Siempre que tenemos oportunidad, nos juntamos. Sabemos que la pasamos más que bien. Hasta el año pasado (2019), el puzzle estaba armado. Al mediodía del 24, Papá Noel llegaba hasta nuestra casa y dejaba los regalitos sin olvidarse jamás de ese horario inusual. Por la noche, justo a medianoche, llegaba a lo de Ita, donde también estaba mamá, ya que hemos sido  bendecidos con familias que se agrandan y se expanden con cada unión matrimonial o sentimental (esas que no llevan papeles, sino simplemente amor). Pasada la una de la mañana, volvíamos a nuestra casa paterna, y seguíamos de fiesta hasta las cuatro, o más. Nuestra eterna compañera siempre fue la alegría de estar juntos. Juegos, cantos, disfraces, cuentos, visita a los vecinos, risas y más risas, comida, beberaje, pocas horas de sueño y vuelta a empezar el 25. La mesa llena y la llegada de aquellos que en la Nochebuena se habían reunido en otro lado. Los más jóvenes se iban de baile, a veces a pocas cuadras de nuestra reunión, a veces a 100 km. Más de una vez salimos de madrugada a llevar a nuestros hijos a los bailes navideños (cuando no tenían aún libreta de conducir), los esperábamos y cerca del mediodía nos volvíamos a Florida a seguir de parranda. ¡Jamás nos sentimos cansados!
    Esta Navidad fue un poco diferente...
En nuestra familia muchos son ateos, otros creemos en Dios, algunos van a misa, otros vamos a la iglesia cuando está vacía, algunos se confiesan, muchos consideramos que los sacerdotes,  monjas, obispos, cardenales, papa  (el clero en general), no están más cerca de Dios que el común de los seres humanos, por lo que la Navidad para nosotros es un día más de disfrutarnos en familia. Por ese motivo, este año también lo hicimos. No hubo tantas reuniones, es cierto, no fuimos de acá para allá, no hubo bailes, tampoco cantamos ni fuimos muchos. Pero aún así, nos sentimos a gusto. Las video llamadas nos acercaron a nuestros seres queridos que, por distintos motivos, no pudieron venir a nuestra casa paterna, aunque el motivo principal fue el evitar ser más de diez personas.
    Jugamos al "Mafia", al "Uno", al "Pictionary", al "Tiro al banco", nos reímos de los mismos cuentos y anécdotas familiares, disfrutamos de los niños así como de la forma en que el Tuca entretuvo a los más chiquitos mientras Papá Noel arreglaba los regalos junto al arbolito que armaron los bisnietos de mamá, hace apenas dos días. Nos reunimos como siempre y acompañamos a nuestra gordita, nuestra "matriarca" querida, que solo durmió. Hace tres días que solo duerme pero en los escasísimos segundos que apenas despertó, sintió los besos nuestros y confirmó, una vez más, que pase lo que pase, la hermosa familia que papá y ella formaron, seguirá unida de la misma manera de siempre.
    Nos reunimos como siempre, sí, pero se extrañaron tus picardías, aunque las hicimos presentes con algunas de las anécdotas que siempre están sobre el tapete.
    Una Navidad diferente, sí. Con esa mezcla de alegría y de paz, aunque la tristeza también nos cayó de visita.