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Disfrutándonos a solas...

27/10/2020 (13:20 hs.)
- ¿Y a vos te gusta mucho lo del diario? - me pregunta mamá, de pronto.
- ¿Qué diario?
- Esos cuentos que vos escribís
- Ah, ¿los concursos?
- No. Los que hacemos juntas.
- ¡Ah! ¿A vos te gusta contarme?
- Sí (se ríe con picardía).
- ¿Tenés ganas de contarme cosas y que yo las escriba?
- ¡Sí
- ¿Y qué querés contarme?
- ¿Yo? Yo nada. No tengo nada para contarte.
- Pero ayer me contaste de tus novios.
- ¿Novios? ¡Yo tuve uno solo!
- ¡Ah, cierto! ¡Al más churro!
- ¡Siiiiii!
- ¿Y mi esposo es lindo? (Se ríe y no contesta). ¿Es lindo?
-  Es medio narigueta, pero si a vos te gusta... (Vuelve a reír).
   Escucha con atención a un pae y testimonios, por la radio.
- ¿Te gusta eso? - le pregunto.
- Sí.
- Pero vos nunca creíste en Dios. ¿Ahora sí?
- Ahora sí, en Dios y en San Conito querido.
- ¡Mirá qué bien!
   Sigue escuchando atentamente y no me da más corte. Se duerme sentadita. La llamo y le pregunto si quiere acostarse.
- No. Dejame quietita. Ahora no quiero acostarme.
   Apagó la radio, volvió a prenderla y ahí quedó haciendo descarga.
- ¿Qué escuchás?
- Nada.
- ¿La apagamos?
- No, no. Dejala así que me gusta.
   Despertó sonriente y me dijo:
- ¡Qué lío hoy para bañarme!
- Y sí, mamá. Ayer te perdonaron, pero te tienen que bañar todos los días.
- ¡Pero si yo estoy limpita! Además este cuerpo es muy mío y yo lo trato como quiero.
- ¡A tres chicas distintas les dijiste que no te bañarías!
- Sí - contesta como nena caprichosa, levantando los hombros.
- Y a la otra que vino, no le hiciste problema. ¿Te gustaba más?
- ¡Nooo! ¡Son todas divinas!
- ¿Y por qué te dejaste bañar por ella?
- Y porque sí, porque hay que bañarse. ¿Qué querés vos?

27/10 (10:45)
    Mamá duerme un poco, abre los ojos y siempre tiene una pregunta diferente. Una vez que recibe una respuesta, vuelve a dormirse.
- ¿Ya está la comida?
- No, mami. Aún es temprano.
- ¿Y quién cocina?
- Las muchachas.
- ¡Ah, claro! - y vuelve a dormir.
    A los pocos minutos vuelve a despertar.
- Yo no sé dónde me pusieron los vaqueros.
- ¿Qué vaqueros? ¿De quién?
- Mis vaqueros. Para mí que se los llevaron. Yo los tenía en ese placard. Esas yornias se los llevaron todos. ¡Fijate!
- No me acordaba de que usabas vaqueros.
- Sí. Unos vaqueros negros, de lana.
- Están todos guardados.
- Ah, menos mal - y diciendo esto, vuelve a dormirse.
   Creo que sintió el olorcito a la comida y despertó. Quiso comer, pero tuve que disfrazarle el plato. Le armé una especie de salpicón para esconder el pollo, pues no le gusta nada. Mientras tanto me decía:
- Hoy se rieron en pila las muchachas.
- ¿Ah sí? ¿Y por qué? ¿Qué relajo te mandaste?
    Y me contó. Es una viejita muy relajada, tiene mucha picardía y no hay ninguna duda de que extraña mucho a su marido, el que (supuestamente), es mi padre y el de mis hermanos. No puedo contar tanto disparate, pero me hizo reír mucho.
- Y yo les decía que mi marido es el más lindo de Florida (Hace días que repite esto una y otra vez, y yo repito que tiene razón. Hoy lo dijo en presente).
¿Cómo se llama mi marido? No me acuerdo. Augusto, pero no me acuerdo del apellido.
- ¿No te acordás del apellido de papá?
- De mi marido.
- ¿Y tu marido no es mi padre?
- No. Creo que no.
- ¡Pero qué viejita bandida! ¡Me tuviste engañada! Yo siempre creí que tu marido era mi padre.
- ¿Qué apellido es?
- ¿Tu marido o papá?
- Mi marido.
    Ahí ya estaba almorzando y diciendo que eso era un asco, sin gusto a nada, sin sal. Pensar que si nosotros decíamos eso de la comida, cuando éramos chicos, nos daba un tortazo que nos hacía volar todos los dientes.
- ¿Y yo quién soy? - le pregunté.
- Mi hija, Adriana.
- ¿Y no soy hija de tu marido?
- No.
- ¿Y a quién salí tan linda?
- ¡Ah, no sé!
- ¿Entonces fui adoptada o recortada de una revista? (Papá me decía que me había recortado de una revista. Jajajaja).
- No.
-¿Y vos tuviste un amante?
- ¡No! ¡Jamás!
- ¿Y entonces quién es mi padre?
- Mi marido.
- ¿Y el padre de mis hermanos?
- Mi marido.
- ¡Ahora me dejás más tranquila! - y nos reímos las dos.

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