uno por el otro, el me pasó a su asiento, estaba sentada encima de él, me encantaba estar así, nos sentíamos más juntos, sentíamos el calor incrementarse. Tenía una falda, eso le hacía el trabajo fácil a sus manos desesperadas por recorrer mi cuerpo, yo estaba deseosa y algo asustada por si nos descubrían, pero eso se sentía bien, hacer algo por así decir "prohibido" con quien quieres y deseas, era lo mejor que podía pasar. Nos besábamos, estábamos casi listos, pero nos vieron y eso cortó todo, me dio pena y a él también así que decidimos bajar del auto y salir del estacionamiento, sin antes aceptar uno de sus juegos peligrosos; caminar por el centro comercial sin ropa interior. Me metió en la parte trasera del auto, me quito mi ropa interior y la tiró ahí y sí, me hizo salir a caminar por el centro comercial con falda y sin ropa interior. Era súper incomodo, él se divertía, yo solo podía morir de vergüenza y gozar muy muy dentro de mí de verle disfrutar, de verle feliz, eso me bastaba.


No era un centro comercial muy habitado los domingos, pocas personas tomando café, otras al cine, algunas viendo tiendas, y nosotros encontrando un momento atrás de una tienda cerrada para comernos con la mirada y besarnos con todas las ganas que teníamos. Encontramos el lugar menos adecuado, pero soportábamos más estar sin poder quemarnos, sin unir nuestros cuerpos, sin entregarnos, así que decidimos entrar a un baño público. Estaba tan escondido que nadie entraba a él, así que decidimos hacerlo ahí, yo estaba nerviosa por si alguien nos pillaba, me sentía como si hacía algo malo, me gustaba mucho si era a su lado, con mucho cuidado de no hacer nada de ruido, me entregué a él completamente como siempre lo hacía, su mano subía por mis piernas y yo me estremecía, no evitaba la humedad que sus manos al recorrerme ocasionaba, no quería evitarlo, quería que me hiciera lo que me hizo en aquella habitación. Mis gestos y mis ojos le dieron todo, pedía a gritos su calor dentro de mí y el me complacía. No era el mejor lugar, la mejor situación, realmente bastante cutre la circunstancia, pero cada vez que sentía su calor dentro de mí era mágico, me hacía saber que extrañaba estar conmigo, que extrañaba poseer mi cuerpo que le fascinaba, que le gustaba hacer ese tipo de cosas y correr esos peligros al igual que a mí, era el único que podía hacer volar mi cerebro de mi cuerpo con tan solo verme, desconectarme de todo y verle solo a él, sentirlo solo a él. Luego de un rato, en un orgasmo silencioso, nos quedamos en calma un rato, sin separarnos sintiendo correr y evaporarse el calor, hasta eso se sentía bien. Nos limpiamos y salimos de ahí con cuidado de no ser visto. Fue algo bastante raro, incómodo y gracioso pero, me encantó, tuvimos que volver al auto a buscar mi ropa interior porque ya había suficiente brisa y estaba ya demasiado incomoda sin ella, me la puse y volvimos a pasear por el centro comercial. El indagaba sobre mi herida en el tobillo, yo solo le desviaba el tema. Como doctor que era su necedad por todo era insistente, quiso revisar y no solo eso hacerme un buen vendaje, me rehusé, no quería que lo hiciera, el malcriado y yo necia, al final gané yo en esa pequeña y considerablemente tierna pelea. Nos burlábamos de algunas cosas, él me explicaba cosas sobre anatomía, me encantaba saber y si el chico que estaba empezando amar me lo explicaba era aún más perfecto, recuerdo que estaba concentrada en su aprendizaje y en las preguntas que me hacía y el me veía como si fuese una pequeña niña curiosa a la cual cualquiera hubiera pensado que él también estaba empezando a sentir ese amor.


Volvían a pasar los días en los que yo no podía ver a mi chico increíble ni en las clases que daba, eran días en los que yo necesitaba sentir sus besos, sus brazos, su mirada diciéndome lo mucho que me quiere. Hablábamos constantemente, eso sí, nunca habíamos dejado de hablar, con la dificultad que su profesión nos permitía, yo siempre saque tiempo para escribirle, sacaba una oportunidad para saber de su día, de cómo estaba, cómo la pasaba, cómo se sentía, me importaba mucho que el fuese feliz, era lo primordial en esos días (aparte de estudiar claramente). Sabía que el respondería a las horas, pero entendía, amaba entenderlo, amaba tanto como él lo que hacía. Nuestra relación se volvió única, era y es lo mejor que me ha pasado, hablábamos de los recuerdos de estar juntos y las ganas que teníamos de volver a vernos, de cómo nos sentíamos al recordar aquello, de las sonrisas en el aire al pensar en eso otro, era maravilloso.


Después de un largo mes sin verlo, llegó el día en que por fin nos encontraríamos a solas en una habitación, estaba entusiasmada de verlo, no de que volvería a hacer el amor con él, de verlo en general, de que tome mi mano, de caminar, de abrazarlo, besarlo, al fin había llegado nuevamente el día. Recuerdo que el día anterior me había hecho sentir mal esa tarde, ya que él me había dicho que hacer el amor era para gente que sentía amor. Estaba confundida, dolida, ¿cómo podía decirme algo así? En ese momento no me había dado cuenta por qué me afectaba tanto, por qué me molestaba, respondí cortante y molesta hasta llegó un momento en que deje de responder. Me llamó de madrugada, medio ebrio y yo aún estaba molesta pero con un toque de felicidad dentro de mí ya que adoraba recibir sus llamadas. Estaba medio ebrio, me expreso lo mucho que me extrañaba y las ansias que tenía de verme el día siguiente e increíblemente mencionó las ganas que tenía de "hacerme el amor", no tenía ni idea de lo que estaba pasando, estaba confundiéndome pero yo sentía que el corazón se aceleraba y la sonrisa afloraba en mis labios, sin embargo seguía contestando odiosamente porque se lo merecía, actuó como un imbécil y llegaría medio ebrio a lo que yo consideraba la maravillosa cita.


Ese día seguía molesta pero feliz de verle nuevamente, la ansiedad se apoderaba de mi cuerpo más sin embargo la molestia se apoderaba de mi impulsividad de decir las cosas y honestamente debió ser algo muy ridículo ver mi cuerpo contradiciendo mis palabras. Cuando lo vi, sonreí inmediatamente, corrí a abrazar a mi chico increíble medio ebrio. Mientras caminábamos hacia el sitio, me contaba cómo fue su noche, cómo fue su día, hipnotizada me tenía con lo que decía. Inconscientemente de vez en cuando dejaba comentarios cortantes por ahí y él me estaba algo así como agridulce, me disculpaba, no era intencional y así le regalaba mi sonrisa de sincera felicidad de volverle a ver y tenerle a mi lado.


Llegamos a la habitación, era mil veces más hermosa que la anterior, me encantaba muchísimo. Colocamos nuestras cosas en la mesa y sillas, él se sienta en la cama, yo de pie frente a él lo miro molesta por lo sucedido el día anterior, nos comunicamos nuevamente y como siempre con la mirada, yo podía perdonarle todo cuando me miraba de esa manera, sonreí y me acerqué a él, en silencio ya que no teníamos qué hablar para saber lo que queríamos. El sube sus manos por mis piernas y hace que me siente encima de el para besarlo, no me resisto y lo hago sumisa, beso sus labios que extrañaba, sabor a alcohol y anhelo combinado con deseo, se lo hago saber y me coloca suavemente en la cama, desnudándome mientras en voz baja me dice que lo siente de verdad, yo solo puedo observarlo, no puedo no perdonarlo, no me nace no hacerlo, no me resisto y menos cuando sus labios recorren mis piernas y lentamente suben. Sus manos entretenidas en un lugar más arriba mientras él se hundía entre mis piernas, ¿Cómo resistirme cuando el hombre que empezaba a amar con intensidad sabía cómo hacer que le disculpara? Mi mente se nublaba, lo deseaba, tanto dentro de mí como en mí vida. Subió sus besos por mi abdomen, pechos, cuello, hasta besar mi boca mientras con sus manos suavemente levantaba mis piernas para poder estar dentro de mí. Cuando entra la primera vez me arqueo, luego vienen las demás veces y lo abrazo con fuerza, extrañaba a mi chico increíble, extrañaba sentirlo así y tenerlo conmigo. Tras diversas posiciones experimentadas, todas con la misma pasión hicieron que sintiera lo que era hacer el amor realmente, estaba perdida, estaba enferma de aquel chico increíble; sucumbimos en el orgasmo, ambos al mismo tiempo. Entré a la ducha, puse música porque adoro ducharme con música, el entró también, y nos observamos en silencio con ganas de continuar ardiendo juntos, empezó a lavar mi cuerpo, pasando sus manos por todos lados con suma delicadeza, lavó mi cabello al igual que yo lavé el de él, yo empezaba a humedecer nuevamente y su erección no se hizo esperar, solo sé que le di la espalda y ahí empezó todo, mi mente nuevamente se nubló, mi cerebro voló nuevamente de mi cuerpo, decía cosas que no recuerdo pero a él le emocionaban más, entregada completamente, si antes no lo estaba en ese momento si, definitivamente no quería a nadie luego de él, no quería nada más, solo a él.


Luego de la cálida ducha, nos acostamos en la cama, era una habitación increíble, la cama espectacular y la compañía ni se diga, fue la tarde más perfecta que pude experimentar, se acostó a mi lado y lo abracé, encajábamos perfectamente, le hablé de mis planes, de lo que iba a hacer y él estaba contento por eso, me apoyaba y me sentía bien al sentir que alguien por primera vez lo hacía en ese entonces, el cansancio nos venció, dormimos juntos y abrazados, con una sonrisa en el rostro.


El trayecto a casa fue inusual. Normalmente tomamos caminos separados con dificultad a la despedida, pero esta vez no fue de esa forma. Tomamos el mismo tren, íbamos hablando, el burlándose de mi poca habilidad de "guiñar" el ojo y yo "disgustándome". Nos regalábamos besos, miradas expresando lo mucho que nos queríamos, un viaje en tren tan increíble como él. A pesar de tomar tren juntos, los destinos eran diferentes a nuestras casas, él tomaba una ruta diferente a la mía y tocó el momento más difícil para mí; despedirme de ese chico que consideraba lo más increíble que me hubiera pasado en mucho tiempo. Se notaba en ese momento que la despedida era difícil para ambos, me miraba con sus ojos de no querer separarse de mí y yo, por mi impulsividad se lo decía, le decía lo mucho que me había gustado verlo, pasar el rato con él, lo mucho que le quería. Sus ojos lo decían todo, podía comprar el mundo con una mirada así, al menos mi mundo. Me beso durante un rato, había desaparecido la gente del metro, el mal humor, la gente que te tropieza, todo había desaparecido para mí, estaba sintiendo el amor más increíble que me haya podido pasar y no ni me enteraba de eso.


Todo iba perfecto, las conversaciones, las llamadas, el cariño que nos teníamos era algo increíble, un cuento podría decirse. Yo era muy muy feliz y el a mi parecer también lo era, yo ya lo conocía como el a mí y eso me encantaba. Las canciones tenían sentido, casi podía sentir que todas hablaban de lo que sentía, de cómo me sentía y de él en general. Podía durar cantando todo el día y estaba contenta porque el cantar tenía un significado y propósito, tenía todas las letras de su nombre, todo lo que él podría representar, yo lo sentía en todos los aspectos a pesar de su lejanía momentánea, no tenía pudor, pena ni miedo ya porque lo había hecho todo a su lado.


Las semanas y el primer mes pasó sin vernos y junto a esos días empezaron las bajas en la relación que manteníamos, me escribía menos, no me llamaba, respondía desanimado. Me dolía y preocupaba que estuviera así y definitivamente tenía que hacer algo para ayudar al chico del cual estaba enamorada sin saberlo. Lo invitaba a salir, a comer, a todos lados y el declinaba, decía que estaba tan ocupado que no tenía ni tiempo para dormir y aunque me dolía le comprendía, daba clases, tenía guardias en un hospital, estaba en un proyecto y un montón de cosas. Mi optimismo me mantenía en alto, era feliz y quería que también lo fuera, no perdí el hilo, seguía siendo igual de amorosa y cariñosa y se notaba que quería aceptarlo más sin embargo, se alejaba. No comprendía nada, ya no nos veíamos ni en clases ni hablábamos con regularidad, desistí de escribirle y el tampoco mostraba interés en hacerlo, me dolía pero no iba a ser yo esta vez quien diera su brazo a torcer.


Tras varios inconvenientes familiares, personales sumando la situación que enfrentaba el país en ese momento, me volví a derrumbar, volví a tener una depresión terrible y una ansiedad que no deja dormir; le escribí al chico que podía hacer que cualquier situación que enfrentase se esfumara con tan solo decirme "Mi amor" "Mi bella". Decidí dejar mi orgullo para ser la primera en escribirle y no me arrepiento, se sentía bien aunque no era el cariño de hace unos meses. Le comenté que me sentía mal explicando mi situación y me hizo sentir mejor apoyándome. Hablábamos normal hasta que me dijo lo más doloroso que me hubiese podido decir;


"estoy saliendo con alguien más"


Mi corazón se derrumbó, todo se desmoronaba, yo no comprendía por qué y qué había hecho yo mal para que él empezara a salir con otra, fue el detonante de mi crisis de depresión y ansiedad. Las palabras resonaban en mi cabeza, fue un balde de agua fría, fue un golpe en toda la cara. No sabía cómo sentirme, ni cómo reaccionar, el sólo se disculpaba. Las lágrimas fueron incontrolables, mi cuerpo empezaba a temblar, tenía la peor sensación en el pecho que había experimentado, el malestar de sus palabras y del millón de cosas que me habían pasado recorría cada parte de mi cuerpo y mi mente se quedó en blanco.


Después de leer sus disculpas y sus razones que dolían, la manera de reaccionar de mi parte no fue la mejor; enojo. Le insulté, le dije que cómo se atrevía a hacerme eso, le dije todo lo que me podía salir, no pensaba en nada, las palabras salían solas como las lágrimas de mis ojos. Me sentía estúpida e insuficiente. No dormí aquella noche, no podía parar de llorar ni de sentir el malestar que hacía mi cuerpo estremecer, era terrible. Sentí su ausencia inmediata, me cuestionaba todo lo que había pasado, me sentía como si hubiera sido un juego y aunque lo que le dije fue impulso de mi enojo y fue algo bastante ridículo, no dejaba de sentirme así.


Mi malestar me llevó a cometer locuras de la cuales me avergüenzo y que me llevaron al hospital, no me sentía yo en esos momentos. El me preguntaba cómo me sentía y yo le explicaba sin detenerme a pensar si era lo correcto decirle todo lo que había hecho. Se sintió fatal, no le explicaba que no era su culpa las estupideces que hacían llevarme a realizar cosas que atentaran contra mi salud y se sentía culpable con razón y yo no le explicaba nada, no pensaba, me sentía destrozada.


A medida de que pasaba el tiempo y yo recobraba mi estabilidad mental, pensaba en la estupidez que había hecho de hacerle sentir así pero estaba avergonzada, decidí no hablarle más, de no escribirle aunque por dentro me moría de ganas por hacerlo y de saber de él. Me sentía patética y con el corazón roto. Leí una frase una vez;


"Te quise tanto, que cuando me rompiste el corazón te saque de el para que no te lastimaras"

Mario Benedetti


Y así fue, por más doloroso que fuera, yo saqué a ese chico de mi corazón para evitar seguir lastimándolo y evitar lastimarme a mí. Era una cuestión difícil ya que le quería de verdad, tanto que hasta las canciones tristes tenían un sentido y su recuerdo en las letras. Preferí seguir ignorando lo que sentía, comportándome como si todo lo que había pasado con él no existió jamás y eso, me iba calmando poco a poco y llegó un momento en que había creído que de verdad, nada pasó. Sentía que estaba olvidando aquel chico increíble que me daba clases y que hacía quedarme en blanco con tan sólo mirarme, eso causó mi bienestar durante un tiempo, al menos hasta el día de mi cumpleaños.


El cumpleaños más peculiar que había tenido, embriagada no solo por el tequila, el vodka y que se yo que otras cosas, estaba mareada por las visitas inesperadas, los regalos sorpresas y amigos preguntando cosas extrañas e incomodas. Estaba ebria, por segunda vez en mi vida me parece, pero lo estaba. Esa noche le había escrito al chico que supuestamente había "superado" que "había sacado de mi corazón". Tan tonta e influenciada por el alcohol, le escribí al menos para tener un último encuentro que sería como una especie de despedida. Me preguntaran; ¿Qué clase de cosas estaba pensando? No tengo ni idea. Pero de las muchas visitas que tenía, me hubiese gustado que la persona menos esperaba fuera reemplazado por la visita del chico que quería imperdiblemente.


Al siguiente día, habiendo pasado a estar sobria nuevamente, leí la respuesta del chico dando aprobación a la petición que le hice la noche anterior. Para que no quedar como la que dice estupideces ebria y no se diera cuenta de ello, seguí con ello hasta el final sin hacer notar lo embarazoso que resultaba para mí hacer esa propuesta, aunque al mismo tiempo era algo que me hubiera gustado así que no podía quejarme.


La propuesta estaba siendo olvidada con el pasar de los días y a medida de que yo intentaba volver a entregar mi corazón a alguien. Sentía que el chico increíble al fin estaba desapareciendo completamente de mi mente y corazón, que por fin se despegaba de mi cuerpo los recuerdos del suyo. Al menos no pensaba en él, eso era suficiente, le abría paso a esta no tan nueva persona. Pasé una semana muy bonita junto a él hasta el momento de su partida. Supongo que podría decirse que éramos pareja, era divertido a pesar de su partida, a pesar de estar lejos aun así nos queríamos y él demostraba querer estar conmigo y eso era importante para mí.


Unos meses cálidos con la persona que era mi pareja, no me quejo de nada. Ya no pensaba en ese chico que grabó su nombre en mi piel, parecía ser que el tampoco ya que no mostraba su interés en escribirme. Así las cosas estaban bien hasta que un día o mejor dicho, una noche, para confundirme. Aseguraba lo mucho que quería estar conmigo otra vez, que lo que él sentía al tener relaciones conmigo no lo había vuelto a sentir, mi corazón palpitaba pero esta vez estaba muy confundida, no entendí nunca sus juegos respecto a extrañarme así y que días después fuera un moralista diciendo que no es capaz de lastimar a la persona con la que salía. Me molestaba muchísimo eso, no sabía que quería de mí y me estaba volviendo loca. Nunca le dije nada a mi pareja porque no era necesario y lo que quería pensar yo es que nada con él había sucedido.


Dejamos de hablar un tiempo, otra vez, aunque esta vez no me sentía tan afectada como veces anteriores, estaba siendo feliz con la persona que quería y eso estaba bien. Cosas peculiares empiezan a suceder con mi pareja, con la inocencia y sin querer buscar nada en específico descubro algo de él que no le caracterizaba o al menos eso me hizo saber y pensar. Supuestamente odiaba a las personas que actuaban como él lo hacía, estaba descolocada, impresionada, decepcionada y montón de sentimientos indescriptibles. Buscando una explicación a esa personalidad y actitud de perro que no conocía, obtenía por respuesta que era a causa de un despecho que no sabía canalizar. ¡Qué disparate, amigo! Qué me estás diciendo, no tiene nada de sentido. Quería insultarlo, pero no. Se disculpó conmigo y yo acepté sus disculpas, me caracterizo por perdonar a las personas y que eso lo vean como algo estúpido es normal, pero para mí no lo es. Ya me sentía neutral, mi pareja, aquel chico, cualquiera que intentara coquetearme, recibía una patada verbal, estaba cansada, harta, ya no quería nada.


Sin embargo con mi pareja intentaba que las cosas fuesen mejorando, quería que fuera de esa manera y no sabía por qué, sólo quería arreglar las cosas, hasta con él mismo chico con el cual mantenía una relación en secreto hace mucho tiempo. Le escribí exactamente que quería arreglar las cosas con él ya que no veía justo que después de todo ni una amistad quede y el aceptó. Habíamos quedado en vernos en la universidad donde estudiábamos ambos ya que yo tenía clases ese día y él pues tenía que hacer papeleo para graduarse.


Llegó el día y aunque no podía creerlo aún tenía el poder de ponerme nerviosa antes de vernos, me sentía frustrada por eso. Lo esperé de pie en el umbral de una facultad su llegada al verle, no quería demostrar mi emoción ni absolutamente nada, quería demostrar que no estaba sintiendo lo mismo que hace unos meses atrás. Me derretía, me quemaba sin piedad sus ojos verdes acercándose a mí, viéndome de la manera que jamás podría describir en mi vida, esa mirada era única. Me abrazó como se abraza a alguien que quieres y que extrañabas con todo el corazón, yo le correspondí igual hasta que volví a pensar en que debería seguir neutral. Caminamos hablando de su estrés por su próxima graduación y yo hablándole de banalidades y cosas que le sacaban al menos una sonrisa.


Llegamos a un sitio donde pudimos sentarnos y hablar más, me preguntó sobre qué tenía que hablar con él y me miró de esa forma que hacía volar mi cerebro, no supe qué contestar. Estaba extremadamente cómoda compartiendo así en ese momento que no quise decir algo que lo arruinase, así que le dije que quería hablar solamente y lo aceptó. Comimos, reíamos, nos molestábamos, era genial. Como en ese momento él tenía que ir al hospital donde trabajaba, ofreció llevarme en el auto que le habían prestado otra vez y acepté.


Exactamente, el mismo carro donde habíamos estado meses atrás haciendo varias cosas pervertidas. No pasaba nada, no iba a permitirme ceder ante los recuerdos y al sentimiento que tenía por él. Una vez dentro del auto, el calor era infernal ya que era medio día y el auto estaba bajo el sol. No parábamos de hablar hasta que encendió el auto y automáticamente el radio también, casualmente estaba sonando "Shape of you" de Ed Sheeran, la canción menos apropiada para estar con él, solos en el auto con el calor infernal. Nos vemos con complicidad y yo sonrío, ahí empezó a desmoronarse mi faceta ruda y el riendo igual decide apagar el radio. Excelente decisión. A partir de ahí empezó a derretirme de manera discreta, sabía el efecto que tenía en mi diciendo cosas como que era la primera y la última con la cual había hecho cosas en el auto, que fue lo increíble que había sido el sexo, que le encantaba hacerme sonrojar y un montón de cosas que no sabía cómo responder. Volví al inicio, huyendo de su mirada, sonrojándome y riendo nerviosamente, una pesadilla que me gustaba en lo más profundo. Paseamos casi todo el este porque las cosas que me decía no me dejaban pensar y afectaba en la decisión de decir donde me quedaría. Me hizo varias preguntas, que yo contestaba con otras preguntas porque no sabía que responder inicialmente, aunque contestando así ya respondía a las preguntas que me hacía y eso le hacía sonreír maliciosamente. Dimos tantas vueltas que pasamos frente al último sitio donde me había entregado a él. Yo lo reconocía, y su pregunta me hizo sonreír pícaramente; ¿Lo recuerdas? Claro que lo recuerdo, lo recordaba todo. Me dejo en la estación que estaba cerca de ese lugar, ya yo no quería bajarme del auto, no quería dejarlo. Está demás decir lo que me hubiese gustado hacer. Ante todo, no se lo iba a demostrar tan fácil. Cuando tome la iniciativa de bajarme, me dijo que controló las ganas de haberme metido a ese lugar, sonriendo me despido sin darle una respuesta, ya que me hubiese subido nuevamente plantándole el beso de la vida.


La época de su indecisión me hizo recobrar nuevamente el desinterés, tenía ganas de golpearlo eternamente. Me estaba cansando de su juego de querer y no. Decidí decírselo al fin y no escribirle más. Me había cansado y tenía suficiente con discutir con mi pareja de vez en cuando. No le escribí, tampoco lo hacía, él sabía que había fallado así que no insistió. Lo del auto se había esfumado como todas las ilusiones nuevamente, no había remedio supongo.


El tiempo que pasaba sin escribirme, hacía que me enfocara en mi relación y en pensar en las cosas que estaba haciendo mal en todo el año ya que quería remediar o cambiar esas cosas en un futuro. Había llegado el momento en el que volví a la universidad, vi a unas personas graduarse y su recuerdo surgió nuevamente, todo surgió honestamente, no comprendía lo que me pasaba, surgió el amor y lo mucho que lo extrañaba. Era inútil intentar olvidarlo, olvidar a la persona de la cual me enamoré y me di cuenta hasta ese momento que de verdad, estaba enamorada de él. De todas las letras de su nombre, de su manera de hablar, de explicar, de mirar, ¡De existir!, no había remedio, y posiblemente tampoco quería encontrarlo. Es estúpido, la posibilidad de que el no sintiera lo mismo era gigantesca pero no me importaba, decidí demostrar mi cariño y dar todo sin necesidad de recibir algo a cambio. Supongo que de eso se trata amar a una persona, no lo sé y no me importa ya que ese concepto no me lo iba a cambiar nadie.


Con la ayuda de mi mejor amiga, averigüé cuándo era la graduación en cuestión, averiguamos fecha, hora y todo. Fue inútil al final de todo ya que terminó haciendo una invitación pública para todos sus alumnos dando todos los datos. Pero bueno al menos ya lo sabíamos y había que estar preparada, ella no tenía la intención de dejarme sola y se lo agradezco, no estaba preparada para ver a la persona que amaba, pero ya no había vuelta atrás, tenía la determinación por ir y eso no se me iba a pasar ni con par de golpes en toda la cara.


La fecha determinaba que eran dos días de diciembre, no pudo ser un mejor mes. La semana de la graduación había llegado y yo me planteaba si era buena idea ir y cada día que pasaba me sentía más estúpida que el día anterior. Ya no había marcha atrás, le había dicho que iría y él me dijo que me esperaría ahí, estupidez en su máximo esplendor. Llegó el primer día, ya no quería ir, pero el día estaba a favor de la determinación que tenía por ir semanas antes. La alarma de bus sonaba, el sol entraba por la ventana y me pegaba en el rostro, hacía calor, terrible. Era muy temprano, así que me maquille y vestí sin ganas. No importara cuanto tardase porque aún era temprano. Salí de casa, le escribí a mi amiga diciendo que ya iba para allá, para la universidad ya que ahí se realizaría la graduación. No sabía que sentir, mi desanimo no tenía justificación, me iba acercando al sitio y mi corazón daba mucho vuelcos. Me colee adentro, yo quería ver al chico increíble vestido de toga y birrete, pareciendo un dementor recibiendo su medalla y todos sus honores. El acto estaba iniciando y yo temblaba de emoción, llevaba tiempo sin emocionarme por alguien de esa manera. Me cuestionaba el por qué estaba ahí, yo no tendría su atención ni siquiera y eso me dio una tristeza profunda, decidí salir de la sala. Quería llorar, mis ojos estaban aguados, me sentía terriblemente mal y mi amiga lo notó, me dio apoyo. Yo no quería volver a entrar ahí, no estaba preparada para ese tipo de sentimiento. Ella me daba todo el apoyo que necesitaba, se lo agradezco. Luego de un rato afuera, llega un mensaje a mi teléfono diciendo;


"Entra, que me gradúo con honores"


Mi rostro lo dijo todo, mi corazón latió con fuerza y le dije a mi amiga "entremos" sin pensarlo dos veces ni tres ni ninguna vez. Mi amor por él lo podía todo y volví a colarme en aquella sala, nos sentamos y ahí fue donde empecé a temblar nuevamente, la emoción y el amor por ese chico me recorría el cuerpo, como la lluvia cayendo en las calles. Antes de que llamaran a los graduando, el coro cantó una canción llamada "en mi corazón" de Phil Collins. Mis lágrimas corrían por mis mejillas, estaba feliz, estaba triste, era un completo desastre, una combinación de emociones indescriptibles. Cuando la canción acabó, empezaron a llamar a los graduando para entregar las medallas, pasaron y pasaron hasta que le tocó levantarse. Intenté grabar, temblaba de emoción cuando mencionaron su nombre, y aún más cuando mencionaron que se graduó con honores. No se expresar lo orgullosa y feliz que me sentía, estaba alcanzando la meta más alta en algo que le encanta hacer y yo no podía sentirme más contenta. Indescriptible sensación. Me invadió nuevamente la tristeza, apenas lo nombraron, yo me levante y me retiré con un vacío en el corazón.


Pasé una tarde con mi mejor amiga que decidió quedarse conmigo y la pasamos muy bien, mientras en mi mente estaba pensando en la clase de cosas que me ocurrían con él; ¿por qué no podía soportarlo? ¿Por qué no soportaba un minuto más lejos? Me sentía apartada, sin importancia, sin nada más. Seguía el plan de ir al día siguiente que era la entrega de diplomas así que mi mejor amiga me sugirió que fuese algo más arreglada, más formal lo cual acepté ya que quería una foto con él. Sería la primera foto que tendríamos juntos y quería que fuera algo especial. Arreglé mi ropa y hasta los tacones que iba a utilizar, tenía que ir "diva" porque sí.


El segundo día de graduación, volví a levantarme temprano, la diferencia es que yo me sentía preparada, no quería demostrarle plenamente lo que me hacía sentir así que me mentalizaba ya desde entonces. Me asee, mi amiga despertó, nos vestimos, y cuidadosamente me maquille, tenía una apariencia mil veces mejor que el día anterior aunque sentía el vacío, el maquillaje y la ropa lo cubría bastante bien. Mi papá se ofreció a llevarnos en auto y nos compró desayuno. Mi mente estaba en un estado en el que pensaba en todo y en nada al mismo tiempo cuando llegamos, nos sentamos a desayunar y a tomar café en un sitio reaparecieron los nervios, nauseas, una sensación indescriptible me abarcaba otra vez y mi amiga no estaba dispuesta a abandonarme y eso me reconfortaba. No pudimos colarnos al acto ya que para este se requerían entradas que no tenía así que esperamos hora y media para que fueran saliendo. Me comía la ansiedad, quería hacer lo que fui a hacer ahí y luego irme corriendo. Se abrieron las puertas y me corazón latía con rapidez, habían cientos de personas, salían y salían, se amontonaban, y yo no lo encontraba por ningún sitio. Había tanta gente que se dificultaba el paso al caminar, no lo encontraba por ningún lado, dimos vueltas, pasamos por los mismos lugares y nada. No pensaba irme sin que obtener lo que quería ya que me había arreglado y toda esa tontería para pensar en irme así. Duramos alrededor de media hora o más dando vueltas, me sentía decepcionada y me estaba abandonando la esperanza de volver a verlo.


Hasta que lo vi, ajeno a mi presencia y sonriendo para un montón de gente, el tiempo se congelo para mí, me estaba arrepintiendo y me di vuelta, había entrado en pánico y mi mejor amiga me obligó a continuar. Volví a voltear al tiempo que él lo hizo, estaba paralizada así que solo lo veía hasta que me vio. Su mirada, su maldita mirada no había cambiado, aún me veía extraño, no lo podría describir ni el mejor escritor del mundo. La gente, el tiempo, el lugar había desaparecido, solo estábamos él y yo. Acercándonos lentamente con los brazos abiertos dispuestos a abrazarnos, empecé a llorar. No podía controlarlo, no sabía ni qué decir. Recuerdo que me dijo mientras me abrazaba;


"Ay bella, no llores, cálmate que voy a llorar también"


En la calidez de sus palabras y en ese abrazo sentía amor, podía sentir la posibilidad de que el sintiera lo que yo sentía, lloraba y le expresaba lo orgullosa que estaba, lo feliz que me hacía que lograse sus metas y no podía decir nada más sólo, lloraba. Me pidió mi teléfono para la foto y lo saqué con las manos temblorosas, me derrumbaba. Limpié mis lágrimas y traté de que en la foto no se reflejara que había llorado ni nada de eso, extrema felicidad era lo que quería expresar y lo logré. Luego de la foto voltee a verlo, él también lo hacía, cubrí mi rostro para evitar que me viese llorar otra vez y el me volvió a abrazar consolándome. Luego de ahí desapareció ante la multitud y yo igual. Mi amiga y yo caminamos en silencio al baño, donde volví a llorar, sentía el vacío y que el amor solo apuntaba en una sola dirección. Lo volví a ver antes de irme a casa, se acercó a mí y me plantó un enorme beso en la mejilla, me explicó lo complicado que estaba pero que nos podríamos ver uno de esos días que esté libre. Acepté y lo vi partir, vi partir a mi chico ahora oficialmente médico graduado con honores increíble del cual estaba enamorada y hasta ahora no he vuelto a ver.


No ha pasado mucho desde la última vez que lo vi, no hay día que pase no lo piense, que no lo extrañe y que no lo recuerde. Las cosas siguieron iguales, continúo con mi pareja, el quizás ya tenga a una...

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