Momento a momento...
2/11/2020
A las cinco de la tarde, como todos los días, algo hizo "click".
Comenzamos esa "batalla" que enfrentamos día a día, y aún así, creyéndonos muy experientes, se nos hace difícil ganar. El "campo de batalla" es el mismo pero los "soldados" a enfrentar, son más numerosos cada vez.
Ya son las 5:58 del día siguiente y es como si recién empezáramos.
Mientras somos del bando de los "aliados", todo marcha bastante bien, pues somos confiables y superpoderosos. Somos capaces de enfrentar a quienes osan acercarse a perturbar a la "matriarca", como cariñosamente le llamamos a mamá. Nuestra casa paterna siempre fue lugar de reuniones, sin necesidad de esperar una fecha especial para juntarnos. Solo hacía falta "tener ganas" (y siempre las teníamos), y entonces nos movilizábamos desde distintos rincones de nuestro paisito. Abrazos, besos, risas, mucha y variada comida (por lo que nos acostumbramos a "estar a dieta"), fotos locas, cantos, juegos. Hace casi 18 años, ante la inesperada partida de papá, mamá hizo posible, con su lindísimo, alocado, fuerte y alegre carácter, seguir con esa tradición de "juntadas familiares", y de ahí su apodo, brindado y recibido con mucho amor.
Entonces, ¿cómo no ser aliados? Nosotros lo damos por hecho. Nos sentimos como si fuéramos una rama especial de descendientes de los tres mosqueteros porque sabemos que somos "Uno para todos y todos para uno".
Aliados y enfrentándonos contra todo lo que atemoriza a quien, aún siendo la mayor de la familia, se ha convertido en "la más pequeña", la más vulnerable, la más mimosa.
En estos tiempos tan complicados que estamos viviendo, hemos sido bendecidos, pues nuestra "niñita" de 87 añitos, ha podido estar muy acompañada por todos sus"soldados", todos dispuestos a enfrentar y derribar a cuanto molino intente obstaculizar su camino.
Mientras somos aliados, todo es amor y paz. Pero de un momento a otro, nos convertimos en sus peores enemigos. ¡Somos los mismísimos demonios!
¡Y es ahí que nos hace divertir!
¡Ahora mismo está furiosa! Son apenas las siete de la mañana, después de pasar una noche en vela.
- ¡Y vos te vas y no quiero que vengas más!
¡Che, rubia, andate! ¡Andate y no vengas nunca más! ¡Levantame, te digo! ¡José! ¡José! ¡Joseeeeé!
- ¡Callate la boca! ¡Dejá que la gente descanse! ¡Parecés una gurisita retobada!
- ¡Callate vos! ¡Hija de puta! ¡Te vas a la puta que te parió!
- Fuiste vos la que me pariste - le digo muerta de risa.
- ¡Por desgracia! - dice con bronca. ¡No te cuesta nada levantarme! ¡Mala hija! Solo te pido que me pongas un calzón y un pantalón. Solo uno. ¡Y nos vamos!
¡Y no te rías! ¡Cómo has cambiado! ¡Sos bien falluta! (desde anoche Lile y yo somos unas fallutas).
Le explico una vez más lo que para ella no tiene explicación. Entonces cambia de táctica...
- ¡Che, mi amor! ¿Me ponés el pantalón?
Me escondo tras el celular para reírme. Ya sabía que emplearía mil y una maneras de convencerme.
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