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Memorias De Un Amor Perdido

Aquí estoy, en medio de la noche, pensando en ti otra vez. Te extraño tanto que duele.

No puedo dormir porque mi mente está ocupada recordando todas las veces que hemos estado juntos, repitiendo esos momentos una y otra vez como si fuera una película sin fin.

Estoy segura de que puedo recordar cada conversación que hemos tenido, incluso puedo recordar lo que estaba pensando mientras hablabas.

Extraño el sonido y la suavidad de tu voz, la forma en que tus ojos se enfocaban en mí, la sensación de tus manos en mi piel, tus labios... los extraño tanto que a veces cierro los ojos y muerdo los míos, imaginando que son los tuyos.

¿Cómo se supone que voy a vivir sin ti?

Estuvimos juntos hace unos días, pero se siente como si hubiera sido hace años, y es que cada día sin verte es una tortura prolongada.

Me gustaría saber si recuerdas la última vez que estuvimos juntos. Yo sí que lo recuerdo.

En realidad, recuerdo cada una de ellas, pero la última fue muy especial y al ser reciente, la recuerdo todo con vívida claridad.

Había estado esperando alrededor de treinta minutos a que llegaras.

Treinta minutos escuchando esa vocecita que constantemente me preguntaba: ¿Qué hacemos aquí? Cuestionando mí deseo de estar contigo.

Estaba dividida entre lo que quiere mi corazón y lo que me dice la razón. Y por primera vez en mi vida era mi corazón quien me advertía, quien insistía en que esto era una mala idea.

Levante la vista del libro que tenía a mano y te vi caminando hacia mí, no pude evitar la sonrisa que apareció en mi cara.

—Vámonos —dijiste. Tu voz sonó ruda, lo cual me sorprendió, no solías hablarme así. Me pregunté si algo iba mal.

De todos modos, recogí mis cosas, poniéndolas en mi bolsa y te seguí. Salimos de la cafetería hacia el estacionamiento, abrí la puerta del auto y me senté en el asiento del pasajero, tratando de no hacer contacto visual contigo, estaba muy nerviosa.

Después de que dejaste tu mochila en el asiento trasero, tomaste mi cara entre tus manos, besándome ansiosamente, con desesperación.

Como siempre, la sensación de tus labios envió electricidad a través de mi cuerpo; olvidando mis nervios puse mis manos a cada lado de tu cara y te besé con el mismo deseo.

—Oye nena, tengo algo para ti —dijiste después de depositar un beso en mi frente. Me encanta cuando tienes detalles tan lindos para mí.

Soy la mujer más feliz del maldito mundo, pensé.

—¿Qué es? —pregunté mientras buscabas mi regalo en el asiento trasero.

—Llegué tarde porque lo estaba buscando en la oficina de currier* —dijiste extendiéndome un libro. El titulo no me era conocido, pero igualmente me emocioné. Conozco tus gustos en literarios, así que estaba segura me encantaría la historia.

Sentí que mi corazón se detenía.

-—¡Oh por Dios! ¡Mi amor, gracias! —dije llena de felicidad, examinando las tapas y el lomo del libro. Lo abrí y noté que faltaba algo—. ¿Dónde está la dedicatoria? —dije sin poder evitar sonreír, esa pregunta prácticamente se había convertido en una tradición entre nosotros.

—La escribiré más tarde, cariño, no te preocupes.

...

Después de 10 minutos conduciendo, compartiendo besos, riendo y cantando juntos, llegamos al motel.

Salimos del coche, caminando hacia la habitación. Y una vez que estuvimos dentro te paraste detrás de mí, poniendo tus manos alrededor de mi cintura, acercándome hasta estar pegada a ti, besándome el cuello, haciéndome temblar y gemir.

Me encanta la sensación de tus labios en mi cuello.

Me di la vuelta para estar cara a cara contigo, te miré a los ojos y fue como si el tiempo se hubiera detenido.

Te besé... me devolviste el beso... y no paramos hasta unas horas más tarde.

...

Luego de dos horas sin hablar, solo escuchando el sonido de nuestra respiración y gemidos, besándonos, disfrutando del placer de tener nuestros cuerpos tan cerca que parecían ser uno, entonces y solo entonces nos detuvimos para tomar un descanso y respirar.

—¿Quieres leer el primer capítulo conmigo, amor? —dijiste mostrándome el libro. Sonreí, asintiendo con la cabeza en acuerdo.

¿Podría una persona ser más feliz que yo ahora?

Empezaste a leer y al final de cada párrafo le seguía un beso. Para cuándo terminaste ese primer capítulo, yo estaba más interesada en besarte y tocarte que en el libro, así que lo dejé de lado.

—Cariño, es tu turno de leer, no hagas trampa —te quejaste mientras te besaba.

—Puedo leer en casa —contesté entre un beso y otro—, lo que no puedo hacer es esto. No puedo tenerte conmigo en casa, así que usaré mi tiempo aquí para hacer lo que no puedo hacer allá.

Un segundo después estaba encima de ti, moviendo mi cuerpo, sintiendo cómo nuestro placer era construido.

...

—Hora de irse, es tarde —dijiste, explotando nuestra burbuja. Solté un quejido de pesar, no queriendo salir de la habitación, deseando con todo mi ser poder detener el tiempo y hacer que ese instante durase unas horas más.

Ya vámonos, volvió a decir mi corazón, lo ignoré.

Habías empezado a ponerte la ropa, así que hice lo mismo.

Después de habernos vestido recogimos nuestras cosas, estábamos listos para irnos.

Y entonces sucedió. Fue como mirar la rápida caída de un castillo de cartas.

Tomaste tu teléfono.

—Mmmm, que raro —dijiste con la vista enfocada en la pantalla.

—¿Qué sucede? —pregunté curiosa.

—No me ha llamado.

Y así te perdí otra vez, como cada vez que hemos estado juntos anteriormente.

Pero supongo que esto no es completamente cierto, no puedo perder lo que nunca ha sido mío...

Y tú... tú no eres mío...

Nunca lo has sido y nunca lo serás.

...

Te dije que era una mala idea, ¿por qué no me has hecho caso?, vuelve mi corazón al ataque, desde hace días que no me da tregua, se niega a sufrir.

O más bien creo que se niega a aceptar la realidad: Ya estamos sufriendo.

Y es gracioso, estoy sufriendo porque le hice caso a mi cabeza y no a mi corazón, esta vez mi corazón fue sensato, vio el peligro y me advirtió, pero para mi cabeza fuiste algo irresistible.

Las cosas que provocas en mi nada tienen que ver con la atracción física, o al menos eso está en segundo plano; no es a mis hormonas a quienes alborotas, es a mis neuronas.

De una u otra forma hiciste tu camino hasta mi mente, te alojaste allí y no hay forma de sacarte.

Y estoy perdida porque después de todo es la mente quien domina al cuerpo.

Con cada conversación fuiste echando raíces dentro de mi mente y esas raíces fueron haciendo su camino cada vez más profundo. 

Tras un largo suspiro trato de apartar de mi mente ese y todos nuestros recuerdos. Llevo días tratando de hacerme entender que lo nuestro llegó a su inevitable final.

Debo hacerme a la idea de que lo que siento por ti es un amor perdido y todo lo que me queda son solo memorias.

Es necesario que escuche a mi corazón y me aleje de ti.

Esta historia fue creada para participar en el #Valentinescontest2019

Currier*: El servicio de courier es ofrecido por muchas empresas, el cual consiste en realizar el envío de un paquete o documento en un tiempo determinado a través de una empresa especializada en este servicio. En mi país (República Dominicana) lo utilizamos para cuando se hacen compras por internet (Amazon, eBay, Wish, etc) ya que muchas de esas páginas no tienen servicio de shipping hasta aquí. Podría decirse que es un servicio postal privado.

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