¡Y llegó diciembre...!
2/12/2020
Llegué contenta y le dije:
- ¡Hola mi amor! ¿Cómo estás?
- ¡Holaaa! Acá estoy, tironeando - me dice con una linda sonrisa.
Me quito el tapabocas y le doy unos cuantos besos y ella también me responde de la misma manera. Me mira sonriente. Me acerco más y le pregunto:
- ¿Quién soy?
- No me acuerdo.
- Soy alguien que te quiere mucho. ¡Pensá!
- ¿La hija?
- ¡Sí! ¡Tu hija! ¿Cómo me llamo?
La ayudo: A... dri... Adri... Sonríe con ganas y dice:
- ¡Adriana! ¿Cómo estás mi amor? ¿De dónde venís?
- Vengo de tu casa, mami.
Me mira atenta mientras me coloco la sobretúnica.
- ¿Te ponés eso calentito? - me dice.
- Y sí, mami. Tengo que hacerlo aunque me dé calor.
- Hoy me bañaron.
- ¡Qué bueno! ¡Quedaste fresquita!
- ¡Dejate de joder! ¡Se creen dueños de mi cuerpo! Yo me baño solita y no los preciso a ellos. Y es casa fría esta... ¿Y José dónde está? Me tiene que venir a buscar.
- José está arreglando la camioneta. Yo estuve con él. Te mandó muchos besos.
- Yo quiero saber si está acompañado o si está solito.
- José está bien. Anoche cenamos juntos y hoy se fue temprano al mecánico.
- Y en estos días tengo que cobrar, me tiene que llevar.
En eso entra la doctora y le preguntó si había comido. Con total desfachatez le dijo que sí. Pero yo le dije la verdad: ¡no comió nada!
Al irse la doctora me dijo mamá:
- ¡Que se lo coma ella!
¡Está tan igual a abuela! Recuerdo cuando mamá le llevaba algo de lo que le cocinaba para papá, y abuela le decía: "¡Ah, qué rico! ¡Muchas gracias!" Pero cuando Martha le llevaba para comer eso, abuela corría el plato y le decía: "¡Que esa chambota se la coma ella!" Más tarde mamá volvía y le preguntaba si le habían gustado los morrones rellenos o lo que fuera que le hubiera llevado (por supuesto que ya sabía que no), y abuela le contestaba: "¡Ah sí! ¡Estaban exquisitos, exquisitos!
Aunque traté de convencerla de comer o tomar la sopa o el licuado de frutas, se "embuchó" y no me habló más. Se puso a jugar con el catéter nasal y se lo puso en la boca.
- No mami, esto va en la nariz.
- ¡Mirá si va a ir en la nariz! Va acá, así... (y lo chupetea con ganas).
Yo la dejo pues supongo que algo del oxígeno entrará. Luego de un rato lo sacó de la boca y la ayudé a colocarlo bien.
Vino la nutricionista y le dijo que había comido muy bien. ¡Miente convencida de decir la verdad!
- ¡Y José tiene que venir! ¡Lo quiero ver por acá!
- ¿Y para qué querés que venga?
- Porque sí. Hoy vino, estuvo un ratito y se fue a la mierda, sin despedirse. ¡Eso no puede hacerlo!
- Pero mamá, ahora no puede entrar. No lo dejan. Solo puedo estar yo. ¿Querés que me vaya?
- No, no. Vos te quedás y le decís a ese pelotudo que venga. ¡Aaah! ¡Y ya estamos por cobrar!
¡No puedo creer que tenga tan claro que ya es fecha de cobrar la jubilación! ¡Creo que está más clarita que yo!
- ¡Ay! ¡Me duele la espalda!
- Gordi, ¿te pongo de costadito?
- No, no. Yo puedo sola.
- ¿A sí? Bueno, ponete. Dale.
- Pero ahora no puedo porque me duele la cola, ahí, donde antes había una raya ( ¡pobreee! Se ve que le duele tanto que siente que hasta se le borró la raya).
La puse de costadito y se durmió escuchando música. Ahora me voy y hasta el viernes no la veo.
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